lunes, 16 de octubre de 2023

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

El fantasma de la calle del Duende.

El 1 de febrero de 1810, las tropas invasoras francesas, al mando de Jean de Dieu Soult, Duque de Dalmacia, entraron por la Puerta de san Fernando, y ocuparon la ciudad sin encontrar ninguna resistencia, pues la Junta Sevillana huyó hacia Cádiz por la Puerta de Triana.

Los franceses tuvieron que abandonar Sevilla el 27 de agosto de 1812 al ser derrotados en la “Batalla del puente de Triana” (ver), por la fuerza combinada de españoles, ingleses y portugueses.

Tras la guerra, en el callejón que se encuentra a las espaldas de san Jacinto, muchos vecinos comenzaron a observar que, a horas desusadas, salía un hombre que recorría la calle y volvía a entrar en la misma casa de la que había salido.

Estos vecinos comenzaron a pensar que se trataba del espíritu de un oficial francés que fue muerto en el último combate, un alma en pena que vagaba perdido por la zona, porque no conseguía descansar en paz.  

Los vecinos pidieron a los dominicos que rezaran por aquella alma perdida, pero a pesar de los exorcismos, procesiones y rosarios de la aurora, inesperadamente alguno vecino volvía a encontrarse con el aparecido, por lo que la calle se conoció como calle del Duende.

Años después hubo una amnistía y se comprobó que el “duende francés” no era un espectro, sino un oficial francés que cayó malherido y fue curado y cuidado por una piadosa trianera, con la que tuvo varios hijos, y que había vivido oculto en la casa, por miedo a represalias, y solo salía por las noches.

Normalizada la situación, el francés pasó a llevar una vida normal casándose con su compañera, y los trianeros pudieron descansar pues el “Duende” había desaparecido.

Como calle Duende aparece en el plano de 1788 e López de Lerena. Posteriormente, la cercana calle Rosas acabó absorbiéndola, llamándose Rosa en su totalidad, hasta 1859 en que se le llamó Ruiseñor, nombre que conserva en la actualidad.

Actual calle Ruiseñor

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Johne Downie y la "Leal Legión Extremeña".


John Downie (ver)

John Downie, era hijo segundón de una familia hidalga del condado de Stirling en la Escocia central. 

Su padre Benjamin Downie, era propietario en Blaigorts, y su madre Margarita Forrester, pertenecía a una familia de rancio abolengo que se preciaba de descender de Sir Duncan Forrester, quien fuera mayordomo de palacio del rey Jacobo IV de Escocia.

Nació en la casa solariega de Blaigorts el 28 de diciembre de 1777, pero como el sistema de primogenitura le excluía de heredar las propiedades de sus antepasados, tuvo que ganarse la vida por su cuenta, y en 1802 hizo fortuna en la isla caribeña de Trinidad, que en 1797 los británicos habían arrebatado a los españoles.  

Pero, el colapso de un banco le dejó de nuevo en la ruina y se unió a Francisco de Miranda en su intento fallido de provocar una insurrección contra el gobierno español de la Nueva Granada, en lo que ahora es Venezuela, teniendo que volver a las islas británicas. 

Retrato de John Downie. José María Halcón y Mendoza. 1819. Óleo sobre lienzo, 60 x 47 cm, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Donado a la Academia por su autor para ser admitido como académico de mérito. (ver)

Sir Thomas Picton le recomendó ingresar en el ejército inglés, donde sirvió a las órdenes de Sir John Moore, al comienzo de la Guerra de la Independencia en España, donde el Reino Unido ayudaba a España en su lucha contra las tropas napoleónicas.


En 1810, el aventurero y militar volvió a Extremadura como oficial de intendencia de los Dragones Ligeros, uno de los regimientos británicos, luchando bajo Arthur Wellesley, el futuro Duque de Wellington, contra los ejércitos de Napoleón, con valentía en Talavera de la Reina y Badajoz.

Arthur Wellesley, I duque de Wellington. Pintado por Thomas Lawrence, meses antes de la batalla de Waterloo. (ver)

El 22 de julio de 1810, el Consejo español de Regencia (en Cádiz) autorizó a Downie a crear la “Leal Legión Extremeña”, con la mediación del marques de la Romana, mencionando su comprobada valentía en la evacuación de Badajoz, y de la que fue nombrado coronel, ascendiendo a brigadier el 10 de abril de 1812.

Esta legión era un ejército particular de 3000 extremeños voluntarios, pero que no eran mercenarios ni guerrilleros, sino soldados regulares luchando en un cuerpo del ejército organizado de forma privada, pero reconocido de manera oficial.  

Tenían la particularidad de que vestían a la antigua usanza española, con sombrero de ala volteada, calzas, jubón, y ropa de color blanco y rojo, con bonete y capa corta.

En 1810 el Marqués de la Conquista, descendiente directo de Francisco Pizarro, le confió la espada del conquistador del Perú, por su empeño en liberar a España del yugo napoleónico.  Esta espada sería utilizada en todos sus combates y actualmente se conserva en la Real Armería de Madrid, en el Palacio Real de Madrid.

Espada de Pizarro. Aunque su propietario le pidió a Downie que se la devolviera, él volvió a usarla en la Guerras Realista de 1822. Actualmente se conserva en la Armería real de Madrid. (ver)

En 1811 consigue una victoria en la batalla de Arroyomolinos a pesar de contar con inferioridad de fuerzas, logrando hacer 200 prisioneros franceses. 

El 5 de abril de 1812 logra una victoria en la batalla de Espartinas   que le vale su ya citado ascenso a brigadier el 10 de abril de 1812. 

Al regresar a Cádiz, pasa a las filas del mariscal de campo Juan de la Cruz Mourgeon, con quien tomaría Sanlúcar de Barrameda ​ y con quien se dirigiría posteriormente a Sevilla, pasando por Castilleja de la Cuesta.

Juan de la Cruz Mourgeon y Achet. (ver)

La participación de la “Legión Extremeña” fue decisiva en la victoria de la “Batalla del Puente de Triana” (ver) que permitió la liberación de la ciudad de Sevilla. 

En esta batalla fue herido en el ojo y en la mejilla y fue capturado, aunque antes arrojó la espada de Pizarro a la Legión Extremeña, para evitar que cayera en manos de los enemigos.

Posteriormente fue liberado al ser canjeado, por Wellington, por 190 prisioneros franceses, aunque perdió un ojo en la reyerta.

Glasgow le concedió la libertad de la ciudad y el Príncipe Regente (el futuro Jorge IV) le creó caballero, mientras en España en 1816 fue recompensado con el puesto de Teniente de Alcaide del Alcázar de Sevilla, con residencia en el Patio de Banderas del palacio. El once de julio de 1819, Downie fue admitido como miembro de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, la institución más prestigiosa del mundo de las artes en España.

Fernando VII le nombró Caballero de la Orden de Carlos III, y la Regencia le hizo Caballero Gran Cruz de la Orden de San Fernando. Downie aceptó la nacionalidad española, abrazó la fe católica con gran devoción y es recordado en la historia española como el Mariscal de Campo John Downie.  

De 1820 a 1823 tiene lugar en España el Trienio Liberal (ver), en el cual los partidarios del liberalismo se enfrentan a los monárquicos absolutistas. John Downie era absolutista y partidario de Fernando VII por lo que fue arrestado y llevado al castillo de Santa Catalina   en Cádiz, siendo liberado en 1823, por Fernando VII, con la llegada de la Segunda Restauración, y murió en Sevilla el 5 de junio de 1826.

 ALGUNOS HECHOS HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

La Batalla del Puente de Triana.

En 1808 Napoleón invadió España y Portugal y nombró Rey de España a su hermano Jose Bonaparte (conocido popularmente como Pepe Botella).

El 6 de junio de 1808 en Sevilla se pronuncia la “Declaración de Guerra al Emperador Napoleón”. El 16 de diciembre de 1808 se traslada la Junta Central, con lo que la ciudad se convirtió en la capital de la España no ocupada, con la instalación de las Instituciones de la nación.

El 1 de febrero de 1810, las tropas invasoras francesas, al mando de Jean de Dieu Soult, Duque de Dalmacia, entraron por la Puerta de san Fernando, y ocuparon la ciudad sin encontrar ninguna resistencia, pues la Junta Sevillana huyó hacia Cádiz por la Puerta de Triana.


Las autoridades se refugiaron en la Isla de León (actual ciudad de san Fernando), y Cádiz quedó convertida en la capital de España y símbolo del liberalismo con la redacción de la primera Constitución en 1812 (popularmente conocida como “La Pepa”).

Mientras, la resistencia de la ciudad de Sevilla contra las tropas invasoras se estableció a través de la organización denominada “Secreto Congreso Hispalense o Santo Congreso Hispalense”, fundada en la calle Quebrantahuesos (actual Orfila) con el objetivo de realizar misiones de sabotaje a la intendencia francesa, y suministrar información a la guerrilla de los movimientos de las tropas napoleónicas, destacando la gran labor de José González Cuadrado y Bernardo Palacios Malaver (ver).

El Mariscal francés Soult abandonó la misión de asediar Cádiz, estableció su residencia y Cuartel General en el Palacio Arzobispal de Sevilla, donde reforzó sus tropas, y realizó el mayor latrocinio artístico de la historia al expoliar todas las obras de artes de Iglesia y conventos.

El Reino Unido, ante el temor de la expansión de Napoleón decide dar apoyo militar a España firmando el Tratado Apodaca-Cannig, por el comandante español Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza y el ministro de exteriores británico Geoge Canning el 14 de enero de 1809, por el cual se establecia la paz entre España y el reino Unido y su alianza contra Francia.  

George Canning. (ver)

En 1812, el Duque de Wellington empieza la recuperación territorial y el 6 de abril recobra Badajoz y el 22 de junio vence a los franceses en la batalla de Arapiles (Salamanca).

Arthur Wellesley, I duque de Wellington. Pintado por Thomas Lawrence, meses antes de la batalla de Waterloo. (ver)

En Andalucía el ejercito unificado hispano-anglo-luso bajo el mando de los coroneles británico John Byrne Skerrett  y John Scrope Colquit y el general español  Juan Cruz Mourgeon lanzan una gran ofensiva en Huelva, el 16 de agosto de 1812, y el 27 de agosto toman Castilleja de la Cuesta.

Juan de la Cruz Mourgeon y Achet. (ver)

El siguiente objetivo de los españoles era la Vega de Triana, por lo que el mariscal Soult reforzó sus tropas en el Altozano, en Triana y en la entrada del Puente de Barcas, pero a pesar de ello, los franceses tuvieron que abandonar Sevilla el 27 de agosto de 1812 al ser derrotados en la “Batalla del puente de Triana” por la fuerza combinada de españoles, ingleses y portugueses.

Grabado francés Puente de Barcas

Puente de Barcas

En la victoria de esta batalla fue decisiva la actuación de la “Legión de Extremadura”, dirigida por el aventurero escoses John Downie, formada por extremeños voluntarios, que  portaban la “Espada de Pizarro” que le fue cedida por el marqués de la Conquista, descendiente directo del conquistador de Perú. 


Retrato de John Downie. José María Halcón y Mendoza. 1819. Óleo sobre lienzo, 60 x 47 cm, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Donado a la Academia por su autor para ser admitido como académico de mérito.

Downie, al frente de sus extremeños y blandiendo la espada de Pizarro, se lanzó sobre la artillería gala, pero su caballo calló al intentar saltar de una barca a otra del puente, por lo que fue apresado y posteriormente canjeado, por Wellington, por 190 prisioneros franceses, aunque perdió un ojo en la reyerta.

Espada de Pizarro. Aunque su propietario le pidió a Downie que se la devolviera, él volvió a usarla en la Guerras Realista de 1822. Actualmente se conserva en la Armería real de Madrid. 

Esta derrota francesa en el Puente de Triana sería un preludio del fracaso de Napoleón y el fin del Imperio Francés, pero Francia no nos ha devuelto ningunas de las obras expoliadas, que residen en el Museo del Louvre y otras Instituciones, vendidas por los herederos del mariscal.

Johne Downie fue nombrado por el rey Fernando VII, en 1816, Teniente de Alcaide de los Reales Alcázares, con residencia en el Patio de Banderas, escribió varias obras, colaboró con el fin del “Trienio Liberal” y murió en Sevilla el 5 de junio de 1826. 

Sevilla fue recompensada por su valor recibiendo el título de “Muy Heroica”, uniéndose a los que ya poseía de Muy Noble, Muy Leal e Invicta.

El mariscal sevillano Juan de la Cruz Mourgeon fue condecorado con las ordenes de san Fernando y san Hermenegildo, fue nombrado Capitán General de Nueva Granada, pero no ha sido premiado con ningún recordatorio en su ciudad de Sevilla.

Jojn Byrne Skerret fue ascendido a Comandante de Brigada, se le dedicó un monumento en el transepto norte de la Catedral de san Pablo de Londres.

El 26 de noviembre de 1812 el Ayuntamiento aprobó la colocación de una lápida en el “puente de barcas” para conmemorar la batalla, pero nunca se llegó a ser efectiva por lo que pasó al olvido colectivo. 

En el lugar del puente se construyó, en 1852, el actual puente de Isabel II conocido popularmente como “Puente de Triana”.

La plaza del Altozano era un espacio abierto, desde sus orígenes musulmanes, estando porticada hasta el año 1795 en que se derribó el palenque central con su galería porticada y sus dos puertas y actualmente es una plaza pública en el lado oeste del puente.

Esta batalla fue representada en una pintura de Willian Heath titulada “Battle of Seville” grabada en cobre a la aguatinta y que formaría parte del libro “Battle scenes from the Napoleonic Wars. 1806-1813”, publicado en Londres en 1815 por J. Jenkins.


En ella aparecen las tropas británicas avanzando entre la humareda del combate, desde un alto hacia una ciudad situada en una llanura, al fondo de la composición, y en la que sobresale una torre que simboliza la Giralda, pero parece más la acción de Skerret que la batalla por el puente, que fue la acción decisiva.  

domingo, 15 de octubre de 2023

 RUTA DE LOS CAMPANARIOS Y VELETAS 

Calle Cruz Verde esquina con González Cuadrado


 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística  

Francisco de Paula López de Castro.

Francisco de Paula López de Castro nació en la calle González Cuadrado de Sevilla en 1771.

Antigua calle Bancaleros. Actual González Cuadrado. Desde plaza de Montesión a la calle Peris Mencheta (ver)

Estudió Matemáticas en la Sociedad Económica de Sevilla, pero abandonó sus estudios para dedicarse al comercio y a su gran afición de las “Letras”, formando parte de la llamada ”Escuela poética sevillana “, que publicaban sus trabajos en el “Correo Literario Económico de Sevilla”.

De esta época dorada de las letras sevillanas son Manuel María Arjona, Alberto Lista, Félix José Reinoso, José María Roldan, Fernando Blanco, Francisco Núñez y Díaz Manuel María de Mármol, Eduardo Vázquez, Joaquín María Soltelo, Manuel López Cepero, Justino Matute y Gaviria, Félix María Hidalgo, Jacobo Vicente Navarro, Jose Álvarez Santullano y José Marchena.

Escribió la novela “El Fiel amigo” pero muchas de sus obras permanecen inéditas.

Murió en Sevilla en 1827 en la más triste pobreza.

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

José González Cuadrado y Bernardo Palacios Malaver.

En el plano de Álvarez de 1860 parecen las calles Bancaleros y Boticas que posteriormente son rotuladas con los mártires de la Guerra de la independencia, González Cuadrado y Palacios Malaver, ajusticiados en la plaza de san francisco el 9 de enero de 1811.


Antigua calle Bancaleros. Actual González Cuadrado. Desde plaza de Montesión a la calle Peris Mencheta (ver)

Antigua calle Botica. Actual Palacios Malaver. Desde Feria a Pérez Mencheta (ver)

El 1 de febrero de 1810, las tropas invasoras francesadas, al mando de Jean de Dieu Soult, Duque de Dalmacia, entraron por la Puerta de san Fernando, ocuparon la ciudad e instalaron la residencia oficial en el Palacio Arzobispal, sin encontrar ninguna resistencia, pues la Junta Sevillana huyó hacia Cádiz por la Puerta de Triana.

La resistencia ciudadana contra las tropas invasoras de Napoleón se organizó a través de la Institución denominada “Secreto Congreso Hispalense o Santo Congreso Hispalense”, fundada en la calle Quebrantahuesos (actual Orfila), con el objetivo de realizar misiones de sabotaje a la intendencia francesa, y suministrar información a la guerrilla de los movimientos de las tropas napoleónicas.

Esta organización contaba con campesinos, mozos y personas de diversos sectores, y de ellos destacaban Don José González Cuadrado, escribano de profesión, y Don Bernardo Palacios Malaver, de oficio batihoja o batidor de oro y plata, amigos desde la infancia del capitán Luis Daoiz (ver).

Palacios Malaver y González Cuadrado (ver)

Bernardo se dedicaba fundamentalmente a reclutar a conspiradores patriotas con influencia y con padrinos para la causa y José salía de Sevilla en borrico, disfrazado de tratante de ganado, mendigo o fraile para contactar con los partisanos de la sierra y coordinar los ataques a las tropas francesas.

Ambos fueron delatados por un delincuente común llamado Jose Avendaño “El Pantalones”, confidente al servicio de los franceses, y fueron detenidos en la cuesta de Castilleja, el 28 de diciembre de 1810, junto a doña Ana Gutiérrez, esposa de Palacios Malaver, portando importantes documentos, y el afrancesado jefe de policía sevillano Miguel Ladrón de Guevara ordenó su traslado a la Cárcel Real.

En Consejo de Guerra fueron condenados a muerte. Su defensor, el abogado don Pablo Pérez Seoane, les aseguró que el fiscal les garantizaba el indulto, con autorización del propio mariscal Scoult, si les proporcionaba los nombres de los demás conjurados. Se dice que Palacios Malaver diría la frase “Prefiero la muerte a seguir viviendo bajo el yugo de la canalla francesa” y González Cuadrado pronunció las siguientes palabras “Dos hombres nada importan en el mundo y salvan a muchos buenos”.

El 9 de enero de 1811, se ejecutó la sentencia de muerte públicamente en la Plaza de san Francisco mediante garrote vil, como vulgares malhechores, acusados de conspiración contra el invasor y tras negarse a denunciar a sus compañeros.

El nuevo líder del grupo Juan María de Tóxar, Conde de Tóxar, intentó salvar a los condenados en el patíbulo, pero la fuerte presencia militar le disuadió de hacerlo, ya que habría sido una sangría inútil.

La partida de defunción en la iglesia parroquial de san Ildefonso, esta anotada al margen de la partida de Bautismo:” Falleció en esta Ciudad con muerte de garrote, Don Joseph María González Cuadrado, la que prefirió por heroísmo a la condición que le exigían los enemigos para liberarse de ella si declaraba sujetos que había en esta Ciudad, cómplices con él, en la comisión de observar sus operaciones y dar parte al legitimo Gobierno español”.  Firma la nota el doctor Matías Espinosa, Cura propio.  

Los Hermanos de la Caridad recogieron los dos cadáveres y los enterraron en la fosa común del Patio de los Naranjos de la Catedral, reservado a los ajusticiados. En este Patio de los Naranjos, tras una mampara, justo antes de acceder a la nave principal, una lápida los recuerda.

“En honor de Dios y memoria indeleble del heroísmo con que los invictos sevillanos Bernardo Palacios Malaver y José González Cuadrado coronaron su servicio a la patria bajo la tiranía de Napoleón, prefiriendo el cadalso a la manifestación de sus compañeros el 9 de enero de 1811”.  

Lápida

Los franceses se mantuvieron en Sevilla hasta el 27 de agosto de 1812 en que fueron derrotados, en la “Batalla del puente de Triana”, por una fuerza combinada de españoles, ingleses y portugueses, con la “Legión de Extremadura”, dirigida por el aventurero escoses John Downie, formada por extremeños voluntarios, que, según la leyenda, portaban la “espada de Pizarro” que le fue cedida por el marqués de la Conquista. 

Batalla de Sevilla. Dibujo de William Heath. Grabado de T. Sutherland (ver)

El Secreto Congreso Hispalense también participó en la zona del Arenal, y al término de la expulsión de los franceses dirigió el juicio y ejecución, el 19 de agosto de 1813, de Miguel Ladrón de Guevara, jefe de policía y alguacil mayor de la policía al mando de José Echevarría, y finalmente se disolvió. 

Un decreto del Consejo de Regencia de 19 de julio de 1813 declaró a Bernando González Cuadrado “Benemérito de la Patria”.

José Palacios Malaver fue nombrado en 1814 en un documento emitido por sus antiguos compañeros y en 1815 su hermano Juan Palacios redactó un “Memorial” en su honor, en representación de su madre Joaquina Malaver.

jueves, 12 de octubre de 2023

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Almirante Espinosa. 

Calle Almirante Espinosa. De las plazas de Monte Sión y Maldonados a la confluencia de Amapola, Infantes y Churruca

José de Espinosa Maldonado y Tello de Guzmán, era hijo de Don Miguel de Espinosa Maldonado Saavedra, II conde de Águila, de la Orden de Santiago, Alcalde Mayor de la ciudad de Sevilla y de Isabel María Tello de Guzmán Portugal Fernández de Santillán. Marquesa de Paradas y de la Sauceda.

Tras una educación familiar ingresó, con 15 años, en la Real Compañía de Caballeros Guardia marinas de Ferrol el 16 de agosto de 1778, destacando en geografía, cartografía y astronomía. 

Casa Palacio Conde de Águila

Tras su formación científica pasó a su actividad práctica de marino colaborando en la conquista de la Florida con la toma de Pensacola (1781) y participando en el bloqueo de Gibraltar y en el combate naval de cabo Espartel.  

Las tropas españolas en Pensacola 1781. Las tropas españolas del Regimiento de Luisiana (con chaquetas blancas) y la Compañía de Negros Libres de La Habana (con chaquetas rojas) pueden verse asaltando el Fuerte George, que concluyó la campaña española contra las fuerzas británicas en gran parte de la Costa del Golfo.

Como oficial de la Armada fue destinado, en 1783, al Observatorio Astronómico de Cádiz donde, bajo la dirección de Vicente Tofiño, trabajó en la elaboración del mapa costero de España, parte muy importante del posterior “Atlas Marítimo”, publicado en 1789.

En 1788 fue reclamado por Don Alejandro Malaspina para colaborar en los preparativos de una expedición político-científica alrededor del mundo como experto cosmógrafo y para redactar la crónica de la misma. Pero su mala salud le obligó a permanecer en Cádiz e incorporarse a la expedición en el puerto de Acapulco el 24 de febrero de 1791.


Realizó numerosas observaciones y mediciones científicas en el Pacifico y Filipinas, pero se vio afectada por el escorbuto teniendo que regresar a Europa, igual que Bauzá, afectado de asma.

Una vez repuesto, ambos marinos se desplazaron a Valparaíso y prepararon su segundo viaje independiente y complementario al de Malaspina y sus trabajos se publicaron en la “Memorias de Espinosa” en 1809, y los resultados, fundamentalmente de interés geográfico, permitieron levantamientos cartográficos publicados en 1810.

En enero de 1794 fue ascendido a capitán de fragata y nombrado ayudante del general Mazarredo que mandaba las fuerzas navales del océano y en mayo de 1797 lo nombraron ayudante secretario de la Dirección General de la Armada y posteriormente el ministro Lángara lo designó para la dirección del Depósito Hidrográfico de Madrid, editando cartas muy exactas, derroteros y otras publicaciones, formando una selecta biblioteca.  El 18 de diciembre de 1799, el Deposito se denominó Dirección de Trabajos Hidrográficos y en 1807 se creaba el Consejo del Almirantazgo siendo Espinosa elegido secretario.   

José Mazzarredo Salazar. Por Jean François-Marie Bellier. Museo Naval de Madrid (ver)

Durante la invasión francesa se negó a reconocer a Jose Bonaparte, dimitió de todos sus cargos y elaboró un plan para sacar de Madrid los fondos del Depósito Hidrográfico, pero fue descubierto y tuvo que huir a Sevilla donde la Suprema Junta Central Gubernativa de la ciudad le repuso en todos sus cargos, lo envió de comisionado a Londres y dejó a Bauzá en Cádiz al mando de los trabajos hidrográficos. 

Francisco de Saavedra. Goya, Francisco de. 1789. Instituto de Arte Courtauld. Saavedra presidió la Junta Suprema de Sevilla durante la Guerra de la Independencia. (ver)

Permaneció en Londres durante toda la Guerra y regresó a España, en 1815, con el grado de Teniente General, retomando su cargo de la Dirección Hidrográfica y murió bruscamente en Madrid el 5 de septiembre de 1815 en Madrid, estando en posesión de la Cedula de Caballero Pensionado de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III y dejando el legado de una importante obra científica especialmente cartográfica.

viernes, 29 de septiembre de 2023

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Flamenca

Manuel Torre


Calle Amapola número 4

Manuel de Soto Loreto nació del matrimonio gitano de su padre Juan de Soto Montero, matarife de Algeciras, y su madre Tomasa Loreto Vargas, de Jerez de la Frontera, el 5 de diciembre de 1878 en el número 22 de la C/ Álamos en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera.


Su infancia se desarrolla por las calles de este barrio, sin obtener ninguna formación más que la que pudo conseguir en su ambiente gitano y andaluz, y alternando las tareas agrícolas con algún trabajo como pescadero, en una sociedad gobernada por una oligarquía agraria dominante con una densa población de jornaleros que vivían en una profunda miseria.

Pero al mismo tiempo era una ciudad con una importante actividad flamenca, comenzando por su propia familia, pues su padre era el cantaor conocido como “Torre” por su gran estatura.

Así, se inicia como un pequeño gitano que vagabundeaba por los tabancos (ver) y cafés cantantes de Jerez y que tenía toda la tradición de lo jondo en el eco de su cante.

Sus primeras actuaciones públicas se efectúan en los cafés cantantes de Jerez, en una época en que el flamenco se localizaba en las fiestas de la aristocracia jerezana, los cafés cantantes y las reuniones familiares en las que se daba el cante y el baile más puro. 

Así, sus primeros trabajos remunerados se realizan en los cafés cantantes “La Vera-Cruz” y “La Primera”, y se integra como cantaor en un cuadro flamenco que actuaba en Lebrija y Utrera, actuando con el nombre artístico de “El Niño de Jerez” aunque se generalizó el uso del apodo de su padre “El Torre”. 

El 11 de octubre de 1902 debutó en Sevilla en el Salón Filarmónico de Sevilla, para actuar posteriormente en el Teatro Novedades.

11 de septiembre de 1922. Al fondo el Café-Cantante "Novedades" 

Después de una serie de giras por Málaga, regresó a Sevilla para cantar en el Teatro O´Donnell en 1918, e instalarse definitivamente en una casa de vecinos de la calle Amapola, donde cumple sus aficiones con los galgos, los gallos de pelea y coleccionando relojes de bolsillo.

Su encumbramiento se debe a Federico García Lorca y Manuel de Falla cuando lo invitan a participar, como artista invitado, en el concurso de cante jondo organizado por ellos, Zuloaga y un amplio plantel de intelectuales de la época, en la plaza de los Aljibes de Granada en 1922, donde registró por primera vez la seguiriya “Siempre por los rincones y Quedito los golpes” por expreso deseo de Falla.

 

Plaza de los Aljibes de Granada

En 1923 participó como artista invitado junto a “La Niña de los Peines” en el festival que se celebró en el Palacio de Carlos V de la Alhambra de Granada, y en 1926 en el homenaje al gran cantaor Manuel Vallejo en el Teatro Pavón de Madrid.

Actual teatro Pavón de Madrid

Apadrinado por Antonio Chacón, Manuel Torre entró en contacto con los poetas de la Generación del 27, y los principales intelectuales andaluces de comienzos del siglo XX, como Manuel de Falla, Fernando Villalón, Rafael Alberti, Federico García Lorca, etc.

Realizó grabaciones de 25 cantes, como soleares, seguiriyas, fandangos, bulerías, malagueñas, tangos, peteneras, villancicos y saetas entre otros, y alcanzó la plenitud de sus facultades entre 1909 y 1931 siendo acompañado a la guitarra por los grandes guitarristas de su época como Juan Gandulla “Habichuela”, Salvador Ballesteros, Manuel Barrull hijo y Javier Molina.

Fue el primer cantaor en interpretar una versión aflamencada del tema “Los Campanilleros” que después popularizó “La Niña de la Puebla”.


De izquierda a derecha: Manolo de Huelva, El colorao de la Macarena, Luisa Ramos Antúnez, Manuel Torre, y Manolo Moreno. Homenaje a los hermanos Quintero. Venta de Eritaña. Sevilla. 1930. 

Se casó dos veces, por el rito gitano. Primero con la bailaora Antonia Torres Vargas “La Gamba” y segundo con María Loreto Reyes la “Feonga”.

Durante la interpretación de un cante por seguiriya tuvo un vomito de sangre (Hemoptisis), a través de su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías, fue diagnosticado de tuberculosis y falleció el 21 de julio de 1933 en su casa de la calle Amapola y fue enterrado en el Cementerio de san Fernando de Sevilla, junto al mausoleo del torero José Gómez Ortega El Gallo.

De su cante derivó una escuela de seguidores, destacando Antonio Núñez “Chocolate” y la “Saga de los Agujetas”, junto a sus nietos como Gaspar Fernández Soto, "Gaspar de Perrate"; Tomás Fernández Soto, "Tomás de Perrate" y Antonio Delgado, "Antonio Brenes",y biznietos como Bernardo Vázquez, Irene y Chelo Vázquez ("Las Chamorro"), Cele de Juana, Joseíto Vázquez y Juan Antonio.

Manuel Torre no sabía leer ni escribir solo sabía cantar, fue único en todos los cantes, los dominó todos con mucho arte, lo mismo los cantes chicos que los cantes grandes y hasta los cantes de levante.

Fue capaz de hechizar a todo un auditorio por su sentimiento, su duende y el "quejío" roto de aquel hombre de altura descomunal, que comenzó a ser conocido como "el rey del cante gitano".

Los flamencólogos han reconocido en los cantes de Manuel Torre influencias de Enrique "el Mellizo", “El Viejo de la Isla”, “El Loli”, Manuel Molina, Carito, Loco Mateo o Paco la Luz, entre otros, pero es imposible encuádralo dentro de una escuela porque cantaba tan anárquicamente como vivía, con un gran componente emocional capaz de acompasar rítmicamente el "quejío" y el "desgarro".

Representa un tipo de cante existencial, entre la soledad, la pena y el desgarro, y una estética que tuvo su continuidad con Manolo Caracol, Antonio Mairena, Agujetas o, más recientemente, con José Mercé. 

Federico García Lorca le dedicó los poemas de las “Viñetas Flamencas” incluidas en el libro “Poema del cante jondo” publicado en 1931: “A Manuel Torres, Niño de Jerez, que tiene tronco de Faraón”.

Se refirió a él como “El Hombre de mayor cultura en la sangre” que había conocido.

En 1933, durante una lectura de la conferencia sobre cante jondo en Buenos Aires, poco después de su fallecimiento, Federico le hizo la siguiente dedicatoria, recogida por Christpher Maurer: “Vamos a oír al duende de los duendes, al de los sonidos negros: a Manuel Torres, que ha subido al cielo hace dos meses y sobre cuyo ataúd pusieron unas rosas con mi nombre. Este es, señores, el gran estilo. Manuel: aquí en la hermosa Argentina pongo hoy tu voz, captada en la dramática luna negra del disco de gramófono. Quisiera que, rodeado del inmenso silencio en que estás ahora, oyeras el tumulto de dalias y besos que quisiera poner a tus pies de rey del cantar”. 


Para Domingo Manfredi:” Hay un poco de mitología con Chacón. Si usted me pone a mí como ejemplo a Manuel Torre yo le diré a usted: Manuel Torre era un tipo humano tan fabuloso y tan grande, que si hubiera nacido en tiempo de los romanos hubiera ido a Roma de Cónsul. Si hubiera ncido en tiempo de los moros, hubiera ido a cualquier parte de embajador de los moros de Castilla. Porque era un tipo humano fabuloso”.


Fernando el de Triana comenta “Desde hace cuarenta años a la fecha el mejor cantaor fue Chacón, pero el que más gañafones le tiraba a uno al alma, era Manuel Torres. Porque este artista era sencillamente inimitable el día que le echaba carbón a sus duendes”.  

La Solea y la Seguiriya
de luto las dos están,
a la muerte de Manuel Torre,
que puso estos dos estilos
en un gran pedestal,
Jerez de la Frontera fue su cuna
y llorando también esta
porque murió su gitano
que mejor cantaba por Solea,
la Seguiriyas le llama a voces,
donde esta Manuel Torre,
que ya no, no me quiere cantar,
por eso yo quiero en la memoria,
de este gran cantaor,
siempre poder recordar,
todos los cantes
desde el más chico
Hasta el más grande.

En el Centro Andaluz de Flamenco de Jerez de la Frontera se conservan 26 grabaciones en discos de pizarra que recogen 51 cantes interpretados por Manuel Torre. Los palos registrados son seguiriyas, saetas, soleares, malagueñas, fandangos, bulerías, bulerías por soleá, cantiñas y coplas de campanilleros. Se tiene constancia de su buen dominio de las tonás, los romances y las carceleras, a pesar de no haber sido grabados.