AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
Iglesia de san Julián.
Es una de las
parroquias más antiguas de Sevilla pues se creó en torno a 1250, en la primera
organización eclesiástica de la ciudad, tras su conquista por Fernando III el
Santo en 1248.
No hay ningún dato documental o arqueológico que confirme la existencia en su solar de una iglesia paleocristiana o visigótica, como afirma la tradición, ni que a mediados del siglo XIII se adaptase al culto católico una mezquita.
Sin
embargo, se considera que se estableció en una mezquita cristianizada y que,
tras el terremoto del cabo de san Vicente de 1356, fu reedificada bajo el
reinado de Pedro I, con la colaboración del arzobispo don Nuño, con lo que es
un templo gótico-mudéjar de la primera mitad del siglo XIV.
Durante la construcción de la nueva Casa de Hermandad aparecieron unos interesantes restos arqueológicos.
Los restos más antiguos son del siglo VI de etapa romana. Del
periodo islámico (siglos VIII–XIII), se distingue un periodo clásico islámico
y un periodo almohade.
El hallazgo
principal es una cisterna que surtía a la fuente posterior, policromada en
almagra roja y datada en el siglo IX, formando parte de unos jardines que
probablemente se encontraban deprimidos en relación a la zona habitada, siguiendo
la tradición musulmana, y que podría ser el patio de abluciones de una
mezquita.
Destaca,
igualmente, una estructura de 4,20 metros de largo por 95 centímetros de alto,
con motivos decorativos geométricos y vegetales, en colores almagra y azul
sobre blanco, datada en torno al siglo XI, coincidente con la etapa de la taifa
sevillana abbadí.
Alberca con pinturas islámicas del siglo XI (Fotografía de L. Herrera del Rey)
La noche del 8 de abril de 1932, como sucedió en otras iglesias, sufrió
un grave incendio del que se acusó a dos conocidos del barrio, apodados la
Bizca y la Pinocha. Nadie asumió responsabilidades, ni las autoridades, ni los
jueces, y los culpables fueron absueltos. Se perdió todo un patrimonio, como la
Virgen gótica que, según la tradición, provenía de Cataluña, el retablo mayor y
el Cristo de la Buena Muerte de Felipe de Ribas, la Dolorosa de la Hiniesta
atribuida a Montañés o tablas atribuidas a Alejo Fernández y otras piezas
litúrgicas.
Bomberos
y vecinos alrededor de la parroquia de San Julián. Abril 1932. Archivo ABC (CC
BY 3.0)
Ruinas
del templo tras el fuego. Archivo ABC (CC BY 3.0)
Interior
del templo desde el presbiterio. Archivo ABC (CC BY 3.0)
Portada
lateral tras el incendio. Archivo ABC (CC BY 3.0)
Desaparecida
virgen de la Hiniesta (CC BY 3.0)
La
desaparecida Virgen de la Hiniesta y la Junta de su Hermandad, año 1932 (CC BY
3.0)
La primitiva Virgen de la Hiniesta (CC BY 3.0)
Resto
de la Hiniesta gótica tras el incendio. Archivo ABC. (CC BY 3.0)
Retablo
principal desaparecido. Laboratorio Arte Universidad de Sevilla. (CC BY 3.0)
Circuncisión
del Niño, atribuido a Alejo Fernández (CC BY 3.0)
Lienzo
con la Hiniesta gloriosa (CC BY 3.0)
Retablo
dedicado a San José, siglo XVIII (CC BY 3.0)
Fue restaurada en 1946, pero del edificio original sólo se conservan la planta y
la portada de los pies, pues desaparecieron las portadas ojivales de las naves
laterales y las yeserías mudéjares de la capilla de la Virgen de la Hiniesta. Se
enajenó la Cruz de la Retama, que se trasladó al atrio de la iglesia de San
Antonio Abad.
La
precariedad de la reconstrucción ha obligado a intervenir en la fábrica de la
parroquia en 1972-1974 y 1989-1993.
La fachada principal se corresponde con la calle san Julián, en cuyo
centro se dispone la portada y por el resto de la fachada se distribuyen
simétricamente tres óculos, más grande el situado en el centro, sobre la
portada.
La portada principal es típico gótico-mudéjar, con arco apuntado
abocinado, con numerosas arquivoltas, las exteriores adornadas con punta de
diamante. Se apoyan en columnas dotadas de capiteles muy erosionados.
Sobre la clave se conserva la imagen de la Virgen con
el Niño, una iconografía de Virgen-Trono característica del medievo, pero muy
deteriorada prácticamente indistinguible, como las dos figuras situadas
lateralmente, en las enjutas del arco.
Se corona con un tejaroz sostenido por canecillos con
forma de cabeza de león, igualmente muy deterioradas.
En un lateral se sitúa el retablo cerámico de la
Virgen de la Hiniesta Dolorosa vestida de hebrea, obra de Antonio Kiernam
Flores en Cerámica santa Ana de 1962, donada por un hermano.
Al otro lado de la puerta se sitúa el retablo cerámico, firmado por Emilio
Sánchez Palacios, del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de Cerámica Macarena,
obra de 1995 encargada por la propia hermandad.
Las dos portadas laterales de la iglesia, una hacia el
exterior de cada nave, se encuentran actualmente cegadas.
La del lado de la epístola, era muy similar a la portada principal, y en sus hojas de madera se inició el incendio de 1932.
Junto a ella, en la calle Duque Cornejo,
existe un retablo cerámico de la Virgen del Rosario, de Emilio Sánchez Palacios
de Cerámica Macarena de 1994.
En la pared del Evangelio se abre el acceso a la casa de la Hermandad de
la Hiniesta y a través de una reja puede verse una puerta adintelada muy
sencilla con una fuente y un retablo cerámico de la Virgen de la Hiniesta
Gloriosa, de Cerámica Santa Ana de 1961, con referencia a la leyenda.
Virgen de la Hiniesta Gloriosa
Desde la casa de la Hermandad se puede visualizar un patio con un azulejo
dedicado a la santísima Virgen de la Hiniesta, tallada por Martínez Montañez y
que se perdió en el incendio de 1932.
La torre campanario es del siglo XVII, tiene un solo cuerpo, suele está
pintada en tonos blancos y almagra y se corona con un chapitel piramidal de
azulejos, que se remata con una sencilla cruz de forja con una veleta sobre dos
globos.
El interior del templo presenta la disposición típica de las Iglesia de
estilo gótico-mudéjar, de planta rectangular con tres naves de cuatro tramos,
la central más ancha y alta, separadas por medio de arcos apuntados sobre
pilares cruciformes, construidos con ladrillo, revocado y pintado de blanco y
cabecera poligonal.
La cabecera es de planta poligonal con tramo recto previo y
separada del cuerpo de la iglesia por un arco triunfal también de estilo gótico
u ojival.
En la cabecera, la cubierta es una bóveda de nervadura
sexpartita gótica, cuyos nervios arrancan en los vértices del ábside,
uniéndose superiormente las claves mediante un nervio
espinazo central.
Visitamos el templo desde los pies de la nave de la epístola siguiendo en
contra de las agujas del reloj.
1) En el primer tramo se sitúa, en el momento de la visita, el paso de la
custodia que va a procesionar por el barrio.
A los pies de la nave, un azulejo recuerda la fecha de apertura del templo después de la última restauración.
Sobre una peana, estaba en una visita anterior, una talla del Sagrado Corazón de Jesús, pero actualmente solo está la peana metálica.
Seguidamente un cuadro del que no tengo información.
2) Seguidamente una pequeña imagen sobre una peana y el retablo de la Virgen de Fátima, obra de Francisco Parra, con una imagen de madera policromada de mediados del siglo XX.
Seguidamente la talla del Sagrado Corazón de Jesús,
previamente situada en la peana metálica.
3) Tras la puerta de la nave de la epístola, se encuentra el monumento funerario en el que reposan los restos de Antonio Castillo Lastrucci (ver), inhumado el 9 de noviembre de 1995, presidido por su grupo de la Piedad, con una placa que dice:
“Aquí bajo sus más queridísimas imágenes descansa el ilustrísimo señor don
Antonio Castillo Lastrucci 1882-1967”.
Castillo Lastrucci realizó esta obra por iniciativa propia, y la guardó en su despacho hasta su muerte.
Tras su defunción, la familia la depositó en la iglesia de San
Sebastián de San Nicolás del Puerto, donde no fue conservada adecuadamente, por
lo que se decidió cederla a la parroquia de san Julián y la hermandad de la
Hiniesta, para que fuera situada sobre el túmulo funerario del escultor, previa
restauración, nuevo estofado y policromado, por parte de su discípulo José
Pérez Delgado.
El
grupo escultórico, de 1,17 m. de alto y 1,62 m. de ancho, fue tallado en 1949
en madera estofada y policromada, representa a María sosteniendo en su regazo
el cuerpo muerto de Jesús, al pie de la cruz, un pasaje que no aparece
mencionado en los Evangelios, pero que ha tenido un extenso desarrollo
artístico desde los tiempos medievales, por la fuerte carga emocional que
comporta el lamento de la Madre sobre el cadáver de su hijo muerto.
La
cruz al pie de la cual se sitúa la Piedad es la antigua del Cristo de la Buena
Muerte, realizada por el propio Castillo Lastrucci en 1938.
4) Seguidamente,
sobre una repisa, una imagen de una santa que porta rosas en sus manos.
5) A continuación, sobre un pedestal de mármol, la imagen tallada completa, en madera de cedro estofada y policromada de 1,12 m., de santa María Magdalena, de Antonio Castillo Lastrucci (1944)(ver).
Sale en procesión, desde el domingo 2 de abril de 1944, a los pies del crucificado de la Buena Muerte:
“Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su Madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena” (Jn 19: 25).
Es considerada como la mejor figura secundaria de
Castillo Lastrucci, destacando los pliegues de los ropajes y el naturalismo de
la expresión llorosa de su rostro.
6) Le sigue un sencillo arcosolio de madera que contiene el Cristo de la
Buena Muerte de Antonio Castillo Lastrucci de 1938 (ver).
Es una talla completa en madera de cedro policromada de 1,76 m. que
sustituyó a la que se perdió en la iglesia de san Marcos en 1936 y que a su vez
sustituyó a la imagen del circulo de Felipe de Ribas destruida en el incendio
de San Julián de 1932.
Castillo utilizó como modelo a un empleado de la tienda de muebles Europa,
que regentaba su hermano Manuel, llamado Manuel Gómez Lora.
Representa a Jesús crucificado y muerto, en el intermedio entre la lanzada y el descendimiento.
Talla del Cristo de la Buena Muerte
La cabeza, vencida hacia el lado derecho, presenta corona de espinas tallada, añadiéndosele potencias de orfebrería.
El rostro responde al modelo ideal de belleza masculina que Castillo va a aplicar a todas sus imágenes cristíferas.
La dulce y serena concepción de la cabeza en general, y del rostro
en particular, justifica la advocación de la Buena Muerte de Cristo.
El
paño de pureza se anuda en la cadera derecha y deja al descubierto ese costado.
Tres
clavos lo fijan a la cruz, que es cilíndrica y arbórea, presentando en la parte
superior el “titulus” con la razón de su condena escrita en hebreo, griego y
latín.
La
cruz original, que se encontraba afectada por xilófagos, fue sustituida por una
réplica en 1991 realizada por José Pérez Delgado.
Los pies
fijados con un solo clavo, el pie derecho sobre el izquierdo.
7) En la cabecera
de la nave de la Epístola se sitúa la Capilla Sacramental, que ha sido fechada
en los últimos años del siglo XVII, con una artística reja que puede datarse a
finales del siglo XV, con un escudo, en su parte central, de los Siete Dolores
de María.
Estaba cubierta con una bóveda esquifada provista de una linterna ojival.
Actualmente presenta un techo raso dorado y decorado con florones.
En el centro presenta una pintura con la imagen
de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, que reproduce un grabado del XIX.
De los muros
laterales cuelgan lámparas de Manuel Seco Velasco (ver) donadas por devotos y
hermanos.
Contiene un
sencillo retablo de madera dorada, ensamblado por los hermanos Caballero, con
relieves de José Pérez Delgado.
El sagrario
tiene carpintería y talla en madera de cedro de Hermanos Caballero, orfebrería
en plata de Hermanos Delgado y relieves y tallas en madera de naranjo de José
Pérez Delgado (2005).
Este retablo
está presidido por la Virgen de la Hiniesta Dolorosa, imagen de candelero en
madera de cedro policromada, de 1,61 m., obra de Antonio Castillo Lastrucci de
1937 (ver).
Esta
imagen reemplazó a la Virgen de la Hiniesta Dolorosa tallada, igualmente, por
Castillo Latrucci en 1933 que se había perdido en el incendio de la parroquia
de San Marcos el 18 de julio de 1936, y que a su vez sustituía a la atribuida a
Martínez Montañez o Alonso Cano y que fue destruida en el incendio de San
Julián de 1932.
Representa a la virgen María muy joven,
adolescente, según el ideal de belleza de la mujer andaluza soñado por el
romanticismo, con piel morena y ojos grandes y oscuros. La cabeza está
inclinada hacia el lado derecho. La viveza de la mirada, dirigida hacia la
derecha, se potencia con el uso de ojos de cristal y pestañas postizas. En las
mejillas presenta cinco lágrimas de cristal, dos en la derecha y tres en la
izquierda. La boca, pequeña y de labios encarnados, queda entreabierta dejando
ver los dientes superiores tallados.
Durante la Estación de Penitencia lleva
a sus pies un relicario con un fragmento de la mejilla de la primitiva
Dolorosa, único resto que se conserva.
La cabecera, como hemos comentado, es de planta poligonal y
separada del cuerpo de la iglesia por un arco triunfal también de estilo gótico
u ojival, apoyado en columnas.
Junto
a las primeras gradas de acceso al presbiterio, en el lado de la Epístola,
sobre un sencillo pedestal, estaba la imagen de talla completa de San Julián,
obra de José Pérez Conde (1996).
Actualmente,
un atril con una imagen de un ángel.
En
el lado del Evangelio destaca el atril que es un gran ángel en bronce, obra de
los Hermanos Delgado.
De
la primera columna del arco ojival cuelgan lámparas de plata, del
orfebre Manuel Seco Velasco (ver), donadas modernamente por hermanos y devotos de la
Virgen de la Hiniesta.
En el comienzo del presbiterio, adosado a la segunda columna, hay dos lampareros de los que cuelgan un conjunto de cuatro lámparas de plata que se salvaron del incendio de 1932.
Son de los siglos XVI y XVII (la más temprana está fechada en 1575 y otras dos en 1635 y 1645), presentan forma circular y una decoración a base de gallones, muy anchos en las más antiguas, y estilizados en las modernas.
Muy interesante es la que tiene forma de águila
bicéfala y una cabeza humana en la parte superior (ver).
La
mesa de altar se encuentra en el presbiterio bajo. Presenta en su frente los
relieves, en bronce fundido, de San Julián y la Inmaculada Concepción (1996).
En los laterales San Marcos (el león) y san Lucas (el toro).
En
el centro de la mesa, un expositor de vidrio alberga un relicario de plata de
ley, de los Hermanos Delgado, con un fragmento del cráneo de San Julián
procedente del monasterio benedictino de Samos (Lugo) que fue entronizado el 13
de octubre de 1996.
El
excepcional retablo Mayor de Felipe de Ribas se perdió en el incendio de 1932
y, en la actualidad se sitúa en el presbiterio una recomposición de piezas de
fines del XVII y comienzos del XVIII, conformando una estructura de banco
inferior y un cuerpo superior de tres calles y ático. Las calles se compartimentan
mediante cuatro columnas salomónicas de la segunda mitad del siglo XVII.
La hornacina central está presidida por una imagen
de talla completa de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, obra de Antonio
Castillo Lastrucci de 1945 (ver), en madera estofada y policromada de 1,25 m. de
altura, que sustituyó a la imagen medieval que desapareció en el incendio.
Como es una escultura de talla completa
no se la reviste, pero en determinadas ocasiones, como culto, besamanos o
procesión, se le sobrepone un manto. Tiene una serie de aditamentos que
complementan su iconografía: la corona que muestra la realeza de María), la ráfaga
y media luna de Mujer apocalíptica vestida de sol que apoya sus pies sobre la
luna, el bastón de mando de alcaldesa perpetua de Sevilla, la medalla y llaves
de la ciudad por ser la patrona y protectora de Sevilla y la retama de
hiniestas alusivas a la leyenda de su aparición.
Porta en su mano derecha una manzana,
que remite al fruto prohibido del paraíso ya que, en la historia de la
redención, María es la nueva Eva cuya disponibilidad y obediencia al plan de
Dios posibilita la encarnación del verbo. Dicha manzana aparece rematada por
una remata de hiniestas, que recuerda el origen legendario de su advocación.
Lleva la medalla de la ciudad y las llaves, así como el bastón de mando ya que
también ostenta el título de alcaldesa perpetua de la ciudad.
El niño lleva en su mano izquierda un
pequeño pájaro que simboliza el alma del cristiano
Tanto la virgen como el niño aparecen
coronados por sendas coronas de oro que simbolizan su realeza.
Su iconografía se completa con la luna
que aparece a sus pies que identifica a María con la mujer del capítulo 12 del
apocalipsis.
En
las calles laterales, lienzos del siglo XVIII de la Inmaculada Concepción y de
Santa Beatriz de Silva (fundadora de la Orden de la Inmaculada
Concepción).
Sobre ellas, san Esteban Harding
fundador Cisterciense y otra santa no
identificada.
En
el ático un gran lienzo del franciscano San Francisco Solano del siglo XVIII y encima
un relieve de la Inmaculada Concepción del siglo XVII.
1) En la cabecera de la nave se situaba un retablo moderno de estilo
neogótico de madera tallada y dorada, dedicado a Nuestra Señora del Rosario, con
un banco y un cuerpo rematado por pináculos.
Bajo el altar está sepultado el escultor Pedro Roldan.
Este retablo fue donado por las hermanas Mauri en 1950 y colocado,
primeramente, en el sitio actual del Cristo de la Buena Muerte. Desde 1973
ocupaba esta situación, en la anterior visita, para lo cual fue necesario
reducir sus dimensiones por parte de Antonio Díaz. Actualmente ha sido sustituido.
En el centro se sitúa la imagen de la santísima Virgen, que
es una talla moderna, realizada en 1937 por José Rodríguez Fernández-Andrade,
que la donó a la Corporación. Es una imagen de candelero, de 1,54 metros de
altura, realizada la cabeza en madera de caoba y las manos y el Niño (que es
talla completa) en madera de cedro.
Es titular de una hermandad de gloria,
considerada la más antigua de la ciudad, con larga historia desde la aprobación
de sus reglas por el rey Felipe II en el siglo XVI, cuando radicaba en San
Marcos.
Se suele considerar que fue la primera
hermandad en organizar un Rosario de la Aurora, llegó a desaparecer en 1884 y
fue posteriormente reorganizada, sufriendo la pérdida de su imagen primitiva,
con todo su ajuar y enseres, en el incendio de San Marcos del 18 de julio de
1936, pasando posteriormente por diferentes templos la capilla de los servitas,
San Luis, San Hermenegildo y por último San Julián.
2) Sigue
en el muro de la nave del Evangelio un sencillo y sobrio retablo moderno
dorado, en cuya
hornacina se encuentra la Inmaculada Concepción.
La imagen de talla completa, de bulto redondo, de 1,41 metros,
está realizada en madera de cedro policromada y estofada
Muestra una Virgen muy joven, casi aniñada, con la cabeza agachada, los
ojos entornados, la boca pequeña de labios finos, los
brazos están flexionados y las manos unidas en gesto de recogimiento y
oración, se sitúan delante del pecho. La melena está dividida
y caen mechones a ambos lados del rostro y sobre los hombros, mostrando el
cabello unas leves ondulaciones.
Su aspecto de frontalidad se rompe por el “contraposto” creado por el
discreto desplazamiento de la pierna derecha con flexión de la rodilla.
La vestimenta ayuda a dotar de gran movimiento a la escultura;
la túnica, apenas visible por el manto, posee una estructura de pliegues
verticales los cuales se arquean a medida que la tela cae hasta los pies,
mientras que el manto muestra una doblez a la altura del pecho que contribuye a
acentuar el arqueamiento de los drapeados y el “contraposto”, contrastando a su vez con la caída vertical del
otro extremo.
La Virgen se apoya en un escabel con forma de media luna en la
que destacan los rostros alados de dos querubines.
Su autoría es motivo de controversia. Juan Agustín Ceán Bermúdez
la vinculó con Alonso Cano, una atribución que ha venido manteniéndose hasta
nuestros días. Esta opinión se fundamenta en el hecho de que Cano contrató, el
18 de agosto de 1629, un retablo sobre la vida de la Virgen para la parroquia
de La Campana que debía llevar en la hornacina central una imagen de la
Inmaculada Concepción. De esta manera, la cronología de la imagen estaría
enmarcada entre 1632 y 1634, antes
de 1638, debido a que ese año Cano fue llamado a la corte en Madrid por el
conde-duque de Olivares.
No obstante, Emilio Gómez Piñol,
catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, ha propuesto su
autoría a Juan Martínez Montañés (ver), y además sitúa la obra
próxima al círculo escultórico de san Isidoro. Para este experto su fecha de ejecución
estaría entre las de otras dos Inmaculadas de Montañés, la de El Pedroso
(1606-1608) y la “Cieguecita” de la catedral (1631).
Según el conde del Águila, la escultura procedía de la parroquia de La Campana y recibió culto inicialmente en la Iglesia de santa Lucía hasta que, durante la Revolución Gloriosa de 1868 (ver), la Junta Revolucionaria clausuró el templo y la imagen de la Inmaculada fue enviada, junto con otros objetos litúrgicos, a la Iglesia de San Julián, donde pasó a presidir la Capilla Sacramental.
Este templo sufrió
la madrugada del 8 de abril de 1932 un grave incendio provocado que causó
serios daños en la talla, aunque fue rescatada, más de tres horas después de
declararse el fuego, por fray Sebastián de Ubrique, guardián del Convento de los
capuchinos, con ayuda de varios bomberos. Fue restaurada, aunque sus manos
tuvieron que ser reemplazadas, por Sebastián Santos Rojas y posteriormente por
Antonio Castillo Lastrucci, hacia 1940, convirtiéndose en la única imagen de la
iglesia que logró salvarse del fuego.
A los lados, dos imágenes que tampoco sé identificar.
3) Pasada
la puerta de comunicación con las dependencias parroquiales, se encuentra un
retablo moderno de escayola dorado, de estilo renacentista con adornos
mudéjares.
La
imagen es moderna, de talla completa, de la Virgen de la Milagrosa, de Antonio
Castillo Lastrucci de 1945-1946 (ver).
En la parte interior del retablo
aparecen dos pequeñas imágenes.
Seguidamente, una imagen de talla completa de Santa Ángela de la Cruz, representada
ya anciana, sobre una sencilla repisa, obra moderna de Ricardo Rivera.
5) Finalmente, a los pies de
la nave, una peana de hierro forjado sobre la que se situaba san José con el
Niño Jesús, actualmente ubicado en el Presbiterio, como hemos comentado, fechada
en el siglo XVII, la pila Bautismal y un azulejo que representa El Bautismo de
Cristo.