domingo, 28 de agosto de 2022

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Recaudador de la Puerta Osario. 

La puerta de Osario, antigua “Bib Alfat” o “Puerta de la Victoria”, supuestamente porque por ella entraban y salían los soldados islámicos, en sus escaramuzas bélicas por los alrededores.

El nombre de Osario es posterior y puede estar en relación con la existencia de un cementerio árabe. 

Rodrigo Caro indica que procede de una desviación de la palabra “Unzario”, porque era donde pesaban la harina molida que entraba en la ciudad desde los molinos de los Alcores, estado documentado la existencia del peso.  



Puerta Osario. Dibujo de Richard Ford de 1831

Se construyó en el período almorávide, sufrió reparaciones en 1386 y principios del siglo XV y se reconstruyó en el siglo XVI y en 1848.
Presentaba un escudo de piedra de Sevilla y una placa conmemorativa de bronce, pero finalmente fue derribada pocos años después de la “Gloriosa”, sublevación militar con elementos civiles que tuvo lugar en septiembre de 1868 y que supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II. 
Es probable que antes de su derribo perdiera sus dos torres como parece derivarse del plano de Olavides de 1771 y del dibujo de Richard Ford.

No sé si es real o leyenda. En la puerta Osario existía una especie de puesto de control. 

Un alguacil de la hermandad que inspeccionaba a las personas que entraban y salían por la puerta de la muralla, para impedir la entrada de algún delincuente o impedir la salida de algún fugitivo.

Un alguacil de impuestos (almotacén encargado de contrastar las pesas y medidas en la península Ibérica musulmana), encargado de reconocer los carros y caballerías de carga para cobrarles el arbitrio o impuesto de las mercancías.

Y un escribiente que anotaba los entierros que salían hacia el cementerio, situado en la actual calle Gonzalo de Bilbao, cobrando un impuesto de salida.

En cierta ocasión, tras la fuga de un preso de la Cárcel Real, se pensó que podría haber salido por la puerta Osario, dentro de un ataúd acompañado de sus cómplices, que formarían el cortejo fúnebre.

Para intentar localizar al fugitivo, los alcaldes de la hermandad decidieron comprobar los entierros del día, pero se encontraron con que ni en el ayuntamiento ni en el arzobispado existía listado de dichos entierros.  

Ante el conocimiento de la existencia del escribiente, antes mencionado, revisaron la plantilla de los empleados municipales y se encontraron con que no existía evidencia de la existencia de un empleado de recaudación de impuestos de salida de los entierros.

Para aclarar la situación, requirieron a dicho personaje (que parece que no era cristiano viejo, sino moro de los últimos que quedaban en Sevilla), a que acudiera al Corral de los Alcaldes (Ayuntamiento), situado en la actual calle Alcázares, desde su mediación hasta la actual calle Santa Ángela de la Cruz, donde reconoció que no tenía nada que ver con el Ayuntamiento, que no pertenecía a ninguna sección ni dependía de ningún regidor, sino que estaba en la puerta Osario, como antes lo había estado su abuelo y su padre, ejerciendo lo que consideraba que era su oficio, que le permitía ganar para su sustento.

Ante esta situación fue llevado preso durante tres o cuatro meses a la Cárcel Real y a su salida colgó un gran cartel entre la Puerta Osario y la Puerta Carmona, que decía: “Caminante: Llegas a la ciudad de la desorganización y del mal gobierno”. 

La retirada de este cuartel suscitó un gran problema, pues no se conocía que institución tenia jurisdicción, demostrándose con ello el mal gobierno de una ciudad que había permitido, durante cincuenta años, que un “personaje” cobrara un arbitrio para su propio beneficio y que no supiera a quien correspondía la responsabilidad de retirar un letrero.