AREA DE SAN ESTEBAN
Convento de san Agustín
El convento de san Agustín, referido como Casa Grande de san Agustín, fue
fundado en el siglo XIII (1248-1249), siendo ocupada por la Orden de san
Agustín en 1292. Se situaba a extramuros, muy cerca de la Puerta de Carmona y
del acueducto que abastecía de agua a Sevilla, próximo a la Iglesia de san
Benito, a la parroquia de San Esteban y cercana a la de San Roque y San
Bartolomé. Llegó a tener 7.500 metros cuadrados, sin contar la huerta, ya que
estaba delimitado por los caños de Carmona, la muralla paralela a la actual
Recaredo, el emergente arrabal de san Roque y el arroyo Tagarete, cuyo cauce
iba por la actual Amador de los Ríos.
Alcanzó su gran esplendor en el siglo XVI con elementos tan valiosos como
la portada de Hernán Ruiz II, que fue derribada en 1949.
Con la invasión francesa de 1810, los agustinos fueron expulsados y el
convento fue expoliado y destinado a cuartel para las tropas. Cuando la ciudad
fue recuperada en 1812, fue usada por los militares para el Real Cuerpo de
Inválidos Inhábiles hasta el final de la Guerra de la Independencia, siendo
devuelto a los agustinos en 1814.
Sufre una nueva exclaustración en 1835, con motivo de la Desamortización
de Mendizabal, y fue convertido en una cárcel donde los presos realizaban
labores artesanales, como carpintería, zapatería o espartería.
En 1880, fue subastado parcialmente y utilizado para distintas
actividades como Cuartel de Intendencia, Mercado de Abastos o Almacén de
hierros,
A finales del siglo XIX y principios del XX sufrió algunas demoliciones para
construir viviendas, en 1964 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y en
la actualidad permanece abandonado, pendiente de recalificación para
reconversión en Hotel.
En la Capilla Mayor, edificada en el siglo XIV con el patrocinio de la
familia Carranza y donaciones de Pedro Ponce de León, estuvieron las tumbas de
algunos miembros de la familia Ponce de León, que fueron destruidas por los
franceses en 1810. Se realizaron nuevas lapidas en 1818, costeadas por la
duquesa de Gandía. Con la desamortización de 1835, las tumbas fueron
trasladadas a la Iglesia de la Anunciación a instancias del clérigo Manuel
López Cepero, con autorización de los herederos. En la década de 1970 se
trasladaron al Panteón de Sevillanos Ilustres, de la misma Iglesia.
Hoy se conservan restos del refectorio gótico, algunos dormitorios, parte
del Claustro Principal, la escalera por la que se accedía a los pisos altos y
poco más.
Convento de San Agustín, vista desde
Google Earth
Convento de san Agustín
La fachada que da a la calle Fray Alonso de Orozco, presenta elevados
muros en los que se abren vanos de distinta forma y tamaño, fruto de intervenciones
de distintas épocas, entre los que alterna vanos apuntados, cuadrados y alguno
mudéjar.
Fachada de la calle Fray Alonso de
Orozco
Vanos en la fachada de la calle Fray
Alonso de Orozco
Patrimonio.
Su gran contenido artístico está disperso por distintos museos, como la
colección del Conde de Normaton en Rignwood (Hampshire), la colección de D.T.
Watsin de Nueva York, la colección del conde de Toreno en Sevilla, el Museo de
Arte de Cincinnati, la Pinacoteca Antigua de Munich, el Museo Norton Simón de
Pasadena, la Casa de Ejercicios Espirituales de san Juan de Aznalfarache, la
Iglesia de san Agustin de Brooklyn (Nueva York), el Archivo de Protocolos
Notariales de Sevilla y el Palacio de la Condesa de Lebrija de Sevilla, además
del Museo de Bellas Artes de Sevilla de los que tengo imágenes propias.
Algunas esculturas del monasterio fueron desplazadas a la cercana Iglesia
de san Roque en 1835, pero fueron destruidas en 1936, cuando la iglesia fue
arrasada por grupos anticlericales. Consta la desaparición de un Crucificado
del siglo XV, la Virgen de Granada del último tercio del siglo XVI, una imagen
de san Nicolás de Tolentino del primer tercio del siglo XVI y de santo Tomas de
Villanueva de finales del siglo XVI.
San Agustín con la Trinidad. Bartolomé Esteban
Murillo. 1664. Óleo sobre tabla. 249,8x135 cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla,
sala VI
Esta pintura forma pareja con la tabla de “San Agustín con la Virgen y el Niño” y ambos pertenecen al retablo mayor del antiguo Convento de San Agustín de Sevilla.
Representa al Santo, sentado ante un escritorio, en el que se halla un libro abierto donde debía estar escribiendo, con la pluma en la mano y que vuelve su rostro hacia la aparición de la Trinidad en la parte superior del lienzo.
San Agustín con la
Virgen y el niño. Bartolomé Esteban Murillo. 1664-1665. Óleo sobre lienzo.
250x139 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla, sala VI
Nos presenta, a tamaño natural, la aparición
al santo de la Virgen y
el Niño. Ésta
se halla sentada sobre un trono de nubes, casi de frente al espectador,
sosteniendo a su hijo en su regazo; al que dirige la mirada. El Niño vuelve el cuerpo y los ojos
hacia su madre, y sostiene en su mano el dardo que atraviesa el corazón
inflamado (de amor) que le es ofrecido por el santo. Mientras tanto, éste,
arrodillado y de frente al espectador, contempla con el rostro lleno de misticismo
la aparición.
Santo Tomas de
Villanueva y el Crucifijo. Bartolomé Esteban Murillo. 1665. Óleo sobre lienzo.
130x75 cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla, sala VI
El lienzo nos muestra a Santo Tomás, en el momento
de recibir la noticia de su muerte, de rodillas sobre una alfombra y ante un
altar, con dos candelabros y un crucifijo, que difícilmente se divisa en la oscuridad.
Santo Tomás alza
sus ojos hacia el crucifijo y
desde sus labios parece emanar un letrero en el que se lee: "IN DIEÌ
NAVITATIS MATRIS MEA VENI ES ADME", a la vez que abre sus manos en actitud
implorante.
Asunción de la Virgen. Juan de Valdés
Leal. 1670. Óleo sobre lienzo. 315x200cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla,
sala VIII. Detalle de la Virgen.
A la izquierda el detalle del área
superior del cuadro. A la derecha del área central.
En la zona inferior del lienzo, en la terrenal, la Virgen es elevada a los
cielos impulsada por varios ángeles en forzados escorzos, vuelan en círculos
transmitiendo gran fuerza ascensional y movimiento a la obra. En la zona
superior, en la celestial, Jesús resucitado señala con elocuente gesto la
corona y un cetro para coronar a María, mientras un grupo de ángeles músicos
tañe sus instrumentos para engrandecer y subrayar más aún ese momento apoteósico
de júbilo.
Inmaculada. Juan de
Valdés Leal. 1670-1672. Óleo sobre lienzo. 319x201 cm. Museo de Bellas Artes.
Sevilla, sala VIII
Los especialistas consideran que esta Inmaculada es la más
espectacular entre las pintadas en el Barroco Español. La Virgen aparece
arrodillada sobre un trono de nubes, acompañada por un amplio grupo de ángeles
niños en las más variadas posturas. Muestran los atributos marianos: palmas,
ramas de olivo, lirios, rosas, una silla como trono de Sabiduría. En la zona
baja de la derecha, dos ángeles atacan con la rama de olivo a una serpiente que
lleva una manzana en la boca, aludiendo al pecado original. La Inmaculada viste
túnica blanca y manto azul, tonalidades que se ven inundadas de brillos dorados
procedentes de la Trinidad y platas de las nubes.
Retablo del Convento de
san Agustín. 1570. Martin de Vos. Museo de Bellas Artes de Sevilla, sala II
Área superior del Juicio
Final
Área inferior del Juicio
Final
Área inferior-Izquierda y derecha del Juicio Final
En el cuadro se observan dos áreas muy diferentes, en la parte superior
se representa una Gloria Celestial con Cristo juzgando y la Virgen y san Juan a
cada lado, rodeados por santos y ángeles con las trompetas del juicio final.
En la inferior se muestran abundantes y sensuales desnudos, a la derecha
los demonios cogen a los condenados para conducirlos al infierno, a la
izquierda los bienaventurados esperan para subir a la Gloria.
Francisco Pacheco en su libro “El Arte de la Pintura” recoge, que, por la
sensualidad de esta pintura, más de un religioso se alteraba al celebrar misa
ante él.
El Crimen del Convento de san Agustín
Se
cuenta, que por la noche cinco frailes, entre los que se encontraban los
priores de los conventos de Sevilla y Córdoba, entraron en la celda donde
descansaba el Provincial de los Agustinos, Fray Juan de ls Casas, y le dieron
muerte de forma violenta. Según Ortiz de Zúñiga, este acto formaba parte de una
conspiración, al no estar de acuerdo con la forma en que gobernaba el convento,
por lo que ya había sido reprendido previamente por el General de la Orden
Agustina.
Una vez consumado el crimen, la vida del convento siguió con absoluta normalidad, pero dos monjes pasaron la información al arzobispo Alonso Manrique y los monjes asesinos fueron apresados, encarcelados en el castillo de san Jorge, y ahorcados en los terrenos de tablada, en julio de 1536.
Fueron enterrados junto a la puerta lateral de la Iglesia, la que daba a los Caños de Carmona, que fue tapiada posteriormente.
Sobre el lugar de las tumbas, actualmente se levantan varias casas regionalistas.