jueves, 1 de diciembre de 2022

 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Capilla del Dulce Nombre. Hermandad de la Vera Cruz 

La Capilla del Dulce Nombre de Jesús es un templo católico del siglo XVI.  

Ocupa el solar sobre el que se asentaban los baños árabes de la Reina Mora (ver), los mayores de Al-Andalus, que en el repartimiento de Fernando III correspondieron a la segunda esposa del monarca, al igual que el resto de los baños árabes de la ciudad.

En 1.542 se fundó una residencia, llamada “Dulce Nombre de Jesús”, para acoger “a mujeres de mala vida que de ella quisieran arrepentirse”, llamado a veces Monasterio de Recogidas.

En 1.551 se reconvirtió en convento de las Agustinas, que fueron exclaustradas en 1.837, debiendo trasladarse al convento de San Leandro. Anteriormente, en 1.810, habían sufrido el expolio e incendio del convento a manos de la tropa napoleónica. Su estancia durante casi 300 años ha dejado la iconografía de esta orden en la decoración de la de la iglesia.

Una vez desalojado como convento, el edificio fue arrendado a vecinos, quedando la iglesia abierta al culto, hasta que fue suprimida por la Junta Revolucionaria en 1.868, y vendida a doña María del Amor Pérez de León, para establecer en dicho templo a la Cofradía del Amor.

Previamente, ella había comprado, en subasta pública, la talla del Crucificado del Amor. Pero, la estrechez de la portada hacía imposible la salida de los pasos, lo cual obligó a la hermandad a procesionar desde la iglesia de San Gregorio.

En 1.905, la junta de la hermandad decidió realizar las obras necesarias para permitir la salida de la cofradía, pero se negaron los herederos de doña María del Amor, lo que obligó al traslado de la corporación a la iglesia de santa Catalina, donde habían adquirido una capilla propia.

Posteriormente, entre 1.917 y 1.936, se instalaron los Dominicos de San Jacinto, hasta recuperar su convento de la calle san Jacinto de Triana.

A partir de ese momento se estableció un cuartel de la Comandancia del Cuerpo de Ingenieros, que permaneció hasta 1.980.

Los restos del convento fueron derruidos ya en el siglo XX, conservándose únicamente un patio que se sigue denominando Baños de la Reina Mora (ver).  

La hermandad de la Vera-Cruz, es heredera directa de una antigua corporación de la Vera-Cruz que surgió en el siglo XV y llegó a extinguirse en el siglo XX.

Los cofrades, que impulsaron su posterior reorganización, adaptaron el estilo de humildad y austeridad que le son propias a una hermandad nacida desde la Orden de San Francisco.

Fundada en el año 1.448   en el Convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla, tuvo tanta importancia entre las entidades penitenciales de su tiempo que perteneció a ella la Nobleza de la ciudad, llegando a desfilar en su cortejo los Caballeros Veinticuatros (ver)

No está claro porqué llegó a desaparecer, aunque puede suponerse que, sufrió los efectos de las convulsiones sociales y políticas del siglo XIX. 

En la postguerra, en 1940, un grupo de cofrades, para fundar una nueva corporación penitencial, pensaron en los titulares de la antigua Hermandad de la Vera-Cruz, ubicada en la Iglesia de san Alberto. 

Varios autores identifican la imagen que  hoy se encuentra en el Altar Mayor de esta iglesia, como la antigua titular de aquella Hermandad,  aun cuando la comunidad de padres Filipenses asegura que aquella imagen fue destruida en un incendio en su propio altar.

Cedida por parte del Arzobispado la imagen del Cristo Crucificado, y una vez aprobadas sus primeras Reglas en el año 1.942, la Hermandad se establece en la iglesia del Dulce Nombre, perteneciente al antiguo convento de Madres Agustinas. 

Aunque se establece la prohibición de mantener el mismo título de la primitiva Hermandad, los cofrades imponen el espíritu de aquella anterior corporación, recuperando los cultos que se celebraban en siglos pasados y el Archivo Histórico, de gran riqueza documental, así como las advocaciones titulares, aunque en 1.945 se cambia el título de la imagen de la Virgen, originariamente denominada de los Dolores, por el de Nuestra Señora de las Tristezas.

Finalmente realizan su primera estación de penitencia en esta nueva etapa en el año 1.944, sólo con el paso del Cristo, al que se le uniría el paso de palio en 1.947, en un estilo austero que trataba de rememorar el de los siglos XVI y XVII.

Sus Reglas se modifican en los años 1.958 y 1.976, fue la primera corporación que celebró la Santa Misa antes de iniciar su salida procesional, así como la primera en promover la confraternidad con otras corporaciones homónimas de la provincia de Sevilla y la primera que permitió procesionar a mujeres nazarenas, en 1.987.

Exterior de la capilla

Una cancela de entrada da acceso a un patio, a modo de atrio, en el que se encuentra la puerta de la capilla. 

Portalón de entrada a la capilla

Sobre el portalón una sencilla espadaña de una sola campana (ver). 

Espadaña con veleta

Espadaña con una sola campana

En el muro izquierdo se muestran los retablos cerámicos de los titulares de la Hermandad, María Santísima de las Tristezas y el Cristo de la Vera-Cruz, ambos de José Contreras Carrasco, Cerámica Montalván, 2.007.




Atrio de la Capilla con los retablos cerámicos de los titulares de la Hermandad

Interior de la Capilla

El templo se distribuye en tres pequeñas naves, separadas por arcos de medio punto sobre columnas de mármol. 

La nave central, de mayor altura y profusa decoración, está cubierta por una bóveda de cañón. 

Las naves laterales son más bajas y tienen el techo raso, alojan sobre ellas tribunas desde donde asoman balcones o tribunas con celosías, recordando su carácter conventual, pues desde ellas se asomaban las monjas. 

El intradós de cada arco está decorado por pinturas murales en perfecto estado, en relación con las letanías lauretanas (ver).

Visión general desde el Altar Mayor

Bóveda de la nave central 

Balcones o tribunas con celosías

Decoración entre los arcos de separación de las naves

La fuente y la puerta

La palmera y la rosa

La estrella y el sol 

El árbol y el cedro 


Nave de la Epístola (Derecha)

Nave de la epístola
Altar del Niño Jesús. Es un altar sencillo dorado con una imagen moderna, de Antonio Eslava de 1.963, que sigue las pautas del tallado por Martínez Montañés en 1.606 para la Hermandad Sacramental del Sagrario.

Altar del niño Jesús


A su lado, ya en el muro, cuelga un lienzo que representa El Bautismo de Cristo.

Bautismo de Cristo

Azulejo conmemorativo de la Cofradía del Cristo del Amor  y Pila de agua bendita

Retablo de San Francisco de Asís.  Del siglo XVIII y estilo neoclásico presidido por una talla moderna del santo, a tamaño natural, con la reliquia a sus pies.

Retablo de San Francisco de Asís con su reliquia

Imagen de San Francisco de Asís

A ambos lados, pinturas de San Sebastián (izquierda) y San Roque (derecha).

San Sebastián y San Roque

Altar Mayor

Típicamente barroco, fechado a finales del siglo XVII y realizado por Manuel Roldán

Se compone de mesa, banco, un solo cuerpo de tres calles separadas por columnas salomónicas y ático.

Altar Mayor

En el camarín central se presenta el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz (ver), titular de la hermandad, un crucificado sevillano, anónimo de la primera mitad del siglo XVI. 

Es la imagen más antigua que procesiona en la ciudad, a falta de datación, junto con el Santísimo Cristo de Burgos, residente en San Pedro.

Es una escultura de madera policromada de tamaño algo inferior al natural (el cuerpo alcanza los 135 cm. de altura) fijada al madero con tres clavos.  Corresponde formalmente a los inicios de la estética renacentista, con claros rasgos del último gótico.

Se ha atribuido a artistas como Roque Balduque, un escultor de origen flamenco asentado en Sevilla, o Antón Vázquez, muy activo en la localidad gaditana de Arcos de la Frontera, sin que exista ninguna confirmación documental al respecto.

En cualquier caso, podría fecharse en el periodo comprendido entre los años 1520 y 1540, siendo la cruz de época muy posterior.

Camarín central con el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz

Se trata de la imagen de un crucificado muerto, como revelan la posición de la cabeza, inclinada por completo sobre el hombro derecho, la relajación muscular y la flexión de las rodillas.

El autor remarcó el tono dramático de la escultura, mostrando detalles como la herida sangrante del costado, los ojos entornados, la posición de las manos o la forma en la que se talla la cabeza, de una hermosa belleza muy próxima al patetismo, con la boca entreabierta que mostrando la dentadura y el comienzo de la lengua.

Otros regueros de sangre son apreciables en el cuello y en la parte superior del tórax, como resultado de la presencia de una corona de espinas labrada en el propio soporte de la imagen. Todos estos recursos son bien propios de la escultura del último gótico, pese a la fecha de realización de la obra.

Detalle del rostro



Detalle de una mano

Detalle de la posición de las rodillas y los pies

Por el contrario, la composición del sudario o paño de pureza corresponde a la imaginería renacentista. Esta pieza cubre la zona central de la escultura y se anuda sobre su cadera izquierda. Es evidente el naturalismo de los pliegues. En una restauración efectuada a finales de los años 70 del siglo XIX fue hallada en el sudario una banda de policromía, que viene a semejar la existencia de un bordado sobre la propia pieza, elaborado a base de franjas verticales.

Detalle del sudario

En definitiva, se trata de una obra con un cruce de influencias entre dos tradiciones artísticas bien diferenciadas. Las procedentes de los siglos finales de la Edad Media, con esa tendencia al patetismo y a la dramatización de la imagen y las que atiende a una representación más naturalista en las obras, con influencias que, en último extremo, están llegando desde Italia.

Escoltan al crucificado dos ángeles portando faroles, tallados por Emilio Pizarro y modificados por Castillo Lastrucci.

Ángeles con faroles

Detalle de los ángeles 

A sus pies, en un manifestador, la reliquia del Lignum Crucis.

Lignum Crucis 


Sagrario

Todavía en el primer cuerpo, vemos en la calle del Evangelio (la izquierda, mirando de frente), una talla de bulto redondo de San Agustín y, a la derecha, otra de Santa Rosa de Lima (Santa Mónica). Sobre ellos tenemos dos relieves: San José (izquierda) y un Sanjuanito (derecha).

San Agustín


Santa Rosa de Lima


San José y San Juanito

En el cuerpo superior una imagen de San José con el Niño en la calle central, acompañada de imágenes de los agustinos Santa Clara de Montefalco y de San Nicolás de Tolentino y dos medallones con figuras de santos pintadas.

Cuerpo superior

San José con el Niño

Santa Clara de Montefalco

San Nicolás de Tolentino


Pedallones laterales


Presbiterio

Los muros del presbiterio están decorados al fresco representando escenas relacionadas con la Orden Agustina, que pueden fecharse en el siglo XVIII.

San Agustín, arrodillado delante de la Trinidad. La aparición de la Virgen y el Niño a San Agustín. La Circuncisión del Niño en el Templo y la Anunciación. Junto a ellas Santa Isabel de Hungría y Santa Isabel de Portugal.

San Agustín, arrodillado delante de la Trinidad

La aparición de la Virgen y el Niño a San Agustín 


La Circuncisión del Niño en el Templo


La Anunciación

En la bóveda San Francisco de Borja y San Buenaventura y en el centro los atributos de San Agustín en las manos de dos ángeles.

Bóveda del Presbiterio

Atributos de San Agustín

San Francisco de Borja y San Buenaventura

Ángel lamparario

Ángel lamparario

Nave del Evangelio (Izquierda)

La cabecera de la nave a la derecha del altar muestra cuadros de Santiago el Mayor, de José Contreras, en 1.865 y San Gregorio.

Santiago el Mayor y San Gregorio

Azulejo dedicado a las Siete Palabras

Retablo de María Santísima de las Tristezas. El retablo de estilo neoclásico, del último tercio del siglo XVIII acoge a la imagen titular de la hermandad, María Santísima de las Tristezas, talla de candelero, al estar destinada exclusivamente para ser vestida y tener únicamente talladas la cabeza y las manos.

María Santísima de las Tristezas

En el año 1942 al reorganizarse la corporación en la Iglesia de San Alberto, y en ausencia de la primitiva Virgen, se encargó realizar una Virgen Dolorosa a D. Antonio Illanes Rodríguez, que tomó como modelo a su esposa Doña Isabel Salcedo y fue nombrado Hermano de Honor.

No se conoce el paradero de la antigua Imagen, por lo que se discuten diversas teorías.

Unos creen que es la que actualmente se encuentra en el Altar Mayor de la Iglesia de San Alberto, que es una dolorosa, del círculo de Pedro Roldán, arrodillada, con las manos entrelazadas y que recibe la advocación de Dolores.

Otros piensan que la antigua Virgen era una talla del escultor Amaro Vázquez, destruida en un incendio. Esta sugerencia se relaciona porque aparece su nombre en el Archivo de la Hermandad, siendo, además, hermano de la Vera Cruz de Sevilla.

Por último, se señala también la posibilidad de que la antigua Virgen fuese realizada José Montes de Oca, y trasladada por varios lugares hasta pasar, actualmente, a la propiedad del escultor sevillano D. José Hernández León.

María Santísima de las Tristezas

La cabeza de la Virgen presenta un rostro que refleja claramente el dolor en plena madurez, muy alejado de otras dolorosas aniñadas. Presenta detalles curiosos como el tener talladas las orejas y parte del cabello. Las manos denotan una expresión de súplica.

La corona y el puñal fueron realizados en plata de Emilio Méndez.

Es vestida de reina, tocada con corona imperial, para la salida procesional y el triduo de diciembre, de hebrea en cuaresma y de negro en noviembre, mes de los difuntos. Son sus camareras las que se ocupan del cuidado de todas sus ropas y de vestirla interiormente, labor eminentemente femenina. En cambio, la saya, el manto, el tocado interior, y toca exterior es normal que lo hagan manos masculinas.

Junto a este altar, un dosel alberga la Cruz de Guía de la corporación que porta el  Lignum Crucis y la leyenda de “Toma tu cruz y sígueme”.

Cruz de Guía



Detalle de la Cruz de Guía

Retablo de Santa Lucía (ver). Retablo neoclásico con imagen de Juan Bautista Vázquez el Viejo, de estilo renacentista, realizado en el siglo XVI. Muestra una figura vestida al estilo bizantino, con ropajes estofados en oro que representa a Santa Lucía, figura reconvertida de un San Juan Evangelista.  En el ático un relieve que representa a Dios Padre

Santa Lucía es patrona de la ONCE, que en una calle cercana a esta iglesia inauguró su primera delegación en Sevilla.

Este "cambio de sexo" de una imagen ha sido poco habitual en la imaginería, pero no extremadamente raro. La imagen original es del sigo XVI, atribuida con bastante fundamento a Juan Bautista Vázquez, el Viejo. En los años treinta del siglo pasado, la ONCE se estableció en la capilla, pero, al no tener imagen de su Patrona reutilizaron al Evangelista por tener rasgos masculinos poco marcados.

Retablo de Santa Lucía con detalle de Dios Padre en el ático y del Sagrario

Santa Lucía

Al fondo de la nave, en el ático, una pintura que representa El descubrimiento de la Santa Cruz por Santa Elena, madre del emperador Constantino, a la que se considera descubridora del Santo Madero. 

Descubrimiento de la Santa Cruz por Santa Elena

A los pies del templo se conserva la celosía de madera del coro alto, hoy desaparecido, y en el coro bajo se abre la sacristía, añadida al edificio en los años ochenta.

Los pies del templo


Inmaculada