ALGUNOS HECHOS HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
La Batalla de Simancas.
La
calle las Cortes (ver), que se dirige desde Gran Poder a las plazas de la Gavidia y
Concordia, en 1868 pasó a
denominarse Simancas, por la batalla entre las tropas de Abderramán III y los ejércitos cristianos en 939.
Efectivamente, el 1 de agosto de 939, tuvo lugar la “Batalla de Simancas” entre las tropas de una coalición cristiana comandada por el rey Ramiro II de León y los musulmanes del califa de Córdoba Abderramán III.
La batalla se inició en las proximidades de
la ciudad de Simancas, en la actual provincia de Valladolid, y acabó en un
paraje desconocido denominado Alhándega.
A diferencia de otros
episodios, como Covadonga o Clavijo que pueden tener un componente de leyenda,
este enfrentamiento entre cristianos y musulmanes está perfectamente
documentado como hecho histórico.
En el año 929, Abu
ul-Mutárrif Abdettahmán ibn Muhámmad ibn Abd Allah ibn Muhámmad ibn
Abderrahmán, conocido por los cristianos como Abderramán III, desafiando al
califato de Damasco se proclamó Califa de Córdoba.
Mapa de los distintos reinos en la península ibérica sobre el año 1000
d. C.
En el año 939, el
gobernador de Zaragoza Muhámed ibn Háshim (conocido como Abu Yahya o Abohaia)
fue acusado de traidor por el califa Abderramán III, al hacerlo responsable del
desastre de Osma ocurrido 3 años antes.
El rey Ramiro II actuó en apoyo de
Abohaia y este se declaró súbdito del rey de León y puso todos sus dominios
bajo su soberanía.
Ramiro II de León por José María Rodríguez de Losada. Siglo xix.
Como consecuencia el califa
cordobés proclamó la “Yihad” o “Guerra Santa”, pero no una simple “Aceifa”
(ver), sino que fue denominada “gazat al-kudra” o “Campaña del Supremo Poder o
de la Omnipotencia”, con el objetivo de conquistar la ciudad de Zamora, centro
del reino cristiano de León.
Al ser la “Yihad” un
precepto sagrado en el mundo islámico, consiguió conformar una tropa de más de
100.000 hombres, procedentes de todas las provincias del califato, Zaragoza (el
gobernador Abohaia tuvo que cambiar de bando), Mérida, el Algarve y bereberes del
norte de África e incluso un gran número de fuerzas eslavas (ver).
Por su parte el rey
leones Ramiro II consiguió reunir, junto a sus propias tropas, las de los
condes castellanos Fernán González y Ansur Fernández y las tropas del reino
de Pamplona de García Sánchez I.
Para detener al ejercito sarraceno
(ver), Ramiro II eligió la ciudad de Simancas porque se encontraba situada en
la calzada que unía las poblaciones de Cesar Augusta (Zaragoza) y Emérita
Augusta (Mérida), por lo que era una vía de comunicación importante que permitía
vigilar los ataques procedentes del Sur musulmán. Pero, además, al estar
situada a unos 90 Km al este de Zamora tenía la ventaja de la existencia del rio
Pisuerga y unas colinas antes de llegar a la ciudad.
La batalla comenzó el 1
de agosto y terminó el 6 con la victoria de los cristianos pues el califa optó
por una retirada al no poder tomar la fortaleza de Simancas, siendo apresado el
gobernador tuyibi (ver) de Zaragoza, que como hemos comentado terminó
combatiendo en las filas cordobesas.
La batalla de Simancas. Foto: Ayuntamiento de Simancas.
Varias situaciones se
produjeron durante este episodio bélico que pudieron condicionar su resultado.
En primer lugar, el día 19 de julio de 939 a
las 06.42 se produjo un eclipse parcial del Sol, llegando la Luna a ocultar el
90-95 % del Sol. La oscuridad consiguiente provocó gran terror entre las tropas
de ambos bandos, pues al ser un fenómeno desconocido lo consideraron como una
señal de mal augurio.
En segundo lugar, las crónicas
cristianas se hacen eco de la leyenda que cuenta que se apareció Santiago por
parte de los leoneses y san Millán en apoyo de los castellanos.
San Millán fue hecho patrono de
castellanos y navarros con el compromiso de pagar como tributos los llamados “Votos
de San Millán” y Ramiro II de León a Santiago los “Votos Legendarios”.
Tras la unificación de Castilla
y León, se impuso el patronazgo de Santiago, pero los castellanos siguieron
considerando a san Millán como su patrono, y en 1373, en tiempos de Enrique II
de Castilla, la Universidad de Ciudad y Tierra de Ávila se negó a pagar el
tributo a Santiago. En el siglo XVII San Millán fue
considerado copatrón de España junto a Santiago hasta la reforma litúrgica del
Concilio Vaticano II.
En tercer lugar, durante la batalla no hubo buena coordinación entre los
generales musulmanes, porque no aceptaron que el mando supremo lo asumiera el eslavo
Nayda ben Husayn, mientras que los cristianos lucharon de forma más acoplada.
Ramiro II, según una miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela.
La retirada de los musulmanes, con Abderramán a la cabeza, condicionó su
persecución por el rey leones hasta los barrancos de Alhándega, donde el 21 de
agosto de 939 los sarracenos sufrieron una gran emboscada, en la que el califa pudo
huir por la ayuda de su guardia personal, pero perdiendo su espléndido Corán y
su cota de malla de oro.
El Corán sería devuelto por Ramiro en 941, en el marco de las
negociaciones para la paz con Córdoba, junto a prisioneros de guerra como Aboyahia
o el pariente del califa Muhammad ben Hásim, previo pago del correspondiente
rescate.
En la actualidad, no se
conoce con exactitud la ubicación del barranco de Alhándega. Se sugiere Caracena,
por ser una zona próxima a Atienza, coincidir con una ruta de retorno del
ejercito sarraceno a Córdoba y además porque se denominaba Al-Handega, en esta época.
La victoria en la batalla
de Simancas supone un hito importante en el inicio de la Reconquista y permitió
a Ramiro II la repoblación de Salamanca, Peñaranda de Bracamonte, Sepúlveda,
Ledesma y Vitigudino, así como de Peñafiel y Cuellar a cargo del conde
castellano Asur Fernández, al que distinguió como Conde de Monzón, consolidando
la frontera hasta el rio Tormes.
Abderraman III tras el regreso a Córdoba ordeno ejecutar a numerosos oficiales de su ejército por su incompetencia, nunca más volvió a encabezar una expedición militar y se dedicó a embellecer su ciudad con esplendidos edificios.