martes, 13 de diciembre de 2022

 AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER 

Monasterio de San Clemente

Fue fundado en 1248  por Fernando III el Santo, pues había entrado con sus tropas en la ciudad de Sevilla un 23 de noviembre, festividad del pontífice San Clemente (ver), y decidió erigir un monasterio dedicado a dicho Papa, como señal de gratitud por su victoria sobre los almohades.

Para ello donó a la que sería futura comunidad monástica unos palacios cercanos al rio, resguardados por la muralla, en la zona de la llamada puerta de Big-Arragel.

De este modo, el dato más antiguo que se tiene de la existencia de este monasterio procede de un documento emitido por Fernando III, poco después de conquistar la ciudad. Se trata de la donación, fechada en 1249, que el monarca hace a la Orden de San Juan de Jerusalén, de unas casas que lindan con otras del Monasterio in honore Sancti Clemente.

El proyecto de fundación fue, pues, inmediato al inicio de la vida cristiana de Sevilla, pero su auténtica puesta en marcha, los comienzos de la vida en comunidad en estas casas-palacios, tendrá lugar bajo el reinado del hijo del conquistador, Alfonso X, apoyado en todo momento por el que había sido confesor de su padre y que era, en ese momento, ya arzobispo de Sevilla: Don Raimundo de Losada, más conocido en la ciudad como Don Remondo.

Por tanto, este monasterio sevillano de más de setecientos cincuenta años de vida se sitúa hasta el día de hoy en el mismo enclave desde su inicio.

El Rey Santo, decidió que la orden monástica del Císter femenino ocupara este nuevo monasterio, debido probablemente a que en aquellos momentos esta era la orden que aparecía más ligada a la familia real.

La primera abadesa, de la que existen evidencias, fue una señora llamada Gontrueda Ruiz de León, con la que posiblemente se iniciara la vida de este cenobio femenino.

San Clemente mantuvo, a lo largo de los siglos posteriores, su papel de gran centro de religiosidad femenina en la capital del Guadalquivir, superando muchas dificultades, pero manteniendo siempre viva la esencia del Cister. Hoy sigue cumpliendo ese papel en la sociedad sevillana. La comunidad regida por una abadesa (Sor Purificación Ballesteros) que pasara a la historia por su buen hacer y dedicación en favor del resurgir físico y espiritual del monasterio, es en la actualidad espejo para muchas comunidades

Este convento de importancia y relevancia suficiente, siempre ligado a la Corona y al arzobispado, recibirá en su claustro a las más importantes damas de la sociedad sevillana de los siglos medievales, y terminó siendo escogido como panteón real  por diversos miembros de la realeza.

A finales del siglo XVI,  se realiza una ampliación en el monasterio, pues había que hacer una nueva iglesia más acorde y suficiente en tamaño para el número de religiosas, de manera que esta pudiera cubrir sus necesidades. Esta remodelación es indicadora de la importancia del monasterio, que no solo se observa relevante en los siglos medievales, sino que también se mantiene así durante los siglos posteriores.

Sufriría el saqueo en la ocupación francesa, pues la llegada de las tropas del mariscal Soult, de tan nefasto recuerdo para nuestra ciudad, obligó al exilio obligatorio y temporal de la comunidad, al vecino cenobio de santa Clara, puesto que el mariscal instalo allí su cuartel general.

Con la desamortización del siglo XIX, perdieron sus posesiones, casas y tierras de labor, vendiendo los solares colindantes para la construcción de viviendas.

Recuperado a principios del siglo XX sería sede para la inspiración de artistas como Sorolla o los hermanos Álvarez Quintero. A finales del siglo con ocasión de la Expo 92 sería totalmente reformado. Es por tanto un testimonio vivo de la historia sevillana.

Una de sus puertas se sitúa al final de la Calle Santa Clara, con un azulejo que hace referencia a su fundación por el rey san Fernando y su hijo Alfonso X, y su continuación por Carlos III, y un escudo. La puerta trasera se sitúa en la puerta de la Barqueta para la entrada de mercancías.

Calle santa Clara


Detalle del azulejo sobre el dintel de la puerta



Ático de la portada 

Detalle del azulejo del Ático


Portón de acceso por la Puerta de la Barqueta


Azulejo al lado de la Puerta de la Barqueta


El Convento

Es un conjunto de edificaciones de diferentes épocas y estilos datadas desde el siglo XVI al XVII.

Está formado por un claustro cuadrado principal que fue construido sobre el antiguo claustro mudéjar, teoría confirmada por las excavaciones arqueológicas realizadas.

Debido a las inundaciones del río Guadalquivir, en 1626, fueron hechos obras de elevación del jardín, la colocación de una fuente y el revestimiento de las paredes del claustro con azulejos.

Al lado del claustro principal, se encuentra el llamado claustro de la Abadesa de forma trapezoidal que estaba en el centro del monasterio original. Su aspecto actual se debe a las diferentes intervenciones que se han producido con el paso de los años.

Entre estos dos claustros se encuentra el patio, angosto, colocado en las galerías del antiguo dormitorio y que comunica con la iglesia antigua.

En el refectorio estaba el cuadro de Francisco Pacheco titulado “Cristo servido por los Ángeles”, expoliado en 1810 por el mariscal Soult, quien también robó doce cuadros de Murillo que decoraban dicho refectorio.

Cristo servido por los ángeles en el desierto. Francisco Pacheco. 1615. Óleo sobre lienzo. 268 x 418 cm. Museo Goya. Castres
El Monasterio de San Clemente pudo haber acogido entre sus muros dos importantes pinturas de Murillo, La aparición de la Virgen a San Bernardo y La imposición de la casulla a San Ildefonso (h. 1650-1655). Dichas pinturas han sido reproducidas en el interior del templo, otorgándole la simbología cisterciense que poseen.

Real Monasterio de san Clemente

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Clemente 

Da nombre al Monasterio de san Clemente (ver).

Azulejo de San Clemente en la portada barroca que da acceso al convento por la calle Reposo.

Detalle del Azulejo

De origen judío, Clemente probablemente nació y fue bautizado en Roma, convertido al cristianismo por san Pedro,  siendo un cristiano insigne de finales del siglo I, uno de los llamados Padres Apostólicos por haber transmitido el “eco vivo” de la predicación de los apóstoles de Jesús de Nazaret, pues según san Ireneo, que vivió en el siglo II, tuvo contacto con los apóstoles Pedro y Pablo.

El Papa Clemente I (llamado Clemente Romano para distinguirlo del alejandrino), fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y  obispo de Roma, de lo que ya dio noticia la lista de obispos compilada por Ireneo de Lyon, quien lo llamó el “tercero después de los Apóstoles” y le dedicó un espacio considerable.

San Clemente, Papa. Juan Correa de Vivar. 1540-1545. Óleo sobre tabla. 93 x 40 cm. Museo Nacional del Prado. Depósito en otra Institución

Se le representa siempre de pontifical, como en esta obra, en la que viste alba, estola y capa pluvial de color rojo y forro verde con orla y broche de pedrería, que cruza por delante y sujeta bajo el brazo. Va nimbado con una fina aureola circular y cubre su cabeza con la tiara papal de triple corona, de la que cuelgan las ínfulas. En las manos, enguantadas, luce sendos anillos de oro y rubíes; bendice con la derecha y porta en la izquierda una cruz patriarcal de triple travesaño. No le acompañan en esta ocasión ninguno de sus atributos característicos, con los que suele aparecer a partir de la Edad Media, que son el ancla, símbolo del martirio, una capilla rodeada de agua, en recuerdo de la que le construyeron los ángeles en el fondo del mar, y un “Agnus Dei” , en referencia a uno de sus milagros. El santo está efigiado de pie, en posición frontal, sobre un suelo terroso. Al fondo se divisa un paisaje montañoso con una ciudad de edificios clásicos de planta circular y poligonal. La composición remata en semicírculo; las enjutas no van decoradas y en origen irían cubiertas. La figura está dotada de cierto carácter escultórico. Su marcada frontalidad se ve compensada por el suave movimiento del cuerpo y los plegados de sus vestiduras, por la disposición en diagonal de sus brazos, en línea con la estola cruzada, y por la leve desviación lateral de su mirada.


Una antigua tradición le emparenta con la dinastía de los flavios y según testimonio de Tertuliano había recibido de Pedro el diaconado presbiterado y episcopado y según Orígenes colaboró con Pablo en la fundación de la comunidad de Filipos.  

El hecho de que tuviera contacto con quienes escucharon directamente las enseñanzas de Cristo dota a su testimonio de un atractivo especial. 

Alcanzó la suma dignidad eclesial y gobernó la iglesia desde el año 93 hasta el 101. Hacia el año 95 en alguna comunidad hubo conatos de levantamiento contra los presbíteros y obispos, lo que le obligó, en su condición de obispo de Roma, a escribir una carta donde pedía unidad y obediencias. Afortunadamente esta carta se conserva y lleva el nombre de” Epístola de Clemente a los Corintios”. En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma. Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra".

El “Liber Pontificalis le asigna nueve años de episcopado en tiempos de los emperadores  Galba y Vespassiano, mientras que la cronología de Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica III, 15) y la biografía que trazó Jerónimo de Estridón (Vir. ill. 15) sitúan su muerte en el tercer año del reinado de Trajano, es decir, en el año 101.

Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados, a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: "Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo" y añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos.

Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuente de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello una piedra de molino. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla. 

Martirio de san Clemente. Pier Leone Ghezzi. 1724. Pinacoteca Vaticana

Del mar sería rescatado y sus restos habrían de ser trasportados a Roma por Cirilo y Metodio en el año 867. 

Dichos restos fueron resguardados por la Confraternidad de los Santos Ángeles Custodios, en la Sacristía de la Capilla Paulina del Vaticano. 

Dos ciudades latinoamericanas se disputan el poseer los restos de San Clemente: las ciudades de Mérida  en Venezuela  y la de Linares en Chile. 

En la Iglesia Católica se lo venera como santo y mártir, y su festividad se celebra el 23 de noviembre. En Roma existe una antiquísima basílica, la Basílica de san Clemente de Letrán, levantada sobre su tumba.

Su carácter de mártir resulta fundado a partir de una evidencia epigráfica: una dedicatoria fragmentada de fines del siglo IV con el término “martyr” encontrada en el antiguo “titulus Clementis”, basílica dedicada a Clemente por el papa Siricio, por lo que la noticia de su martirio se remontaría al menos hasta esa época.

Interior de la Iglesia de san Clemente. Roma

La basílica de San Clemente de Letrán es un complejo de edificios en Roma centrados alrededor de una iglesia católica dedicada al papa Clemente I.  

La antigua iglesia fue transformada a lo largo de los siglos desde una casa privada que era el sitio de veneración cristiana clandestina en el siglo i hasta una gran basílica pública en el siglo vi, reflejando la creciente legitimación y poder de emergente iglesia católica.

La casa fue en origen propiedad de un cónsul y mártir   cristiano, Tito Flavio Clemente, que fue uno de los primeros senadores romanos en convertirse al cristianismo. Permitió que su casa se usara como lugar de reunión secreto para sus compañeros cristianos, estando por entonces prohibida esa religión.

Hay evidencia de un culto pagano   en el lugar. En el siglo ii miembros de un culto mitraista (ver)  construyeron un pequeño templo dedicado a  Mitra  en una “insula” o complejo de apartamentos, en el lugar. Este templo, usado para rituales de iniciación, duró hasta alrededor de finales del siglo iii.

Las excavaciones de los años 1860 revelaron la primera basílica olvidada que subyace a la medieval. A finales del siglo iv o principios del siglo V, después de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial de Roma, la pequeña iglesia sufrió una ampliación, adquiriendo la “insula” vecina y otros edificios cercanos. 

Se construyó una nave central sobre el lugar de la iglesia precedente, y un ábside  sobre el anterior mitreo. La nueva iglesia estaba dedicada al papa Clemente I.    Se emprendieron restauraciones en el siglo ix y hacia 1080-99. ​

Durante los siglos siguientes, San Clemente se convirtió en un “beacon” para los artistas y escultores de iglesias, beneficiándose de la generosidad del Imperio bizantino. Actualmente, es una de las iglesias de Roma más ricamente decoradas.

En Sevilla, la Iglesia del Monasterio de San Clemente fue construida sobre otra primitiva iglesia gótico mudéjar a finales del siglo XVI.

El Altar Mayor lo preside la imagen de San Clemente

Altar Mayor de la Iglesia de san Clemente de Sevilla

San Clemente

Detalle de san Clemente

Detalle del Ancla de san Clemente

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Cruz de Santa Isabel


El convento de santa Isabel (ver) se ubica en el número 2 de la calle Hiniesta, en la collación de san Marcos, dando su fachada sur a la plaza Santa Isabel. Fue fundado en 1490, en unas casas principales de doña Isabel de León, viuda de Gonzalo Farfán de los Godos, como convento de la Visitación "A la gloria de Dios y de San Juan Bautista y de la Santa Visitación de Nuestra Señora Santa Isabel", y hoy es conocido como Convento de Santa Isabel.

Fue originalmente regido por la Orden de San Juan, ya que el hijo de la fundadora era comendador de dicha orden, siendo expedida la licencia de la fundación por el Gran Maestre de los sanjuanistas.

 Desde 1869 el convento está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa y de San Felipe Neri, fundada en 1859 por Dolores Márquez Guerrero y Onoro, y el sacerdote   Francisco García Tejero.


Portada del Convento de santa Isabel

El convento se estableció como una escuela para niños y hogar espiritual para las mujeres con problemas, como las prostitutas que buscaban ayuda.

En uno de los laterales del compás del Convento, en la pared de un corredor con una triple arcada, se sitúa la Cruz de santa Isabel.

Compas del Convento

Tiene los símbolos de los cuatro evangelistas en los extremos y un crucificado en el centro. Esta datada en el siglo XIX y procede del Convento de Écija de la misma congregación.

Cruz de santa Isabel


Detalle de los cuatro Evangelista en los extremos y la Cruz en el centro.