ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
Zapote y Hernando Colón
En
1871, Henry Harrisse, bibliófilo y americanista, visitó Sevilla para preparar
su ensayo sobre Hernando Colón (ver) y en su visita a los restos de las casas y de la
huerta le llamó poderosamente la atención la existencia de un solitario ZAPOTE,
último vestigio vivo de lo que fue aquella propiedad, traído de América y
plantado por Colón hacía más de tres siglos.
El
francés escribió lo siguiente: " Solo queda de aquella huerta
celebrada por tantos escritores del siglo XVI, hoy 24 de mayo de 1871, un árbol
exótico, un zapote hermosísimo. Que, dentro de algunos meses, mañana quizá,
caerá herido por el hacha destructora. Y la ciudad de Sevilla, indiferente al
recuerdo de aquellos ciudadanos que más honra le dieron, verá desaparecer, sin
lijar en ello su atención, ese postrer vestigio de una época en que las letras
y las virtudes cívicas florecieron y fueron honradas en Andalucía, y verá caer
sin sentimiento de pena aquel testigo de los generosas esfuerzos de un hombre.
Pero Mexia debe ser alabado, y merece que los que en esta ciudad vivimos
roguemos a Dios por su ánima, la cual según rué su vida tan virtuosamente
gastada, en letras y en honestos ejercicios, y su tan cristiana y buena muerte,
yo creo cierto que está en la gloria de Jesuchristo ".
En
1873, Joaquín Guichot contemplaba la posibilidad de "adquirir el
Zapote de Colon, y algunos pies de terreno para rodearlo de una verja, y dotar
a Sevilla de un monumento, si sencillo en apariencia, de inestimable
valor".
La
cercanía del IV Centenario del Descubrimiento de América, amplió las
posibilidades para salvaguardar la vida del zapote: Joaquín Guichot lo incluyó
en una publicación del ayuntamiento dedicada a la memoria de Colón. También, el
concejal Imaz expuso una moción que, de resultar aprobada, habría zanjado
definitivamente el asunto del centenario árbol.
Pero,
lamentablemente aquellas propuestas no prosperaron a pesar de que se aprobó una
especie de anteproyecto para la salvación del árbol.
La
nueva heredera de los Pickman, hija de Enriqueta y llamada también con su mismo
nombre, decidió urbanizar y edificar la manzana heredada, donde se incluía el
zapote, pero su actividad se centró en las casas más pegadas a la calle Goles.
En
1896, los nuevos propietarios, Balbontín y Orta establecieron en
la zona una fundición de hierro
que persistió hasta finales de los sesenta del siglo XX. Separaron la zona urbanizable que daba a
Goles, de la zona donde estaba el árbol, creando una vía provisional más o
menos paralela a Goles
En
1897, Balbontín y Orta realizan nuevas construcciones en la manzana y el único
sector que permanecía libre era el occidental, donde se encontraba el árbol.
En 1903 Enrique Balbontin
decidió ampliar con la creación de un taller de calderería y su propia
vivienda. El taller entraba en conflicto abierto con la pervivencia del zapote.
Según relata Alejandro Guichot: Cuando la autoridad municipal iba a impedir,
por medio de su guardia, que fuese tocado el árbol, en una madrugada fue
destruido por operarios de los dueños y arrasado el sitio que ocupaba.
En
el monasterio de la Cartuja, existe igualmente un árbol, que llegó hace 500
años de mano de Hernando Colón, que donó algunas semillas de ombú a
los frailes del monasterio de la Cartuja cuando su padre falleció. Lo hizo porque Cristóbal Colón
había pasado temporadas de su vida en este apacible cenobio preparando sus
viajes a América.
Su nombre es una voz guaraní que significa
sombra o bulto oscuro. Por su tronco grueso y su gran porte (alcanza una altura
de más de 10 m., con una amplia copa y grandes raíces visibles), contiene
grandes cantidades de agua, lo que le permite sobrevivir en el entorno de
escasas lluvias de la pampa seca.
La parte
dramática es que el árbol estuvo a
punto de morir hace casi 30 años cuando se sometió a una restauración mal
planteada por encargo de la administración andaluza.
El ombú tendría
que ser vallado para que nadie entrara,
como se hace en Inglaterra o en los parques públicos de Lisboa, y dejarle un
perímetro de copa por fuera para que la gente lo admire sin tocarlo ni hacerse
fotos subida al tronco. Un tacón femenino puede dañar el tronco porque es muy
blando, no es madera leñosa.
Ombú en el Monasterio de la Cartuja
Detalle del Ombú
Detalle del tronco del Ombú