jueves, 8 de septiembre de 2022

 AREA DE MACARENA-FERIA

Iglesia de Ómnium Sanctorum 

La iglesia de Ómnium Sanctorum es una iglesia parroquial de culto católico que forma parte del grupo de las denominadas iglesias Alfonsina, gótico-mudéjares, que combina la construcción islámica con el arte gótico que aportaron los conquistadores cristianos, llegados desde Castilla.

Es uno de los templos más antiguos de la ciudad, pues se levantó hacia 1250, tras la toma de la ciudad por el rey Fernando III, dentro de la collación designada a Alvar Negro, uno de los caballeros que ayudaron a san Fernando en su empresa conquistadora. 

Se construyó sobre una mezquita de época almohade, a su vez erigida sobre una anterior iglesia visigoda. Del periodo almohade se conservan los muros y la fachada principal, a los pies del edificio.

Grabado de Genaro Pérez de Villaamil (1842)

A continuación del terremoto del año 1256 fue reconstruida, como otras afectadas por el seísmo, en época de Pedro I El Justiciero y el Arzobispo Don Nuño. 

De esta época se conserva el presbiterio gótico, muy profundo, constituido por dos tramos primeros rectangulares y uno final de planta rectangular, cubierta con bóveda de nervadura, los dos bellos óculos y alguna ventana mudéjar, resto de merlones del ábside y la portada del lado del Evangelio. 

No se conserva el primitivo acceso elevado que unía la tribuna alta de la iglesia con el vecino palacio de los marqueses de la Algaba, patronos históricos de la parroquia. 

Esta familia tenía sus dominios en la localidad de la Algaba, en la denominada Torre de los Guzmanes y utilizaban este templo por estar cercano a los terrenos donde se edificarían el palacio que actualmente alberga el “Museo Mudéjar”. 

Por su labor de mecenajos, Don Luis de Guzmán y Guzmán II Marques de la Algaba y su esposa Doña Inés de Portocarrero, recibieron el privilegio de poder construir un pasadizo elevado que permitiera acceder a la parroquia directamente desde el palacio.

Richard Ford (1831). Comunicación entre el Palacio de los Marqueses de la Algaba y la Iglesia de Ómnium Sanctorum

Sufrió, al igual que otras iglesias de la zona, un incendio intencionado el 18 de julio de 1936, por parte de milicianos procedentes del Cuartel de la Guardia de Asalto de la Alameda de Hercules. 

Al percatarse del fuego, el sacristán Francisco Plaza, con riesgo de su vida, salvó del incendio el Santísimo Sacramento y la puerta del Sagrario de la parroquia metiéndolos en un cesto, pero desaparecieron notables pinturas de la capilla de los Cervantes, un antiguo crucificado gótico titulado de la Buena Muerte, atribuido a Andrés de Ocampo, el tabernáculo neoclásico de la Virgen de Todos los Santos, el retablo que realizara hacia 1630 Diego López Bueno con pinturas de Francisco Varela y diferentes retablos y pinturas de gran valor. 

Sólo se mantuvo los muros, pilastras y rejas y la imagen de la Virgen, que pudo ser guardada en una casa particular.

No sé si leyenda o realidad, se refiere que la Virgen se salvó gracias al celo y arrojo de una señora de alterne del barrio, que, junto a otros devotos, la envolvieron en una manta y junto con su novio, conductor del coche, la quisieron llegar a algún lugar a salvo de los sediciosos. Un control de la Guardia de Asalto, les dio el alto a la altura del Arco de la Macarena, pero les gritaron que la mujer estaba muy mala y que la llevaban al hospital.  

Terminado el conflicto bélico fue llevada a san Lorenzo y en 1940 regresó definitivamente a su iglesia de Ómnium Sanctorum.

El término de Ómniun Sanctorum, con que se denomina esta iglesia, procede del latín, cuya traducción al castellano sería “De todos los Santos” y constituye una advocación relacionada con las letanías del Rosario, que tiene en esta iglesia la hermandad Sacramental y de Gloria, Nuestra Señora de Ómnium Sanctorum, Madre del Amor Hermosos y Medianera Universal de Todas las Gracias y Animas Benditas del Purgatorio.

Desde el siglo XIV, los santos eran invocados durante o al final del Rosario. El sistematizador de la devoción de este rezo, Alain de la Roche, recomendaba que después de las ciento cincuenta avemarías, se rezase alguna de aquellos Santos de la devoción particular de cada uno. En la recitación del Rosario una primera parte se dedicaba a la Encarnación de Cristo, la segunda a su Padre y la tercera a la santísima Virgen y a todos los santos.

El culto de los santos se extendió tanto en el siglo XVI, que se encuentra, en la segunda parte del Avemaría, un añadido que dice: “Todos los Santos, Santísima Madre de Dios ruega por nosotros”

EXTERIOR

Fachada principal, en la calle Feria. 

Data de la segunda mitad del siglo XIII, su cabecera es idéntica a las de san Andrés y san Esteban y se atribuyen a un desconocido autor, conocido como “El Maestro” de 1356. 


Imagen actual comparada con la de 1950

Presenta una portada abocinada de piedra, adelantada respecto al resto del paramento, y constituida por un arco apuntado u ojival  con arquivoltas decoradas con puntas de diamantes y baquetones inferiores. 

Fachada principal de la calle Feria. Detalle de portada abocinada

Portada abocinada con arco apuntado u ojival con arquivoltas. Baquetones inferiores y sobre ellos la línea de imposta.

En la línea de impostas se disponen relieves con cabezas humanas, actualmente muy erosionadas. 

Detalle de las cabezas humanas, muy deterioradas, en la línea de imposta

Sobre el dintel de la portada se abre una ventana mudéjar, realizada en la reconstrucción de 1356, que consta de dos arcos de ojiva y de arabá de ladrillos rojizos y un rosetón gótico, adornado con estrellas, para la iluminación de la nave central, y dos más pequeños para las naves laterales.

Ventana mudéjar y Rosetón central

Rosetón lateral izquierdo y derecho

En el lateral derecho de la portada principal se sitúa un retablo cerámico de la “Virgen de Todos los Santos” obra de Antonio Kiernam Flores de 1828, de la fábrica de Santa Ana.

A los pies del retablo cerámico de la “Virgen de todos los Santos”, una placa cerámica recuerda el cincuentenario fundacional de la Hermandad de los Javieres.




En el lateral izquierdo de la portada principal, desde 1816, se encuentra embutida una cruz de forja, denominada “Cruz de los Carboneros” o “Cruz del Garfio”, situada antiguamente en la calle del Carbón o del Peso del Carbón, actual Peris Mencheta. 

Poseía un garfio donde los mozos de este gremio colgaban sus romanas, para pesar sus mercancías, dejando a cambio una pequeña cantidad para el culto a la Santa Cruz.


Portada del muro sur de la zona de la Epistola, en la calle Palacios Malaver.

Es muy semejante a la portada principal, aunque bastante más deteriorada, sobre todo en la zona baja de las jambas. 

Construida en el último tercio del siglo XIV, se compone de una portada pétrea de tejaroz  con canecillos o canes de cabezas zoomórficas muy deterioradas. 

Bajo estos, se encuentra un gran arco apuntado con baquetones y encima del mismo tres hornacinas vacías con doseletes.

Junto a esta portada figura un retablo cerámico de la Virgen del Carmen, firmado por cerámicas Montalván en 1946 y que obliga al rezo por las Ánimas Benditas del Purgatorio.

En la pared lateral una nueva ventana mudéjar y un “Guarda Carro” en la esquina de Palacios Malaver.

Fachada a la calle Palacios Malaver

Tejaroz con canes de cabezas zoomórficas y hornacina central vacía

Portada y detalles delas hornacinas laterales vacías

Azulejo de la Virgen del Carmen y la ánimas benditas del purgatorio

Ventana mudéjar y  Guarda Carro

Portada del muro norte, zona del Evangelio, en el pasillo que separa el templo del Mercado. 

Es similar a las otras dos, pero esta cegada y presenta menos elementos decorativos y es ocupada por las sillas del bar colindante. 

En esta fachada hay una placa de mármol, posiblemente se trata de una placa funeraria, ilegible por su deterioro.

Portada cegada del Evangelio

                                                                                    Placa funeraria

Parte trasera del templo. 

Se puede observar la protuberancia poligonal del ábside del presbiterio, con contrafuertes en las aristas y altas ventanas góticas entre ellas, y remate con almenas piramidales, formando un conjunto enormemente parecido al de san Esteban.

                                                                            Trasera del templo

Desde la estrechez de la plaza Pedro Calderón de la Barca se puede apreciar la conjunción de tres edificios diferentes, al fondo el ábside de la iglesia Ómnium Sanctorum, a la izquierda el Palacio del Marqués de la Algaba y a la derecha el Mercado de la Macarena.

Al fondo el ábside de la iglesia Ómnium Sanctorum, a la izquierda el Palacio del Marqués de la Algaba y a la derecha el Mercado de la Macarena.

TORRE 

La torre se sitúa en la esquina entre las portadas principal y del Evangelio, y no hay acuerdo entre los estudiosos sobre su edad. 

Para Gestoso, fue construida después de 1251, posteriormente a la reconquista de Sevilla por Fernando III, otros eruditos la consideran de la época de Pedro I y otros historiadores la consideran de principios del siglo XV y finalmente otros creen que es el alminar de la mezquita.

La torre es de base cuadrada y está realizada en ladrillo, con huecos que presentan característicos arcos polibulados bajo alfiz. 

En sus parámetros presenta paños de “sebka”, en cada una de sus caras, similares a los de la Giralda, con pequeños arcos ciegos entrelazados.

La fachada norte posee un hueco con balcón de los siglos XIV y XV y encima un cuadro de ladrillos, la sur se adorna con atauriques ajacarados.  

Recrecida posteriormente para incorpórale el cuerpo de campanas, con dos vanos de arcos de medio punto a los cuatro frentes, con un remate superior de base cuadrada y pilastras adosadas, con cornisa volada sostenida por canecillos del siglo XIV y un alto chapitel de azulejería de base hexagonal coronado con una cruz de forja. 

Visión frontal de la torre al lado de la pared principal

Hueco con arco polibulado bajo alfiz

Paño de “sebka” sobre el hueco de arco polibulado

Cuerpo de campanas sobre el paño de “sebka” 

Visión de la cara norte desde la calle Feria

Visión de la cara norte desde la callejuela con el Mercado


Cuerpo de campanas con el remate superior. Detalle del capitel con azulejería

Detalle de la cruz de forja y detalle de la veleta

La veleta presenta una flecha curvada por viento. Es el viento que hará sonar la trompeta que anunciará el fin del mundo y la resurrección de los muertos. Un cordero grande, que parece un caballo, llevando un banderín, es el codero del Apocalipsis. Está subido a un libro con siete borlas, es el "Libro de los Siete Sellos" que será abierto por el cordero. El cordero representa a Cristo “El cordero de Dios que quita los pecados del mundo”

INTERIOR 

La iglesia se realiza sobre una planta cuadrada, que interiormente se distribuye en tres naves de cinco tramos, siendo la nave central más ancha y alta que las laterales. 

Se sustenta por pilares cuadrangulares de ladrillo, que separan las naves, sobre los cuales se apoyan arcos apuntados que sostiene una techumbre moderna de madera que imita el artesonado mudéjar, destruido tras el incendio de 1936, de par y nudillo la central y de colgadizo las laterales.

Presenta una cabecera muy pronunciada para alojar el presbiterio, que ocupa la totalidad de la cabecera del templo y que se organiza en tres tramos cortos más otro pentagonal, todos cubiertos por una bóveda de crucería del siglo XIV, que es de los pocos restos salvados del incendio, cuya estabilidad queda reforzada por el exterior mediante potentes contrafuertes.

Vista general del templo, sus tres naves, desde los pies

Vista de la cabecera y presbiterio con bóveda de crucería

Vista general del templo, sus tres naves, desde la cabecera


Artesonado de la nave central

Techumbre de colgadizo de las naves laterales

Al comienzo de cada nave existen ambas pilas de agua bendita y destacamos las ventanas laterales de iluminación del templo.




MURO DE LA EPISTOLA

Desde los pies de la nave a la cabecera, lo primero en la pared de los pies de la nave es un tapiz desconocido. 


Seguidamente, en el primer tramo, a los pies de la nave, se encuentran las imágenes de la Hermandad de las Maravillas de María y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Paz y Nuestra Señora del Carmen en sus misterios Dolorosos, fundada en 1983 por marineros militares de san Fernando, y que realizó su primera estación de penitencia en el año 2007.

Primer tramo de la nave del presbiterio

Componen el conjunto, Nuestro Padre Jesús de la Paz, de Francisco José Reyes Villadiego de 1990, Nuestra Señora del Carmen de Francisco Berlanga de Ávila de 1984 y San Juan Evangelista, también de Francisco Jose Reyes Villadiego del año 2.000.

La Hermandad dispone de dos pasos, el primero representa el pasaje Evangélico de las Negaciones de San Pedro, según San Juan, cuando canta el gallo. Lo encabeza Nuestro Padre Jesús de la Paz y lo acompañan las imágenes secundarias de san Juan, san Pedro, un soldado romano, una criada de Anás, un judío que pretende figurar a Malco y Jose de Arimatea, obras de Francisco Reyes Villadiego, en total nueve son los personajes que integran el misterio. En el segundo paso, la Virgen del Carmen, bajo palio azul.

Conjunto de la Hermandad de las Maravillas de María y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Paz y Nuestra Señora del Carmen en sus misterios Dolorosos

Nuestro Padre Jesús de la Paz 

Detalle de Nuestro Padre Jesús de la Paz 

Nuestra Señora del Carmen en sus Misterios Dolorosos

San Juan Evangelista

A la derecha del retablo se muestran dos cuadros.


Seguidamente un pequeño retablo de la virgen de Gloria de las Maravillas de María con un cuadro encima de los que no tengo información.

Retablo de las Maravillas de María

Detalle de las Maravillas de María

Adoración de los pastores. Donado por D. Manuel Ortega

Seguidamente, en el segundo tramo, el retablo de san Antonio de Padua, que porta un niño en sus brazos y es de autor desconocido. 

A la izquierda la Virgen con el Niño, a la derecha santa Rita y el Arcángel san Miguel en el ático.

Debajo existe una hornacina pequeña de cristal con una imagen de Santa Teresa de Jesús.

Segundo tramo de la nave del presbiterio

Retablo de san Antonio de Padua

San Antonio de Padua

La Virgen con el niño

Santa Rita

Arcangel san Miguel

Seguidamente un espacio con las fotos de los Papas San Juan XXIII y san Pio XII, dos cuadros y un relieve del Cristo de Cuba. 


Cristo de Cuba


Seguidamente en el tercer tramo, el cajón de la puerta del presbiterio, y un nuevo espacio con un cuadro superior y uno inferior con la Virgen del Rocío.

Tercer tramo

A continuación, el retablo barroco de San José, del siglo XVII, procedente de la localidad de Osuna, con un arco abocinado, en cuyo centro se abre una hornacina donde se sitúa el titular con el niño. 

En el ático una pintura de la Virgen con el Niño y debajo un busto de Ecce Homo.

Retablo de san José

San José


Virgen con el Niño en el ático. Escudo en los laterales

Entre este retablo y la cabecera de la nave existen dos arcos de medio punto cegados, con un Crucificado de mediano tamaño y una serie de cuadros, de entre ellos la Virgen del Rocío y la del Monte, patrona de Cazalla de la Sierra, de Francisco Maireles y san Juan Bautista, obra de Antonio Díaz Arnido.


Nuestra Señora del Monte. Patrona de Cazalla de la Sierra

Crucificado. Detalle de la cara del crucificado

Detalle de los pies del crucificado.                    Sagrado Corazón



Al final de la nave de la epístola, el altar del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de 1690. 

La talla es atribuida a Andrés de Ocampo de 1945, y procede de la parroquia de Santa Ana de Triana, donde era conocido como “Cristo de la Venia”, porque el párroco le pedía permiso para empezar la misa. 

Llegó en los años cuarenta del siglo XX para sustituir al primitivo Cristo de la Buena Marte, de mediados del siglo XIV, que fue quemado en los sucesos de 1936.

Le acompañan las imágenes de la Virgen y san Juan, obras del siglo XVII, a ambos lados de la hornacina principal.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Ático del altar.                         Detalle facial del Cristo de la Buena Muerte

Detalle de los pies del Cristo de la Buena Muerte

“Hecce Homo”. En distintos visitas está colocado en diferentes altares

La Virgen  y San Juan

PRESBITERIO

Ha sufrido numerosos cambios a lo largo de los siglos. El primitivo retablo Mayor fue encargado  por el caballero veinticuatro (ver) D. Diego López Ávalos y su mujer, Doña Teresa Coronado al escultor Andrés Ocampo en 1592. 

De 1630 es el retablo de Diego López Bueno con pinturas de Francisco Varela. 

En 1790, el patrón de la Capilla, Duque de Alburquerque, le encargó la sustitución a José Gabriel González.  

El primitivo retablo fue destruido en el incendio de 1936 salvo la Virgen de Todos los Santos.

Visión del Presbiterio con su bóveda de crucería

Actualmente, en el presbiterio existe un templete realizado por José Paz Campano en 1940, inspirado en el baldaquino de la Basílica de San Pedro de Roma. 

Está constituido por cuatro columnas salomónicas que sujetan el entablamento de arco mixtilíneo, rematado con una bóveda semiesférica, adornada por dentro y por fuera y rematado por una imagen de san Miguel Arcángel. 

Visión del Templete del Presbiterio 

Zona superior del Templete del Presbiterio 

Imagen superior de san Miguel Arcángel 

En el centro, se sitúa la imagen de "Nuestra Señora Reina de Todos los Santos", talla realizada por Roque Balduque en 1554, en madera de cedro estofada y policromada. 

Fue renovada en el siglo XVII, probablemente por Duque Cornejo, dulcificando el rostro de la Virgen y modificando la posición del niño. 

En el siglo XVIII, Cristóbal Ramos realizó algunas modificaciones y finalmente, en 1989, fue restaurada por Enrique Gutiérrez Carrasquilla y Fernando Soto Benavente. 

Nuestra Señora Reina de Todos los Santos

Es una advocación que tiene su origen en el siglo XVI y es cultivada por una Hermandad de esta parroquia, la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora Reina de Todos los Santos.

La Virgen se sitúa de pie, con el niño en el brazo izquierdo, y un cetro en su mano derecha, con el cuerpo ligeramente girado a la izquierda presentando a su hijo como muestra del camino de salvación de los cristianos. Sobre la Virgen descansa una corona como “Reina de Todos los Santos” y se envuelve en un manto oro y azul (símbolo de la santidad) y un vestido de color Jacinto (pureza), los colores inmaculistas precedente a los que Pacheco impuso posteriormente, vestido blanco de pureza y manto azul.

Remata el templete, en su parte inferior y en los laterales, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. 

San Joaquín y Santa Ana

A los pies de la Virgen, seis figuras de Santos de barro, de menor tamaño, realizados por Cristóbal Ramos entre 1760 y 1770, con una simbología en relación con las letanías. 

San José representa a los Patriarcas, San Lorenzo a los Mártires, San Basilio a los Confesores, San Pedro a los Apóstoles, Santo Domingo De Guzmán por el Santo Rosario y Santa Catalina de Alejandría por las Vírgenes.

San José y San Lorenzo. Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Alejandría

Sagrario

Altar

En el fondo poligonal del ábside se sitúan ventanas con vidrieras que aportan la luz al presbiterio y en los muros cuelgan una serie de pinturas sin referencias encontradas. 

Vidrieras laterales

Vidrieras superiores

Pared derecha del Presbiterio

Cuadros de la pared derecha del Presbiterio

Pared izquierda del Presbiterio

Cuadros de la pared izquierda del Presbiterio

Finalmente, a cada lado del presbiterio hay un pulpito y en el de la derecha destacamos la presencia de un crucificado.

Púlpito y Crucificado

MURO DEL EVANGELIO

Desde la cabecera a los pies del templo.

Muro del evangelio

En la cabecera, un retablo neoclásico del siglo XVIII, procedente de Osuna o Estepa, que, según la información recabada, estuvo presidida por una imagen de la Virgen de Fátima y posteriormente por la Virgen de Belén, que antiguamente presidía el altar de la parroquia de Belén de la calle Calatrava, hoy desaparecida.

A sus lados estaban dos tallas modernas de santa Rita y san Antonio de Padua. 

Actualmente, el retablo está presidido por una talla de la Inmaculada Concepción, atribuida a Alonso Cano, con una Virgen de Fátima en el ático y dos imágenes laterales no claramente identificadas.

Dos cuadros a los lados del retablo y una ventana cegada.

Retablo de la Inmaculada

Inmaculada

Santo del lateral izquierdo y derecho

Virgen de Fátima en el ático y  Ventana cegada encima del retablo

Cuadros laterales al retablo

Seguidamente, se encuentran dos arcosolios, constituidos por sendos arcos apuntados. En su parte inferior, un sepulcro y encima una escultura yacente de terracota, en cada uno de los arcosolios.

El conjunto presenta una decoración con piezas de cerámica vidriadas que presentan distintos motivos decorativos, entre los que se encuentran típicas lacerias y adornos florares.

Visión completa del tramo del muro del Evangelio que incluye los dos arcosolios

Entre ambos arcosolios el escudo heráldico de la familia, en los laterales santo Domingo de Guzmán y san Ramón Nonato y en el interior de los arcos los escudos nobiliarios de los señores.  

Santo Domingo de Guzmán. Escudo nobiliario. San Román Nonato

Ceramita vidriada en el interior de los arcos con los escudos nobiliarios

A lo largo de las sepulturas, se extiende una cenefa de azulejos, muy deteriorados, en la que se lee: EXCMOS CONDES DE LAS TORRES DE SANCHEZ DALP. Ello puede deberse a que al reponer en las tumbas los azulejos que estaban en mal estado, se puso la cenefa para recordar el privilegio concedido, por la Santa Sede, a Don Miguel Sánchez-Dalp y Calonge de Guzmán de enterrase en este templo, por ser uno de los promotores de la restauración de la Iglesia de Ómnium Sanctotum. 

Pero, las tumbas no corresponden a ellos, porque Don Miguel falleció en Sevilla, el 21 de febrero de 1961 a los noventa años y fue enterrado en el cementerio de san Fernando y las sepulturas son de una antigüedad muy anterior a 1924, que es la fecha en que el rey Alfonso XIII le concedió el título de Conde de las Torres de Sánchez-Dalp, por su generosa labor de mecenas a favor del mejoramiento y enriquecimiento de Sevilla.  

Fragmentos de la cenefa

Por las fechas, las investigaciones sugieren que los sepulcros pudieron ser realizados para el primer Señor de la Algaba, Don Juan de Guzmán y su señora Doña Elvira y Guzmán y Aponte. Señalar que el señorío de la Algaba se consiguió en 1440 y se convirtió en marquesado por concesión, en 1568, del Rey Felipe II a Don Francisco de Guzmán y Manrique, V señor de la Algaba.

Las esculturas yacentes son atribuidas a Lorenzo Mercante de Bretaña, que en esas fechas estaba trabajando en la construcción de la Catedral (1433-1507) entre los años 1454 a 1468, para decorar los sepulcros de los Duques de Sánchez-Dalp.

La del caballero presenta barba, bigote y cabello rizado y los brazos cruzados abrazado la espada. 

Escultura del caballero

Detalle de la cabeza y rostro. Detalle de las manos abrazando la espada

La escultura de su esposa es de una gran perfección con detalles del rostro y de los cabellos, de su rica vestidura, del collar que rodea el cuello, del crucifijo sobre su pecho y del libro de oraciones abierto que sostiene entre sus manos.

Escultura de la dama

Detalle de la cabeza y rostro. Detalle de las manos sosteniendo el libro abierto

A los pies de cada una de las esculturas descansa un perro como símbolo de fidelidad. 

Detalle de los pies del caballero y del perro. Detalle de los pies de la dama y del perro.

Pero, las sepulturas están vacías, quizás porque los sepulcros originales estuvieran en otro lugar de la parroquia y los cuerpos quedaran perdidos bajo los suelos o enterrados en otro templo. 

Encima de los arcosolios se aprecia un crucificado de piedra, unos cuadros y un pequeño retablo.

Crucificado y detalle de la cara 

Detalle de los pies del crucificado

Cuadro de la cena


Junto a estas sepulturas, se halla un retablo barroco, fechable hacia 1780, procedente de Herrera, de estilo rococó, y que sigue modelos lebrijanos en su decoración tardobarroca de hojarascas y espejitos, en cuya hornacina sitúa una imagen moderna del Sagrado Corazón de Jesús (1950) realizada en escayola con Santa Rita de Casía en el ático y pinturas a ambos lados.


Retablo del Sagrado Corazón de Jesús

Detalle del Sagrado Corazón de Jesús. Santa Rita de Casía



Seguidamente, pasado el cajón de la puerta del Evangelio, una repisa con la talla de San Francisco de Paula del siglo XVII, con báculo y copón, vestido a estilo bizantino, y a los lados  santa Justa y santa Rufina.

Parece que las santas que acompañan a San Francisco de Paula, no corresponden con Santa Justa y Rufina; sino que son Santa Bárbara (torre) y Santa Apolonia (tenazas), la figura de Santa Apolonia es muy desconocida en nuestra ciudad, se representa con unas tenazas en alusión a su martirio, es la patrona de los dentistas.


Repisa de san Francisco de Paula

San Francisco de Paula

Santa Justa (Santa Apolonia)

Santa Rufina (Santa Bárbara)

Más adelante, la “Capilla de las Ánimas” de principios del siglo XVII, está cubierta por una bóveda de crucería y está presidida por una pintura del siglo XVIII de las Ánimas Benditas, ante la cual se ha colocado la imagen de la Virgen de Fátima que antes presidía el retablo de la cabecera del Evangelio.

La pared está cubierta por diferentes cuadros.

Pared y la reja de la “Capilla de las Ánimas”

Pintura de las “Ánimas del Purgatorio”

Detalle de la Virgen de Fátima y Ecce Homo


Altar de la capilla

Detalle del sepulcro debajo del altar de la capilla

Detalle de la bóveda de la capilla



Seguidamente la Capilla de los Cervantes o Capilla Bautismal, cerrada por una antigua reja de madera tallada y cubierta por una cúpula octogonal sobre trompas, donde reciben culto las imágenes titulares de la Hermandad de los Javieres.

Capilla de los Cervantes y su Cúpula octogonal sobre trompas

Se trata de la antigua capilla funeraria del caballero Gonzalo Gómez de Cervantes, del siglo XV, según atestigua la heráldica de la reja de acceso y según constaba en el antiguo retablo de Varela desaparecido en el incendio de 1936.

En ella se sitúa el conocido Pendón Verde, antigua insigna musulmana utilizada como enseña en el motín de dicho nombre que ocurrió en la zona de la calle Feria en 1521.

Placa de titularidad de la capilla

Reja de la capilla con detalle del escudo heráldico

Lauda sepulcral. Capilla de los Cervantes

Actualmente aloja a las imágenes de la Hermandad de los Javieres, así denominada por haberse fundado en 1945 por los Congregantes Marianos o Asociación de la Inmaculada y San Francisco Javier de la iglesia Jesuita del Sagrado Corazón de la calle Jesús del Gran Poder.

Se denomina Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Almas, María Santísima de Gracia y Amparo, María Inmaculada y San Francisco Javier.  

 

Placa de titularidad de la Hermandad


El Santísimo Cristo de las Almas fue tallado por el escultor portugués Jose Luis Pires Azcárraga en 1945, se celebró el acto de bendición en 1947 y se estrenó en 1957, saliendo de la Iglesia de los Jesuitas, donde nació la Hermandad. 

Fue reformado por Espinosa de los Monteros y restaurado por Jesús Santos y Juan Manuel Miñarro, que encontró en el interior de la imagen el documento que atestiguaba su autoría. Lo curioso es que el papel en el que aparecía la autoría se encontraba dentro de un frasco de medicina, pues parece que Pirés padecía de estómago y tomaba unas determinadas pastillas para combatir el dolor.

Santísimo Cristo de las Almas

Detalles del Santísimo Cristo de las Almas

La talla de Nuestra Señora de Gracia y Amparo es una dolorosa que encargaron los congregantes marianos al escultor José Rodríguez Fernández-Andes en 1936 y cuya policromía actual corresponde a Ramos Corona. 

Nuestra Señora de Gracia y Amparo

La imagen de San Juan se atribuye a José Montes de Oca del siglo XVIII, siendo quizás su origen un San José al que Francisco Buiza añadiría un cuerpo nuevo en el siglo XX. 

 

San Juan

En el muro izquierdo de la capilla, hay una hornacina donde reside una imagen de Francisco Javier, cotitular de la Hermandad, pero en una segunda visita está ocupada por una pequeña Virgen y en el muro derecho un retablo cerámico del Bautismo de Jesucristo.


Hornacina ocupada por san Francisco Javier o una Virgen

Vidriera de la capilla y retablo cerámico del “Bautismo de Cristo”

Zócalo de azulejos de la capilla y Pila Bautismal

En la entrada de la capilla existe una placa marmórea: “En el año de 1340 fundose en esta capilla de Jesús Nazareno la Hermandad del mismo nombre o de las cinco plagas, aprovosen sus reglas por el Señor Don Nuño el 22 de febrero de 1356, en la noche del 14 de abril de este año hizo su primera procesión a los campos extramuros de esta ciudad. Renovose esto el 9 de marzo de 1990”. Esta Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno o de las Cinco Plagas, es la que hoy conocemos como Hermandad de “El Silencio” por lo que se fundó en esta iglesia de Ómnium Sanctorum y se la considera como la Hermandad más antigua de las que actualmente participan en nuestra Semana Santa. 


A los pies de la nave se encuentra, normalmente, el altar de la Inmaculada Concepción, cotitular de la Hermandad de los Javieres, obra de Manuel Escamilla basándose en la talla de Alonso Cano que se conserva en la parroquia de san Julián, pero en una segunda visita está ocupado por san Francisco Javier.

Inmaculada Concepción

San Francisco Javier

PIE DEL TEMPLO

A los pies de la nave destacamos el coro y el óculo principal y dos cruces, una a cada lado del cajón de la puerta principal. 

 Vista general de los pies del templo

Vista del óculo principal

Vista del coro en la nave lateral de la epístola

Vista del coro con el órgano en la nave lateral del evangelio

A la derecha cuelga la “Cruz de Caravaca”. Es una cruz de hierro forjado, sostenido por dos ángeles tenates, que se fecha en el siglo XVI siendo renovada en 1839. Parece ser que fue erguida por una hermandad consagrada a exaltar el culto de la Santa Cruz de Caravaca. Estuvo situada en la confluencia de la calle Correduría con la Cruz Verde y la calle Feria, que se llamó Plaza de la Cruz de Caravaca en honor a esta cruz de hierro. Fue retirada en 1840 cuando el Ayuntamiento acordó eliminarla de la vía pública.

Su nombre lo recibe de la ciudad de Caravaca de la Cruz, donde se conserva desde el siglo XIII y se cree que fue traída a España por Santiago el Mayor en el siglo XII.

Se relaciona con el milagro ocurrido en la localidad murciana de dicho nombre el 3 de mayo de 1232 cuando un sacerdote, Don Ginés Pérez, al celebrar la misa notó que faltaba la cruz y esta apareció portada por ángeles. Se cuenta “Cuando el rey musulmán Zayd Abu Zayd preguntó al sacerdote sobre cuál era su oficio, este le respondió que debía evangelizar y enseñar la palabra cristiana en la misa. El rey, por curiosidad, le pidió una demostración, a lo que el sacerdote le contestó que faltaba un elemento muy importante, la Santa Cruz. En ese instante, dos ángeles entraron en el recinto cargando la Cruz de Caravaca posándose en la punta del altar. Esto causó tanta impresión a Zayd y sus seguidores que se convirtieron al cristianismo”

Esta Cruz simboliza la unión a través de los brazos de la Cruz, combinando el aspecto espiritual con la esencia del ser humano. Debido a su gran poder, esta cruz se convirtió en el elemento clave de los rituales de exorcismo, ya que se piensa que solo su presencia es capaz de expulsar cualquier entidad del infierno. 

 

Cruz de Caravaca

A la izquierda cuelga la “Cruz de Linos” que es una cruz de carneros de 1649, que señalaba la existencia de un cementerio en forma de carnero o fosas comunes de los muchos que hubo que abrir en Sevilla por la epidemia de Peste procedente de África y que asoló la ciudad provocando la muerte de casi la mitad de la población.

Su nombre procede de su situación en la calle Linos, actualmente no existente en el nomenclátor, y que correspondería con el trozo de la calle Feria que va desde el Mercado e Iglesia de Ómnium Sanctorum hasta la calle Resolana.

Se retiró de su emplazamiento original en 1841 y se colocó en la iglesia de Ómnium sanctorum en 1854.

Es una gran cruz de hierro forjado que en el centro tiene un anagrama de María constelado por la corona de espinas. Los brazos de la cruz y el haz de rayos que emerge del centro está decorado con flores.

 Cruz de Linos

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