AREA DE MACARENA-FERIA
Iglesia de Ómnium Sanctorum
La iglesia de Ómnium Sanctorum es una iglesia
parroquial de culto católico que forma parte del grupo de las denominadas
iglesias Alfonsina, gótico-mudéjares, que combina la construcción islámica con
el arte gótico que aportaron los conquistadores cristianos, llegados desde
Castilla.
Es uno de los templos más antiguos de la ciudad, pues se levantó hacia 1250, tras la toma de la ciudad por el rey Fernando III, dentro de la collación designada a Alvar Negro, uno de los caballeros que ayudaron a san Fernando en su empresa conquistadora.
Se
construyó sobre una mezquita de época almohade, a su vez erigida sobre una
anterior iglesia visigoda. Del periodo almohade se conservan los muros y la
fachada principal, a los pies del edificio.
Grabado de Genaro Pérez
de Villaamil (1842)
A continuación del terremoto del año 1256 fue reconstruida, como otras afectadas por el seísmo, en época de Pedro I El Justiciero y el Arzobispo Don Nuño.
De esta época se conserva el presbiterio gótico, muy profundo, constituido por dos tramos primeros rectangulares y uno final de planta rectangular, cubierta con bóveda de nervadura, los dos bellos óculos y alguna ventana mudéjar, resto de merlones del ábside y la portada del lado del Evangelio.
No se conserva el primitivo acceso elevado que unía la tribuna alta de la iglesia con el vecino palacio de los marqueses de la Algaba, patronos históricos de la parroquia.
Esta familia tenía sus dominios en la localidad de la Algaba, en la denominada Torre de los Guzmanes y utilizaban este templo por estar cercano a los terrenos donde se edificarían el palacio que actualmente alberga el “Museo Mudéjar”.
Por su labor de mecenajos, Don Luis de Guzmán y
Guzmán II Marques de la Algaba y su esposa Doña Inés de Portocarrero,
recibieron el privilegio de poder construir un pasadizo elevado que permitiera
acceder a la parroquia directamente desde el palacio.
Sufrió, al igual que otras iglesias de la zona, un incendio intencionado el 18 de julio de 1936, por parte de milicianos procedentes del Cuartel de la Guardia de Asalto de la Alameda de Hercules.
Al percatarse del fuego, el sacristán Francisco Plaza, con riesgo de su vida, salvó del incendio el Santísimo Sacramento y la puerta del Sagrario de la parroquia metiéndolos en un cesto, pero desaparecieron notables pinturas de la capilla de los Cervantes, un antiguo crucificado gótico titulado de la Buena Muerte, atribuido a Andrés de Ocampo, el tabernáculo neoclásico de la Virgen de Todos los Santos, el retablo que realizara hacia 1630 Diego López Bueno con pinturas de Francisco Varela y diferentes retablos y pinturas de gran valor.
Sólo se mantuvo los muros, pilastras y rejas y la imagen de la Virgen, que pudo ser guardada en una casa particular.
No sé si leyenda o realidad, se refiere que la Virgen se salvó gracias al celo y arrojo de una señora de alterne del barrio, que, junto a otros devotos, la envolvieron en una manta y junto con su novio, conductor del coche, la quisieron llegar a algún lugar a salvo de los sediciosos. Un control de la Guardia de Asalto, les dio el alto a la altura del Arco de la Macarena, pero les gritaron que la mujer estaba muy mala y que la llevaban al hospital.
Terminado el
conflicto bélico fue llevada a san Lorenzo y en 1940 regresó definitivamente a
su iglesia de Ómnium Sanctorum.
El término de Ómniun Sanctorum, con que se denomina
esta iglesia, procede del latín, cuya traducción al castellano sería “De todos
los Santos” y constituye una advocación relacionada con las letanías del
Rosario, que tiene en esta iglesia la hermandad Sacramental y de Gloria,
Nuestra Señora de Ómnium Sanctorum, Madre del Amor Hermosos y Medianera
Universal de Todas las Gracias y Animas Benditas del Purgatorio.
Desde el siglo XIV, los santos eran invocados durante
o al final del Rosario. El sistematizador de la devoción de este rezo, Alain de
la Roche, recomendaba que después de las ciento cincuenta avemarías, se rezase
alguna de aquellos Santos de la devoción particular de cada uno. En la
recitación del Rosario una primera parte se dedicaba a la Encarnación de
Cristo, la segunda a su Padre y la tercera a la santísima Virgen y a todos los
santos.
El culto de los santos se extendió tanto en el siglo XVI,
que se encuentra, en la segunda parte del Avemaría, un añadido que dice: “Todos
los Santos, Santísima Madre de Dios ruega por nosotros”
EXTERIOR
Fachada principal, en la calle Feria.
Data
de la segunda mitad del siglo XIII, su cabecera es idéntica a las de san Andrés
y san Esteban y se atribuyen a un desconocido autor, conocido como “El Maestro”
de 1356.
Presenta una portada abocinada de piedra, adelantada respecto al resto del paramento, y constituida por un arco apuntado u ojival con arquivoltas decoradas con puntas de diamantes y baquetones inferiores.
Portada abocinada con
arco apuntado u ojival con arquivoltas.
En la línea de impostas se
disponen relieves con cabezas humanas, actualmente muy erosionadas.
Sobre el dintel de la portada se abre una
ventana mudéjar, realizada en la reconstrucción de 1356, que consta de dos
arcos de ojiva y de arabá de ladrillos rojizos y un rosetón gótico, adornado
con estrellas, para la iluminación de la nave central, y dos más pequeños para
las naves laterales.
Ventana mudéjar y
Rosetón lateral
izquierdo y derecho
En el lateral derecho de la portada principal
se sitúa un retablo cerámico de la “Virgen de Todos los Santos” obra de Antonio
Kiernam Flores de 1828, de la fábrica de Santa Ana.
A los pies del retablo cerámico de la “Virgen
de todos los Santos”, una placa cerámica recuerda el cincuentenario fundacional
de la Hermandad de los Javieres.
En el lateral izquierdo de la portada principal, desde 1816, se encuentra embutida una cruz de forja, denominada “Cruz de los Carboneros” o “Cruz del Garfio”, situada antiguamente en la calle del Carbón o del Peso del Carbón, actual Peris Mencheta.
Poseía un garfio donde
los mozos de este gremio colgaban sus romanas, para pesar sus mercancías,
dejando a cambio una pequeña cantidad para el culto a la Santa Cruz.
Portada del muro sur de la zona de la Epistola, en la calle Palacios Malaver.
Es muy semejante a la portada principal, aunque bastante más deteriorada, sobre todo en la zona baja de las jambas.
Construida en el último tercio del siglo XIV, se compone de una portada pétrea de tejaroz con canecillos o canes de cabezas zoomórficas muy deterioradas.
Bajo estos, se encuentra un gran arco apuntado con baquetones y
encima del mismo tres hornacinas vacías con doseletes.
Junto a esta portada figura un retablo cerámico
de la Virgen del Carmen, firmado por cerámicas Montalván en 1946 y que obliga al rezo por las Ánimas Benditas del Purgatorio.
En la pared lateral una nueva ventana mudéjar y
un “Guarda Carro” en la esquina de Palacios Malaver.
Fachada a la calle
Palacios Malaver
Tejaroz con canes de
cabezas zoomórficas y hornacina central vacía
Portada y detalles delas
hornacinas laterales vacías
Azulejo de la Virgen del Carmen y la ánimas benditas del purgatorio
Ventana mudéjar y
Portada del muro norte, zona del Evangelio, en el pasillo que separa el templo del Mercado.
Es similar a las otras dos, pero esta cegada y presenta menos elementos decorativos y es ocupada por las sillas del bar colindante.
En esta fachada hay una placa de mármol, posiblemente se trata de una placa funeraria, ilegible por su deterioro.
Portada cegada del
Evangelio
Placa funeraria
Parte trasera del templo.
Se puede observar la protuberancia
poligonal del ábside del presbiterio, con contrafuertes en las aristas y altas
ventanas góticas entre ellas, y remate con almenas piramidales, formando un
conjunto enormemente parecido al de san Esteban.
Trasera del templo
Desde la estrechez de la plaza Pedro Calderón de la Barca se puede
apreciar la conjunción de tres edificios diferentes, al fondo el ábside de la
iglesia Ómnium Sanctorum, a la izquierda el Palacio del Marqués de la Algaba y
a la derecha el Mercado de la Macarena.
Al fondo el ábside de la
iglesia Ómnium Sanctorum, a la izquierda el Palacio del Marqués de la Algaba y
a la derecha el Mercado de la Macarena.
TORRE
La torre se sitúa en la esquina entre las portadas principal y del Evangelio, y no hay acuerdo entre los estudiosos sobre su edad.
Para Gestoso,
fue construida después de 1251, posteriormente a la reconquista de Sevilla por
Fernando III, otros eruditos la consideran de la época de Pedro I y otros
historiadores la consideran de principios del siglo XV y finalmente otros creen que es el
alminar de la mezquita.
La torre es de base cuadrada y está realizada en ladrillo, con huecos que presentan característicos arcos polibulados bajo alfiz.
En sus parámetros presenta paños de “sebka”, en cada una de sus caras,
similares a los de la Giralda, con pequeños arcos ciegos entrelazados.
La fachada norte posee un hueco con balcón de los siglos XIV y XV y encima un cuadro de ladrillos, la sur se adorna con atauriques ajacarados.
Recrecida posteriormente para incorpórale el cuerpo de campanas, con dos
vanos de arcos de medio punto a los cuatro frentes, con un remate superior de
base cuadrada y pilastras adosadas, con cornisa volada sostenida por canecillos
del siglo XIV y un alto chapitel de azulejería de base hexagonal coronado con
una cruz de forja.
Visión frontal de la
torre al lado de la pared principal
Hueco con arco
polibulado bajo alfiz
Paño de “sebka” sobre el
hueco de arco polibulado
Cuerpo de campanas sobre
el paño de “sebka”
Visión de la cara norte
desde la calle Feria
Visión de la cara norte
desde la callejuela con el Mercado
Cuerpo de campanas con
el remate superior.
Detalle de la cruz de forja y detalle de la veleta
La veleta presenta una flecha curvada
por viento. Es el viento que hará sonar la trompeta que anunciará el fin del
mundo y la resurrección de los muertos. Un cordero grande, que parece un caballo,
llevando un banderín, es el codero del Apocalipsis. Está subido a un libro con
siete borlas, es el "Libro de los Siete Sellos" que será abierto por el cordero.
El cordero representa a Cristo “El cordero de Dios que quita los pecados del
mundo”
La iglesia se realiza sobre una planta cuadrada, que interiormente se distribuye en tres naves de cinco tramos, siendo la nave central más ancha y alta que las laterales.
Se sustenta por pilares
cuadrangulares de ladrillo, que separan las naves, sobre los cuales se apoyan
arcos apuntados que sostiene una techumbre moderna de madera que imita el
artesonado mudéjar, destruido tras el incendio de 1936, de par y nudillo la
central y de colgadizo las laterales.
Presenta una cabecera muy pronunciada para
alojar el presbiterio, que ocupa la totalidad de la cabecera del templo y que
se organiza en tres tramos cortos más otro pentagonal, todos cubiertos por una
bóveda de crucería del siglo XIV, que es de los pocos restos salvados del
incendio, cuya estabilidad queda reforzada por el exterior mediante potentes
contrafuertes.
Vista general del
templo, sus tres naves, desde los pies
Vista de la cabecera y
presbiterio con bóveda de crucería
Vista general del
templo, sus tres naves, desde la cabecera
Artesonado de la nave
central
Techumbre de colgadizo
de las naves laterales
Al comienzo de cada nave existen ambas pilas de agua bendita y destacamos
las ventanas laterales de iluminación del templo.
Desde los pies
de la nave a la cabecera, lo primero en la pared de los pies de la nave es un
tapiz desconocido.
Seguidamente, en el primer tramo, a los pies de la nave, se encuentran
las imágenes de la Hermandad de las Maravillas de María y Cofradía de Nazarenos
de Nuestro Padre Jesús de la Paz y Nuestra Señora del Carmen en sus misterios
Dolorosos, fundada en 1983 por marineros militares de san Fernando, y que
realizó su primera estación de penitencia en el año 2007.
Primer tramo de la nave
del presbiterio
Componen el conjunto, Nuestro Padre Jesús de la Paz, de Francisco José
Reyes Villadiego de 1990, Nuestra Señora del Carmen de Francisco Berlanga de
Ávila de 1984 y San Juan Evangelista, también de Francisco Jose Reyes
Villadiego del año 2.000.
La Hermandad dispone de dos pasos, el primero representa el pasaje
Evangélico de las Negaciones de San Pedro, según San Juan, cuando canta el
gallo. Lo encabeza Nuestro Padre Jesús de la Paz y lo acompañan las imágenes
secundarias de san Juan, san Pedro, un soldado romano, una criada de Anás, un judío
que pretende figurar a Malco y Jose de Arimatea, obras de Francisco Reyes
Villadiego, en total nueve son los personajes que integran el misterio. En el
segundo paso, la Virgen del Carmen, bajo palio azul.
Conjunto de la Hermandad
de las Maravillas de María y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la
Paz y Nuestra Señora del Carmen en sus misterios Dolorosos
Nuestro Padre Jesús de
la Paz
Detalle de Nuestro Padre
Jesús de la Paz
Seguidamente un pequeño retablo de la virgen de Gloria
de las Maravillas de María con un cuadro encima de los que no tengo
información.
Retablo de las
Maravillas de María
Detalle de las
Maravillas de María
Adoración de los
pastores. Donado por D. Manuel Ortega
Seguidamente, en el segundo tramo, el retablo de san Antonio de Padua, que porta un niño en sus brazos y es de autor desconocido.
A la izquierda la Virgen con el Niño, a la derecha santa Rita y el Arcángel san Miguel en el ático.
Debajo existe una hornacina
pequeña de cristal con una imagen de Santa Teresa de Jesús.
Segundo tramo de la nave
del presbiterio
Retablo de san Antonio
de Padua
San Antonio de Padua
La Virgen con el niño
Santa Rita
Seguidamente un
espacio con las fotos de los Papas San Juan XXIII y san Pio XII, dos cuadros y
un relieve del Cristo de Cuba.
Cristo de Cuba
Seguidamente
en el tercer tramo, el cajón de la puerta del presbiterio, y un nuevo espacio
con un cuadro superior y uno inferior con la Virgen del Rocío.
Tercer tramo
A continuación, el retablo barroco de San José, del siglo XVII, procedente de la localidad de Osuna, con un arco abocinado, en cuyo centro se abre una hornacina donde se sitúa el titular con el niño.
En el ático una
pintura de la Virgen con el Niño y debajo un busto de Ecce Homo.
Retablo de san José
San José
Entre este
retablo y la cabecera de la nave existen dos arcos de medio punto cegados, con
un Crucificado de mediano tamaño y una serie de cuadros, de entre ellos la
Virgen del Rocío y la del Monte, patrona de Cazalla de la Sierra, de Francisco
Maireles y san Juan Bautista, obra de Antonio Díaz Arnido.
Nuestra Señora del
Monte. Patrona de Cazalla de la Sierra
Crucificado.
Detalle de los pies del crucificado. Sagrado Corazón
Al final de la nave de la epístola, el altar del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de 1690.
La talla es atribuida a Andrés de Ocampo de 1945, y procede de la parroquia de Santa Ana de Triana, donde era conocido como “Cristo de la Venia”, porque el párroco le pedía permiso para empezar la misa.
Llegó en
los años cuarenta del siglo XX para sustituir al primitivo Cristo de la Buena
Marte, de mediados del siglo XIV, que fue quemado en los sucesos de 1936.
Le acompañan
las imágenes de la Virgen y san Juan, obras del siglo XVII, a ambos lados de la
hornacina principal.
Santísimo Cristo de la
Buena Muerte
Ático del altar. Detalle facial del Cristo de la Buena Muerte
Detalle de los pies del Cristo
de la Buena Muerte
“Hecce Homo”. En
distintos visitas está colocado en diferentes altares
La Virgen y
PRESBITERIO
Ha sufrido numerosos cambios a lo largo de los siglos. El primitivo retablo Mayor fue encargado por el caballero veinticuatro (ver) D. Diego López Ávalos y su mujer, Doña Teresa Coronado al escultor Andrés Ocampo en 1592.
De 1630 es el retablo de Diego López Bueno con pinturas de Francisco Varela.
En 1790, el patrón de la Capilla, Duque de Alburquerque, le encargó la sustitución a José Gabriel González.
El primitivo retablo fue destruido en el incendio de 1936 salvo la Virgen de Todos los Santos.
Visión del Presbiterio con su bóveda de crucería
Actualmente, en el presbiterio existe un templete realizado por José Paz Campano en 1940, inspirado en el baldaquino de la Basílica de San Pedro de Roma.
Está constituido por cuatro columnas salomónicas que sujetan el entablamento de arco mixtilíneo, rematado con una bóveda semiesférica, adornada por dentro y por fuera y rematado por una imagen de san Miguel Arcángel.
Visión del Templete del Presbiterio
Zona superior del Templete del Presbiterio
En el centro, se sitúa la imagen de "Nuestra Señora Reina de Todos los Santos", talla realizada por Roque Balduque en 1554, en madera de cedro estofada y policromada.
Fue renovada en el siglo XVII, probablemente por Duque Cornejo, dulcificando el rostro de la Virgen y modificando la posición del niño.
En el siglo XVIII, Cristóbal Ramos realizó algunas modificaciones y finalmente, en 1989, fue restaurada por Enrique Gutiérrez Carrasquilla y Fernando Soto Benavente.
Es una advocación que tiene su origen en el siglo XVI y es cultivada por una Hermandad de esta parroquia, la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora Reina de Todos los Santos.
La Virgen se sitúa de pie, con el niño en el brazo izquierdo, y un cetro en su mano derecha, con el cuerpo ligeramente girado a la izquierda presentando a su hijo como muestra del camino de salvación de los cristianos. Sobre la Virgen descansa una corona como “Reina de Todos los Santos” y se envuelve en un manto oro y azul (símbolo de la santidad) y un vestido de color Jacinto (pureza), los colores inmaculistas precedente a los que Pacheco impuso posteriormente, vestido blanco de pureza y manto azul.
Remata el templete, en su parte inferior y en los laterales, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana.
A los pies de la Virgen, seis figuras de Santos de barro, de menor tamaño, realizados por Cristóbal Ramos entre 1760 y 1770, con una simbología en relación con las letanías.
San José representa a los Patriarcas, San Lorenzo a los Mártires, San
Basilio a los Confesores, San Pedro a los Apóstoles, Santo Domingo De Guzmán
por el Santo Rosario y Santa Catalina de Alejandría por las Vírgenes.
San José y San Lorenzo. Santo Domingo de Guzmán y
Santa Catalina de Alejandría
Sagrario
Altar
En el fondo poligonal del ábside se sitúan ventanas con vidrieras que
aportan la luz al presbiterio y en los muros cuelgan una serie de pinturas sin
referencias encontradas.
Vidrieras laterales
Vidrieras superiores
Pared derecha del Presbiterio
Cuadros de la pared derecha del Presbiterio
Pared izquierda del Presbiterio
Cuadros de la pared izquierda del Presbiterio
Finalmente, a cada lado del
presbiterio hay un pulpito y en el de la derecha destacamos la presencia de un
crucificado.
Púlpito y Crucificado
MURO DEL EVANGELIO
Desde la cabecera a los pies del templo.
Muro del evangelio
En la cabecera, un retablo neoclásico del siglo XVIII, procedente de Osuna o Estepa, que, según la información recabada, estuvo presidida por una imagen de la Virgen de Fátima y posteriormente por la Virgen de Belén, que antiguamente presidía el altar de la parroquia de Belén de la calle Calatrava, hoy desaparecida.
A sus lados estaban dos tallas modernas de santa Rita y san Antonio de Padua.
Actualmente, el retablo está presidido por una talla de la Inmaculada Concepción, atribuida a Alonso Cano, con una Virgen de Fátima en el ático y dos imágenes laterales no claramente identificadas.
Dos cuadros a los lados del retablo y una ventana cegada.
Retablo de la Inmaculada
Inmaculada
Santo del lateral izquierdo y derecho
Virgen de Fátima en el ático y Ventana cegada encima del retablo
Seguidamente, se encuentran dos arcosolios, constituidos por sendos arcos apuntados. En su parte inferior, un sepulcro y encima una escultura yacente de terracota, en cada uno de los arcosolios.
El conjunto presenta una decoración con piezas de cerámica vidriadas que presentan distintos motivos decorativos, entre los que se encuentran típicas lacerias y adornos florares.
A lo largo de las sepulturas, se extiende una cenefa de azulejos, muy
deteriorados, en la que se lee: EXCMOS CONDES DE LAS TORRES DE SANCHEZ DALP.
Ello puede deberse a que al reponer en las tumbas los azulejos que estaban en
mal estado, se puso la cenefa para recordar el privilegio concedido, por la
Santa Sede, a Don Miguel Sánchez-Dalp y Calonge de Guzmán de enterrase en este
templo, por ser uno de los promotores de la restauración de la Iglesia de
Ómnium Sanctotum.
Pero, las tumbas no corresponden a ellos, porque Don Miguel falleció en
Sevilla, el 21 de febrero de 1961 a los noventa años y fue enterrado en el
cementerio de san Fernando y las sepulturas son de una antigüedad muy anterior
a 1924, que es la fecha en que el rey Alfonso XIII le concedió el título de
Conde de las Torres de Sánchez-Dalp, por su generosa labor de mecenas a favor
del mejoramiento y enriquecimiento de Sevilla.
Fragmentos de la cenefa
Por las fechas, las investigaciones sugieren que los sepulcros pudieron ser realizados para el primer Señor de la Algaba, Don Juan de Guzmán y su señora Doña Elvira y Guzmán y Aponte. Señalar que el señorío de la Algaba se consiguió en 1440 y se convirtió en marquesado por concesión, en 1568, del Rey Felipe II a Don Francisco de Guzmán y Manrique, V señor de la Algaba.
Las esculturas yacentes son atribuidas a Lorenzo Mercante de Bretaña, que en esas fechas estaba trabajando en la construcción de la Catedral (1433-1507) entre los años 1454 a 1468, para decorar los sepulcros de los Duques de Sánchez-Dalp.
La del caballero presenta barba, bigote y cabello rizado y los brazos cruzados abrazado la espada.
Escultura del caballero
Detalle de la cabeza y rostro.
La escultura de su esposa es de una gran perfección con detalles del rostro y de los cabellos, de su rica vestidura, del collar que rodea el cuello, del crucifijo sobre su pecho y del libro de oraciones abierto que sostiene entre sus manos.
Escultura de la dama
Detalle de la cabeza y rostro. Detalle de las manos
sosteniendo el libro abierto
A los
pies de cada una de las esculturas descansa un perro como símbolo de
fidelidad.
Detalle de los pies del caballero y del perro. Detalle
de los pies de la dama y del perro.
Pero, las sepulturas están vacías, quizás porque los sepulcros originales estuvieran en otro lugar de la parroquia y los cuerpos quedaran perdidos bajo los suelos o enterrados en otro templo.
Encima de los arcosolios se aprecia un crucificado de piedra, unos cuadros y un pequeño retablo.
Crucificado y detalle de la cara
Detalle de los pies del crucificado
Cuadro de la cena
Junto a estas sepulturas, se halla un retablo barroco, fechable hacia
1780, procedente de Herrera, de estilo rococó, y que sigue modelos lebrijanos
en su decoración tardobarroca de hojarascas y espejitos, en cuya hornacina
sitúa una imagen moderna del Sagrado Corazón de Jesús (1950) realizada
en escayola con Santa Rita de Casía en el ático y pinturas a ambos lados.
Retablo del Sagrado Corazón de Jesús
Detalle del Sagrado Corazón de Jesús. Santa
Rita de Casía
Seguidamente, pasado el cajón de la puerta del Evangelio, una repisa con la talla de San Francisco de Paula del siglo XVII, con báculo y copón, vestido a estilo bizantino, y a los lados santa Justa y santa Rufina.
Parece que las santas que acompañan a San Francisco de Paula, no corresponden con Santa Justa y Rufina; sino que son Santa Bárbara (torre) y Santa Apolonia (tenazas), la figura de Santa Apolonia es muy desconocida en nuestra ciudad, se representa con unas tenazas en alusión a su martirio, es la patrona de los dentistas.
San Francisco de Paula
Más adelante, la “Capilla de las Ánimas” de principios del siglo XVII, está cubierta por una bóveda de crucería y está presidida por una pintura del siglo XVIII de las Ánimas Benditas, ante la cual se ha colocado la imagen de la Virgen de Fátima que antes presidía el retablo de la cabecera del Evangelio.
La pared está cubierta por diferentes cuadros.
Detalle de la Virgen de Fátima y Ecce Homo
Seguidamente
la Capilla de los Cervantes o Capilla Bautismal, cerrada por una antigua reja
de madera tallada y cubierta por una cúpula octogonal sobre trompas, donde
reciben culto las imágenes titulares de la Hermandad de los Javieres.
Se trata de la antigua capilla funeraria del caballero Gonzalo Gómez de Cervantes, del siglo XV, según atestigua la heráldica de la reja de acceso y según constaba en el antiguo retablo de Varela desaparecido en el incendio de 1936.
En ella se sitúa el conocido Pendón Verde, antigua insigna musulmana utilizada como enseña en el motín de dicho nombre que ocurrió en la zona de la calle Feria en 1521.
Actualmente aloja a las imágenes de la Hermandad de los Javieres, así
denominada por haberse fundado en 1945 por los Congregantes Marianos o
Asociación de la Inmaculada y San Francisco Javier de la iglesia Jesuita del
Sagrado Corazón de la calle Jesús del Gran Poder.
Se denomina Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las
Almas, María Santísima de Gracia y Amparo, María Inmaculada y San Francisco
Javier.
El Santísimo Cristo de las Almas fue tallado por el escultor portugués Jose Luis Pires Azcárraga en 1945, se celebró el acto de bendición en 1947 y se estrenó en 1957, saliendo de la Iglesia de los Jesuitas, donde nació la Hermandad.
Fue reformado por Espinosa de los Monteros y
restaurado por Jesús Santos y Juan Manuel Miñarro, que encontró en el interior
de la imagen el documento que atestiguaba su autoría. Lo curioso es que el
papel en el que aparecía la autoría se encontraba dentro de un frasco de
medicina, pues parece que Pirés padecía de estómago y tomaba unas determinadas
pastillas para combatir el dolor.
La talla
de Nuestra Señora de Gracia y Amparo es una dolorosa que encargaron los
congregantes marianos al escultor José Rodríguez Fernández-Andes en 1936 y cuya
policromía actual corresponde a Ramos Corona.
La imagen de San Juan se atribuye a José Montes de Oca del siglo XVIII,
siendo quizás su origen un San José al que Francisco Buiza añadiría un cuerpo
nuevo en el siglo XX.
En el muro izquierdo de la capilla, hay una hornacina donde reside una
imagen de Francisco Javier, cotitular de la Hermandad, pero en una segunda
visita está ocupada por una pequeña Virgen y en el muro derecho un retablo
cerámico del Bautismo de Jesucristo.
En la
entrada de la capilla existe una placa marmórea: “En el año de 1340 fundose en
esta capilla de Jesús Nazareno la Hermandad del mismo nombre o de las cinco
plagas, aprovosen sus reglas por el Señor Don Nuño el 22 de febrero de 1356, en
la noche del 14 de abril de este año hizo su primera procesión a los campos
extramuros de esta ciudad. Renovose esto el 9 de marzo de 1990”. Esta Hermandad
de Nuestro Padre Jesús Nazareno o de las Cinco Plagas, es la que hoy conocemos
como Hermandad de “El Silencio” por lo que se fundó en esta iglesia de Ómnium
Sanctorum y se la considera como la Hermandad más antigua de las que
actualmente participan en nuestra Semana Santa.
A los pies de la nave se
encuentra, normalmente, el altar de la Inmaculada Concepción, cotitular de la
Hermandad de los Javieres, obra de Manuel Escamilla basándose en la talla de
Alonso Cano que se conserva en la parroquia de san Julián, pero en una segunda
visita está ocupado por san Francisco Javier.
PIE DEL TEMPLO
A los pies de la nave
destacamos el coro y el óculo principal y dos cruces, una a cada lado del cajón
de la puerta principal.
A la derecha cuelga la “Cruz
de Caravaca”. Es una cruz de hierro forjado, sostenido por dos ángeles
tenates, que se fecha en el siglo XVI siendo renovada en 1839. Parece ser que
fue erguida por una hermandad consagrada a exaltar el culto de la Santa Cruz de
Caravaca. Estuvo situada en la confluencia de la calle Correduría con la Cruz
Verde y la calle Feria, que se llamó Plaza de la Cruz de Caravaca en honor a
esta cruz de hierro. Fue retirada en 1840 cuando el Ayuntamiento acordó eliminarla
de la vía pública.
Su nombre lo recibe de la ciudad de Caravaca de la Cruz, donde se
conserva desde el siglo XIII y se cree que fue traída a España por Santiago el
Mayor en el siglo XII.
Se relaciona con el milagro ocurrido en la localidad murciana de dicho
nombre el 3 de mayo de 1232 cuando un sacerdote, Don Ginés Pérez, al celebrar
la misa notó que faltaba la cruz y esta apareció portada por ángeles. Se cuenta
“Cuando el rey musulmán Zayd Abu Zayd preguntó al sacerdote sobre cuál era su
oficio, este le respondió que debía evangelizar y enseñar la palabra cristiana
en la misa. El rey, por curiosidad, le pidió una demostración, a lo que el
sacerdote le contestó que faltaba un elemento muy importante, la Santa Cruz. En
ese instante, dos ángeles entraron en el recinto cargando la Cruz de Caravaca
posándose en la punta del altar. Esto causó tanta impresión a Zayd y sus
seguidores que se convirtieron al cristianismo”
Esta Cruz simboliza la unión a través de los brazos de la Cruz,
combinando el aspecto espiritual con la esencia del ser humano. Debido a su
gran poder, esta cruz se convirtió en el elemento clave de los rituales de
exorcismo, ya que se piensa que solo su presencia es capaz de expulsar
cualquier entidad del infierno.
A la izquierda cuelga la “Cruz de Linos” que es una cruz
de carneros de 1649, que señalaba la existencia de un cementerio en forma de
carnero o fosas comunes de los muchos que hubo que abrir en Sevilla por la
epidemia de Peste procedente de África y que asoló la ciudad provocando la
muerte de casi la mitad de la población.
Su nombre procede de su situación en la calle Linos, actualmente no
existente en el nomenclátor, y que correspondería con el trozo de la calle
Feria que va desde el Mercado e Iglesia de Ómnium Sanctorum hasta la calle
Resolana.
Se retiró de su emplazamiento original en 1841 y se colocó en la iglesia
de Ómnium sanctorum en 1854.
Es una gran cruz de hierro forjado que en el centro tiene un anagrama de
María constelado por la corona de espinas. Los brazos de la cruz y el haz de
rayos que emerge del centro está decorado con flores.
VIA CRUCIS