RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
Santa Teresa de Jesús.
Santa
Teresa de Jesús, de nombre
secular Teresa Sánchez de Cepeda
Dávila y Ahumada, nació el miércoles 28 de marzo de 1515. Suele
considerarse que nació en la ciudad de Ávila, pero es posible que naciese en la
casa de campo del municipio de Gotarrendura, en la provincia de Ávila.
Fue bautizada en la Iglesia de San Juan de la
ciudad de Ávila. Sus padrinos fueron María del Águila, hija de Francisco
Pajares, un amigo de la familia, y un tal "Vela Núñez", que tal vez
fuese familia de Blasco Núñez Vela, primer virrey de Perú.
Su abuelo paterno, Juan Sánchez de Toledo, afortunado
mercader, rico comerciante de paños y
sederías, casado con Inés
de Cepeda Dávila, nacida en Tordesillas, era de origen judío converso y fue procesado por la Inquisición en 1485 y obligado a
llevar el sambenito durante siete viernes, por ello, la familia tuvo que
abandonar su floreciente negocio de paños en Toledo y trasladarse a Ávila, en
1493, con menos posibilidades, pero donde nadie los conocía ni sabía de su
desgracia con el Santo Oficio, y donde pudo educar a sus
hijos cristianamente.
No obstante, continuó viajando habitualmente a
Toledo y a Salamanca, y también se dedicó a recaudar impuestos para
la Hacienda Real, la municipalidad y las autoridades eclesiásticas. Compró
tierras en Ortigosa de Rioalmar, en el municipio de Manjabálago y abandonó sus
negocios de mercader para pasar a vivir de la agricultura.
En 1500 pudo obtener el reconocimiento de
hidalguía con ejecutoria presentando pleito ante la Real Chancilleria de
Ciudad Real.
De sus cuatro hijos, Alonso Sánchez de Cepeda, padre
de Teresa, se casó en 1505 con Catalina de Peso y Henao e instaló su domicilio
en la antigua “Casa de la Moneda”, en el barrio aristocrático de Ávila.
La mujer murió,
de peste bubónica, dos años después, el 8 de septiembre de 1507, dejándole dos
hijos: María y Juan Vázquez de Cepeda.
El 14 de mayo de 1509 Alonso contrajo segundas nupcias
con Beatriz de Ahumada, que residía en Olmedo con su madre, Teresa de las
Cuevas. La boda se celebró en Gotarrendura,
donde los padres de Beatriz tenia casa señorial.
Alonso vivió de sus tierras agrícolas
en Ortigosa de Rioalmar, provincia de Ávila, provincia de Valladolid, pero como
tenía doce hijos a su cargo y esas tierras no eran especialmente productivas,
su riqueza disminuyó.
Beatriz murió en 1528, probablemente
tras el nacimiento de su última hija.
Alonso pudo darle una dote de
200 000 maravedís a su hija María en 1531 para su matrimonio con Martín de
Guzmán y Barrientos, pero tuvo que pedir préstamos e hipotecar unas tierras.
Juana se casó con Juan de Ovalle.
Todos los hijos varones fueron militares.
Juan Vázquez fue capitán de infantería en el norte de
África y murió en combate en Italia hacia 1528.
Hernando fue el primero que se fue a América, en fecha
desconocida. Murió en san Juan de Pasto, virreinato de Nueva Granada, donde era
teniente de gobernador, en 1565.
Rodrigo se unió a la expedición
de Pedro de Mendoza. Partió de Sevilla en agosto de 1535 y llegó
al Rio de la Plata. Murió en una batalla contra los mapuches el 10 de
agosto de 1557 en Chile.
Jerónimo y Lorenzo partieron en 1540 en la expedición
de Cristóbal Vaca de Castro, enviado por Carlos I a remediar la guerra
civil declarada en el actual Perú entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro.
Hernando, Lorenzo, Jerónimo y Antonio estuvieron entre
las tropas que fueron a prestar ayuda al virrey Blasco Núñez Vela y
combatieron en la Batalla de Iñaquito, Ecuador, el 18 de enero de 1546,
contra Gonzalo Pizarro. El virrey murió y los cuatro hermanos resultaron
heridos. Antonio murió del 20 de enero por la herida que recibió en aquella
batalla. Posteriormente, Lorenzo y Jerónimo sirvieron al nuevo virrey enviado
por Carlos I, Pedro de la Gasca, y recibieron a su hermano Agustín en 1546.
Agustín participó en la Batalla de
Jaquijahuana en 1548, donde los rebeldes de Gonzalo Pizarro fueron
derrotados definitivamente. Poco después, Agustín regresó a España.
Lorenzo fue corregidor en varias ciudades fundadas por
los españoles y luchó contra los ataques de los indios. Regresó a España en
1575.
Pedro formó parte de las
expediciones que se hicieron desde las islas del Caribe hasta
Florida y otras regiones de Norteamérica.
Teresa
no asistió a ninguna escuela y no sabía latín, por lo que eso le excluía de
poder realizar cualquier educación secundaria, pues entonces la enseñanza
estaba reservada a los varones, pero su madre se preocupó de que supiera leer y
escribir. La pérdida de su madre en
noviembre de 1528, cuando tenía trece o catorce años, le provocó un gran vacío afectivo.
La educación de
Santa Teresa. García Miranda, Juan. 1735. Óleo sobre lienzo. 162 x 226 cm.
Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0
En 1531, Alonso recogió a su
hija Teresa en el Convento de monjas Agustinas Santa María de Gracia, como
doncella de piso. Este convento fue fundado por una mujer de Ávila, Mencía
López, por bula del papa Julio II el 28 de septiembre de 1508. Este convento tenía una pensión donde se
enseñaba a las jóvenes labores de bordado y prácticas religiosas, mientras
estaban en espera de casarse.
Pasó en este convento dieciocho meses, y María de Briceño, maestra de novicias y de las
doncellas, fue una influencia muy positiva para
que Teresa aprendiese sobre oración y vida espiritual y se decidiera a ser
monja.
Afectada por una enfermedad de la que se tienen escasas
referencias, Teresa volvió a su casa donde ofició como ama de casa durante unos
tres años.
Pero, a medida que se hace mayor, la vocación religiosa
se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del
mundo. Una amiga suya ingresa en la Encarnación y sus conversaciones la llevan
al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre,
como postulanta en este Convento de la Encarnación de Ávila, de carmelitas, el
2 de noviembre de 1535.
Teresa
comenzó su noviciado el 2 de noviembre de 1536 y profesó como monja el día 3 de
noviembre de 1537.
Tras
entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una
cardiopatía no definida y otras molestias. Los médicos de Ávila eran incapaces
de curar a Teresa y a Alonso Sánchez le hablaron de una curandera que obraba
prodigios en Becedas, provincia de Ávila. De camino a Becedas les informaron
de que la curandera no atendía en invierno, porque utilizaba plantas que
solamente estaban en primavera. Decidieron esperar hasta la primavera de 1539
en la casa de campo de su hermana, María de Cepeda, en Castellanos de la
Cañada.
La curandera comenzó sometiéndola a una purga diaria
durante un mes con varios tipos de hierbas y también pociones hechas con uñas
de rana, alas de mosca y excrementos de culebra, con lo que empeoró y a
mediados de julio de 1539, su padre la llevó de nuevo a Ávila.
El 15 de agosto de 1539 (solemnidad de la Asunción de
María) sufrió un ataque agudo y violento de convulsiones seguidas de pérdida
absoluta de conocimiento, hasta tal punto que fue considerada muerta. Se había
tratado de un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días.
Tras dicho coma quedó tetrapléjica, solo podía mover un
dedo, por lo que tuvo que seguir un largo periodo de recuperación, quedándole
secuelas definitivas, como catarros de repetición,
migrañas, fiebre, con dolores de la garganta, afectación hepática, gástrica,
renal y cardiaca.
A pesar de todo, a finales de
agosto de 1539 pide que la lleven de nuevo al convento, donde pasa a reposar en
la enfermería del convento y logrará retomar la vida conventual en abril de
1542. Aunque abandona el cenobio durante una temporada para cuidar de su padre,
que falleció el 24 de diciembre de 1543.
En 1555 una recaída en su
enfermedad la llevó a pasar un tiempo en casa de una pariente, Mencía del
Águila y posteriormente, hasta 1558, en la de Guiomar de Ulloa, viuda del
terrateniente de Salobaralejo, Francisco Dávila.
En 1558
tuvo su primer rapto y la visión del infierno. El 29 de junio de 1559,
mientras estaba rezando, tuvo la sensación de que Cristo estaba a su derecha y
le hablaba.
Aparición de Cristo a Santa
Teresa de Jesús. Cano, Alonso. 1629. Óleo sobre lienzo. 99 x 43,5 cm. Museo del
Prado. No expuesto. CC BY 3.0
En abril
de 1560, cuando estaba en casa de Guiomar de Ulloa, se produjo la
Transverberación:
“Vi a un ángel hacia el lado izquierdo en forma
corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido
que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale
en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un
poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me
llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba
toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar
aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor
que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No
es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo
algo, y aun harto”. (Vida. Capítulo 29).
Este acontecimiento, también
conocido como el “Éxtasis de Santa Teresa”, ha tenido una gran relevancia en la
devoción y el arte católicos. El papa Benedicto XIII estableció el 26 de
marzo de 1726 la fiesta de la Transverberación del corazón de santa Teresa el
día 25 de agosto.
El Éxtasis de Santa Teresa. Bernini, Gian Lorenzo. 1645-1652. Mármol. Iglesia de Santa María de la Victoria. Roma (CC BY 3-0)
La transverberación de Santa Teresa. Óbidos, Josefa de. 1672.
Óleo sobre tela. 108 x 140 cm. Iglesia Matriz de Cascais. (CC BY 3.0)
Pero, Santa Teresa sufrió una gran frustración en el
Monasterio de la Encarnación. Muchas de las monjas eran mujeres sinceramente
convencidas y con vocación religiosa, pero otras eran hijas segundonas de
buenas familias a quienes sus padres no habían conseguido un matrimonio
“adecuado” conforme a su condición, otras eran viudas piadosas, hijas rebeldes
o descarriadas de alcurnia. Las llamadas “doñas” tenían amplias habitaciones
con cocina, despensa, oratorio, recibidor y alcoba propia, llevaban vestidos,
joyas, alimentos y hasta servidumbre privada al convento. De ellas escribirá
Santa Teresa que “están con más peligro que en el mundo” y que “es preferible
casarlas muy bajamente que meterlas en monasterios”. Esto hizo que la santa se
decidiera a buscar un camino nuevo, el retorno a la pureza de vida, a la regla
originaria, a la verdad evangélica, lo que le llevó
a la reforma del Carmelo, para volver a la austeridad, la pobreza y
la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelita.
La
hermana de Teresa, Juana de Ahumada, y su esposo, Juan de Ovalle, que vivían en
Alba de Tormes, compraron una casa en Ávila y se instalaron en ella con sus
hijos, con el propósito de que en el futuro sirviera de sede para la fundación.
En
1561, Gonzalo de Ovalle sobrino de la santa, niño de corta edad, hijo de este
matrimonio, apareció muerto en esta casa de Ávila, que se estaba adecuando para
convento carmelita. El niño volvió a la vida tras las oraciones de la Santa.
Primer milagro
de Santa Teresa de Jesús. Resurrección de su sobrino Gonzalo Valle, hijo de su
hermana, Juana de Ahumada. Madrazo y Kuntz, Luis de. 1855. Óleo sobre lienzo.
106 x 132 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. CC BY 3.0
El 7 de febrero de 1562 se obtuvo el
Breve Pontificio que le autorizaba a fundar un convento que dependiera del
obispo de Ávila y el Convento de san Jose se abrió el 24 de agosto de 1562. El
sacerdote Gaspar Dávila dio la primera misa recibiendo a las cuatro primeras
novicias y dos monjas del Convento de la Encarnación, en la ceremonia del
ordinario de la Orden, con el hábito y Regla Primitiva de Nuestra Señora del
Monte Carmelo.
El Convento de San José en Ávila (CC BY 3.0)
Teresa
nombró priora a Ana de San Juan, que provenía de la Encarnación, pero en 1563 esta
monja regresó a su Convento de la Encarnación, y Teresa pasó a ser la priora. y
escribió las Constituciones, que fueron aprobadas por el obispo de Ávila,
Álvaro de Mendoza, y por el papa Pío IV en 1565.
La vida
del convento era muy austera, dormían en jergones de paja, se abstenían por
completo de comer carne, consagraban ocho meses del año a los rigores del
ayuno, desde el Día de la Exaltación de la Santa Cruz, en septiembre, hasta la
Pascua de Resurrección, excepto los domingos y a las religiosas que
argumentasen motivos de salud. Se dedicaban a la oración, las labores
cotidianas y la costura.
Gran aficionada
a la lectura, Teresa siempre aconsejó a sus monjas que fueran lectoras de los
buenos libros, que “son alimento para el alma como la comida lo es para el
cuerpo”. Ella misma enseñó a leer y escribir a algunas de las novicias que
ingresaron analfabetas en los conventos.
Igualmente,
Teresa era una gran aficionada a escribir, en una época que no se admitía que
las mujeres fueran letradas, que tuvieran una vida activa de relaciones
personales y, mucho menos, que se dedicaran a escribir. El padre Diego Yanguas,
confesor de Santa Teresa, le ordenó quemar su comentario sobre los pasajes del “Cantar
de los cantares” de Salomón, leídos en las oraciones matinales de las
Carmelitas, porque no se podía consentir una interpretación de la Sagrada
Escritura hecha por una mujer.
Una
innovación fueron los periodos de recreo. Para Teresa era muy importante que
las monjas estuviesen alegres. Había dos periodos de recreo al día, en los que
se dedicaban a cosas como cantar y a organizar concursos poéticos.
Otra
innovación eran las ermitas, dentro del convento, donde las monjas se podían
recluir voluntariamente para meditar y rezar.
El 13 de
julio de 1563 Teresa se "descalzó", y en lugar de los zapatos, que se
usaban en el convento de la Encarnación, pasó a llevar unas alpargatas de
cáñamo. Las demás religiosas hicieron lo mismo y por ello pasaron a ser
conocidas como carmelitas descalzas.
Desde la fundación del Convento de San José de Ávila,
Teresa contó con la ayuda y la compañía habituales del sacerdote Julián de
Ávila, que actuó como su secretario personal ayudándole a fundar otros
conventos.
El 15 de agosto de 1567
fundaron el Convento de San José de Medina del Campo.
El 11 de abril de 1568 se fundó el Convento de San José del Monte Carmelo
de Malagón.
El 28 de
noviembre de 1568 se fundó el Monasterio de Duruelo.
El 23 de junio
de 1569, Teresa fundó el Convento de Nuestra Señora de la Consolación de
Pastrana de carmelitas descalzas, a instancias Ana de Mendoza, princesa de
Éboli, pero dicha princesa, a la muerte de su marido, se vistió con un hábito y
se trasladó a vivir al convento acompañada por un gran séquito de sirvientes,
con gran ostentación, lo que chocó con la austeridad de Santa Teresa, y la
convirtió en su enemiga. Obtuvo el manuscrito original de la
autobiografía “El libro de la Vida” y lo divulgó sin su permiso y fue
utilizado por la Inquisición para acusarla (ver).
Ana Hurtado de
Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo. Princesa de Éboli (CC BY 3.0)
El 15 de
agosto de 1569 se pudo dar la primera misa en el Convento de la Concepción de
Nuestra Señora de Monte Carmelo de Valladolid. En este convento Juan de Santo Matías,
que iba como capellán de las monjas, se puso el hábito de carmelita descalzo y
cambió su nombre por Juan de la Cruz.
En 1570 se
fundó un convento de carmelitas descalzas en Salamanca.
El 24 de enero de 1571 se fundó el Convento de Nuestra
Señora de la Anunciación de Alba de Tormes propiciado por Teresa Layz, esposa
de Francisco Velázquez, que trabajaba para el duque de Alba.
Convento de la Anunciación, Alba de Tormes. CC BY 3.0
El 8 de octubre de 1571 el provincial Ángel de Salazar le
dijo al visitador apostólico que el Convento de la Encarnación de Ávila, de
carmelitas calzadas, necesitaba de mejoras y le propuso que Teresa fuese la
priora, pero las monjas no la aceptaban. Y Teresa convocó a la comunidad en
el coro alto y, se sentó en el lugar que ocupaba antiguamente, cuando
era una simple monja y en la silla prioral, colocó la imagen de la Virgen de la
Clemencia y, entre sus manos, las llaves del convento, con lo que cada una de
las monjas le rindió obediencia a la nueva priora. Dejó de ser priora del
Convento de la Encarnación de Ávila el 6 de octubre de 1574
El 18 de noviembre de 1572, durante la misa en el
Convento de la Encarnación, cuando san Juan de la Cruz, confesor y director
espiritual de las monjas de la Encarnación, partió la Sagrada Forma en la
Eucaristía, Teresa escuchó que el Señor le decía: "No hayas miedo, hija,
que nadie sea parte para quitarte de mí". A esto se le llamó el matrimonio
espiritual de santa Teresa.
En las investigaciones previas
al proceso de beatificación, que empezaron en 1595, se recogieron varios
testimonios de que Teresa levitaba en algunos de sus estados místicos. La
monja Ana de los Ángeles relató que a veces entraba en éxtasis y que "con
la eficacia del divino espíritu" se elevaba por encima del suelo. La monja
Ana de la Encarnación contó que un día de 1574, en el convento de Segovia,
santa Teresa levitó durante media hora. A veces,
para no levitar, se agarraba a la reja de la capilla
El 24 de febrero de 1575, fundaron el Convento de San José
de Beas de Segura (Jaén).
Jerónimo de la Madre de Dios le propuso a Teresa fundar un
convento de carmelitas descalzas en Sevilla. Teresa no quiso por razones que se
desconocen, pero terminó dejándose convencer.
Partió el 18
de mayo de 1575, cuando tenía 60 años cumplidos,
y después de pasar por un viaje
incómodo y con la salud tocada, acompañada de seis religiosas y
tres religiosos, todos en cuatro carros.
En mayo de 1575, santa Teresa llegó a Sevilla la
ciudad más habitada de España debido a su condición de puerta y comercio de
Indias.
Teresa pretendía fundar un nuevo convento, contando con la protección de
Leonor de Valera, su primera bienhechora, pero estando bajo vigilancia del
Santo Oficio por culpa de bulos y calumnias (entre los inquisidores de ese
momento estaba el licenciado Carpio, tío de Lope de Vega).
Se instalaron en una casa sin ninguna comodidad, sin muebles
y sin comida. Tampoco tenían dinero.
Tuvo que enfrentarse a la oposición del
propio clero sevillano, ya que el arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval al parecer no quería que en ella se fundaran más monasterios de
pobreza y limosnas, porque ya había demasiados conventos en la ciudad. Pero
finalmente lo promovió al quedar fascinado por el carisma de Teresa.
Por cierto, este arzobispo contribuyó a
la fundación de la Hermandad y Cofradía de la Expiración de Nuestro Señor
Jesucristo (futura Hermandad del Museo), que en el año 1575 irrumpió en el
universo cofrade promovida por el gremio de los plateros.
Funda el
primer monasterio en la calle de las Armas (actual Alfonso XII) y el segundo en
un edificio de la calle de la Pajería (actual Zaragoza), donde una placa lo
recuerda, gracias a la aportación de 6.000 ducados por parte de su hermano
Lorenzo de Cepeda, que había hecho fortuna durante su estancia en Perú.
Edificio de la
calle Zaragoza, antigua de la Pajería
Placa recordatoria
La inauguración solemne se realizó el 3 de junio de 1576. El
arzobispo instaló el Santísimo Sacramento en la capilla del Convento y antes de
partir bendijo a Teresa y luego, ante el asombro general, le pidió a Teresa que
le bendijera a él.
El traslado de las
monjas a este segundo edificio se realiza 1 de mayo de 1576, pero el solar era
colindante con el convento de san Francisco y los monjes no quisieron compartir
el agua con ellas, por lo que Teresa diría la frase: “Entre santa y santo,
pared de cal y canto”.
A pesar de
estas disputas, las descalzas vivieron durante 12 años en este convento y
Teresa se marchó de Sevilla sin conocer el tercer convento de su congregación,
que es el de san José del Carmen (conocido como las Teresas) en el barrio de
santa Cruz.
Convento de san José (Las Teresas)
En
1.575, santa Tersa de Jesús tuvo que comparecer ante la Inquisición
en Sevilla al ser denunciada por una beata (María del Corro) expulsada
del convento.
Se le acusó de
practicar una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a
la de los alumbrados o iluminados de Extremadura. Santa Teresa fue
interrogada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión, según nos refieren los
escritos del padre Gracián.
Se conservan
dos Cuentas de Conciencia, que son los escritos que ella hizo en su defensa,
fechados en Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1.576. La
sentencia definitiva se desconoce, pero se supone que existió un documento
absolutorio.
El 28 de mayo de 1576, Teresa dejó Sevilla con su
hermano Lorenzo y sus hijos, y llegaron a Toledo el 23 de junio de 1576.
El
1 de enero de 1576 se inauguró el Convento de San José de Caravaca de la Cruz.
El
24 de diciembre de 1577 Teresa se cayó de una escalera y se dislocó el brazo
izquierdo, dejándoselo incapacitado una temporada. En mayo de 1578 la priora
del convento de Medina del Campo mandó buscar a una curandera que le recolocó
el brazo y pudo moverlo de nuevo.
El
20 de septiembre 1582 Teresa llegó enferma a Alba de Tormes, acompañada de su
enfermera, la monja Ana de San Bartolomé, y su sobrina Teresa. El 29 quedó
postrada en la cama. El 2 de octubre se confesó, comulgó, recibió el Santo
viatico y realizó unas recomendaciones a las carmelitas. A las nueve de la
noche del 4 de octubre murió, en los brazos de Ana de San Bartolomé.
Viatico de Santa Teresa. Pardo
González, Pablo. 1870. Óleo sobre lienzo. 143 x 197 cm. Museo del Prado. No
expuesto, CC BY 3.0
Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada
por Gregorio XV en 1622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo
VI en 1970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia, Santa
Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.
El cuerpo, no se embalsamó, fue envuelto en
una tela bordada con oro, regalo de los duques de Alba, y puesto en un ataúd de
madera, que estuvo expuesto en la capilla del Convento de la
Anunciación hasta la misa funeral, que se celebró, según el nuevo
calendario, el 15 de octubre. Y fue enterrada
en un nicho en el muro que separa la capilla del coro.
En julio de 1583, el cuerpo fue a exhumado
ante el provincial, Jerónimo de la Madre de Dios, el carmelita descalzo
Cristóbal de San Alberto y las monjas del convento. Al abrir el ataúd descubrieron que el cuerpo
estaba intacto, como si acabasen de enterrarla, y producía un suave olor.
Tras la exhumación, las monjas lavaron el cuerpo, le
pusieron ropa nueva y la pusieron en un arca fácil de abrir en el coro.
Para disponer de
reliquias, Jerónimo de la Madre de Dios cortó la mano izquierda y el dedo
meñique, la mano la envolvió en un pañuelo y en papel, la metió en un cofre y
se la dio a las carmelitas descalzas de Ávila, mientras que él se quedó con el
dedo meñique.
En 1593,
durante un viaje de Mesina a Roma, Jerónimo fue capturado por unos corsarios
musulmanes, que le mantuvieron cautivo en Túnez durante dos años. Le
quitaron la reliquia, aunque logró que se la devolviesen con el pago de 20
reales y unas sortijas de oro.
El 18 de
octubre de 1585, el capítulo de la orden en Pastrana, decidió trasladar el
cuerpo de la santa al Convento de San José de Ávila, que fue el primero de las
carmelitas descalzas.
En el Convento de San José, las monjas pusieron el cuerpo en
la sala capitular, en un arca, envuelta por dentro de tafetán violeta y por
fuera de terciopelo negro con adornos de oro y seda. Un escudo de oro y otro de
plata, uno con los símbolos de la orden y otro con el nombre de Jesús y una
tela en la que estaba bordado el nombre de Madre Teresa de Jesús
El 1 de enero
de 1586, un grupo de veinte personas entre las que estaba el obispo, los altos
funcionarios, dos médicos y algunos notables de la ciudad examinaron los restos
y comprobaron que desprendía un olor agradable y que, aunque habían pasado tres
años, no había sufrido ninguna descomposición, por lo que certificaron que era
un milagro, porque el cuerpo no había sido previamente embalsamado.
Durante más de un año, el Convento de San José de Ávila y el
de la Asunción de Alba de Tormes tuvieron un litigio por el cuerpo. En
diciembre de 1588 el nuncio, César Specino, decidió que el cuerpo permanecería
en Alba de Tormes y el 10 de julio el papa confirmó la afirmación del nuncio.
El 25 de marzo de 1588el cuerpo fue examinado de
nuevo, a petición del obispo de Salamanca, Jerónimo Manrique.
En 1588 unos médicos le
extrajeron el corazón que se encuentra en un relicario de 1671 en el convento
de Alba de Tormes.
En 1760 el
rey Fernando VI costeo un nuevo sepulcro constituido por una caja de plata
dentro, a su vez, de otra de mármol negro, sobre la cual hay estatuas de dos
ángeles.
Sepulcro de la santa en el Convento de la Anunciación de
Alba de Tormes. Fue costeado por el rey Fernando VI en el siglo XVIII. CC BY 3.0
Entre el 28 y el 31 de agosto de 2024 el sepulcro fue
abierto de nuevo para el estudio de sus restos por parte de médicos y
científicos italianos.
Fray Jerónimo de la Madre de Dios se llevó la mano de
la Santa a Ávila en 1582, y en 1585 se la regaló a los carmelitas del
Convento de San Alberto de Lisboa, luego fue llevada al convento carmelita de
Olivais.
Tras la revolución portuguesa de 1910, de carácter
anticlerical, las monjas se llevaron la reliquia a España y en 1924 al convento
de carmelitas descalzas de Ronda.
En 1936, durante la Guerra Civil Española, el anticlerical
Frente Popular confiscó la mano argumentando que querían protegerla de
profanaciones.
En 1937, durante la toma de Málaga por el bando nacional, la
mano fue encontrada en el equipaje del republicano José Villalba Rubio. Se la
regalaron a Franco que la mantendrá en su poder hasta su muerte.
Tras la muerte de Franco, en 1975, Carmen
Polo se la entregó al arzobispo de Toledo que se la entregó al Carmelo de
Ronda donde se conserva, desde el 21 de enero de 1976.
En la actualidad hay reliquias del cuerpo de la santa en diversos
lugares.
MUSEO DEL PRADO
MUSEO DE BELLAS ARTES
Santa
Teresa de Jesús. Ribera, José de. 1630. Óleo sobre lienzo. 131 x 106 cm. Museo
de Bellas Artes de Sevilla. Sala IX
Detalle de Santa Teresa
IGLESIA DE SANTA ROSALÍA
Retablo de Santa Teresa
IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Detalle de Santa Teresa
Retablo neogótico dedicado a Santa Teresa de Jesús, cuya imagen fue realizada a principios del pasado siglo por Antonio Castillo Lastrucci. En madera tallada y policromada. Esta imagen tenia originalmente unas cabezas de ángeles entre las nubes sobre la que está la santa, que no existen en la actualidad. Esta escultura es de grácil formato y acertado dibujo. Aparece firmada y fechada por el autor en 1928, razón por la que se data esta pieza entre 1928 y 1929.
IGLESIA DE SAN VICENTE
Santa Teresa
En la Nave de la Epístola (derecha), al lado de la
puerta una imagen de santa
Teresa, del siglo XVII, de autor anónimo.
IGLESIA DE SANTA ANA
Retablo de Virgen de la Estrella
Santa Teresa
En el muro de
la epístola se encuentra el retablo de la Virgen de la Estrella obra
anónima de hacia 1600, le acompaña la fundadora de la Orden Santa Teresa de
Jesús y Santa María Magdalena de Pazzi, santas carmelitas.
IGLESIA DEL BUEN SUCESO
En el segundo tramo de la Epístola se
ubica el retablo de Santa Teresa de Jesús. Se trata de un retablo de madera
tallada sin dorar construido por Medinilla entre 1730 y 1733.
Retablo de Santa Teresa
Está
presidido por la imagen de santa Teresa de Jesús, de 1,49 m., en madera
encarnada y policromada, tallada por Alonso Cano en 1629. Presenta a la santa,
vestida con el hábito de la Orden, tocada con el birrete universitario, como
Doctora de la Iglesia, y con una pluma y un libro en sus manos, como atributos
de escritora.
Santa Teresa
Fue
encomendada a Alonso Cano por Francisco de Ortega y doña Sebastiana de Alderete
para presidir un retablo teresiano en el Colegio Carmelita de san Alberto.
Detalle de Santa Teresa