viernes, 25 de agosto de 2023

 RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Serafín de Montegranario.

Confesor, nacido a comienzos del siglo XVII en Ascoli, Italia, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que se distinguió por su humildad, pobreza y piedad.

San Serafín de Montegranario en la Iglesia de santa Rosalía

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

Santa Teresa de Jesús. 

Santa Teresa de Jesús, ​ de nombre secular Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, nació el miércoles 28 de marzo de 1515. Suele considerarse que nació en la ciudad de Ávila, pero es posible que naciese en la casa de campo del municipio de Gotarrendura, en la provincia de Ávila.

Fue bautizada en la Iglesia de San Juan de la ciudad de Ávila. Sus padrinos fueron María del Águila, hija de Francisco Pajares, un amigo de la familia, y un tal "Vela Núñez", que tal vez fuese familia de Blasco Núñez Vela, primer virrey de Perú.

Su abuelo paterno, Juan Sánchez de Toledo, afortunado mercader, rico comerciante de paños y sederías, casado con Inés de Cepeda Dávila, nacida en Tordesillas, era de origen judío converso y fue procesado por la Inquisición en 1485 y obligado a llevar el sambenito durante siete viernes, por ello, la familia tuvo que abandonar su floreciente negocio de paños en Toledo y trasladarse a Ávila, en 1493, con menos posibilidades, pero donde nadie los conocía ni sabía de su desgracia con el Santo Oficio, y donde pudo educar a sus hijos cristianamente.

No obstante, continuó viajando habitualmente a Toledo y a Salamanca, y también se dedicó a recaudar impuestos para la Hacienda Real, la municipalidad y las autoridades eclesiásticas. Compró tierras en Ortigosa de Rioalmar, en el municipio de Manjabálago y abandonó sus negocios de mercader para pasar a vivir de la agricultura.

En 1500 pudo obtener el reconocimiento de hidalguía con ejecutoria presentando pleito ante la Real Chancilleria de Ciudad Real.

De sus cuatro hijos, Alonso Sánchez de Cepeda, padre de Teresa, se casó en 1505 con Catalina de Peso y Henao e instaló su domicilio en la antigua “Casa de la Moneda”, en el barrio aristocrático de Ávila.

La mujer murió, de peste bubónica, dos años después, el 8 de septiembre de 1507, dejándole dos hijos: María y Juan Vázquez de Cepeda.

El 14 de mayo de 1509 Alonso contrajo segundas nupcias con Beatriz de Ahumada, que residía en Olmedo con su madre, Teresa de las Cuevas. La boda se celebró en   Gotarrendura, donde los padres de Beatriz tenia casa señorial.  

Alonso vivió de sus tierras agrícolas en Ortigosa de Rioalmar, provincia de Ávila, provincia de Valladolid, pero como tenía doce hijos a su cargo y esas tierras no eran especialmente productivas, su riqueza disminuyó.

Beatriz murió en 1528, probablemente tras el nacimiento de su última hija. ​

Alonso pudo darle una dote de 200 000 maravedís a su hija María en 1531 para su matrimonio con Martín de Guzmán y Barrientos, ​ pero tuvo que pedir préstamos e hipotecar unas tierras.

 Juana se casó con Juan de Ovalle.

Todos los hijos varones fueron militares.

Juan Vázquez fue capitán de infantería en el norte de África y murió en combate en Italia hacia 1528. ​

Hernando fue el primero que se fue a América, en fecha desconocida. Murió en san Juan de Pasto, virreinato de Nueva Granada, donde era teniente de gobernador, en 1565.

Rodrigo se unió a la expedición de Pedro de Mendoza. Partió de Sevilla en agosto de 1535 y llegó al Rio de la Plata. Murió en una batalla contra los mapuches el 10 de agosto de 1557 en Chile.

Jerónimo y Lorenzo partieron en 1540 en la expedición de Cristóbal Vaca de Castro, enviado por Carlos I a remediar la guerra civil declarada en el actual Perú entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro.

Hernando, Lorenzo, Jerónimo y Antonio estuvieron entre las tropas que fueron a prestar ayuda al virrey Blasco Núñez Vela y combatieron en la Batalla de Iñaquito, Ecuador, el 18 de enero de 1546, contra Gonzalo Pizarro. El virrey murió y los cuatro hermanos resultaron heridos. Antonio murió del 20 de enero por la herida que recibió en aquella batalla. Posteriormente, Lorenzo y Jerónimo sirvieron al nuevo virrey enviado por Carlos I, Pedro de la Gasca, y recibieron a su hermano Agustín en 1546.

Agustín participó en la Batalla de Jaquijahuana en 1548, donde los rebeldes de Gonzalo Pizarro fueron derrotados definitivamente. Poco después, Agustín regresó a España.

Lorenzo fue corregidor en varias ciudades fundadas por los españoles y luchó contra los ataques de los indios. Regresó a España en 1575. ​

Pedro formó parte de las expediciones que se hicieron desde las islas del Caribe hasta Florida y otras regiones de Norteamérica. ​

Teresa no asistió a ninguna escuela y no sabía latín, por lo que eso le excluía de poder realizar cualquier educación secundaria, pues entonces la enseñanza estaba reservada a los varones, pero su madre se preocupó de que supiera leer y escribir. La pérdida de su madre en noviembre de 1528, ​ cuando tenía trece o catorce años, le provocó un gran vacío afectivo. 

La educación de Santa Teresa. García Miranda, Juan. 1735. Óleo sobre lienzo. 162 x 226 cm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0

En 1531, Alonso recogió a su hija Teresa en el Convento de monjas Agustinas Santa María de Gracia, como doncella de piso. Este convento fue fundado por una mujer de Ávila, Mencía López, por bula del papa Julio II el 28 de septiembre de 1508.  Este convento tenía una pensión donde se enseñaba a las jóvenes labores de bordado y prácticas religiosas, mientras estaban en espera de casarse.

Pasó en este convento dieciocho meses, y María de Briceño, maestra de novicias y de las doncellas, fue una influencia muy positiva para que Teresa aprendiese sobre oración y vida espiritual y se decidiera a ser monja.

Afectada por una enfermedad de la que se tienen escasas referencias, Teresa volvió a su casa donde ofició como ama de casa durante unos tres años. ​

Pero, a medida que se hace mayor, la vocación religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del mundo. Una amiga suya ingresa en la Encarnación y sus conversaciones la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre, como postulanta en este Convento de la Encarnación de Ávila, de carmelitas, el 2 de noviembre de 1535.

Teresa comenzó su noviciado el 2 de noviembre de 1536 y profesó como monja el día 3 de noviembre de 1537.

Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Los médicos de Ávila eran incapaces de curar a Teresa y a Alonso Sánchez le hablaron de una curandera que obraba prodigios en Becedas,​ provincia de Ávila. De camino a Becedas les informaron de que la curandera no atendía en invierno, porque utilizaba plantas que solamente estaban en primavera. ​ Decidieron esperar hasta la primavera de 1539 en la casa de campo de su hermana, María de Cepeda, en Castellanos de la Cañada.

La curandera comenzó sometiéndola a una purga diaria durante un mes con varios tipos de hierbas y también pociones hechas con uñas de rana, alas de mosca y excrementos de culebra, con lo que empeoró y a mediados de julio de 1539, su padre la llevó de nuevo a Ávila.

El 15 de agosto de 1539 (solemnidad de la Asunción de María) sufrió un ataque agudo y violento de convulsiones seguidas de pérdida absoluta de conocimiento, hasta tal punto que fue considerada muerta. Se había tratado de un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días.

Tras dicho coma quedó tetrapléjica, solo podía mover un dedo, por lo que tuvo que seguir un largo periodo de recuperación, quedándole secuelas definitivas, como catarros de repetición, migrañas, fiebre, con dolores de la garganta, afectación hepática, gástrica, renal y cardiaca.

A pesar de todo, a finales de agosto de 1539 pide que la lleven de nuevo al convento, donde pasa a reposar en la enfermería del convento y logrará retomar la vida conventual en abril de 1542. Aunque abandona el cenobio durante una temporada para cuidar de su padre, que falleció el 24 de diciembre de 1543.

En 1555 una recaída en su enfermedad la llevó a pasar un tiempo en casa de una pariente, Mencía del Águila y posteriormente, hasta 1558, en la de Guiomar de Ulloa, viuda del terrateniente de Salobaralejo, Francisco Dávila.

En 1558 tuvo su primer rapto y la visión del infierno. El 29 de junio de 1559, mientras estaba rezando, tuvo la sensación de que Cristo estaba a su derecha y le hablaba.

Aparición de Cristo a Santa Teresa de Jesús. Cano, Alonso. 1629. Óleo sobre lienzo. 99 x 43,5 cm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0


En abril de 1560, cuando estaba en casa de Guiomar de Ulloa, se produjo la Transverberación:

“Vi a un ángel hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto”. (Vida. Capítulo 29).

Este acontecimiento, también conocido como el “Éxtasis de Santa Teresa”, ha tenido una gran relevancia en la devoción y el arte católicos. El papa Benedicto XIII estableció el 26 de marzo de 1726 la fiesta de la Transverberación del corazón de santa Teresa el día 25 de agosto.

El Éxtasis de Santa Teresa. Bernini, Gian Lorenzo. 1645-1652. Mármol. Iglesia de Santa María de la Victoria. Roma (CC BY 3-0)

La transverberación de Santa Teresa. Óbidos, Josefa de. 1672. Óleo sobre tela. 108 x 140 cm. Iglesia Matriz de Cascais. (CC BY 3.0)

Pero, Santa Teresa sufrió una gran frustración en el Monasterio de la Encarnación. Muchas de las monjas eran mujeres sinceramente convencidas y con vocación religiosa, pero otras eran hijas segundonas de buenas familias a quienes sus padres no habían conseguido un matrimonio “adecuado” conforme a su condición, otras eran viudas piadosas, hijas rebeldes o descarriadas de alcurnia. Las llamadas “doñas” tenían amplias habitaciones con cocina, despensa, oratorio, recibidor y alcoba propia, llevaban vestidos, joyas, alimentos y hasta servidumbre privada al convento. De ellas escribirá Santa Teresa que “están con más peligro que en el mundo” y que “es preferible casarlas muy bajamente que meterlas en monasterios”. Esto hizo que la santa se decidiera a buscar un camino nuevo, el retorno a la pureza de vida, a la regla originaria, a la verdad evangélica, lo que le llevó a la reforma del Carmelo, para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelita.

La hermana de Teresa, Juana de Ahumada, y su esposo, Juan de Ovalle, que vivían en Alba de Tormes, compraron una casa en Ávila y se instalaron en ella con sus hijos, con el propósito de que en el futuro sirviera de sede para la fundación.

En 1561, Gonzalo de Ovalle sobrino de la santa, niño de corta edad, hijo de este matrimonio, apareció muerto en esta casa de Ávila, que se estaba adecuando para convento carmelita. El niño volvió a la vida tras las oraciones de la Santa.

Primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Resurrección de su sobrino Gonzalo Valle, hijo de su hermana, Juana de Ahumada. Madrazo y Kuntz, Luis de. 1855. Óleo sobre lienzo. 106 x 132 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. CC BY 3.0

El 7 de febrero de 1562 se obtuvo el Breve Pontificio que le autorizaba a fundar un convento que dependiera del obispo de Ávila y el Convento de san Jose se abrió el 24 de agosto de 1562. El sacerdote Gaspar Dávila dio la primera misa recibiendo a las cuatro primeras novicias y dos monjas del Convento de la Encarnación, en la ceremonia del ordinario de la Orden, con el hábito y Regla Primitiva de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

El Convento de San José en Ávila (CC BY 3.0)

Teresa nombró priora a Ana de San Juan, que provenía de la Encarnación, pero en 1563 esta monja regresó a su Convento de la Encarnación, y Teresa pasó a ser la priora. y escribió las Constituciones, que fueron aprobadas por el obispo de Ávila, Álvaro de Mendoza, y por el papa Pío IV en 1565.

La vida del convento era muy austera, dormían en jergones de paja, se abstenían por completo de comer carne, consagraban ocho meses del año a los rigores del ayuno, desde el Día de la Exaltación de la Santa Cruz, en septiembre, hasta la Pascua de Resurrección, excepto los domingos y a las religiosas que argumentasen motivos de salud. Se dedicaban a la oración, las labores cotidianas y la costura. 

Gran aficionada a la lectura, Teresa siempre aconsejó a sus monjas que fueran lectoras de los buenos libros, que “son alimento para el alma como la comida lo es para el cuerpo”. Ella misma enseñó a leer y escribir a algunas de las novicias que ingresaron analfabetas en los conventos.

Igualmente, Teresa era una gran aficionada a escribir, en una época que no se admitía que las mujeres fueran letradas, que tuvieran una vida activa de relaciones personales y, mucho menos, que se dedicaran a escribir. El padre Diego Yanguas, confesor de Santa Teresa, le ordenó quemar su comentario sobre los pasajes del “Cantar de los cantares” de Salomón, leídos en las oraciones matinales de las Carmelitas, porque no se podía consentir una interpretación de la Sagrada Escritura hecha por una mujer.

Una innovación fueron los periodos de recreo. ​ Para Teresa era muy importante que las monjas estuviesen alegres. Había dos periodos de recreo al día, en los que se dedicaban a cosas como cantar y a organizar concursos poéticos.

Otra innovación eran las ermitas, dentro del convento, donde las monjas se podían recluir voluntariamente para meditar y rezar.

El 13 de julio de 1563 Teresa se "descalzó", y en lugar de los zapatos, que se usaban en el convento de la Encarnación, pasó a llevar unas alpargatas de cáñamo. Las demás religiosas hicieron lo mismo y por ello pasaron a ser conocidas como carmelitas descalzas.

Desde la fundación del Convento de San José de Ávila, Teresa contó con la ayuda y la compañía habituales del sacerdote Julián de Ávila, que actuó como su secretario personal ayudándole a fundar otros conventos.

El 15 de agosto de 1567 fundaron el Convento de San José de Medina del Campo.

El 11 de abril de 1568 se fundó el Convento de San José del Monte Carmelo de Malagón.

El 28 de noviembre de 1568 se fundó el Monasterio de Duruelo.

El 23 de junio de 1569, Teresa fundó el Convento de Nuestra Señora de la Consolación de Pastrana de carmelitas descalzas, a instancias Ana de Mendoza, princesa de Éboli, pero dicha princesa, a la muerte de su marido, se vistió con un hábito y se trasladó a vivir al convento acompañada por un gran séquito de sirvientes, con gran ostentación, lo que chocó con la austeridad de Santa Teresa, y la convirtió en su enemiga. Obtuvo el manuscrito original de la autobiografía “El libro de la Vida” y lo divulgó sin su permiso y fue utilizado por la Inquisición para acusarla (ver).

Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo. Princesa de Éboli  (CC BY 3.0)

El 15 de agosto de 1569 se pudo dar la primera misa en el Convento de la Concepción de Nuestra Señora de Monte Carmelo de Valladolid. En este convento Juan de Santo Matías, que iba como capellán de las monjas, se puso el hábito de carmelita descalzo y cambió su nombre por Juan de la Cruz.

En 1570 se fundó un convento de carmelitas descalzas en Salamanca.

El 24 de enero de 1571 se fundó el Convento de Nuestra Señora de la Anunciación de Alba de Tormes propiciado por Teresa Layz, esposa de Francisco Velázquez, que trabajaba para el duque de Alba.

Convento de la Anunciación, Alba de Tormes. CC BY 3.0

El 8 de octubre de 1571 el provincial Ángel de Salazar le dijo al visitador apostólico que el Convento de la Encarnación de Ávila, de carmelitas calzadas, necesitaba de mejoras y le propuso que Teresa fuese la priora, pero las monjas no la aceptaban. Y Teresa convocó a la comunidad en el coro alto y, se sentó en el lugar que ocupaba antiguamente, cuando era una simple monja y en la silla prioral, colocó la imagen de la Virgen de la Clemencia y, entre sus manos, las llaves del convento, con lo que cada una de las monjas le rindió obediencia a la nueva priora. Dejó de ser priora del Convento de la Encarnación de Ávila el 6 de octubre de 1574

El 18 de noviembre de 1572, durante la misa en el Convento de la Encarnación, cuando san Juan de la Cruz, confesor y director espiritual de las monjas de la Encarnación, partió la Sagrada Forma en la Eucaristía, Teresa escuchó que el Señor le decía: "No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de mí". A esto se le llamó el matrimonio espiritual de santa Teresa.

En las investigaciones previas al proceso de beatificación, que empezaron en 1595, se recogieron varios testimonios de que Teresa levitaba en algunos de sus estados místicos. La monja Ana de los Ángeles relató que a veces entraba en éxtasis y que "con la eficacia del divino espíritu" se elevaba por encima del suelo. La monja Ana de la Encarnación contó que un día de 1574, en el convento de Segovia, santa Teresa levitó durante media hora. ​A veces, para no levitar, se agarraba a la reja de la capilla

El 24 de febrero de 1575, fundaron el Convento de San José de Beas de Segura (Jaén).  

Jerónimo de la Madre de Dios le propuso a Teresa fundar un convento de carmelitas descalzas en Sevilla. Teresa no quiso por razones que se desconocen, pero terminó dejándose convencer.

Partió el 18 de mayo de 1575, cuando tenía 60 años cumplidos, y después de pasar por un viaje incómodo y con la salud tocada, acompañada de seis religiosas y tres religiosos, todos en cuatro carros.

En mayo de 1575, santa Teresa llegó a Sevilla la ciudad más habitada de España debido a su condición de puerta y comercio de Indias. 

Teresa pretendía fundar un nuevo convento, contando con la protección de Leonor de Valera, su primera bienhechora, pero estando bajo vigilancia del Santo Oficio por culpa de bulos y calumnias (entre los inquisidores de ese momento estaba el licenciado Carpio, tío de Lope de Vega).

Se instalaron en una casa sin ninguna comodidad, sin muebles y sin comida. Tampoco tenían dinero.

Tuvo que enfrentarse a la oposición del propio clero sevillano, ya que el arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval al parecer no quería que en ella se fundaran más monasterios de pobreza y limosnas, porque ya había demasiados conventos en la ciudad. Pero finalmente lo promovió al quedar fascinado por el carisma de Teresa.

Por cierto, este arzobispo contribuyó a la fundación de la Hermandad y Cofradía de la Expiración de Nuestro Señor Jesucristo (futura Hermandad del Museo), que en el año 1575 irrumpió en el universo cofrade promovida por el gremio de los plateros.

Funda el primer monasterio en la calle de las Armas (actual Alfonso XII) y el segundo en un edificio de la calle de la Pajería (actual Zaragoza), donde una placa lo recuerda, gracias a la aportación de 6.000 ducados por parte de su hermano Lorenzo de Cepeda, que había hecho fortuna durante su estancia en Perú.  

Edificio de la calle Zaragoza, antigua de la Pajería



Placa recordatoria

La inauguración solemne se realizó el 3 de junio de 1576. El arzobispo instaló el Santísimo Sacramento en la capilla del Convento y antes de partir bendijo a Teresa y luego, ante el asombro general, le pidió a Teresa que le bendijera a él.

El traslado de las monjas a este segundo edificio se realiza 1 de mayo de 1576, pero el solar era colindante con el convento de san Francisco y los monjes no quisieron compartir el agua con ellas, por lo que Teresa diría la frase: “Entre santa y santo, pared de cal y canto”.

A pesar de estas disputas, las descalzas vivieron durante 12 años en este convento y Teresa se marchó de Sevilla sin conocer el tercer convento de su congregación, que es el de san José del Carmen (conocido como las Teresas) en el barrio de santa Cruz.

Convento de san José (Las Teresas)

En 1.575, santa Tersa de Jesús tuvo que comparecer ante la Inquisición en Sevilla al ser denunciada por una beata (María del Corro) expulsada del convento. 

Se le acusó de practicar una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a la de los alumbrados o iluminados de Extremadura. Santa Teresa fue interrogada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión, según nos refieren los escritos del padre Gracián.

Se conservan dos Cuentas de Conciencia, que son los escritos que ella hizo en su defensa, fechados en Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1.576. La sentencia definitiva se desconoce, pero se supone que existió un documento absolutorio.

El 28 de mayo de 1576, Teresa dejó Sevilla con su hermano Lorenzo y sus hijos, y llegaron a Toledo el 23 de junio de 1576.

El 1 de enero de 1576 se inauguró el Convento de San José de Caravaca de la Cruz.

El 24 de diciembre de 1577 Teresa se cayó de una escalera y se dislocó el brazo izquierdo, dejándoselo incapacitado una temporada. En mayo de 1578 la priora del convento de Medina del Campo mandó buscar a una curandera que le recolocó el brazo y pudo moverlo de nuevo.

El 20 de septiembre 1582 Teresa llegó enferma a Alba de Tormes, acompañada de su enfermera, la monja Ana de San Bartolomé, y su sobrina Teresa. El 29 quedó postrada en la cama. El 2 de octubre se confesó, comulgó, recibió el Santo viatico y realizó unas recomendaciones a las carmelitas. A las nueve de la noche del 4 de octubre murió, en los brazos de Ana de San Bartolomé.

Viatico de Santa Teresa. Pardo González, Pablo. 1870. Óleo sobre lienzo. 143 x 197 cm. Museo del Prado. No expuesto, CC BY 3.0


Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en 1970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia, Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.

El cuerpo, no se embalsamó, fue envuelto en una tela bordada con oro, regalo de los duques de Alba, y puesto en un ataúd de madera, que estuvo expuesto en la capilla del Convento de la Anunciación hasta la misa funeral, que se celebró, según el nuevo calendario, el 15 de octubre.  Y fue enterrada en un nicho en el muro que separa la capilla del coro. 

En julio de 1583, el cuerpo fue a exhumado ante el provincial, Jerónimo de la Madre de Dios, el carmelita descalzo Cristóbal de San Alberto y las monjas del convento.  Al abrir el ataúd descubrieron que el cuerpo estaba intacto, como si acabasen de enterrarla, y producía un suave olor.

Tras la exhumación, las monjas lavaron el cuerpo, le pusieron ropa nueva y la pusieron en un arca fácil de abrir en el coro.

Para disponer de reliquias, Jerónimo de la Madre de Dios cortó la mano izquierda y el dedo meñique, la mano la envolvió en un pañuelo y en papel, la metió en un cofre y se la dio a las carmelitas descalzas de Ávila, mientras que él se quedó con el dedo meñique.

En 1593, durante un viaje de Mesina a Roma, Jerónimo fue capturado por unos corsarios musulmanes, que le mantuvieron cautivo en Túnez durante dos años. Le quitaron la reliquia, aunque logró que se la devolviesen con el pago de 20 reales y unas sortijas de oro.

El 18 de octubre de 1585, el capítulo de la orden en Pastrana, decidió trasladar el cuerpo de la santa al Convento de San José de Ávila, que fue el primero de las carmelitas descalzas.

En el Convento de San José, las monjas pusieron el cuerpo en la sala capitular, en un arca, envuelta por dentro de tafetán violeta y por fuera de terciopelo negro con adornos de oro y seda. Un escudo de oro y otro de plata, uno con los símbolos de la orden y otro con el nombre de Jesús y una tela en la que estaba bordado el nombre de Madre Teresa de Jesús

El 1 de enero de 1586, un grupo de veinte personas entre las que estaba el obispo, los altos funcionarios, dos médicos y algunos notables de la ciudad examinaron los restos y comprobaron que desprendía un olor agradable y que, aunque habían pasado tres años, no había sufrido ninguna descomposición, por lo que certificaron que era un milagro, porque el cuerpo no había sido previamente embalsamado.

Durante más de un año, el Convento de San José de Ávila y el de la Asunción de Alba de Tormes tuvieron un litigio por el cuerpo. En diciembre de 1588 el nuncio, César Specino, decidió que el cuerpo permanecería en Alba de Tormes y el 10 de julio el papa confirmó la afirmación del nuncio.

El 25 de marzo de 1588el cuerpo fue examinado de nuevo, a petición del obispo de Salamanca, Jerónimo Manrique.

En 1588 unos médicos le extrajeron el corazón que se encuentra en un relicario de 1671 en el convento de Alba de Tormes.

En 1760 el rey Fernando VI costeo un nuevo sepulcro constituido por una caja de plata dentro, a su vez, de otra de mármol negro, sobre la cual hay estatuas de dos ángeles.

Sepulcro de la santa en el Convento de la Anunciación de Alba de Tormes. Fue costeado por el rey Fernando VI en el siglo XVIII. CC BY 3.0

Entre el 28 y el 31 de agosto de 2024 el sepulcro fue abierto de nuevo para el estudio de sus restos por parte de médicos y científicos italianos.

Fray Jerónimo de la Madre de Dios se llevó la mano de la Santa a Ávila en 1582, y en 1585 se la regaló a los carmelitas del Convento de San Alberto de Lisboa, luego fue llevada al convento carmelita de Olivais.

Tras la revolución portuguesa de 1910, de carácter anticlerical, las monjas se llevaron la reliquia a España y en 1924 al convento de carmelitas descalzas de Ronda.

En 1936, durante la Guerra Civil Española, el anticlerical Frente Popular confiscó la mano argumentando que querían protegerla de profanaciones.

En 1937, durante la toma de Málaga por el bando nacional, la mano fue encontrada en el equipaje del republicano José Villalba Rubio. ​Se la regalaron a Franco que la mantendrá en su poder hasta su muerte. 

Tras la muerte de Franco, en 1975, Carmen Polo se la entregó al arzobispo de Toledo que se la entregó al Carmelo de Ronda donde se conserva, desde el 21 de enero de 1976.

En la actualidad hay reliquias del cuerpo de la santa en diversos lugares.

MUSEO DEL PRADO




MUSEO DE BELLAS ARTES

Santa Teresa de Jesús. Ribera, José de. 1630. Óleo sobre lienzo. 131 x 106 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala IX


Detalle de Santa Teresa

IGLESIA DE SANTA ROSALÍA

Retablo de Santa Teresa

Detalle de Santa Teresa

IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Retablo de Santa Teresa

Detalle de Santa Teresa

Retablo neogótico dedicado a Santa Teresa de Jesús, cuya imagen fue realizada a principios del pasado siglo por Antonio Castillo Lastrucci. En madera tallada y policromada. Esta imagen tenia originalmente unas cabezas de ángeles entre las nubes sobre la que está la santa, que no existen en la actualidad. Esta escultura es de grácil formato y acertado dibujo. Aparece firmada y fechada por el autor en 1928, razón por la que se data esta pieza entre 1928 y 1929. 


IGLESIA DE SAN VICENTE 

Santa Teresa


En la Nave de la Epístola (derecha), al lado de la puerta una imagen de santa Teresa, del siglo XVII, de autor anónimo. 


IGLESIA DE SANTA ANA 

Retablo de Virgen de la Estrella

Santa Teresa

En el muro de la epístola se encuentra el retablo de la Virgen de la Estrella obra anónima de hacia 1600, le acompaña la fundadora de la Orden Santa Teresa de Jesús y Santa María Magdalena de Pazzi, santas carmelitas.

IGLESIA DEL BUEN SUCESO

En el segundo tramo de la Epístola se ubica el retablo de Santa Teresa de Jesús. Se trata de un retablo de madera tallada sin dorar construido por Medinilla entre 1730 y 1733.

Retablo de Santa Teresa

Está presidido por la imagen de santa Teresa de Jesús, de 1,49 m., en madera encarnada y policromada, tallada por Alonso Cano en 1629. Presenta a la santa, vestida con el hábito de la Orden, tocada con el birrete universitario, como Doctora de la Iglesia, y con una pluma y un libro en sus manos, como atributos de escritora.

Santa Teresa

Fue encomendada a Alonso Cano por Francisco de Ortega y doña Sebastiana de Alderete para presidir un retablo teresiano en el Colegio Carmelita de san Alberto.

Detalle de Santa Teresa