domingo, 27 de noviembre de 2022

 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Calle Virgen de los Buenos Libros

Es una calle amplia, de trazado curvilíneo, que enlaza Teniente Borges y Cardenal Cisneros.

Creada en una de las últimas operaciones de rupturas de grandes manzanas dentro del casco histórico, en el Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo de 1956, durante el mandato municipal del Marques de Contadero. 

Desde su apertura se acordó rotularla con una de las advocaciones de la Virgen María, entonces de reciente reconocimiento por parte de la Iglesia Católica, según se refleja en el expediente de rotulación.

En su fachada, en la esquina a Miguel Cid (ver)hay un azulejo que representa a la Virgen que da nombre a la calle. Es obra de Antonio Martínez Adorna (1966) y elaborado en cerámicas Santa Ana.

Cardenal Cisneros-Virgen de los Buenos Libros y en el centro Miguel del Cid y el azulejo de la virgen de los Buenos Libros

Toda la acera de los pares está formada por la fachada principal del Colegio de niñas de las Esclavas Concepcionistas, de reciente construcción.  

Colegio de niñas de las Esclavas Concepcionistas

Antiguo patio de Recreo de las Esclavas Concepcionistas

En la de los impares se levanta un edificio de pisos de cinco plantas y la tapia que constituye el cerramiento de la casa-palacio del marqués de Gómez de la Barreda (ver), con entrada por Jesús de la Veracruz. 

Esta fachada a la calle Virgen de los Buenos Libros es una simple medianera, con alguna ventana abierta con el paso de los tiempos, pero sin la elegancia que le correspondería a un edificio de su antigüedad.

Pared lateral de la casa-palacio del marqués de Gómez de la Barreda

Esquina de Jesús de la Vera Cruz

En la esquina con santa Vicenta María, estaba la librería Céfiro, muy en relación con el nombre de la calle.

Librería Céfiro

En cuanto al nombre de la calle se puede comentar que Sevilla es una ciudad de gran importancia para la lectura, tanto por aquellos escritores de la ciudad como por aquellos que decidieron situar en ella sus historias, modelar sus personajes e incluso forjar mitologías. Solo en una ciudad como Sevilla es posible que exista una Virgen cuya advocación sea la de “los Buenos Libros”.

La primera mención a la advocación "de los Buenos Libros", se encuentra en un libro publicado en 1674. 

Su origen, según la tradición, se encuentra en un romance anónimo fechado en el siglo XVII: "Todo el amparo, Señora, de mi libro en ti le libro, pues eres libro en quién Dios enquadernó sus prodigios. Si al que es vida le ceñiste en tu virgen pergamino, ya libro eres de la vida; vida has de ser de los libros".

Libro de 1674 DE IVAN OVEN

El Cardenal Sancha creó en Valencia, en la iglesia del Milagro, a finales del siglo XIX, la "Asociación Pontificia y Diocesana de Nuestra Señora de los Buenos Libros y Prensa Católica", que tenía la misión de repartir libros y revistas en centros benéficos, cárceles y hospitales. 

Encargó al escultor valenciano Posada la imagen de la Virgen que hoy se encuentra en la Iglesia del Salvador de Valencia. La imagen muestra a la Virgen con el Niño a la izquierda, y ofreciendo un libro con su mano derecha.

Virgen de los Buenos Libros en Valencia

La advocación mariana de los Buenos Libros fue difundida por los Capuchinos, religiosos descalzos de la orden de San Francisco, que siempre se han distinguido por el cultivo de la espiritualidad, el arte y el intelecto a través de la lectura. 

Es por ello que dicha devoción, pareja a la de la Virgen de la Sabiduría, tiene fuerte raíz intelectual y es tomada, tanto para el patrocinio de estudiantes y lectores, como, desde fechas más recientes, para el patronazgo de escuelas de biblioteconomía y documentación. 

En la iglesia murciana de los Capuchinos se veneran la Virgen de los Buenos Libros (1976) de Juan González Moreno. María, representada de pie y descalza, es hierática, estilizada y majestuosa. Entre sus manos lleva el libro, en alusión a su advocación, y del que emerge la figura de Jesús Niño desnudo.

Virgen de los Buenos Libros en Murcia

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Cardenal Cisneros. Francisco Jiménez de Cisneros

Se le rotula una calle de la collación de San Vicente (ver).

Vivió en un periodo de importancia trascendental para España, cuando los pequeños reinos fueron unificados, los musulmanes finalmente vencidos o expulsados, América descubierta y el poder real consolidado. 

En este periodo Cisneros tuvo un gran papel, ayudando a crear la nueva España como un patriota y leal hijo de la Iglesia, según entendía su deber.

Nació en Torrelaguna  (Madrid) ​ en 1436, procedente de una familia de la baja nobleza, que recibió el nombre de la ciudad, en la provincia de Palencia, donde habían vivido sus miembros. 

Su padre fue un recaudador real de contribuciones para la guerra contra los musulmanes.

Busto del cardenal Cisneros

Francisco Jiménez de Cisneros cursó estudios en Alcalá y Salamanca donde se licenció en derecho civil y canónico en 1456

Durante los seis años siguientes estuvo en Roma, volviendo a España a la muerte de su padre, en torno a 1466.

En 1471, fue nombrado arcipreste de Uceda, pero varios enfrentamientos con el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña, motivaron su ingreso en prisión, durante algunos años, primero en Uceda y posteriormente en el castillo de Torremocha (Santorcaz).

En 1480, y merced a su amistad con el cardenal Mendoza, fue nombrado vicario general de la diócesis de Sigüenza, cargo que desempeñó hasta 1484, fecha en que decidió ingresar en la orden franciscana, en el monasterio de los observantes de Toledo, con el nombre de Francisco, pues su nombre de pila era Gonzalo.

Pasó de San Juan de los Reyes en Toledo al Castañar, donde en una choza que se construyó, decidió retirarse a la soledad, viviendo tres años como un anacoreta. 

Después, guiado por sus superiores ingresó en un claustro de la Salceda, donde al poco tiempo era supervisor.

El Cardenal Cisneros.  Eugenio Cajés. 1604. Óleo sobre lienzo. 201 x 145 cm, Patrimonio Histórico Artístico de la Universidad Complutense


En 1492, tras permanecer retirado durante ocho años, fue nombrado confesor de la reina Isabel la Católica, siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal Pedro González de Mendoza, primer protector de Cisneros, al quedar vacante dicha plaza debido al nombramiento de Hernando de Talavera como arzobispo de Granada.

En 1494 fue nombrado provincial de la orden franciscana en Castilla, y en 1495, a la muerte del Cardenal Mendoza, fue consagrado arzobispo de Toledo en el convento de San Francisco de Tarazona por el arzobispo de Granada fray Hernando de Talavera y en presencia de los Reyes Católicos. 

Durante la Baja Edad Media llegó a ostentar el mayor poder tras La Corona, al ser Primado de España y Canciller Mayor de Castilla.

Desde este puesto, acometió una profunda reforma, siguiendo al movimiento espiritual de Pedro de Villacreces, para adecuarla a la estricta observancia de la Regla de san Francisco.  

En este sentido, luchó por recuperar el espíritu original de la orden de San Francisco de Asís, intentó dificultar la creciente concesión de inmunidades y privilegios a las órdenes seculares y se sumergió en una campaña reformista que se plasmó en la celebración de sendos sínodos en Alcalá (1497) y en Talavera (1498).

En 1499, obedeciendo órdenes reales, partió al reino de Granada con el encargo de asumir su evangelización, en colaboración del arzobispo fray Hernando de Talavera. 

Para ello, mandó destruir la biblioteca nazarí con el celo de eliminar todo aquello que contribuyese a la impiedad mahometana, convirtiendo en cenizas todo el acervo poético, histórico y patrimonial de la cultura nazarí, salvándose únicamente los libros de medicina.

En 1501 instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona, por lo que miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido. Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar a las personas por familias. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.

En 1504, tras la muerte de Isabel, Cisneros ocupó la regencia, se convirtió en defensor de Fernando el Católico e impidió el ascenso al trono de Felipe el Hermosos. 

Fernando el Católico al volver de Italia, tras tomar posesión del Reino de Nápoles, recompensó a Cisneros, por su lealtad, con el capelo cardenalicio, otorgado por el Papa, con el título de Santa Balbina. 

En 1507 fue nombrado Inquisidor general de Castilla y limitó los poderes de los oficiales inferiores de la Inquisición para impedir la persecución, destituyendo a los oficiales indignos de ocupar el cargo y protegió a los que habían sido acusados injustamente, como Antonio de Nebrija.

A partir de entonces presidió la Junta de Regencia, cargo desde el cual organizó varias expediciones de conquista en el norte de África (Mazalquivir, 1507, y Orán, 1508).

Conquista de Orán en la capilla mozárabe de la catedral de Toledo

Cisneros desembarca en Orán. Juan de Borgoña. Capilla mozárabe de la Catedral de Toledo

Impulsó la creación de la Universidad de Alcalá de Henares (1498), la antigua Complutum, y se propuso dotarla de los mejores teólogos y los mejores textos. 

Había cuarenta y dos cátedras: seis de teología, seis de derecho canónigo , cuatro de medicina, una de anatomía, una de cirugía, ocho de filosofía, una de filosofía moral, una de matemáticas, cuatro de griego y hebreo, cuatro de retórica y seis de gramática. 

Cabe destacar su aportación a la edición de la Biblia Políglota Complutense (1514-1517), dividiendo los trabajos entre eruditos, incluyendo a uno griego y otro judío, apreciando el valor de un trabajo de tal categoría.

Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares. Hauser y Menet (1891).


El 23 de enero de 1516 falleció Fernando el Católico y por disposición testamentaria, Cisneros quedó constituido nuevamente como Regente del Reino de Castilla, hasta que el joven príncipe Carlos, que se encontraba en Flandes, viniera a España a ocupar el trono.

En los casi dos años que duró la regencia, Cisneros, que contaba ya ochenta años, mostró unas dotes políticas y una extraordinaria habilidad para gobernar. 

Murió camino de Valladolid, adonde se dirigía para encontrarse con el futuro monarca Carlos I de España, quien recientemente lo había confirmado en su cargo de regente del reino. 

Sus últimos años estuvieron llenos de tristezas por causa de aquellos a quienes más había beneficiado.

Tumba del Cardenal Cisneros. Domenico Fancelli y Bartolomé Ordoñez. 1521. Capilla de san Idelfonso de Alcalá de Henares. Mármol de Carrara. 2,47 x 3,13 m


Tumba del Cardenal Cisneros. Vista lateral derecho, desde el Evangelio

Dibujo de José María Avrial y Flores. 1839

 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Calle Cardenal Cisneros

Al menos desde 1574, junto con la actual plaza de Doña Teresa Enríquez, era conocida como plaza de San Vicente, en relación con la iglesia parroquial correspondiente.

Podría tratarse de la plazuela de la Pila de San Vicente a la que alude un padrón de 1665.

En 1845 se la denomina plaza Grande de San Vicente. 

En 1868, con la instauración de la Primera República, pasó a llamarse Progreso.

En 1869 se rotuló oficialmente Jiménez (o Ximénez) de Cisneros (1436-1517), en memoria del que fuera primado de Toledo, consejero de los Reyes Católicos y regente de Castilla a la muerte de Fernando el Católico.

En 1917 se acordó que se llamara Cardenal Cisneros (ver), pero debió de mantenerse la anterior denominación pues en 1935 se volvió a tomar el mismo acuerdo.

Es prolongación de la calle Virgen de los Buenos Libros hasta su encuentro con la calle san Vicente, por lo que se encuentra dividida en dos tramos claramente diferenciados:

El primero, hasta la confluencia de Abad Cardillo y Miguel del Cid, es relativamente amplio y perfectamente rectilíneo.

El segundo tramo es de trazado más irregular y se estrecha en la confluencia de San Vicente, al adaptarse a las fachadas de los edificios históricos que la bordean.

Históricamente era una plaza alargada cerrada en su extremo oriental. Su primer tramo sufrió un proceso de alineación a partir de 1872 y en 1960 se alteró sensiblemente su perspectiva al abrirse Virgen de los Buenos libros.

Contó desde 1575 con una fuente pública, surtida de agua de la Fuente del Arzobispo, siendo reiteradas las referencias, desde 1589 hasta mediados del XIX, a la falta de agua o a su reparación. Como anécdota, se refiere que repicaban las campanas de San Vicente cuando el agua salía por sus surtidores.

También cabe reseñar que cierto párroco de San Vicente (Don Prudencio de la Puente) sólo se inclinaba ante la inefable doña Concha Cascajares, dama de alta alcurnia y de gran religiosidad.

CASAS DE LA CALLE CARDENAL CISNEROS

El caserío, de tres y cuatro plantas, ha sido renovado en su totalidad durante el siglo XX.

En 1873 existía una fábrica de pianos, propiedad del artista Cayetano Piazza, y por esas mismas fechas había una casa de baños públicas, que abría sus puertas a comienzos de la temporada de verano.

Calle Cardenal Cisneros numero 3

Construida en 1902 por el arquitecto J. Cagi Lassaletta para José María Bejumea, luego fue sede de la Delegación Territorial de Andalucía de la Organización Nacional de Ciegos Españoles y  actualmente es residencia de la familia Cobo bajo el título de Casa Palacio del Cardenal Cisneros.


El Palacio de Monsalud

Casa-palacio construida en el siglo XVIII por los marqueses de Villamarín, que después pasó a ser propiedad de los marqueses de Rivas y los de Monsalud, por lo que es conocida como palacio de Monsalud, título nobiliario español, otorgado en 1762 por el rey Carlos III al ecijano Juan José Nieto Domonte, Golfín y Ortiz de Zúñiga, regidor perpetuo de Almendralejo, Caballero de la Orden de Santiago, señor de la villa y sierra de Monsalud.  

Hasta 1886, los marqueses de Monsalud residieron en el Palacio de Monsalud de Almendralejo  construido en 1752 y situado en el centro del casco urbano, que actualmente es la sede del Ayuntamiento de la ciudad.

El edificio presenta fachadas a las calles Cardenal Cisneros, Abad Gordillo y San Vicente. 

Su portada, de piedra, ocupa una posición excéntrica en la fachada principal y está rematada por un frontón curvo partido sobre el que se abre el balcón principal flanqueado por los escudos de armas de la familia. 

Hasta la década de 1970 estuvo ocupado por dependencias del Ejército del Aire (sede de la Región Aérea del Estrecho), posteriormente ha tenido distintos usos, por lo que además de las reformas en sus fachadas laterales, se ha visto afectada por numerosas obras de acondicionamiento que han alterado, aunque no de forma sustancial, la estructura primitiva de la construcción. 

Después quedó abandonado, acentuándose su deterioro y recientemente ha sido rehabilitada para viviendas de pisos y apartamentos.

El edificio se organiza en torno a un patio central con arquerías semicirculares y sobre columnas de mármol en planta baja y rebajados en la planta alta, a la cual se asciende por una espléndida escalera de dos tramos.

Los balcones de este edificio cobraron especial predicamento en tiempos del teniente general José Rodríguez y Díaz de Lecea, acreditado benefactor de artistas y de toreros, a los que liberaba del servicio militar, para que pudiesen cumplir con sus respectivos compromisos profesionales. Por ello, no faltaban los cantaores dispuestos recompensar sus favores, cantando a las imágenes que salen y entran en San Vicente desde el balcón de Aviación. 

Iglesia de san Vicente

En la calle Cardenal Cisneros se sitúa la portada de la Epístola de la iglesia de san Vicente (ver), usada habitualmente como acceso a la iglesia.