martes, 3 de enero de 2023

RUTAS POR SEVILLA: Ruta de las Cruces

Cruz del Garfio (Iglesia de Omnium Sanctorum)

En el lateral izquierdo de la portada principal de la Iglesia de Omnium Sanctorum, desde 1816, se encuentra embutida una cruz de forja, denominada “Cruz de los Carboneros” o “Cruz del Garfio”, situada antiguamente en la calle del Carbón o del Peso del Carbón, actual Peris Mencheta, poseía un garfio donde los mozos de este gremio colgaban sus romanas (Instrumento de medición del peso originario del Imperio Romano), para pesar sus mercancías, dejando a cambio una pequeña cantidad para el culto a la Santa Cruz.


Portada de la Iglesia de Omnium Sanctorum 

Cruz del Garfio o Cruz de los Carboneros



Autor: Andrés Carranza Bencano


 

AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER

Congregación de las Hermanas de María Reparadora

La fundadora de la congregación fue la Madre María de Jesús, nacida como Émilie d'Oultremont de Warfusée en 1818, miembro de una destacada familia católica en Bélgica. 




Cuando aún era una niña, su padre fue nombrado embajador de Bélgica ante la Santa Sede en Roma. 

Cuando era adolescente, d'Oultremont se sintió atraída por la vida consagrada de una hermana religiosa, pero, debido a su relación con su familia, se casó a la edad de 19 años. 

Aunque era un matrimonio concertado, ella y su esposo se enamoraron profundamente y tuvieron una vida feliz, siendo miembro de la sociedad romana y sirviendo a los pobres de la ciudad. Ella y su esposo tuvieron cuatro hijos antes de la prematura muerte de este, en 1847.

Viuda y con la pérdida de ambos padres en 1851, decidió retirarse de las demandas de su familia más amplia y, en 1854, se mudó a Francia con sus hijos. 

Antes de su partida, aceptó la invitación de una tía para visitarla en su residencia en el Castillo de Bauffe, cerca de Chièvre y fue en la capilla del castillo donde Emilie tuvo una visión que cambiaría toda su vida.

La primera comunidad de la nueva congregación se abrió en Estrasburgo el 1 de mayo de 1857con el apoyo de Monseñor Raess, Obispo de aquella ciudad. 

Emilia d'Oultremont, fue religiosa con el nombre de Madre María de Jesús; también sus hijas se hicieron religiosas: Madre María de San Víctor (Olympe) y Madre María de Santa Juliana (Marguerite). Adoptaron un hábito religioso blanco con un escapulario azul 

El instituto recibió la aprobación pontifica en 1853 por Pío IX y sus constituciones fueron aprobadas definitivamente por la Santa Sede el 7 de enero de 1887. 

Las Hermanas de María Reparadora han fundado numerosas comunidades en el mundo. 

Siguiendo el carisma de su fundadora trabajan en varios campos, desde la promoción humana a todo lo que conduzca a la profundización de la fe. 

Actualmente están presentes en 23 países de Europa, América, África y las Islas. 

La Madre María de Jesús fue beatificada en 1997 por el Papa Juan Pablo II.

AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER 

Casa de Ejercicios María Reparadora

Casa Palacio construida en el siglo XVIII por los Marqueses de la Torres de la Presa.

El marquesado de las Torres de la Presa es un título nobiliario español creado por el rey Carlos II el 18 de junio de 1680 a favor de Catalina Gaviria y Zubizarreta ​(Madrid, 1595-1684), de padres guipuzcoanos establecidos en Carmona (Sevilla) en el siglo XVI. El titular actual es Miguel Lasso de la Vega y Porres.

A mediados del siglo XIX fue ocupada por la congregación de las hermanas de María Reparadora. 

En 1974 fue reformada y actualmente es en gran parte de nueva planta.


Es un edificio Barroco con portada de mármol flanqueado por pilastras toscanas. Sobre esta portada hay un balcón rematado por un frontón sobre el que se dispone el escudo, realizado en mármol blanco que representa el blasón de los Marqueses de las Torres de la Presa. Se trata de un altorrelieve esculpido en un sólo bloque.

Portada de la Casa de Ejercicios “María Reparadora”

Escudo de los Marqueses de Torres de la Presa

Colgadura superior debajo del tejado


Zajuan

En relación con ella, podemos contar que fantasmas vienen y van como en ningún otro barrio, para el que quiera y pueda advertirlos. El de la monjita portuguesa, Serafina de nombre, que se ordenó a los 17 años, la fama de la hermosura de su voz traspaso el barrio y la ciudad entera. 

Los primeros testimonios se registran a principios de 2005, cuando un vigilante pudo observar como en la parte de la balconada del patio trasero paseaba una monja, en una visión claramente quimérica: “fue sobre las dos y media de la tarde, iba a la otra ala, dejé a mi izquierda las escaleras y pasé al patio, seguí andando y algo vi moverse en la planta de arriba. Miré y vi a una religiosa vestida de blanco. Me llamó mucho la atención, tanto que quedé embobado. Nada, era imposible”. 

Igualmente, en las obras de rehabilitación se pudieron sentir extraños ruidos cuando se trabajaba en el interior del edificio. 

Pensaban los trabajadores que podría tratarse de los ruidos propios de la misma, pero en cierta ocasión sintieron como alguien lloraba: "Era como si alguien se estuviera quejando. Se escuchaba muy bien, además en un momento en el que no había nadie trabajando y había un silencio muy extraño. Entonces de la zona que hay abajo, tras los recovecos de la escalera, se escuchó un llanto muy claro. Mi compañero y yo nos quedamos helados".

En otra ocasión en ese mismo tiempo, un vigilante, por la noche, vio junto a la fuente a una religiosa. El hombre impresionado, con el recuerdo entrecortado, no se atrevía ni a rememorar aquella experiencia tan impactante. Algo repetía: "aquella monja era un fantasma, y ¿si las monjas son buenas porqué me dio a mi ese susto?".

Finalmente, en el transcurso de una ruta urbana y misteriosa por Sevilla una señora se nos acercó y nos narró su experiencia en el espacio de Santa Clara: "Fue una sensación muy rara, era una señora mayor que estaba en la fuente. Me llamó la atención, pero tampoco eché más cuenta. Al rato estaba viendo una exposición de fotografías y se ubicó a mi lado. Estaba viendo una imagen del accidente de la Operación Clavel en Sevilla cuando ella me dijo: “yo estaba aquí a la vera, donde están estas piernas”. Yo me dije para mis adentros que era imposible estar en ese lugar del fuselaje de la avioneta. Si fuera cierto ella debía estar muerta. Luego la mujer se alejó y desapareció. Me vieron charlar con ella, pero jamás la vimos salir de allí, ni había una salida cerca. Fue muy extraño”.

En las investigaciones realizadas en el edificio, en diferentes épocas y años, se pudieron conseguir inclusiones muy significativas: el llanto de una persona y lo que parece alguien rezando. Igualmente hay registros de caídas abruptas de temperatura y de detectores de presencia activados ante la nada. Sin duda, los vestigios del misterio parecen que habitan por toda la eternidad en este lugar, encarnados en el fantasma de nuestra inquieta religiosa.