ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Bartolomé Hidalgo de Agüero
Bartolomé Hidalgo de Agüero nació en Sevilla en 1530, estudió en su
Universidad en la que alcanzó el grado de Doctor y en la que desempeño una Cátedra de Cirugía y ejerció como cirujano en el Hospital de san Hermenegildo, conocido
popularmente como el Hospital del Cardenal, desde alrededor de 1569 hasta su muerte
a los setenta años en 1597, estando enterrado en la iglesia de san Juan de la Palma.
Creó un nuevo método de curación de las heridas, que denominó “Vía particular” frente a la doctrina de la “Pus Loable”.
Su técnica consistía en limpiar la herida, aproximar los bordes y dejar que siguiera su curso natural, para lograr la cicatrización por primera intención.
Frente a la doctrina del “Pus Loable” que consistía en recurrir a procedimientos húmedos que favorecieran la aparición de dicho pus loable, y al recurso de “hierros” para curar las heridas.
Según su discípulo
Pedro Ponce de León, había curado a más de tres mil heridos en una ciudad como Sevilla,
que, en la segunda mitad del siglo XIX, era el centro del mundo con abundantes rateros,
picaros y gentes de mal vivir, por su carácter de Puerto de Indias, con
abundantes reyertas con armas blancas. “Antes de que se introdujera este nuevo método
de curar, duraba la cura de una herida penetrante muchos meses y por la mayor
parte morían casi todos, y si alguno como por milagro quedaba con la vida, a
mejor librar escapaba tísico, ahora se curan dentro de siete días o en once, y
a lo más largo en catorce”.
La novedad de su método contó con abundantes opositores.
El doctor Estrada, recién llegado Sevilla, tuvo conocimiento de su método y pleiteo con él, pues consideraba que la vía particular no era superior a la común.
Mantuvo gran
polémica con Juan Fragoso, uno de los cirujanos y naturalistas españoles de
mayor prestigio del siglo XVI, que ejerció también durante muchos años en
Sevilla antes de trasladarse a Madrid como cirujano de los reyes.
Sus escritos fueron recogidos en el “Thesoro de la Verdadera Cirugía” y publicados
póstumamente por su yerno, Francisco Jiménez Guillen, en la imprenta sevillana
de Francisco Pérez. Posteriormente se realizaron tres ediciones a lo largo del
siglo XVII, con escasas variantes.
Es una obra fundamentalmente una obra práctica, pensada para servir de
guía a los cirujanos de su tiempo, redactada en un castellano sencillo y
comprensible, sin complicaciones doctrinales y no en latín, la lengua culta y más
propia de los médicos.
Reúne un conjunto de escritos encabezados como “Tratados”.
El primero trata de la “Verdadera Cirugía” y en él se expone el método de tratamiento de las heridas.
En el segundo se abordan las “Evacuaciones, tocantes a los casos de Cirugía”.
En el tercero la “Sangría”.
En el cuarto “De las Heridas, en universal y particular”.
En el quinto expone los “Fundamentos y preceptos de la vía particular”.
En el sexto la “Teórica de la Cirugía”.
El séptimo de la “Anatomía”.
El octavo contiene una “Historia del Ojo”.
El noveno sobre los “Apostemas”.
El décimo sobre “Ulceras”.
El undécimo “De Fracturas”.
El decimosegundo de “Dislocaciones”.
Y el decimotercero y ultimo sobre “La Peste”.
El último apartado esta dedicado al “Tabardillo” o tifus exantemático, muy extendido en el siglo XVI, y caracterizado por su sencillez y sentido práctico.