RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
San Francisco de Paula.
Sus padres fueron
los campesinos Giacomo Martolilla, natural de Paula, y Vienna, nacida en Fuscalo.
Algunas biografías han indicado D’Alessio como apellido, pero parece que este
correspondería con su cuñado.
Se piensa que la familia formaba parte de algún movimiento o hermandad
penitencial.
Sus padres llevaban casados muchos años sin
tener hijos, se encomendaron a san Francisco de Asís, y nació Francisco en Paula,
región de Calabria en Italia, el día 27 de marzo de 1.416.
San Francisco de Asís. Francisco Pacheco. 1605-1610. Procede del Convento
de Monjas de Pasión de Sevilla, tras la desamortización de 1869. Museo de
Bellas Artes de Sevilla. Sala III.
Fue bautizado como Francisco Roberto, Francisco por san Francisco de Asís y Roberto por ser el día de san Ruperto (conocido como Roberto) de Salzburgo.
Tuvo una sola hermana, llamada Brígida, aunque
en el siglo XVII se planteó si podría ser su tía en lugar de su hermana.
De recién nacido padeció una enfermedad en un
ojo y sus padres se volvieron a encomendar a san Francisco de Asís y le
prometieron que, si se curaba, el niño se vestiría con el hábito franciscano
durante un año.
Cuando tenía 13 años tuvo una visión de un
fraile franciscano que le recordó el voto realizado por sus padres, por lo que,
efectivamente, vistió el habito de esta orden durante un año, en el convento de
Nuestra Señora de los Ángeles de San Marco Argentan, en la diócesis de Cosenza.
Pasado el año, volvió con sus padres y con
ellos peregrinó a establecimientos monásticos y eremíticos en Roma, Asís,
Loreto, Espoleto, Montecasino, Monteluco.
En Roma se escandalizó por el lujo de los
altos dignatarios eclesiástico y al cardenal Cusano le comentó que Jesús nunca
había tenido vestidos suntuosos.
Al regresar a Paula, se retiró a la
montaña durante cinco años, a un pequeño habitáculo cavado por el mismo, a
semejanza de los antiguos anacoretas, dedicándose a la oración y a la
penitencia y alimentándose solamente de agua y de
hierbas silvestres.
En 1435 se unieron a él dos jóvenes, por
lo que construyó un pequeño monasterio con tres celdas y una capillita dedicada
a san Francisco de Asís, pero, se fueron añadiendo más monjes por lo que tuvo que crear nuevos
monasterios, siempre con una misma consigna: “Cuaresma Perpetua”, que significa que la
alimentación seguiría las que antiguamente se hacían en Cuaresma, con el fin de
fortificar la voluntad.
En 1.436 fundaría el movimiento de los
Eremitas de san Francisco de Asís, que posteriormente se llamaría “Orden
Mínima”, por considerarse los “Últimos de todos los feligreses”, con votos de
humildad, pobreza, castidad, obediencia y abstinencia de carne, leche y huevos,
dieta que muchos cató.licos habían abandonado en el siglo XV.
Hacia 1.450 se va formando un grupo estable de
monjes y en 1467 se establece una “Concesión de Indulgencia”, para los que
visiten el “Heremitorium” y ayuden a su reparación, construcción y
ornamentación.
En 1.454
con el permiso del arzobispo de Cosenza, Pirro Caracciolo, construyó un
monasterio con una iglesia.
La fama
de santidad de Francisco se difundió rápidamente, y en 1.467 el papa Pablo II
envió como emisario a Baltazar de Gutrossis o de Spigno para conocer la
congregación e intentar disuadirle de su pretensión de extender su austera
forma de vida.
Pero,
Baltazar aceptó esta forma de vida y consiguió que el arzobispo Caracciolo, el 30
de noviembre de 1.470, promulgara la constitución “Decet Nos”, por la que dicho
arzobispo aprobó la congregación de ermitaños, poniéndola bajo la autoridad de
la Santa Sede.
El 17 de
mayo de 1.474, el papa Sixto IV, por la bula “Sedes Apostolicas” reconoció la
Congregación de Ermitaños de San Francisco de Asís en el territorio de Padua,
concediéndole los mismos derechos que a los frailes mendicantes, facultándole
para escribir las reglas de la comunidad y nombrando a Francisco como “Superior
Perpetuo”.
Hacia 1.479, otros autores establecen la fecha de 1.464, se refiere el milagro del estrecho de Mesina, según el cual, el religioso con dos de sus discípulos viajó de Paterno Calabro hacia Milazzo, en la isla de Sicilia, para lo que necesitaba tomar una barca para cruzar el estrecho.
El barquero no les permitió el embarque porque no tenían dinero, por lo que el religioso puso su manto sobre el mar y los tres pudieron cruzar el estrecho sobre él.
Por ello, en 1943 el
papa Pio XII lo nombró patrón de los marineros italianos.
De regreso a Calabria, se había difundido su fama de taumaturgo, pues se le atribuyeron numerosas curaciones y milagros, por lo que, en 1.482, el rey Luis XI de Francia solicitó al papa su presencia para curar su enfermedad. San Francisco no pudo sanarlo, pero lo reconcilió con Dios y lo convenció de aceptar su Santísima voluntad.
Terremoto detenido por la intercesión de la imagen de san Francisco de Paula. Valdés, Lucas. Hacia 1710. Óleo sobre lienzo. 82 x 109 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XI
Antes de morir, Luis XI lo nombró director espiritual de su hijo y sucesor Carlos III y tras su muerte los sucesivos monarcas franceses (Carlos VIII, Luis XII) retuvieron al santo en la corte y construyeron monasterios para su orden.
En 1.506, el papa Julio II aprobó las reglas definitivas, que en realidad eran tres, una para frailes, otra para monjas y otra para seglares (Terciarios).
Murió el
2 de abril de 1.507 en Tours tras haber designado al padre Bernardino de Otranto
como Vicario General.
El papa León X lo beatificó en 1.513 y lo canonizó en 1.519. En 1.562 los hugonotes profanaron su tumba.
En
España la orden se implanta en 1.493, a instancia de los Reyes
Católicos que favorecen la fundación de un convento en Málaga, por fray
Bernal Buyl, en la ermita de la Victoria, para celebrar la reconquista de esta
ciudad a los musulmanes.
En Sevilla se establecen en 1.512, cuando el corrector provincial fray Pedro de Almodóvar, junto con diez frailes profesos, procedentes del convento de Écija, se
instalaron, con licencia del arzobispo fray Diego Deza, en la collación de San Miguel, junto a la parroquia de este
nombre (ver).
En 1.516 se trasladan a la
antigua ermita y hospital de San Sebastián de Triana, por cesión de la
hermandad que la regía, con la obligación de dar una capilla a dicha hermandad
y celebrar la fiesta de san Sebastián. Esta ermita estaría ubicada inicialmente
fuera de la zona poblacional, pero actualmente, de forma aproximada, se
correspondería con las calles Pagés del Corro, Salado y Paraíso. El
nuevo monasterio fue consagrado el 28 de noviembre de 1.517 con el título de “Nuestra
Señora de la Victoria” y se convirtió en la Casa Grande de la Provincia de la
Orden.
Situación del Convento de la Victoria (ver)
Vista de Sevilla y Triana realizada en 1567 (ver).
Posteriormente, la iglesia albergó la cofradía de la Entrada Triunfante en Jerusalén y María Santísima del Desamparo, fundada en el siglo XVII, a la que se unió la primitiva de san Sebastián y en 1.675 se les unió la cofradía del santo Cristo de las Penas, Triunfo de la Santa Cruz y Amparo de María Santísima, fundada, a mediados del XVII, por el devoto Diego Granado Mosquera, en la ermita trianera de la Candelaria, tomando desde entonces la corporación el título de Nuestra Señora de la Estrella, Santo Cristo de las Penas, Triunfo del Santo Lignum Crucis y San Francisco de Paula, que es la actual cofradía de la Estrella, entonces del gremio de alfareros, que en 1.835 pasó a la iglesia del convento de san Jacinto.
Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1.800,
se habilitaron en el monasterio, a instancias del Ayuntamiento, dos salas
hospitalarias.
En 1.810 padeció la exclaustración, durante la
dominación francesa, en 1.814 volvieron un pequeño grupo de Mínimos, pero con la
desamortización de 1.835 se procedió a su total demolición y sobre su solar y
huertas se han asentado construcciones modernas y otra corporación religiosa (iglesia de los Paules).
La
escultura de la Virgen de la Victoria,
imagen que hubo de presidir
el altar mayor de la iglesia, actualmente
en un retablo del lado de la epístola de la parroquia de Santa Ana, de Sevilla. A esta imagen rezó
Fernando de Magallanes, en 1519, antes de comenzar su vuelta al mundo y se
postraron en 1522 Juan Sebastián el Cano y los 17 supervivientes que
completaron la gesta.
Pero, el provincial fray Alonso Becerra deseaba
fundar un colegio para sus novicios y estudiantes,, que estuviera a intramuros de
la ciudad y no tan alejado como su convento de la Victoria de Triana.
Con la ayuda de doña María de Leyva , hija de
don Sancho de Leyva y esposa de don Francisco Duarte de Mendicoa, presidente
de la Casa de la Contratación, en 1.589 se consiguieron las licencias necesarias para el
establecimiento del nuevo instituto, en una manzana de la calle de las Palmas
(actual Jesús del Gran Poder) con trasera a la del Puerco (actual Trajano),
dando su lado norte a la “Explanada de la Alameda de Hércules”, en la collación
de san Lorenzo.
La hermandad de la Virgen de la Luz recibía
culto, por el gremio de toneleros, en el hospital de san Andrés del barrio de
la Carretería y tras la extinción de este hospital la corporación pasó a la
parroquia de San Miguel, en 1.592 a este templo de los Mínimos y en 1.761 a una capilla propia edificada en la calle Real de la Carretería, donde se mantiene actualmente
como Hermandad de la Carretería.
En 1.592 se instaló en el templo de San
Francisco de Paula, la cofradía del Santísimo Cristo de la Sangre, Nuestra
Señora de la Candelaria y san Juan Bautista, fundada a mediados del siglo XVI
en la iglesia de san Juan de Acre, por el gremio del arte de la seda. Las imágenes, actualmente en paradero
desconocido, fueron adquiridas en 1.818 por la Cofradía de la Lanzada, que dicho
año pasó a esta iglesia de san Francisco de Paula desde la iglesia conventual
de san Basilio y permanecieron hasta 1.836.
El 15 de julio de 1.597 existe prueba
documental de que está asentada, en la Iglesia-Colegio de San Francisco de
Paula, la hermandad de la Columna y Azotes (actual Hermandad de las Cigarreras)
fundada en la iglesia de san Benito de Calatrava en 1.563, lugar actualmente
ocupado por la ex-iglesia de Nuestra Señora de Belén, en la calle Calatrava
(ver), pasando a la iglesia de san Pedro en 1.628, tras tener su sede en el convento
de san Pablo, al unirse a la Hermandad de Nuestra Señora de la Antigua.
En este colegio estudió Gustavo Adolfo Bécquer, como indica una azulejo situado en el numero 29 de la calle Jesús del Gran Poder (ver).
Retablo neoclásico de San Francisco de Paula, anónimo de la escuela sevillana de escultura de finales del XIX.
De la imagen primitiva que existía en el templo de los mínimos, solo quedan las manos.
A comienzos del siglo XX, se restauró, se cambió la cabeza (que era muy mediocre) por la actual, que fue donada por Don Alberto Ramírez Fito y se adaptó toda la imagen a un cuerpo de tela encolada.
Finalmente, en el Convento de san Antonio de Padua (ver) se instaló la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de seglares.
“Iconográficamente, se representa a san Francisco como un hombre mayor con barba larga, ataviado con el hábito negro característico de su orden y con el escapulario corto atado a la cintura.
Junto a la figura del santo aparece, por lo general, un sol rodeado por ángeles, con la palabra CHARITAS escrita en su centro.
Según la biografía escrita por Jean de Milazza, el origen de este símbolo se vincula a un momento en la vida de san Francisco, quien un día, en medio de la oración, vio a san Miguel Arcángel.
En su visión, el ángel le mostraba un círculo rodeado de rayos fulgentes. Escrita en el centro de este círculo se leía la palabra latina “charitas” (caridad).
En la visión, al
ser celestial decretaba ante el padre fundador de los Mínimos el uso de este
símbolo como escudo de la orden".
IGLESIA DE SAN VICENTE
En los laterales del retablo de la “Virgen de
los Desamparados” aparecen representados San Francisco de Borja y San Francisco
de Paula.
En la nave de la epístola. Un retablo neoclásico de 1827,
ejecutado por Francisco de Acosta y policromado por José María González, en
cuya hornacina se encuentra una talla anónima de 1787 de San Francisco de
Paula, atribuido a Juan Bautista Patrona y Quartín.
San Francisco de Paula. Zurbarán, Francisco de. 1659. Óleo sobre lienzo. 124 x 96,5 cm. Museo del Prado. Sala 010A. (CC BY 3.0)