martes, 6 de junio de 2023

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Francisco de Paula.

Calle san Francisco de Paula (ver)

Sus padres fueron los campesinos Giacomo Martolilla, natural de Paula, y Vienna, nacida en Fuscalo. Algunas biografías han indicado D’Alessio como apellido, pero parece que este correspondería con su cuñado.  Se piensa que la familia formaba parte de algún movimiento o hermandad penitencial.

Sus padres llevaban casados muchos años sin tener hijos, se encomendaron a san Francisco de Asís, y nació Francisco en Paula, región de Calabria en Italia, el día 27 de marzo de 1.416.

San Francisco de Asís. Francisco Pacheco. 1605-1610. Procede del Convento de Monjas de Pasión de Sevilla, tras la desamortización de 1869. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala III. 

Fue bautizado como Francisco Roberto, Francisco por san Francisco de Asís y Roberto por ser el día de san Ruperto (conocido como Roberto) de Salzburgo. 

Tuvo una sola hermana, llamada Brígida, aunque en el siglo XVII se planteó si podría ser su tía en lugar de su hermana.  

De recién nacido padeció una enfermedad en un ojo y sus padres se volvieron a encomendar a san Francisco de Asís y le prometieron que, si se curaba, el niño se vestiría con el hábito franciscano durante un año.

Cuando tenía 13 años tuvo una visión de un fraile franciscano que le recordó el voto realizado por sus padres, por lo que, efectivamente, vistió el habito de esta orden durante un año, en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de San Marco Argentan, en la diócesis de Cosenza. 


Pasado el año, volvió con sus padres y con ellos peregrinó a establecimientos monásticos y eremíticos en Roma, Asís, Loreto, Espoleto, Montecasino, Monteluco.

En Roma se escandalizó por el lujo de los altos dignatarios eclesiástico y al cardenal Cusano le comentó que Jesús nunca había tenido vestidos suntuosos.

Al regresar a Paula, se retiró a la montaña durante cinco años, a un pequeño habitáculo cavado por el mismo, a semejanza de los antiguos anacoretas, dedicándose a la oración y a la penitencia y alimentándose solamente de agua y de hierbas silvestres.

En 1435 se unieron a él dos jóvenes, por lo que construyó un pequeño monasterio con tres celdas y una capillita dedicada a san Francisco de Asís, pero, se fueron añadiendo más monjes por lo que tuvo que crear nuevos monasterios, siempre con una misma consigna: “Cuaresma Perpetua”, que significa que la alimentación seguiría las que antiguamente se hacían en Cuaresma, con el fin de fortificar la voluntad.

En 1.436 fundaría el movimiento de los Eremitas de san Francisco de Asís, que posteriormente se llamaría “Orden Mínima”, por considerarse los “Últimos de todos los feligreses”, con votos de humildad, pobreza, castidad, obediencia y abstinencia de carne, leche y huevos, dieta que muchos cató.licos habían abandonado en el siglo XV.

Hacia 1.450 se va formando un grupo estable de monjes y en 1467 se establece una “Concesión de Indulgencia”, para los que visiten el “Heremitorium” y ayuden a su reparación, construcción y ornamentación. 

En 1.454 con el permiso del arzobispo de Cosenza, Pirro Caracciolo, construyó un monasterio con una iglesia.

La fama de santidad de Francisco se difundió rápidamente, y en 1.467 el papa Pablo II envió como emisario a Baltazar de Gutrossis o de Spigno para conocer la congregación e intentar disuadirle de su pretensión de extender su austera forma de vida.

Pero, Baltazar aceptó esta forma de vida y consiguió que el arzobispo Caracciolo, el 30 de noviembre de 1.470, promulgara la constitución “Decet Nos”, por la que dicho arzobispo aprobó la congregación de ermitaños, poniéndola bajo la autoridad de la Santa Sede.

El 17 de mayo de 1.474, el papa Sixto IV, por la bula “Sedes Apostolicas” reconoció la Congregación de Ermitaños de San Francisco de Asís en el territorio de Padua, concediéndole los mismos derechos que a los frailes mendicantes, facultándole para escribir las reglas de la comunidad y nombrando a Francisco como “Superior Perpetuo”. 

Hacia 1.479, otros autores establecen la fecha de 1.464, se refiere el milagro del estrecho de Mesina, según el cual, el religioso con dos de sus discípulos viajó de Paterno Calabro hacia Milazzo, en la isla de Sicilia, para lo que necesitaba tomar una barca para cruzar el estrecho. 

El barquero no les permitió el embarque porque no tenían dinero, por lo que el religioso puso su manto sobre el mar y los tres pudieron cruzar el estrecho sobre él. 

Por ello, en 1943 el papa Pio XII lo nombró patrón de los marineros italianos. 

San Francisco de Paula y dos compañeros atraviesan el estrecho de Mesina sobre su manto. García Hidalgo, José. 1683. Óleo sobre lienzo. 166 x 209 cm. Museo Nacional del Prado. Depósito en otra institución (ver)


De regreso a Calabria, se había difundido su fama de taumaturgo, pues se le atribuyeron numerosas curaciones y milagros, por lo que, en 1.482, el rey Luis XI de Francia solicitó al papa su presencia para curar su enfermedad. San Francisco no pudo sanarlo, pero lo reconcilió con Dios y lo convenció de aceptar su Santísima voluntad.

Milagro de san Francisco de Paula. Jiménez Donoso, José. Ultimo cuarto del siglo XVIII. Óleo sobre lienzo. 165 x 330 cm. Museo Nacional del Prado.(ver)

Terremoto detenido por la intercesión de la imagen de san Francisco de Paula. Valdés, Lucas. Hacia 1710. Óleo sobre lienzo. 82 x 109 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XI

Antes de morir, Luis XI lo nombró director espiritual de su hijo y sucesor Carlos III y tras su muerte los sucesivos monarcas franceses (Carlos VIII, Luis XII) retuvieron al santo en la corte y construyeron monasterios para su orden.

En 1.506, el papa Julio II aprobó las reglas definitivas, que en realidad eran tres, una para frailes, otra para monjas y otra para seglares (Terciarios).

Murió el 2 de abril de 1.507 en Tours tras haber designado al padre Bernardino de Otranto como Vicario General. 

El papa León X lo beatificó en 1.513 y lo canonizó en 1.519. En 1.562 los hugonotes profanaron su tumba.

En España la orden se implanta en 1.493, a instancia de los Reyes Católicos que favorecen la fundación de un convento en Málaga, por fray Bernal Buyl, en la ermita de la Victoria, para celebrar la reconquista de esta ciudad a los musulmanes.

En Sevilla se establecen en 1.512, cuando el corrector provincial fray Pedro de Almodóvar, junto con diez frailes profesos, procedentes del convento de Écija, se instalaron, con licencia del arzobispo fray Diego Deza, en la collación de San Miguel, junto a la parroquia de este nombre (ver).  

En 1.516 se trasladan a la antigua ermita y hospital de San Sebastián de Triana, por cesión de la hermandad que la regía, con la obligación de dar una capilla a dicha hermandad y celebrar la fiesta de san Sebastián. Esta ermita estaría ubicada inicialmente fuera de la zona poblacional, pero actualmente, de forma aproximada, se correspondería con las calles Pagés del Corro, Salado y Paraíso. El nuevo monasterio fue consagrado el 28 de noviembre de 1.517 con el título de “Nuestra Señora de la Victoria” y se convirtió en la Casa Grande de la Provincia de la Orden.

Situación del Convento de la Victoria (ver)

Vista de Sevilla y Triana realizada en 1567 (ver). 

Posteriormente, la iglesia albergó la cofradía de la Entrada Triunfante en Jerusalén y María Santísima del Desamparo, fundada en el siglo XVII, a la que se unió la primitiva de san Sebastián y en 1.675 se les unió la cofradía del santo Cristo de las Penas, Triunfo de la Santa Cruz y Amparo de María Santísima, fundada, a mediados del XVII, por el devoto Diego Granado Mosquera, en la ermita trianera de la Candelaria, tomando desde entonces la corporación el título de Nuestra Señora de la Estrella, Santo Cristo de las Penas, Triunfo del Santo Lignum Crucis y San Francisco de Paula, que es la actual cofradía de la Estrella, entonces del gremio de alfareros, que en 1.835 pasó a la iglesia del convento de san Jacinto.

Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1.800, se habilitaron en el monasterio, a instancias del Ayuntamiento, dos salas hospitalarias.

En 1.810 padeció la exclaustración, durante la dominación francesa, en 1.814 volvieron un pequeño grupo de Mínimos, pero con la desamortización de 1.835 se procedió a su total demolición y sobre su solar y huertas se han asentado construcciones modernas y otra corporación religiosa (iglesia de los Paules). 

La escultura de la Virgen de la Victoria, imagen que hubo de presidir el altar mayor de la iglesia, actualmente en un retablo del lado de la epístola de la parroquia de Santa Ana, de Sevilla. A esta imagen rezó Fernando de Magallanes, en 1519, antes de comenzar su vuelta al mundo y se postraron en 1522 Juan Sebastián el Cano y los 17 supervivientes que completaron la gesta.


Pero, el provincial fray Alonso Becerra deseaba fundar un colegio para sus novicios y estudiantes,, que estuviera a intramuros de la ciudad y no tan alejado como su convento de la Victoria de Triana.

Con la ayuda de doña María de Leyva , hija de don Sancho de Leyva y esposa de don Francisco Duarte de Mendicoa, presidente de la Casa de la Contratación, en 1.589 se consiguieron las licencias necesarias   para el establecimiento del nuevo instituto, en una manzana de la calle de las Palmas (actual Jesús del Gran Poder) con trasera a la del Puerco (actual Trajano), dando su lado norte a la “Explanada de la Alameda de Hércules”, en la collación de san Lorenzo.

La hermandad de la Virgen de la Luz recibía culto, por el gremio de toneleros, en el hospital de san Andrés del barrio de la Carretería y tras la extinción de este hospital la corporación pasó a la parroquia de San Miguel, en 1.592 a este templo de los Mínimos y en 1.761 a una capilla propia edificada en la calle Real de la Carretería, donde se mantiene actualmente como Hermandad de la Carretería.  

En 1.592 se instaló en el templo de San Francisco de Paula, la cofradía del Santísimo Cristo de la Sangre, Nuestra Señora de la Candelaria y san Juan Bautista, fundada a mediados del siglo XVI en la iglesia de san Juan de Acre, por el gremio del arte de la seda. Las imágenes, actualmente en paradero desconocido, fueron adquiridas en 1.818 por la Cofradía de la Lanzada, que dicho año pasó a esta iglesia de san Francisco de Paula desde la iglesia conventual de san Basilio y permanecieron hasta 1.836.

El 15 de julio de 1.597 existe prueba documental de que está asentada, en la Iglesia-Colegio de San Francisco de Paula, la hermandad de la Columna y Azotes (actual Hermandad de las Cigarreras) fundada en la iglesia de san Benito de Calatrava en 1.563, lugar actualmente ocupado por la ex-iglesia de Nuestra Señora de Belén, en la calle Calatrava (ver), pasando a la iglesia de san Pedro en 1.628, tras tener su sede en el convento de san Pablo, al unirse a la Hermandad de Nuestra Señora de la Antigua. 

En este colegio estudió Gustavo Adolfo Bécquer, como indica una azulejo situado en el numero 29 de la calle Jesús del Gran Poder (ver).


El convento-colegio no se ha conservado, pero se mantiene la Iglesia (ver) sin alteraciones de gran consideración, salvo en lo que se refiere a su patrimonio pictórico y escultórico.

Fachada a la calle Jesús del Gran Poder


Detalle de San Francisco de Paula


Retablo neoclásico de San Francisco de Paula, anónimo de la escuela sevillana de escultura de finales del XIX. 

De la imagen primitiva que existía en el templo de los mínimos, solo quedan las manos. 

A comienzos del siglo XX, se restauró, se cambió la cabeza (que era muy mediocre) por la actual, que fue donada por Don Alberto Ramírez Fito y se adaptó toda la imagen a un cuerpo de tela encolada. 

Retablo  e Imagen de San Francisco de Paula

Finalmente, en el Convento de san Antonio de Padua (ver) se instaló la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de seglares.

“Iconográficamente, se representa a san Francisco como un hombre mayor con barba larga, ataviado con el hábito negro característico de su orden y con el escapulario corto atado a la cintura.

Junto a la figura del santo aparece, por lo general, un sol rodeado por ángeles, con la palabra CHARITAS escrita en su centro. Según la biografía escrita por Jean de Milazza, el origen de este símbolo se vincula a un momento en la vida de san Francisco, quien un día, en medio de la oración, vio a san Miguel Arcángel. En su visión, el ángel le mostraba un círculo rodeado de rayos fulgentes. Escrita en el centro de este círculo se leía la palabra latina “charitas” (caridad). En la visión, al ser celestial decretaba ante el padre fundador de los Mínimos el uso de este símbolo como escudo de la orden".

 

San Francisco de Paula. Murillo, Bartolomé Esteban. Siglo XVII. Óleo sobe lienzo. 111x 83 cm. Museo Nacional del Prado. No expuesto (ver).


San Francisco de Paula. Iglesia de san Vicente. Capilla Sacramental. Calle lateral del Altar



San Francisco de Paula. Iglesia de Santa Catalina.  Capilla del Rosario. Anónimo del siglo XVII. 

Iglesia de Ómnium Sanctorum. Pasado el cajón de la puerta del Evangelio, una repisa con la talla de San Francisco de Paula del siglo XVII, con báculo y copón, vestido a estilo bizantino

Retablo de san Juan Nepomuceno en la Iglesia de san Hermenegildo


San Francisco de Paula en el retablo de san Juan Nepomuceno

Detalle de San Francisco de Paula en el retablo de san Juan Nepomuceno