ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA
Los primeros
testimonios se registran a principios de 2005, cuando un vigilante pudo
observar como en la parte de la balconada del patio trasero paseaba una
monja, en una visión claramente quimérica: “fue sobre las dos y media de la
tarde, iba a la otra ala, dejé a mi izquierda las escaleras y pasé al patio,
seguí andando y algo vi moverse en la planta de arriba. Miré y vi a una
religiosa vestida de blanco. Me llamó mucho la atención, tanto que quedé
embobado. Nada, era imposible”.
Igualmente, en
las obras de rehabilitación se pudieron sentir extraños ruidos cuando se
trabajaba en el interior del edificio.
Pensaban los
trabajadores que podría tratarse de los ruidos propios de la misma, pero en
cierta ocasión sintieron como alguien lloraba: "Era como si alguien
se estuviera quejando. Se escuchaba muy bien, además en un momento en el que no
había nadie trabajando y había un silencio muy extraño. Entonces de la zona que
hay abajo, tras los recovecos de la escalera, se escuchó un llanto muy claro.
Mi compañero y yo nos quedamos helados".
En otra
ocasión en ese mismo tiempo, un vigilante, por la noche, vio junto a la fuente
a una religiosa. El hombre impresionado, con el recuerdo entrecortado, no se
atrevía ni a rememorar aquella experiencia tan impactante. Algo repetía:
"aquella monja era un fantasma, y ¿si las monjas son buenas porqué me dio
a mi ese susto?".
Finalmente, en
el transcurso de una ruta urbana y misteriosa por Sevilla una señora se nos
acercó y nos narró su experiencia en el espacio de Santa Clara: "Fue una
sensación muy rara, era una señora mayor que estaba en la fuente. Me llamó la
atención, pero tampoco eché más cuenta. Al rato estaba viendo una exposición de
fotografías y se ubicó a mi lado. Estaba viendo una imagen del accidente de la
Operación Clavel en Sevilla cuando ella me dijo: “yo estaba aquí a la vera,
donde están estas piernas”. Yo me dije para mis adentros que era imposible
estar en ese lugar del fuselaje de la avioneta. Si fuera cierto ella debía
estar muerta. Luego la mujer se alejó y desapareció. Me vieron charlar con
ella, pero jamás la vimos salir de allí, ni había una salida cerca. Fue muy
extraño”.
En las investigaciones realizadas en el edificio, en diferentes épocas y años, se pudieron conseguir inclusiones muy significativas: el llanto de una persona y lo que parece alguien rezando. Igualmente hay registros de caídas abruptas de temperatura y de detectores de presencia activados ante la nada. Sin duda, los vestigios del misterio parecen que habitan por toda la eternidad en este lugar, encarnados en el fantasma de nuestra inquieta religiosa.