RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires
Santa Angela de la Cruz.
María de los Ángeles
Guerrero González nació en Sevilla el 30 de enero de 1846, en la Plaza
de Santa Lucía, número 5.
Fue bautizada el 2 de febrero de ese mismo año en la iglesia de Santa Lucía y la pila bautismal se conserva en la casa natal de la calle Santa Lucía 5.
Hizo la primera comunión en 1854
y recibió la confirmación en 1855.
Su padre, José Guerrero, cardador de lana de profesión, había
venido a Sevilla desde Grazalema, pueblo de la serranía de Ronda, en la oleada
de emigración a las grandes ciudades, en relación con el desarrollo industrial, y su madre, Josefa González, era costurera
y procedía de Zafra, se casaron en Sevilla y tuvieron catorce hijos, de los
cuales solo seis, tres hijos y tres hijas, sobrevivieron hasta la edad adulta,
pues los otros ocho fallecieron durante la infancia,
circunstancia entonces habitual, pues existía una alta tasa de mortalidad
infantil.
Ambos
trabajaban para el convento de Padres Trinitarios, donde el padre hacía de cocinero y la madre lavaba, cosía y
planchaba la ropa de los frailes
Su padre falleció cuando Ángela era niña y sus restos se
trasladaron del cementerio a la iglesia del antiguo Convento de la Trinidad,
que en la actualidad es la Basílica de María Auxiliadora, de los salesianos.
Su instrucción escolar fue escasa, como era habitual entre las
niñas pertenecientes a su clase social, y solo aprendió a escribir, sin dominar
la ortografía, algunas nociones de aritmética y catecismo.
A los 12 años entró como aprendiz en el taller de
fabricación de calzado de Antonia Maldonado, en la calle Feijó (antigua calle
Huebos), para contribuir a la economía familiar, y allí permaneció hasta los 29
de forma casi ininterrumpida. Llegó a ser destacada oficial de un negocio que
contaba con una buena clientela proveniente de la alta burguesía y de la
nobleza del entorno de la pequeña corte de los Montpensier-Borbón, instalados
en el palacio de san Telmo.
En la fábrica de calzados se organizaba el rezo del rosario entre las empleadas diariamente, se leían las vidas de santos y tuvo sus primeras experiencias místicas. Así, un día de lluvia había ido del taller a su casa sin mojarse nada y en otra ocasión, en 1862, cuando las trabajadoras estaban rezando en el oratorio, ella se puso a levitar. En una ocasión, una señora tenía una enfermedad con llagas y se negaba a operarse porque le daba miedo, ella succionó las llagas y la enferma sanó.
A
los 16 años, a través de la maestra de taller, doña Antonia Maldonado, entró en
contacto con el padre José Torres Padilla, un sacerdote nacido en Canarias y
afincado en Sevilla, con fama de santidad, canónigo
de la catedral y catedrático del seminario, que se convirtió en su confesor y director espiritual.
Durante la epidemia de cólera en Sevilla, bajo la dirección del padre Torres, se entregó al servicio de los pobres enfermos hacinados en los corrales de vecindad.
En 1865, con 19 años, el padre Torres le escribió una carta de recomendación para solicitar la entrada como lega en el Convento de san José de Carmelitas Descalzas (las Teresitas), pero no fue admitida al considerar que no tenía suficiente salud para la austera vida del Carmelo.
En 1869, cuando tenía 23 años, el
padre Torres le animó a intentar entrar como postulante en la Compañía de las
Hijas de la Caridad de San Vicente Paul, en la congregación del Hospital
de las Cinco Llagas. Pasó el postulantado y tomó el hábito de novicia, pero
desarrolló un problema de salud con vómitos. La destinaron a Cuenca y luego a
Valencia y al continuar con este problema de salud tuvo que abandonar la vida
religiosa. Curiosamente, después de dejar la vida religiosa, los vómitos
desaparecieron tan misteriosamente como se habían iniciado y volvió a su casa y al taller de zapatería.
En 1871 decide que, al no poder ser monja en el
convento, será monja fuera, y pone en manos del padre Torres Padilla unas
reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la
cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús,
pasando a llamarse Ángela de la Cruz.
El padre Torres también era director espiritual de una
monja mercedaria llamada sor Florencia del Santísimo Sacramento.
En 1873 sor Sacramento tuvo una visión en la que en el centro de un cuadro, dos ángeles coronaban con una corona de rosas olorosas a una joven y escuchó
una voz que decía "Esa es Angelita". Ella se lo comunicó a Torres y
este envió a dos monjas para que ella dijera cuál era Angelita y esta contestó
que no era ninguna de las dos. Luego mandó a Ángela y la reconoció como la
joven de la visión.
El
11 de octubre de 1872 comenzó a escribir su diario espiritual que recibirá el
nombre de “Papeles de conciencia” o “Papeles Íntimos” y es curioso que, siendo ignorante en letras, pues casi no sabía
escribir, se convirtió en una de las más grandes escritoras espirituales de
nuestros tiempos. Redactó su proyecto de Compañía, con una dimensión caritativa
y social a favor de los pobres y con un impacto enorme en la Iglesia y en la
sociedad de Sevilla, por su identificación con los menesterosos: “Hacerse pobre
con los pobres”. No quería hacer la caridad “desde arriba” sino ayudar a los
pobres “desde dentro”.
El 8 de diciembre de 1874 se consagró al Señor con
votos perpetuos.
En 1875, Ángela logró la adhesión de Josefa de la
Peña, una terciaria franciscana, que gozaba de buena situación económica y
Juana María Castro y Juana Magadán, que disponían de escasos recursos. El
2 de agosto de ese mismo año se inauguraba la vida de comunidad de las
“Hermanas de la Cruz” en un cuartito con derecho a cocina, alquilado con el
dinero que dejaba la mayor de las tres primeras compañeras, en la casa número
13 de la calle San Luis, y organizaron un servicio de asistencia a los
necesitados a lo largo del día y de la noche.
De esta forma, quedó constituida la Compañía de la
Cruz con sor Ángela de la Cruz, sor Josefa, Juana María Castro con el nombre
religioso de sor Sacramento, y sor Juana, y por disposición del arzobispo Luis
de la Lastra y Cuesta adoptaron un hábito para exteriorizar sus votos,
diseñado por Santa Ángela, de color marrón, con un escapulario de la misma
tela, un cordón como el de los franciscanos, toca blanca y como calzado unas simples alpargatas.
El 1 de octubre de 1875 se trasladaron a una casa
alquilada en el número 8 de la calle Hombre de Piedra, que fue bendecida por el
párroco de san Lorenzo, el beato Marcelo Spínola y Maestre (ver),
y donde sus compañeras comenzaron a llamarla
"Madre".
El 1 de junio de 1876 se trasladaron a una casa
situada en la calle Lerena número 3, haciendo esquina con la plaza de San
Martín, donada por el marqués de Casa León y su esposa, vinculados al padre Torres.
En 1878 falleció el padre Torres Padilla, que había
conducido hasta entonces, como primer director, la Compañía, y fue nombrado el padre
don José María Álvarez como segundo director.
El 8 de mayo de 1879, el arzobispo Lluch aprueba las Reglas de Constitución
de la Compañía, redactadas por el padre Álvarez, en conformidad con los papeles
e ideas recibidas por el padre Torres de las inspiraciones y conversaciones con
sor Ángela.
El 15 de diciembre de 1881, pasaron una
nueva casa situada en el número 12 de la calle Cervantes (ver), conseguida gracias a
las donaciones de varios benefactores, entre los cuales estaba el arzobispo.
El 12 de mayo de 1882 murió el
sacerdote Álvarez y Marcelo Spínola nombró director espiritual de las monjas al
sacerdote José Rodríguez Soto.
El 3 de diciembre de
1887 la comunidad de Sevilla se trasladó a una nueva sede, en la calle
Alcázares, actualmente llamada Santa Ángela de la Cruz, a donde fue
trasladada la Virgen de la Salud tras la desacralización de la Iglesia de santa
Lucía en 1886, y siendo la capilla del convento
bendecida por el arzobispo Ceferino González.
Esta casa fue el
antiguo palacio de la familia Alcázar y posterior residencia de los condes de
Miraflores de los Ángeles. En esta casa nació el poeta Fernando Villalón como
nos recuerda una placa de mármol (ver).
El 10 de diciembre de 1898 León XIII firmó un “Decreto
de Alabanza” de la Compañía de la Cruz,
el 25 de junio de 1904 el papa San Pio X aprobó este Instituto religioso y la Santa
Sede aprobó las reglas el 14 de julio de 1908.
Sor Ángela asumió el gobierno del Instituto
Religioso como primera madre
general, siendo reelegida cuatro veces (1904, 1908, 1916 y 1922), pero en 1928, cuando
ya tenía 82 años de edad, la Santa Sede remitió el asunto de la confirmación de
su elección a la discreción del cardenal, para que se eligiera otra religiosa
distinta de la fundadora. Salió elegida la hermana Gloria. La Madre quedó
oficialmente como superiora general honoraria y consejera espiritual de todas.
A
los 85 años de edad, el 7 de julio de 1931, tuvo una trombosis cerebral y falleció el 2 de marzo de 1932.
El
instituto religioso tenía una autorización de 1912 para realizar entierros en
la capilla del convento, pero las Cortes de la II República habían anulado este
tipo de privilegios. El alcalde de Sevilla, atendiendo al reconocimiento del
pueblo hacia su persona, logró la autorización del ministro de la Gobernación y finalmente fue sepultada en la cripta de la Casa
Madre en Sevilla.
Dos días después el Ayuntamiento republicano de la
ciudad de Sevilla, presidido por el alcalde don José González y Fernández de la
Bandera, decidió por unanimidad que constase en acta el sentimiento de la
Corporación por la muerte de la religiosa y decidió se rotulase con su nombre
la entonces llamada calle Alcázares, donde estaba y continúa el convento. Esta
decisión tiene gran importancia, si tenemos en cuenta las ideas anticlericales
imperantes en la época.
Fue
beatificada por el Papa Juan Pablo II el 5 de noviembre de 1982. La ceremonia
de beatificación tuvo lugar en Sevilla,
en una explanada del barrio de Los Remedios, con ocasión del primer viaje de Juan Pablo II a España. Se celebró una misa multitudinaria y en el auditorio
se encontraba el altar de plata de la Catedral de Sevilla y un cuadro de sor
Ángela pintado ese año por Antonio Dubé de Luque. Se trató de la primera
beatificación de la historia celebrada fuera de Roma.
El milagro para
su beatificación tuvo lugar en 1938 en Sevilla, cuando Concepción García Núñez
sufrió una grave neumonía con complicaciones en el único pulmón que tenía y
sanó, después de haber sido desahuciada por los médicos.
Fue canonizada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003
en la madrileña Plaza de Colón, con el nombre de Santa Ángela de la Cruz.
El 20 de diciembre de 2002, la Iglesia reconoció oficialmente
su santidad por la curación de la ceguera del
niño Teodoro Molina Navarro,
que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo derecho. El
14 de febrero de 2002 la Consulta Médica de la Congregación para la Causa de
los Santos reconoció que la curación de este niño era científicamente
inexplicable.
Su cuerpo incorrupto está situado en la capilla de la
casa Madre y está acompañado a la derecha por la que fue su sucesora y Madre de
la congregación durante más de cincuenta años, Sor María Purísima de la Cruz,
declarada Santa el 18 de octubre del 2015.
Actualmente, la Compañía de la Cruz tiene más de cincuenta
conventos, 700 hermanas y unas 50 novicias que realizan el noviciado en
Sevilla. Los países donde se encuentra son España, Argentina e Italia. En
España en las comunidades autónomas de Andalucía, Extremadura, Canarias,
Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia.
Sus actividades son:
Visitar en su domicilio a las personas ancianas y
enfermas que precisan cuidados, ayudándolas en las tareas cotidianas domésticas
y de aseo, prestándoles asistencia tanto en el campo material como en el
espiritual.
La metódica de trabajo de la congregación consiste en
acudir por parejas a casa de los enfermos que las necesitan. Una atiende al
paciente sentado a su lado, la segunda realiza las actividades del hogar.
Atender a las personas sin recursos que acuden a las
casas de las Hermanas de la Cruz en busca de ayuda o alimentos.
Residencias para ancianos.
Internado para niños huérfanos.
Las
Hermanas de la Cruz, de entonces y de ahora, siguen a rajatabla las normas de
mortificación establecidas por sor Ángela: comen de “vigilia”, duermen sobre
una tarima de madera las noches que no les toca velar, duermen poquísimo, pues
quieren estar “instaladas en la cruz”, “enfrente y muy cerca de la cruz de
Jesús”, renunciando a los bienes de este mundo y acudiendo sin tardanza donde
los pobres las necesiten.
Mauricio Tinoco Ortiz, de la Real Academia de Bellas
Artes de santa Isabel de Hungría, realizó una imagen escultórica de Santa
Ángela de la Cruz, que fue galardonada con una medalla en la Exposición
Nacional de Madrid de 1943. Esta fue situada en 1944 en el interior de la casa
de la calle Santa Lucía, que fue restaurada por el arquitecto
Antonio Illanes del Rio (ver).
En 1965 se situó, en un jardín al sur de la calle Sor
Ángela de la Cruz de Sevilla, junto a la Iglesia de San Pedro, una estatua de
esta santa, obra de Antonio Gavira Alba. En el pedestal se encuentra la
dedicatoria: "A sor Ángela de la Cruz, Madre de los Pobres. Sevilla
agradecida. 1965". En 1966 fue bendecida por José María Bueno Monreal.
BASILICA DE LA MACARENA
En la basílica de la Macarena existe un retablo cerámico
encima de la puerta de entrada al museo de la hermandad.
En la iglesia de san
Juan de la Palma, a la izquierda del compás, en el año 2004, se colocó un
azulejo de Santa Ángela de la Cruz, pintado por Alfonso Carlos Orce Villar y
ejecutado en un taller particular, con la siguiente inscripción: “La Hermandad
de la Amargura a su titular Santa Ángela de la Cruz, canonizada en Madrid el 4
de mayo de 2003 por SS Juan Pablo II”.
En la iglesia de san Juan de la Palma, al final
de la nave de la epístola, un retablo del siglo XVIII, en cuyo centro se venera
una imagen de vestir de “Sor Ángela de la Cruz” de
tamaño natural.
El
rostro es de Javier Cuadrado y el cuerpo y manos de Francisco Berlanga y el
retablo fue restaurado en 1982 por Manuel Calvo Carmona.
La
imagen se trasladó en el año 1991 desde el convento de Sor Ángela a San Juan de
la Palma y desde entonces recibe culto en dicho templo.
Las
hermanas de santa Ángela de la Cruz son las encargadas de vestir a la
Virgen.
Debajo
de la imagen hay un relicario que contiene una reliquia de Santa Ángela, un
trazo de hábito, que va en la peana del paso de palio de la Virgen de la
Amargura.
En uno de los laterales de la puerta de acceso
a la capilla de
“Nuestra Señora del Reposo”, en la
nave de la epístola, encontramos una foto de Santa Ángela de la Cruz, muy
vinculada con esta parroquia.