martes, 25 de octubre de 2022

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

Perro portando una antorcha en la boca

La leyenda narra una visión que la madre de santo Domingo de Guzmán, la beata Juana de Aza, tuvo antes de su nacimiento. Según la leyenda, soñó que un perrito salía de su vientre con una antorcha encendida en su boca. Para comprender el significado del sueño buscó la intercesión de Santo Domingo de Silos, realizando una peregrinación al monasterio benedictino que había fundado. Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación y que le pondría el nombre de Domingo, como el Santo de Silos. Domingo viene del latín “Dominicus”, que significa “del Señor” y de “Dominicus” viene “Dominicanus”, que es el nombre de la Orden de Santo Domingo, y utilizando un juego de palabras, se dice que “Dominicanus” es un compuesto de “Dominus” (Señor) y canis (perro), significando “el perro del Señor” o el “Vigilante de la viña del Señor”.

La portada del Convento de Madre de Dios de la Piedad  presenta un frontón partido, con una hornacina, con un relieve que nos muestra a la Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo. El perro en el ángulo inferior derecho

Perro portando una antorcha en la boca

 AREA DE SAN ESTEBAN

Convento Madre de Dios de la Piedad 

El Convento de Madre de Dios de Sevilla pertenece a la congregación de las Dominicas, orden fundada por Santo Domingo de Guzmán en 1206, siendo la oración su principal objetivo, aunque también obtienen ingresos con la realización de diversas actividades artesanales como flores de papel y tela y dulces conventuales.

Santo Domingo de Guzmán

Santo Domingo de Guzmán Penitente. 1606-1607. Procedencia del Convento de Santo Domingo de Portacoeli. Sevilla. Desamortización 1840. Museo de Bellas Artes de Sevilla

La fundación del convento, como beaterio para estas monjas dominicas, se produjo en 1472, promovida por Isabel Ruiz de Esquivel, viuda del Alcaide de Sevilla, Juan Sánchez de Huete, en un viejo edificio, propiedad del Hospital de San Cristóbal y Santiago, en la Puerta de Triana.

La frecuente inundación del Guadalquivir provoca numerosos daños en el edificio y la gran riada de 1495 lo deja en estado ruinoso.

Ante esta situación, la reina Isabel II, que profesaba gran gratitud a esta comunidad, por haberse hospedado en el edificio durante alguna de sus estancias en Sevilla, les concede una manzana de casas frente a la iglesia de San Nicolás, que habían pertenecido a los judíos que habían sido expulsados, en plena judería en uno de los ejes históricos de entrada a la zona antigua de la ciudad, dentro del barrio de san Bartolomé, constituyendo, en 1496, uno de los primeros conventos fundados en Sevilla a partir de la época de los Reyes Católicos.   La finca comprendía una serie de casas y una sinagoga que las monjas convirtieron en oratorio o iglesia cristiana.

Medio siglo más tarde las monjas decidieron transformar el conjunto de casas en una residencia conventual apta para las necesidades de la vida de comunidad, incluyendo la construcción de una Iglesia

La remodelación del convento comenzó en 1551 con la construcción de la Iglesia y de nuevas dependencias gracias a la colaboración del rey Felipe III y de familias nobles de la ciudad. La iglesia se terminó de construir en 1572, bajo la dirección de los arquitectos Juan de Simancas y Pedro Díaz de Palacios y la portada de la calle san José, obra de Juan de Oviedo y de la bandera finalizó en 1590.

Desde principio del siglo XVII, la comunidad conoció un momento de gran esplendor, pues numerosas familias nobles sufragaron obras para ser enterradas en el interior de la Iglesia. La que más contribuyó fue la viuda de Hernán Cortés, doña Juana de Zuñiga, junto a la viuda del capitán Andrés Berdome que cedió fincas urbanas y rurales que generaron grandes rentas. Otros donantes fueron los Venegas, los Neve o incluso Bartolomé Esteban Murillo, que donó una esclava morisca para el servicio de su hija, religiosa del convento.

Pero, además, la importancia de esta comunidad religiosa en Sevilla, hizo que entraran en ella importantes damas de la aristocracia o vinculadas con el Descubrimiento de América, como tres biznietas de Cristóbal Colón, tres hijas de don Jorge de Portugal, doña Juana de Zúñiga, viuda de Hernán Cortes, su hija doña Catalina Cortés y su nuera Catalina de Arellano, el licenciado Diego Venegas y familia, Beltrán de Cetina, padre del poeta Gutiérrez de Cetina, y muchos otros. Otras religiosas ilustres que profesaron en el convento y se encuentran enterradas en él, son Sor Mariana de Santos Domingo Riosoto, Sor Mariana de Santa Rosa y Sor Bárbara de Santo Domingo, por lo que la Iglesia del convento puede considerarse como panteón de ilustres personalidades.

Con las desamortizaciones de 1835 y 1836 y sobretodo con la Revolución Gloriosa de 1868, las monjas perdieron tierras y rentas y fueron trasladadas al monasterio cisterciense de san Clemente. El convento fue ocupado por diferentes instituciones oficiales, reuniones electorales y mercado de abastos, pero sin gran uso, hasta que en 1870 se estableció la Escuela de Medicina en la parte más noble del edificio.

Restaurada la monarquía, las monjas volvieron a su convento el 1 de agosto de 1877, pero el convento estaba desolado, ya había sido dividido, en algunas estancias se habían instalado diversas entidades públicas y aunque fue declarado, como “Bien de Intereses Cultural” en la categoría de Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1971, sufre grandes deterioros en la zona de clausura y en 2022 ha sido objeto de una importante restauración.

EXTERIOR

La larga fachada situada en la calle san José, cuenta con un muro sonde se ubica la puerta principal del siglo XVI (1590), obra de Juan de Oviedo y de la Bandera, que presenta una notable vistosidad, destacando sobre el paño continuo y sobrio de la fachada del convento.

Larga fachada situada en la calle san José

La portada esta labrada en piedra, con dos pilastras que soportan un dintel en el que aparecen los escudos de los Reyes Católicos y de la Orden Dominica. Sobre ellos, un frontón partido, con una hornacina, con un relieve que nos muestra a la Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo. El padre Eterno en el ático. Encima una gran cruz.

Parte superior de la portada

Escudos de los Reyes Católicos y de la Orden Dominica


Relieve con la Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo

El padre Eterno en el ático

Cruz de piedra

En el conjunto aparece uno de los símbolos dominicos, como es el perro portando una antorcha en la boca. La leyenda narra una visión que la madre de santo Domingo, la beata Juana de Aza, tuvo antes de su nacimiento. Según la leyenda, soñó que un perrito salía de su vientre con una antorcha encendida en su boca. Para comprender el significado del sueño buscó la intercesión de Santo Domingo de Silos, realizando una peregrinación al monasterio benedictino que había fundado. Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación y que le pondría el nombre de Domingo, como el Santo de Silos. Domingo viene del latín “Dominicus”, que significa “del Señor” y de “Dominicus” viene “Dominicanus”, que es el nombre de la Orden de Santo Domingo, y utilizando un juego de palabras, se dice que “Dominicanus” es un compuesto de “Dominus” (Señor) y canis (perro), significando “el perro del Señor” o el “Vigilante de la viña del Señor”.

Perro portando una antorcha en la boca

Junto a la portada de la Iglesia, en el lado derecho, una placa de mármol explica parte del proceso de formación del convento, con los nombres de alguno de los principales personales y las fechas más destacadas de su historia.

Placa de mármol

La fachada continua al sur hacia la calle Madre de Dios, donde se encuentra la “Casa del Capellán” y en el interior del edificio del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) se conserva el primitivo “Claustro principal” del convento, aunque muy reformado.

Puerta de CICUS

Primitivo “Claustro principal” del convento

Hacia el Norte, la zona conventual, obra posterior del siglo XIX, presenta ventanas neogóticas en forma de estrella de ocho puntas y arcos de herradura, y una hornacina con un azulejo de la virgen de Fátima.

Hornacina con un azulejo de la virgen de Fátima

Seguidamente, Puerta de Entrada al Convento con un pequeño Claustro, tipo patio domestico con columnas de mármol de dos pisos del siglo XIX y un Patio Jardín del siglo XVI. 

Puerta y entrada del Convento

Patio Jardín