AREA DE REGINA-ENCARNACIÓN-SAN PEDRO
Plaza de los Terceros
Es un espacio
rectangular, encrucijada antigua de caminos, donde confluyen las calles Gerona,
Bustos Tavera y Sol.
Visión general de la
plaza de los Terceros
Desde finales del siglo XV parece nombrada como plaza de las Tablas o de
las Carnicerías, por la existencia desde 1845 puestos de venta de carne,
llamados tablas de carnicerías. También como de las Freidurías. A finales del
siglo XIX se encontraba el gremio de “Tiendas de patatas y Huevos”. También
había talleres de un maestro herrador y un maestro herrero que realizaban sus
tareas en el exterior, sacando a la plaza las rejas, balcones y barrotes de
hierro. Uno de estos heradores, Pérez de Alama, es retratado por A. Palcacios
Miño en “Estampas de mi tierra. Sevilla y su provincia”: “El herrador de
placita de los Terceros, con un sombrero Boer y su luenga barba blanca,
respetable y respetado, y recuerdo vivo de aquellos tiempos heroicos del
romanticismo revolucionario, en los que, al frente de una columna de valientes,
se lanzó al campo a luchar contra la monarquía”
Mas regularmente aparece nombrada como de Santa Catalina, por la iglesia
de igual advocación que se levanta en sus proximidades y a partir de 1845 se
impone la denominación de Plaza de los Terceros por el convento situado a
comienzos de la calle Sol.
En esta plaza Cervantes sitúa, en su entremés
“Los Mirones”, un suceso entre unas regatonas o placeras. Los Mirones eran
estudiante que se distribuían por las calles para observar sucesos interesantes
que podían contárselos en sus reuniones. “Una vendedora de verduras, de las que
tienen puesto en esta plaza, llamó a un ciego y, poniéndole un cuarto en la
mano, le pidió que le rezase la Pasión, llegado el ciego a “Pilatos saca al
Omnipotente”, la buena vendedora lloraba como una criatura de pura compasión.
Una freidora, que tenia el puesto al lado, al escuchae el llanto, la llamó
hipócrita, aquella asaltó del puesto como una leona, y poniéndose delante
della, díjole a gritos de una a cien mil desvergüenzas. Quísole la freidora
responder, y la vendedora no la dejó hablar, sino que, volviéndose las ancas,
arremangose las faldas y díjole varias veces i habla con este bellaca. Esta que
tenía puesta al fuego una sartén llena de aceite para freír unos albures,
cogiola con las manos, y respondiole: “Sí borracha con ese hablaré” y al mismo
tiempo envasóle en aquella coraza del gran turco, cuanto aceite tenía en la
sartén”. La vendedora, dando cien mil alaridos, no halló charco de agua ni de
lodo donde no se revolcase, buscando un refrigerio contra el ardor de las
nalgas en que se estaba abrazando. La freidora se retrajo luego al momento a la
Iglesia de Santa Catalina, por miedo a la justicia; y a la otra, que estaba ya
como muerta, la llevaron en brazos al Hospital del Cardenal, donde tendrá bien
que curar por hartos días”.
En el número 13, llama la atención la presencia
de una columna protegida por una placa de cristal.
Plaza de los Terceros,
número 13
En el número 14 está situada una librería de libros antiguos llamada
"Librería Anticuaria Los Terceros", cuya especialidad es la Historia
de España, América y Sevilla.
Librería Anticuaria
En el dintel de su puerta, una placa recuerda a Salvado Valverde, uno de
nuestros poetas más cantados y menos conocidos, autor, junto con los maestros
León y Quiroga de letras tan conocidas como “Ojos Verdes”. Con Rafael de León
escribió, para Raquel Meller, “Bajo los Puentes del Sena”, además de “Ojos
Verdes”, “María de la O”, “Triniá”, “Ay, Maricruz”, “Doña Sol”. “María de la O”
cosechó tal éxito que fue convertida en comedia representada por varias
compañías por todo el país y en 1936, escribieron el guion para la película
homónima, que protagonizó Carmen Amaya con Pastora Imperio. Su trabajo se vió
interrumpido con la guerra que le sorprendió en Barcelona, donde se hizo
dirigente del Sindicato de Artistas de la UGT, cruzó a pie la frontera y antes
de que los alemanes tomaran Paris se embarcó hacia Buenos Aires donde murió en
1975.
Placa de Salvador
Valverde
En el número 15, haciendo semiesquina con Santa Catalina, próximo a un
trocito de calle que se ha rotulado con el nombre del capataz Manuel Santiago,
padre y abuelo de capataces, desde 1841 se sitúa un bar denominado de “Los
Claveles”. En su origen fue un antiguo despacho de vinos y una abacería y de
ello, mantiene dos espectaculares azulejos de Cerámica santa Ana. Uno de ellos
hace referencia a unas marcas de manzanilla: “ Hro. De Antonio
Ramos/Menoyo-cosechero y almacenista-de-vinos manzanilla-manzanilla
pasada-“Cabo Noval”-manzanilla fina olorosa-“La luz”- manzanilla extra-“La
Lolita”- manzanilla fina-“La Ceballo”-Sanlucar de Barrameda (Cádiz). El otro
azulejo muestra a un mozo de bodega que acaba de escansiar una copa de solera
amontillado de “Vinos Liendo” según diseño del pintor José María Labrador en
1922. Se entra a través de una doble puerta de madera y en su reforma se ha
respetado su estilo original con una antigua barra de madera, paredes con
zócalo a media altura y suelo de antiguas baldosas en colocación ajedrezada.
Bar Los Claveles
Azulejos del Bar Los
Claveles
Haciendo esquina con la calle Gerona se encuentra “casa Tarín” con un
curioso soportal triangular con una columna central.
Casa Tarín
En la otra esquina con la calle Gerona el conocido bar “El Rinconcillo”
que desde el año 1670 constituye el bar más antiguo de Sevilla, aunque
realmente la taberna más antigua es “Las Escobas” que data de 1386. Su nombre
parece que deriva de que se situaba en una esquina de la primera muralla de
Sevilla, que unía Puerta Osario con san Andrés. Abrió sus puertas durante el
reinado de Carlos II y ha sobrevivido a 15 reyes y 4 dinastías (Austria,
Bonaparte, Saboya y Borbón). En 1858 la familia De Rueda, actual propietaria,
adquiere la casa de la calle Gerona número 40, que ya funcionaba como taberna.
En 1897 compra la casa de la calle Alhóndiga número 2 y la antigua casa se
respeta como taberna y la parte nueva se utiliza como tienda de ultramarinos.
En los años 60 del siglo XX desapareció la tienda de ultramarinos, quedando
todo definitivamente como taberna. En la pared del local un azulejo hace
homenaje a Agustín de Rueda Gutiérrez.
El Rinconcillo
Azulejo de D. Agustín de
Rueda y