lunes, 17 de abril de 2023

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

La mujer emparedada

En la calle Marqués de la Mina, número 4, vivía un maestro albañil, Esteban Pérez, que era muy conocido, más que por la calidad de sus trabajos, por realizarlos a cualquier hora del día y en cualquier fecha del año, de ahí que siempre estuviera disponible. 

Calle Marqués de la Mina

Una fría noche de invierno de 1.868, llamaron a su puerta y, al abrir, se encontró a un caballero bien portado, cubierto con chistera y envuelto en vistosa capa, que le hizo un encargo urgente, para esa misma noche, indicándole que solo debería llevar sus herramientas y que recibiría una buena paga.

Ante esta propuesta, el albañil se vistió, tomó sus herramientas y subió al carruaje del caballero, que le esperaba en la esquina de Santa Clara. 


Calle Santa Clara

Una vez dentro, el caballero le insistió en que era condición indispensable el vendarle los ojos, para que no conociese el lugar de destino, y como el albañil receló, el caballero le amenazó con un arma de fuego.

Durante un tiempo prolongado, el carruaje estuvo recorriendo las calles de la ciudad, dando vueltas y doblando esquinas, por lo que era imposible que el albañil pudiera determinar el lugar en el que se detuvo dicho carruaje.

Fue llevado a un sótano en el que le descubrieron los ojos, comprobando que no podía distinguir el rostro del caballero, pues a más de embozarse en la capa, llevaba un antifaz que le cubría el rostro.

En una especie de pequeña habitación o alacena se le ordenó levantar un tabique, pero a la mortecina luz de unas velas comprobó, aterrado, que en el interior de dicho hueco había una mujer sentada en una silla, atada y amordazada, que le miraba con los ojos llenos de espanto.

Terminado su perfecto trabajo no se podía advertir que tras el tabique existía una habitación, donde quedaba dicha mujer sepultada en vida.  

Le volvieron a vendar los ojos y lo llevaron a su casa, amenazándolo de nuevo con la muerte, si contaba lo sucedido, y conduciéndolo durante una hora a través de múltiples calles con vueltas y revueltas, para impedir que reconociera el recorrido.

Una vez en su domicilio, se acostó, pero el espantoso encargo no le dejaba dormir. Despertó a su mujer y le contó lo sucedido y, tras una breve discusión, se vistieron y se presentaron ante el Juez de Guardia, que era aquel día Don Pedro Ladrón de Guevara.

Éste le tomó declaración y dedujo que, por el tamaño de la estancia, podría sobrevivir, con aire para respirar, durante unas cuatro horas.

Aunque el albañil no sabía el recorrido que realizó el carruaje, calculaba que habrían andado como tres leguas y sí recordaba que cada cuarto de hora sonaba la campana de una iglesia cercana.

La pista fue definitiva, pues en Sevilla, según el relojero Manuel Sánchez, su hijo Sánchez Perrier y el oficial relojero don Eduardo Torner, que fueron reclamados para conocer su opinión,  la única iglesia con reloj que marcaba los cuartos era la de San Lorenzo (ver) y la única casa que disponía de sótano se situaba en la misma plaza de san Lorenzo. 

Gracias a ello, encontraron rápidamente el lugar y lograron rescatar a la mujer emparedada,  mientras el dueño de la casa, según una vecina, había salido en su coche de caballos con varias maletas.

El reloj de la torre de la Iglesia de san Lorenzo

Se trataba de la hija de una de las confiterías de la Campana, recién casada con un caballero procedente de Cuba, donde decía que había hecho fortuna con plantaciones de caña.

Y todo el proceso se desarrolla tras el encuentro, a sus espaldas, de la esposa con un primo igualmente procedente de Cuba, que durante algunos años estuvo en la guarnición de la Habana.

El fugitivo fue apresado en Cádiz donde pretendía embarcarse rumbo a la Habana y se descubrió que no poseía plantaciones azucareras, sino que era “El Verdugo de la Habana”, actividad con la que ganó mucho dinero, pues cobraba una onza de oro por cada ejecución y además denunciaba falsamente a muchas personas, con lo que conseguía aumentar las ejecuciones y se quedaba con los objetos de valor de los ajusticiados.

Al conocer que su reciente esposa tenía un primo procedente de Cuba temió ser descubierto, por lo que procedió a su emparedamiento y posterior huida.

Fue condenado a muerte y ajusticiado en el patíbulo situado en la “Azoteilla del Pópulo” y su esposa vendió la casa y este edificio pasó a ser, en tiempos recientes, la Jefatura de Obras Publicas y actualmente sobre su solar se levantó la Basílica de Nuestro Padre Jesús Del Gran Poder.


Edificio donde se construirá la Basílica del Gran Poder. Año 1900


La Basílica del Gran Poder en construcción. Año 1958

Gracias a ese dato Esteban pasó a convertirse en un apuesto héroe sevillano conocido como Rompemuros.