sábado, 17 de junio de 2023

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Alfaqueque.

Da nombre a una calle del barrio de san Vicente (ver)

La palabra alfaqueque procede del árabe hispánico alfakkák, la cual a su vez procede del árabe clásico fakkāk.

Esta palabra significa “redentor de cautivos” y designaba, en la edad media, al encargado del rescate de los cristianos en la zona fronteriza de los reinos de Granada y Castilla, por tanto, esta calle está dedicada a la memoria de todos los que se dedicaron a redimir cautivos.

El intercambio de prisioneros o la liberación de estos mediante rescate ha sido una constante a lo largo de la historia y el alfaqueque era la persona que se ocupaba de negociar la liberación de los cautivos cristianos, también existía su homólogo musulmán que hacía lo propio con los cautivos moros en territorio cristiano.


Hay que tener en cuenta, que La Extrema Durii, frontera entre Castilla y el Al-Ándalus, era un extenso territorio poco definido. La inexistencia de un trazo claro de separación entre un lado y otro de la frontera, ofrecía una tierra de nadie propicia para cabalgadas y "razzias", para obtener un botín.

Una razia​ o razzia (del francés razzia "incursión"’, y este del árabe argelino  ġaziya (غزية‎), "algara") es un término usado para referirse a un ataque sorpresa contra un asentamiento enemigo. Aunque principalmente buscaba la obtención de botín, históricamente los objetivos de una razia han sido diversos, como la captura de esclavos, la limpieza étnica  o religiosa, la expansión del territorio y la intimidación del enemigo.

Estas razzias, eran bastante habitual en las largas temporadas de paz, cuando la ausencia de guerra obligaba a mantener ociosos a bandas de guerreros, que ganaban su sustento durante las campañas bélicas. Para ellos, un botín significaba obtener ganado, alimentos y cautivos. Cautivos que luego se podían vender como esclavos, u obtener un buen rescate. Como consecuencia se originó uno de los negocios más lucrativos de la frontera: La Alfaquequería.

Ya en el siglo XIII, en el conjunto de normas de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, se recoge la definición de cautivos y las razones para su redención: “son aquellos que caen prisioneros de hombres de otra creencia, sus amos los pueden matar, torturar o esclavizar, siendo una de las peores situaciones que se puede encontrar una persona, y por tanto tienen el derecho a ser liberados incluso pagando un rescate”.

También contempla el contenido y desarrollo del oficio de alfaqueque, “son los encargados de liberar a los cristianos esclavos en un país musulmán y de mediar entre las familias y los poseedores del cautivo, para ultimar la cuantía del rescate. Han de ser hombres de honor, desinteresados, conocedores de la lengua árabe, y poseer bienes propios para garantizar los rescates”. 

Extracto de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio (ver)

Regulariza el oficio de alfaqueque y además fija por escrito sus cualidades: “deben tener en sí seis cosas: la primera, que sean verdaderos de donde llevan el nombre; la segunda, sin codicia; la tercera, que sean sabedores tanto del lenguaje de aquella tierra a la que van, como del de la suya; la cuarta, que no sean malqueridos; la quinta, que sean esforzados; la sexta que tengan algo suyo. Y sobre todas estas cosas conviene que sean capaces de conservar el secreto, pues si tales no fuesen, no podrían guardar su verdad”.

Además de lo expuesto anteriormente, debía ser miembro de un linaje "bien afamado". El proceso de elección tenía que ser ratificado por “doce hombres buenos que tome el rey, o el que estuviere en su lugar, o los principales de aquel concejo donde moraren aquellos que hubieren a ser alfaqueques, y estos han de ser sabedores del hecho de los otros, porque puedan jurar sobre los santos Evangelios en mano del rey o del que fuere puesto en su lugar” (Sánchez-Díaz-Trujillo, 2006). Y a su vez, la persona escogida para el puesto debía jurar lealtad a que “desempeñará su cometido sin causar perjuicio al cautivo que debe liberar y que ni por amor ni malquerencia que hubiesen a alguno no dejasen de hacer esto, ni por don que les diesen ni les prometiesen dar”.

Por todo esto, eran personajes muy importantes, que gozaban de una especial inmunidad personal, viajaban por los caminos reales exhibiendo para su identificación su bandera o el pendón real.

A la hora de cifrar sus honorarios, los estudios no son homogéneos, varían entre el 10 y el 12% en metálico del valor del rescate (López de Coca, 2013), pero si la liberación se realizaba mediante el intercambio de prisioneros, el pago del mediador era de 100 maravedíes (Serrano, 2016).

Lo que sí parece claro es que el precio de un cautivo dependía del sexo. El rescate de una mujer era más caro que el de un hombre, porque los hombres eran fundamentales, como fuerza de trabajo, en la economía medieval, mientras que las mujeres tenían mayor valor económico en los mercados esclavistas, principalmente del norte de África y eran requeridas para formar parte de los harenes de la nobleza musulmana (Cabrera, 1996).

A mediados del siglo XIV la Corona de Castilla, por Decreto de Enrique II, creó la figura del Alfaqueque Mayor, cargo que recaería en miembros de la nobleza. En Sevilla fue desempeñado por el linaje de la familia Saavedra, condes de Castellar, que entroncaron, a partir del siglo XVII, con otras casas nobiliarias peninsulares, primero con los duques de Santisteban del Puerto y, definitivamente en 1818, con los duques de Medinaceli.

A partir de la conquista del reino de Granada en el siglo XVI, los Saavedra compartirán su labor de redención de cautivos con las órdenes religiosas de los trinitarios y de los mercedarios, hasta la disolución de la Alfaquequería por Felipe III en 1620, quedando su labor en manos solamente de las órdenes religiosas. 

 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Escuela Superior de Arte Dramático. 

Situada en la calle Pascual de Gayangos número 33.

La E.S.A.D. de Sevilla es uno de los tres centros de Enseñanzas Artísticas Superiores en Arte Dramático que existen en Andalucía. Sus orígenes se deben a Pablo de Olavide, a mediados del siglo XVIII, cuando instaló en la calle San Vicente su escuela para la Formación Dramática y la Danza. De ella nacerían figuras tan prestigiosas como Mª del Rosario Fernández, "La Tirana", que sería retratada por Goya.

En agosto de 1933 se fundó el Conservatorio Estatal de Sevilla a instancias de Eduardo Torres y Ernesto Halffter, con los apoyos del Rector Estanislao del Campo, del poeta Joaquín Romero Murube, amigo del ministro y posterior Presidente del Gobierno, Diego Martínez Barrios, así como de Federico García Lorca que en aquel momento dirigía La Barraca y era asesor del Ministro de Instrucción Pública Francisco J. Barnés y Salinas.

En 1957 se contempló por primera vez las Enseñanzas Artísticas Superiores en un texto normativo (Ley Moyano), bajo el rotulo "Bellas Artes", incluyendo la Pintura, la Escultura, la Arquitectura y la Música y, dentro de ésta última, la Declamación.

En 1983 pasa a ser tutelado por la Junta de Andalucía, haciéndose cargo la Consejería de Educación y Ciencia. Posteriormente, durante 1988, se acomete el Decreto de 1952 por el cual la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Sevilla se desvincula —con administración propia— del Conservatorio de Música, trasladándose al Pabellón de Argentina.  

En 1990, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), especifica que las enseñanzas artísticas pasen a ser de rango "equivalente" a licenciatura universitaria y en 1994, estos estudios se separan administrativamente del área de Danza, creándose definitivamente la actual Escuela Superior de Arte  Dramático de Sevilla.

Finalmente, en el Real Decreto 630/2010, se regula el contenido básico de las Enseñanzas Artísticas Superiores que pasan a ser elevadas al rango de Grado en Arte Dramático.

De las leyendas populares de la Escuela destaca la existencias de fantasmas errantes en la misma; leyenda sobre la cual escribió una serie de obras cortas el dramaturgo y director de escena Alfonso Zurro, ​ ex-director de la propia escuela. Lo cierto es que en la ESAD de Sevilla sí que hay fantasmas, y muchos, pero no son de los que flotan y llevan cadenas.

El edificio presenta un patio con arcadas y unas galerías.

Puerta de entrada

Patio

Patio


Galería

Una de las puertas de acceso del patio a la Galería