ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA.
La leyenda de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
En relación con la imagen de Ntro.
Sr. Del Gran Poder, se cuenta una LEYENDA:
Esta historia está protagonizada por Juan Araújo, exfutbolista del Sevilla FC.
Este hombre sufrió una gran desgracia en 1965 cuando su hijo Jesús murió tras una larga enfermedad.
Con anterioridad, Juan, devoto del Gran Poder, le había implorado que curase a su hijo en repetidas ocasiones, pero al fallecer el pequeño, abandonó su fe.
A raíz de este suceso
le dijo al Gran Poder que nunca volvería a poner un pie en su iglesia y que la
próxima vez que se vieran sería porque el Señor de Sevilla iría a verlo a su propia casa: “Que sepas que no
vendré más a verte porque no has querido salvar a mi hijo. Así, que si quieres
verme, vas a tener que ir TÚ a mi casa”
En el año 1965, se
celebraban en Sevilla las Misiones Populares, que consistían en sacar imágenes
de la Semana Santa de sus templos para que hiciesen un recorrido por los
distritos de la ciudad.
Por azares del
destino, al Cristo del Gran Poder le correspondió la zona de Nervión en
la que Juan había montado un taller.
El día de la
procesión, la cofradía fue sorprendida con una lluvia, cuando recorría la avenida
de Eduardo Dato, a la altura de San Juan de Dios, por lo que tenían que
refugiarse en el templo más cercano, pero la Cruz del Cristo no cabía por la
puerta de la capilla del Hospital.
Sin embargo, la realidad es bien diferente pues aquel niño, el menor de los cinco hijos del futbolista, no murió ni el Gran Poder visitó su casa.
Su protagonista recuerda: “Yo tenía siete años e iba con mi padre a todos sitios. Como el Señor pasaba por Nervión, fuimos hasta la Puerta de Carmona y desde ahí lo acompañábamos hasta el barrio”. Comenzó a llover cuando el Señor estaba a la altura de San Juan de Dios y como la cruz no entraba en la capilla, Araujo ofreció su garaje. Pero el Gran Poder no cabía por su altura. En el taller si se quedó la Virgen del Mayor Dolor, siendo a la mañana siguiente cuando ambas imágenes siguieron hacia la Candelaria.
Así fue como la leyenda contenía el germen de la verdad, aunque en sí no fuera cierta y comenzara a circular por la ciudad, aunque la familia Araujo intentara desmentirla.