ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Cosme Damián Churruca y Elorza.
Cosme Damián Churruca y Elorza nació en
Motrico (Guipúzcua) el 27 de septiembre de 1761 en el seno de una noble
familia, en la casa solariega del Almirante Antonio de Gaztañeda. Su padre,
Francisco de Churruca e Iriondo, era primer alcalde y juez ordinario de la
villa de Motrico, y su madre, María Teresa de Elorza e Iturriza,
Realizó sus primeros estudios en el Seminario
Conciliar de Burgos y en el Real Seminario de Vergara, bajo la tutela del
arzobispo Rodríguez de Arellano, pensando en ordenarse sacerdote, pero
concluidos sus estudios solicitó a sus padres la venia para emprender la vida
de marino.
El 15 de junio de 1776 ingresó en la Compañía
de Guardias Marinas de Cádiz y en marzo de 1777 se terminó de formar en El
Ferrol, donde fue promovido a alférez de fragata.
Se embarcó por primera vez en 1778 en el navío
“El San Vicente Ferrer” al mando del bailío Francisco Gil de Taboada y Lemos de
la escuadra del General Antonio de Arce. Al ser sustituido el general Arce por
el teniente general Ponce de León pasó a ser su ayudante personal.
En 1781 participó en el asedio de
Gibraltar, planeado por el duque de Crillón, a bordo de la fragata “Santa Bárbara”,
comandada por Ignacio María de Álava, y que terminó con el paso de Gibraltar a
manos de los ingleses, aunque Churruca fue promovido a alférez de navío.
Tras la firma de la Paz de Versalles en 1783,
la fragata fue enviada a Montevideo.
El 25 de marzo de 1784 marchó a El Ferrol para
hacer el curso de estudios mayores o sublimes a las órdenes de Vimercati y
ascendió a teniente de fragata el 15 de septiembre de 1784 y a teniente de
navío el 28 de abril de 1787.
El 5 de octubre de 1788 zarpó de Cádiz, en una
expedición, formada por los paquebotes Santa Casilda y Santa Eulalia, mandada
por el capitán de navío Antonio de Córdoba para reconocer el estrecho de
Magallanes y favorecer el comercio y la navegación a Chile y Perú, regresando a
Cádiz el 13 de mayo de 1789.
Junto con su compañero Ciriaco Cevallos
realizó el reconocimiento del estrecho, descubrió una ruta alternativa, una
ensenada que lleva su nombre y escribió un trabajo titulado “Apéndice al Primer
Viaje de Magallanes” (Madrid 1795).
«Arribando los paquebotes españoles Santa Casilda y Santa Eulalia á una ensenada del Cabo Redondo, en el estrecho de Magallanes, desembarca en ella el teniente de fragata D. Ciriaco Ceballos con algunos oficiales; regala a los indios entre otras bujerias, un espejo y al ver en él representada su figura se quedan como encantados de asombro. (Año 1788.)». Litografía de Vicente Urrabieta en Historia de la Marina Real Española (1854). (Crédito CC BY 2.0)
El 10 de marzo de 1789 es ascendido a capitán de fragata y en junio fue agregado al Observatorio de la Marina de San Fernando.
En 1791 se retiró a su ciudad natal de Motrico para recuperarse de su maltrecha salud.
En 1792 es requerido por José de Mazarredo
para dirigir junto con Joaquín Francisco Fidalgo, como capitanes de fragata,
una operación geográfica a América del Sur, formada por dos secciones, una
debía recorrer las islas y costas del golfo de Mexico y la otra el resto de las
del continente, para formar el “Atlas Marítimo de la América Septentrional”.
José de Mazarredo Salazar. Jean
François-Marie Bellier. Museo Naval de Madrid. (Crédito CC BY 2.0)
La división de Fidalgo salió de Cádiz el 4 de
junio de 1792 y la de Churruca, con los bergantines “Descubridor” y “Vigilante”
el día 15, volviendo a Cádiz el 18 de octubre de 1795, ascendido a capitán de
navío el 25 de enero de 1794. De este modo la expedición duró dos años y cuatro
meses y se levantaron treinta y cuatro cartas esféricas, con multitud de
canales, portulanos etc. que no se publicaron inmediatamente a causa de la
precaria salud de Churruca.
A fines de 1796 regresó al Departamento de Cádiz, ya se había
acordado la Paz de Basilea (22 de julio de 1795), que dejaba sin efecto la
alianza española con Inglaterra, y se reconocía a la República francesa. España
había firmado el Tratado de San Ildefonso (18 de agosto de 1796) que la volvía
a ligar a Francia. El 6 de octubre, España declaraba la guerra a Inglaterra,
porque ésta continuaba con su política habitual de hostigamiento a los navíos
españoles.
En abril de 1797 se embarcó en el navío “Concepción”, como
ayudante de la escuadra de José Mazarredo, para defender a Cádiz del ataque de
Nelson.
En junio de 1800, por Real Orden se desplaza a Paris para visitar
el Observatorio Astronómico, el Deposito Hidrográfico y otros establecimientos
científicos. Como deferencia, el prefecto marítimo Caffarelli le entregó, en
nombre del Gobierno, las nuevas cartas de las Antillas que él trabajó y que el
Gobierno francés adoptó e hizo públicas, y en nombre de Bonaparte recibió un
rico sable y un par de pistolas.
A causa de un tratado secreto entre España y Francia (1 de octubre
de 1800), se cursa la Real Orden de 31 de marzo de 1801, por la que debían
entregarse a la Marina francesa en Brest, a mediados de abril de 1802, dos
hermosos barcos de setenta y cuatro cañones, el Conquistador y el Pelayo,
con gran disgusto de Churruca que había dedicado tres años de su vida a
organizar y perfeccionar su buque.
Después de disfrutar de una licencia en Motrico, en noviembre de
1803 se le dio el mando del navío “Príncipe de Asturias” y en compañía de
Antonio Escaño revisó el “Diccionario de Marina” y redactó un tratado de
puntería para la Armada.
En 1805, a los 43 años, contrajo matrimonio con María Dolores Ruiz
de Apodaca, hija de don Vicente, brigadier de la Armada, y sobrina de Juan Ruiz
de Apodaca, conde de Venadito y Director General de la Armada.
Posteriormente se le encargó el mando del navío san Juan
Nepomuceno, con el que participaría en la batalla de Trafalgar, donde moriría
el 21 de octubre de 1805.
Navío San Juan Nepomuceno apresando a la fragata británica Ellis. Pintura de Carlos Parrilla. (Crédito CC BY 2.0)
Esta batalla fue la consecuencia de la ruptura del tratado de
Amiens, firmado en 1802, que establecía la paz entre Francia y Gran Bretaña y el
establecimiento de la alianza entre Napoleón y Carlos IV de España, fundada en
el interés de los Borbones de recuperar el peñón de Gibraltar perdido en 1713.
Cuando ya había muerto el segundo comandante por bala de cañón,
que le llevó el brazo izquierdo y parte de las costillas, el mismo Churruca
recibía un impacto de bala de cañón en la pierna derecha por encima del muslo,
que le derribó sobre el alcázar y trasladado a la enfermería, falleció a las
dos horas.
El teniente de navío Joaquín Núñez Falcón, después de consultar
con los oficiales, rindió el buque al “Dreadnought”,
mandado por el capitán de navío John Conn, con ciento veinte hombres
muertos y ciento setenta y cinco heridos.
Los ingleses devolvieron los papeles pertenecientes a Churruca y
el san Juan Nepomuceno fue remolcado a Gibraltar, donde fue conservado durante
mucho tiempo con la cámara de Churruca cerrada, ordenándose a todo el que
penetrase en ella que lo hiciera descubierto, en honor y recuerdo de la epopeya
del marino español.
La Marina española ha conservado este nombre en la lápida puesta
en la tercera capilla oeste del Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando
(Cádiz), con una leyenda que dice: “A la memoria del brigadier de la Armada D.
Cosme Damián de Churruca. Muerto gloriosamente sobre el navío de su mando, San
Juan Nepomuceno, en el combate de Trafalgar el 21de octubre de 1805”.
Entre los años 1812 y 1813, siendo capitán
general de Galicia el teniente general Francisco Javier Abadía, se erigió una
fuente de cuatro caños, en el centro de la plaza llamada del Carmen o de Armas
de El Ferrol, de autor desconocido, en forma piramidal y elevada con una urna
encima, en eterno recuerdo del insigne marino. En las cuatro caras de la
pirámide que sostiene el vaso cinerario se leen las inscripciones siguientes
alusivas a las virtudes y la gloria del inmortal Churruca: “Inmortalitati Churrucae Inclyti Ferralii
Decoris”, “Obiti Pro Patria Mdcccv”, “Suus Abadia Galletiam Postea Gubernans”,
“Hunc Fontem Erexit, Nominique Tanto Dicavit Mdcccxii”.
Por acuerdo de las Juntas Generales de Guipúzcoa, en 1865, con
fondos aportados públicamente, se elevó una estatua en Motrico, obra del
escultor vergarés Marcial Aguirre, cuya primera piedra colocó la reina Isabel
II el 5 de septiembre de 1866 y vino a inaugurarse oficialmente en junio de
1885.
Estatua de Churruca en Motrico. (Crédito CC BY 2.0)
Tras su muerte, S. M. le ascendió a teniente general, y su esposa gozó de esta viudedad.