martes, 26 de septiembre de 2023

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Cosme Damián Churruca y Elorza.

Calle Churruca

Cosme Damián Churruca y Elorza nació en Motrico (Guipúzcua) el 27 de septiembre de 1761 en el seno de una noble familia, en la casa solariega del Almirante Antonio de Gaztañeda. Su padre, Francisco de Churruca e Iriondo, era primer alcalde y juez ordinario de la villa de Motrico, y su madre, María Teresa de Elorza e Iturriza,

Realizó sus primeros estudios en el Seminario Conciliar de Burgos y en el Real Seminario de Vergara, bajo la tutela del arzobispo Rodríguez de Arellano, pensando en ordenarse sacerdote, pero concluidos sus estudios solicitó a sus padres la venia para emprender la vida de marino.

El 15 de junio de 1776 ingresó en la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz y en marzo de 1777 se terminó de formar en El Ferrol, donde fue promovido a alférez de fragata.

Se embarcó por primera vez en 1778 en el navío “El San Vicente Ferrer” al mando del bailío Francisco Gil de Taboada y Lemos de la escuadra del General Antonio de Arce. Al ser sustituido el general Arce por el teniente general Ponce de León pasó a ser su ayudante personal.

En 1781 participó en el asedio de Gibraltar, planeado por el duque de Crillón, a bordo de la fragata “Santa Bárbara”, comandada por Ignacio María de Álava, y que terminó con el paso de Gibraltar a manos de los ingleses, aunque Churruca fue promovido a alférez de navío.

Tras la firma de la Paz de Versalles en 1783, la fragata fue enviada a Montevideo.

El 25 de marzo de 1784 marchó a El Ferrol para hacer el curso de estudios mayores o sublimes a las órdenes de Vimercati y ascendió a teniente de fragata el 15 de septiembre de 1784 y a teniente de navío el 28 de abril de 1787.

El 5 de octubre de 1788 zarpó de Cádiz, en una expedición, formada por los paquebotes Santa Casilda y Santa Eulalia, mandada por el capitán de navío Antonio de Córdoba para reconocer el estrecho de Magallanes y favorecer el comercio y la navegación a Chile y Perú, regresando a Cádiz el 13 de mayo de 1789.

Junto con su compañero Ciriaco Cevallos realizó el reconocimiento del estrecho, descubrió una ruta alternativa, una ensenada que lleva su nombre y escribió un trabajo titulado “Apéndice al Primer Viaje de Magallanes” (Madrid 1795).

«Arribando los paquebotes españoles Santa Casilda y Santa Eulalia á una ensenada del Cabo Redondo, en el estrecho de Magallanes, desembarca en ella el teniente de fragata D. Ciriaco Ceballos con algunos oficiales; regala a los indios entre otras bujerias, un espejo y al ver en él representada su figura se quedan como encantados de asombro. (Año 1788.)». Litografía de Vicente Urrabieta en Historia de la Marina Real Española (1854). (Crédito CC BY 2.0)

El 10 de marzo de 1789 es ascendido a capitán de fragata y en junio fue agregado al Observatorio de la Marina de San Fernando.

En 1791 se retiró a su ciudad natal de Motrico para recuperarse de su maltrecha salud.

En 1792 es requerido por José de Mazarredo para dirigir junto con Joaquín Francisco Fidalgo, como capitanes de fragata, una operación geográfica a América del Sur, formada por dos secciones, una debía recorrer las islas y costas del golfo de Mexico y la otra el resto de las del continente, para formar el “Atlas Marítimo de la América Septentrional”.

José de Mazarredo Salazar. Jean François-Marie Bellier. Museo Naval de Madrid. (Crédito CC BY 2.0)

La división de Fidalgo salió de Cádiz el 4 de junio de 1792 y la de Churruca, con los bergantines “Descubridor” y “Vigilante” el día 15, volviendo a Cádiz el 18 de octubre de 1795, ascendido a capitán de navío el 25 de enero de 1794. De este modo la expedición duró dos años y cuatro meses y se levantaron treinta y cuatro cartas esféricas, con multitud de canales, portulanos etc. que no se publicaron inmediatamente a causa de la precaria salud de Churruca.

A fines de 1796 regresó al Departamento de Cádiz, ya se había acordado la Paz de Basilea (22 de julio de 1795), que dejaba sin efecto la alianza española con Inglaterra, y se reconocía a la República francesa. España había firmado el Tratado de San Ildefonso (18 de agosto de 1796) que la volvía a ligar a Francia. El 6 de octubre, España declaraba la guerra a Inglaterra, porque ésta continuaba con su política habitual de hostigamiento a los navíos españoles.

En abril de 1797 se embarcó en el navío “Concepción”, como ayudante de la escuadra de José Mazarredo, para defender a Cádiz del ataque de Nelson.  


En junio de 1800, por Real Orden se desplaza a Paris para visitar el Observatorio Astronómico, el Deposito Hidrográfico y otros establecimientos científicos. Como deferencia, el prefecto marítimo Caffarelli le entregó, en nombre del Gobierno, las nuevas cartas de las Antillas que él trabajó y que el Gobierno francés adoptó e hizo públicas, y en nombre de Bonaparte recibió un rico sable y un par de pistolas.

A causa de un tratado secreto entre España y Francia (1 de octubre de 1800), se cursa la Real Orden de 31 de marzo de 1801, por la que debían entregarse a la Marina francesa en Brest, a mediados de abril de 1802, dos hermosos barcos de setenta y cuatro cañones, el Conquistador y el Pelayo, con gran disgusto de Churruca que había dedicado tres años de su vida a organizar y perfeccionar su buque.

Después de disfrutar de una licencia en Motrico, en noviembre de 1803 se le dio el mando del navío “Príncipe de Asturias” y en compañía de Antonio Escaño revisó el “Diccionario de Marina” y redactó un tratado de puntería para la Armada.

En 1805, a los 43 años, contrajo matrimonio con María Dolores Ruiz de Apodaca, hija de don Vicente, brigadier de la Armada, y sobrina de Juan Ruiz de Apodaca, conde de Venadito y Director General de la Armada. 

Posteriormente se le encargó el mando del navío san Juan Nepomuceno, con el que participaría en la batalla de Trafalgar, donde moriría el 21 de octubre de 1805. 

Navío San Juan Nepomuceno apresando a la fragata británica Ellis. Pintura de Carlos Parrilla. (Crédito CC BY 2.0)

Esta batalla fue la consecuencia de la ruptura del tratado de Amiens, firmado en 1802, que establecía la paz entre Francia y Gran Bretaña y el establecimiento de la alianza entre Napoleón y Carlos IV de España, fundada en el interés de los Borbones de recuperar el peñón de Gibraltar perdido en 1713. 

Combate naval de Trafalgar. Ruiz Luna, Justo. 1890. Óleo sobre lienzo. 230 x 700 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de España de 1890. (Crédito CC BY 2.0)


Cuando ya había muerto el segundo comandante por bala de cañón, que le llevó el brazo izquierdo y parte de las costillas, el mismo Churruca recibía un impacto de bala de cañón en la pierna derecha por encima del muslo, que le derribó sobre el alcázar y trasladado a la enfermería, falleció a las dos horas.

Muerte de Churruca en Trafalgar. Álvarez Dumont, Eugenio. 1892. Óleo sobre lienzo. 300 x 630 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución (Instituto Cabrera Pinto. La Laguna. Tenerife). (Crédito CC BY 2.0)

El teniente de navío Joaquín Núñez Falcón, después de consultar con los oficiales, rindió el buque al “Dreadnought”, mandado por el capitán de navío John Conn, con ciento veinte hombres muertos y ciento setenta y cinco heridos.

Los ingleses devolvieron los papeles pertenecientes a Churruca y el san Juan Nepomuceno fue remolcado a Gibraltar, donde fue conservado durante mucho tiempo con la cámara de Churruca cerrada, ordenándose a todo el que penetrase en ella que lo hiciera descubierto, en honor y recuerdo de la epopeya del marino español.

La Marina española ha conservado este nombre en la lápida puesta en la tercera capilla oeste del Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando (Cádiz), con una leyenda que dice: “A la memoria del brigadier de la Armada D. Cosme Damián de Churruca. Muerto gloriosamente sobre el navío de su mando, San Juan Nepomuceno, en el combate de Trafalgar el 21de octubre de 1805”.

Entre los años 1812 y 1813, siendo capitán general de Galicia el teniente general Francisco Javier Abadía, se erigió una fuente de cuatro caños, en el centro de la plaza llamada del Carmen o de Armas de El Ferrol, de autor desconocido, en forma piramidal y elevada con una urna encima, en eterno recuerdo del insigne marino. En las cuatro caras de la pirámide que sostiene el vaso cinerario se leen las inscripciones siguientes alusivas a las virtudes y la gloria del inmortal Churruca: “Inmortalitati Churrucae Inclyti Ferralii Decoris”, “Obiti Pro Patria Mdcccv”, “Suus Abadia Galletiam Postea Gubernans”, “Hunc Fontem Erexit, Nominique Tanto Dicavit Mdcccxii”.


Por acuerdo de las Juntas Generales de Guipúzcoa, en 1865, con fondos aportados públicamente, se elevó una estatua en Motrico, obra del escultor vergarés Marcial Aguirre, cuya primera piedra colocó la reina Isabel II el 5 de septiembre de 1866 y vino a inaugurarse oficialmente en junio de 1885. 


Estatua de Churruca en Motrico. (Crédito CC BY 2.0)

Tras su muerte, S. M. le ascendió a teniente general, y su esposa gozó de esta viudedad.