domingo, 30 de octubre de 2022

ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Hospital de los Inocentes

Da nombre a la calle Inocentes (ver).

Calle Inocentes

La fundación del Hospital Real de San Cosme y San Damián, también conocido como Hospital de los Inocentes o Casa de los Locos, se remonta, según Collantes de Terán, a los días de la conquista de Sevilla por Fernando III, aunque algunos estudios indican que se debe, en 1436, a Marcos Sánchez de Contreras, quien aparece como su administrador en la bula de Inocencio VIII de 1488, que aprueba su fundación. 

También se refiere su fundación al año 1488 por los Reyes Católicos. 

Fue reedificado en 1696, ampliado en 1789, y trasladado al Hospital de las Cinco Llagas en 1841, quedando como Hospicio. 

Actualmente es un Centro Deportivo Municipal. Según González de León sobre la puerta existía una lápida con una inscripción:

“REYNANDO EN CASTILLA LOS SS REYES CATOLICOS D. FERNANDO Y D. YSABEL EN EL AÑO 1488 SE FUNDÓ ESTE HOSPITAL REAL DE s. COSME Y S. DAMIAN PARA CURAR A LOS POBRES ENFERMOS FALTOS DE JUIC IO Y LOS DICHOS REYES RECIBIERON EL PATRONATO DEL Y LE HICIERON DIFERENTES MERCEDES. Y DICHO AÑO LA SANTIDAD DE YNOCENCIO III APROBÓ DICHO PATRONATO Y FUNDACIÓN CONCEDIENDO GRANDES HUBILEOS E YNDULGENCIAS, ASI A LOS QUE VISITASEN DICHO HOSPITAL, COMO A LOS QUE EN EL MUEREN Y NUESTRO CATOLOLICO REY DON CARLOS II, MOVIDO DE SU CATOLICA PIEDAD, TAMBIEN LE HA HECHO GRANDES MERCEDES Y EN EL AÑO 1689 NOMBRO POR ADMINISTRADOR AL LICENCIADO D. SEBASTIAN ARIAS CAPELLAN DE SU SANTA Y REAL CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REYES Y COMISARIO DEL SANTO OFICIO DE LA YNQUISICION. EL CUAL DESEANDO MAYOR ALIBIO A LOS POBRES LO HA REEDIFICADO A EXPENSAS DE DICHO HOSPITAL Y RENOBADO LOS PRIVILEGIOS Y CORTAS RENTAS QUE LE HAVIAN QUEDAO SEA PARA MAYOR GLORIA DE DIOS N.S. Y SU SANTISIMA MADRE. AÑO DE 1696”.

Los motivos de ingresos eran múltiples, como pobres recogidos de la calle, dementes declarados por la Inquisición, delincuentes de la Cárcel Real, a solicitud de los propios familiares por la dificultad de convivencia, prostitutas expulsadas de la “Mancebia” por exceso de celo profesional o soldados del ejército que enloquecían.  

Las estancias generalmente eran temporales, pero también podían ser indefinidas hasta su defunción.

Su mantenimiento radicaba en limosnas, donaciones y aportaciones reales que, a veces, no cubrían las necesidades y provocaban situaciones de penuria. 

A principios del siglo XIX se refiere una situación lamentable con un estado calamitoso de las instalaciones, falta de recursos y amenaza de ruina.

En la obra de Carmen López Alonso “Locura y sociedad sevillana: Historia del hospital de los Inocentes” se refieren caso concretos y sumamente curiosos.

El cochero que enloqueció y apuñaló a los caballos de su carruaje. 

Juan Marza de 36 años de edad ingresado en 1685 a petición de sus padres por “No mantener vida maridable” a pesar de estar casado. 

José Sánchez Herrera que enloqueció al casarse, con veinticuatro años. 

Luna de los Santos ingresada en 1703 tras su parto y entrar en depresión por la entrada de los ingleses en el Puerto de Santa María, creyéndose mora. 

José Agustín González que en 1723 se volvió loco por su exceso de desvelo por la Hermandad de San Andrés y Nuestra Señora del Socorro, que él había fundado. 

Salomé Urrea asesina extremeña que se libró del cadalso al ser considerada loca y que después de doce años de ingreso consiguió fugarse.

Su existencia ha sido inmortalizada por los lienzos de Goya, que se duda si estuvo ingresado en este centro en algún momento de su vida.

Casa de Locos. Francisco de Goya. 1812-1819. Óleo sobre tabla. 46 x 73 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid

Corral de locos y otros inadaptados. Francisco de Goya. 1794. Óleo sobre ojalata. 46 x 73 cm. Meadows Museum. Dallas

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

La Leyenda de Tomasín

Tomasín, era un niño de unos ochos años, cuya madre había fallecido hacía poco y que vivía en la calle Vergara número 9. 

Calle Vergara número 9

Su padre trabajaba, durante toda la jornada, en la estación de ferrocarriles de San Jerónimo y por sus limitaciones económicas llegó a un acuerdo con las monjas del convento de Santa Isabel, que conocían la tragedia que había ocurrido a la familia, para que el niño estuviera a su cuidado prácticamente durante todo el día. 


Convento de Santa Isabel

El niño que era obediente y alegre, llegó a ser especialmente querido por las monjitas.

El niño estaba muy ilusionado con salir de nazareno en la Hermandad de los Gitanos, que en aquel tiempo tenía su sede en la próxima iglesia de San Marcos. Las monjas decidieron coserle una túnica para que aquel Viernes Santo su padre lo metiera en las filas de nazarenos.

Pero en plena Cuaresma el niño cayó gravemente enfermo, y no consiguió superar la desconocida enfermedad que padecía, por lo que falleció a los pocos días.

Esta muerte inesperada creó un dramático impacto en el barrio y en la congregación, y las monjas lo amortajaron   con la pequeña túnica que nunca llegó a estrenar.

A las dos de la mañana de aquel Viernes Santo, un grupo de hermanos de los Gitanos, vestidos de nazareno, atravesaban la plaza de Santa Isabel camino de la Iglesia para efectuar su estación de penitencia y vieron, a las puertas del convento de San Isabel, un niño solitario vestido de nazareno con su antifaz puesto y portando una varita. 

Los nazarenos comentaron la irresponsabilidad de los padres de dejar al niño solo y decidieron seguirle para alcanzarlo y acompañarlo hasta el templo, pero al doblar la esquina desapareció y solo encontraron la varita tirada en el suelo. 

La recogieron y se la llevaron a las monjas al día siguiente y estas comprobaron que era la que habían conseguido para Tomasin, y que la guardaban como recuerdo del niño al que con tanto cariño habían cuidado y que sorprendentemente había desaparecido de su sitio habitual.

A pesar de haber pasado muchos años de estos hechos, todavía se sigue produciendo las apariciones del nazarenito en la madrugada del Viernes Santo, saliendo del convento de Santa Isabel para su cita anual con la Hermandad de los Gitanos.

 AREA DE SAN ROMAN

Convento de Santa Isabel

Se ubica en el número 2 de la calle Hiniesta, en la collación de san Marcos, dando su fachada sur a la plaza Santa Isabel. Fue fundado en 1490, en unas casas principales de doña Isabel de León, viuda de Gonzalo Farfán de los Godos, como convento de la Visitación "A la gloria de Dios y de San Juan Bautista y de la Santa Visitación de Nuestra Señora Santa Isabel", y hoy es conocido como Convento de Santa Isabel.

Fue originalmente regido por la Orden de San Juan, ya que el hijo de la fundadora era comendador de dicha orden, siendo expedida la licencia de la fundación por el Gran Maestre de los sanjuanistas.

El origen de esta rama femenina se remonta, según algunos autores, a la fundación de la propia Orden de Malta en el siglo XI y a las primeras monjas consagradas del Hospital de Santa María Magdalena. Estas religiosas, dirigidas por doña Inés de Alix, tenían como misión la atención a peregrinas y enfermas en los hospitales. Uno de sus cometidos, era labrar y abastecer de lienzos a los peregrinos a Tierra Santa.

Otros autores sostienen que su creación fue el año 1153, con la aprobación por el papa Eugenio III de la fundación de la comunidad del convento de Sijena, por parte de la reina Sancha de Aragón, viuda de Alfonso II, y su hija Dulce. Sería, por tanto, el origen de una de las primeras comunidades femeninas del cristianismo, con vínculos familiares con los caballeros de la Orden y con el cometido de rezar por ellos y por el Gran Maestre.

El monasterio de La Valeta se fundó siglos después, en el año 1584; y al igual que en otros conventos más antiguos, a sus religiosas se les denominaba “sórores” ya los caballeros “fratres”.

La desamortización de Mendizábal, en 1835, conllevó la expropiación del edificio por parte del Estado y su conversión en una cárcel de mujeres y reformatorio femenino (casa de Arrepentidas). Desde 1869 el convento está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa y de San Felipe Neri, fundada en 1859 por Dolores Márquez Guerrero y Onoro (ver), y el sacerdote   Francisco García Tejero.

Madre Mª de los Dolores Márquez y Oñoro. Padre Francisco García Tejero


El convento se estableció como una escuela para niños y hogar espiritual para las mujeres con problemas, como las prostitutas que buscaban ayuda.

Esta obra de acogida de mujeres prostituida por parte de la Congregación (mujeres totalmente malditas en la puritana sociedad sevillana del siglo XIX) había comenzado con Rosario Muñoz, en una casa del barrio Santa Cruz. Rosario y la madre Dolores llegaron a ser confundidas, en ocasiones, con las arrepentidas, y apedreadas en las puertas y ventanas de lo que algunos pensaban que era una nueva casa de citas.

O sea, esta monjita de hace dos siglos ya hacía las labores de el Ministerio de Igualdad que tenemos actualmente... pero gratis.

Actualmente el convento sigue manteniendo sus tres funciones principales de acogida a mujeres y niños (especialmente en situación de maltrato o de niños tutelados por la Junta de Andalucía), educativa (con el colegio adjunto que imparte educación primaria y secundaria) y la función espiritual como centro de encuentro y celebraciones. Históricamente, han realizado labores de bordados de ornamentos sagrados, pero desgraciadamente esta actividad se ha perdido por el envejecimiento de la comunidad, además, cada día las monjas donan bocadillos a los necesitados que vienen a las puertas del convento.

San Felipe Neri

Es la advocación de esta congregación religiosa, llamado el “Apóstol de Roma”, fue el fundador de la Congregación del Oratorio. 

Recibió sus primeras enseñanzas religiosas de los frailes dominicos del Monasterio de san Marcos de Florencia y se concretó su vocación en una pequeña capilla de la montaña que pertenecía a los benedictinos de Montecasino.

En 1533 se marchó a Roma donde estableció amistad con Galiotto Vaccia, aduanero florentino, que le proporcionó alojamiento y manutención a cambio de ser tutor de sus hijos. 

En este periodo estudió filosofía en la Sapienza y teología en la escuela de los agustinos y escribió la mayor parte de la poesía que compuso, de la que solamente han perdurado algunos sonetos. 

En Roma Felipe se encontró con una Iglesia donde el colegio cardenalicio era gobernado por los Medici y muchos cardenales se comportaban como príncipes seculares más que como eclesiásticos y el pueblo romano parecía haberse alejado de la fe cristiana.

Por ello, aun siendo laico comenzó la actividad de reevangelizar la ciudad, por lo que un día se le llamaría “el Apóstol de Roma”, dirigiéndose a la gente en mercados y plazas, visitando hospitales e induciendo a otros a que le acompañaran, constituyendo el núcleo de lo que después se convirtió en la Hermandad del Pequeño Oratorio.

En 1544, en las catacumbas de San Sebastián, tuvo lugar el que se conoce en la tradición cristiana como milagro de su corazón, pues su corazón creció de tal manera que algunas costillas se fracturaron.

En 1548, junto con su confesor, Persiano Rosa, fundó la Confraternidad de la Santísima Trinidad, conocida como la “cofradía de los pobres”, para ocuparse de los peregrinos y convalecientes.

En 1551, entró en el sacerdocio y se fue a vivir a san Jerónimo de la Caridad. 

La Hermandad del Pequeño Oratorio fue creciendo y en 1575 fue aprobada, con la bula "Copiosus in misericordia Deus" del Papa Gregorio XIII, como Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, siendo la única en la que los sacerdotes eran seculares, viviendo en comunidad, pero sin votos. 

Los miembros retenían sus propiedades, pero debían contribuir a los gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar la Congregación y unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos.

Felipe tenía el don de curación y les devolvió la salud a muchos enfermos. En varias ocasiones también predijo el futuro y vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural.

Los últimos años de su vida fueron marcados por periodos de enfermedad y recuperación, y murió el 26 de mayo, a la edad de 79 años. 

Su cuerpo se conserva en la Chiesa Nuova (antes, iglesia de Santa María de Vallicella), bajo un mosaico, copia de la pintura de Guido Reni, que representa la aparición de la Virgen María a San Felipe Neri en 1594. 

Fue beatificado por Pablo V en 1615 y canonizado por Gregorio XV en 1622. En el Santoral católico su onomástica se celebra el 26 de mayo.

Convento

Se accede a las dependencias de la comunidad a través de una grandiosa portada con un azulejo de la Virgen en el ático y otro con el rotulo de las Filipenses.

Portal de acceso por calle Hiniesta número 2

Detalle del azulejo del ático

Nomenclator del Convento

A través de la portada se accede al compás, constituido por un espacio sencillo con dos pórticos en cada frente, sobre sencillos arcos de medio punto que se sustentan sobre antiguas columnas de procedencia romana.

Los pórticos del compás

Arcos de medio punto en uno de los pórticos del compás. Detalle de capitel de procedencia romana

En el patio destaca retablo cerámico dedicado a la Madre Dolores Márquez Romero de Onoro, fundadora de la Congregación de Religiosas Filipenses hijas de María Dolorosa.

En uno de los laterales del compás y resguardada de las inclemencias del tiempo por un corredor y una triple arcada podemos ver, colgada de la pared, una cruz de hierro forjado es la llamada Cruz de Santa Isabel. Está datada en el siglo XIX y procede del Convento que esta misma congregación tiene en la ciudad de Écija. En cada uno de los extremos están representados los símbolos de los cuatro evangelistas y el del crucificado en el centro.

En el otro corredor, una foto de María Santísima de la Caridad. 

Azulejo de la Fundadora. 

Cruz de forja en uno de los pórticos

María Santísima de la Caridad

La edificación fue notablemente transformada en los siglos XIX y XX como consecuencia de la desamortización y con la creación del colegio. El claustro principal del edificio, fechable a comienzos del siglo XVI se sustenta sobre pilares ochavados de ladrillo encalado que sostienen arcos de medio punto y escarzanos (es un tipo de arco rebajado simétrico cuyo centro del sector circular se sitúa por debajo de la línea de impostas). A pesar de su cronología, presenta claras influencias tardomudéjares, ejemplo de la pervivencia de este estilo en la Sevilla del siglo XVI. En su centro permanece una fuente de mármol blanco que mantiene la inscripción "esta agua se trajo el año de 1586, 14 de agosto, siendo priora la muy ilustre señora doña Ana de Heredia"

Claustro principal con columnas ochavadas

Fuente central de mármol. Inscripción de la fuente

Una señorial escalera compartimenta las estancias y une los dos patios principales, creando un área con arquitectura del siglo XVII que acoge un lienzo de la Virgen de las Angustias, obra de finales del siglo XVII. En la misma sala cuelgan otros lienzos como una copia de la Virgen de la Servilleta de Murillo y un Calvario de José María Romero de hacia 1860. 

En el segundo patio destaca el cuidado floral y diversos azulejos alusivos a la comunidad.

 

Segundo patio con abundancia macetas y de flores


Azulejos en el patio

San Felipe Neri

La leyenda de Tomasin

Tomasin, era un niño de unos ochos años, cuya madre había fallecido hacía poco y que vivía en la calle Vergara número 9. Su padre trabajaba, durante toda la jornada, en la estación de ferrocarriles de San Jerónimo y por sus limitaciones económicas llegó a un acuerdo con las monjas del convento de Santa Isabel, que conocían la tragedia que había ocurrido a la familia, para que el niño estuviera a su cuidado prácticamente durante todo el día. El niño que era obediente y alegre, llegó a ser especialmente querido por las monjitas.

Calle Vergara número 9

El niño estaba muy ilusionado con salir de nazareno en la Hermandad de los Gitanos, que en aquel tiempo tenía su sede en la próxima iglesia de San Marcos. Las monjas decidieron coserle una túnica para que aquel Viernes Santo su padre lo metiera en las filas de nazarenos.

Pero en plena Cuaresma el niño cayó gravemente enfermo, y no consiguió superar la desconocida enfermedad que padecía, por lo que falleció a los pocos días.

Esta muerte inesperada creó un dramático impacto en el barrio y en la congregación, y las monjas lo amortajaron   con la pequeña túnica que nunca llegó a estrenar.

A las dos de la mañana de aquel Viernes Santo, un grupo de hermanos de los Gitanos, vestidos de nazareno, atravesaban la plaza de Santa Isabel camino de la Iglesia para efectuar su estación de penitencia y vieron, a las puertas del convento de San Isabel, un niño solitario vestido de nazareno con su antifaz puesto y portando una varita. Los nazarenos comentaron la irresponsabilidad de los padres de dejar al niño solo y decidieron seguirle para alcanzarlo y acompañarlo hasta el templo, pero al doblar la esquina desapareció y solo encontraron la varita tirada en el suelo. La recogieron y se la llevaron a las monjas al día siguiente y estas comprobaron que era la que habían conseguido para Tomasin, y que la guardaban como recuerdo del niño al que con tanto cariño habían cuidado y que sorprendentemente había desaparecido de su sitio habitual.

A pesar de haber pasado muchos años de estos hechos, todavía se sigue produciendo las apariciones del nazarenito en la madrugada del Viernes Santo, saliendo del convento de Santa Isabel para su cita anual con la Hermandad de los Gitanos.

 AREA DE SAN ROMAN

Plaza de Santa Isabel

En ella confluyen Santa Paula, Siete Dolores de Nuestra Señora, Vergara y Sánchez Castro.

Las primeras referencias históricas aluden a ella como la plaza que está detrás de
San Marcos.

Desde finales del XVI (1586) es nombrada como plazuela de Santa Isabel,
por el convento de igual advocación, fundado en 1490.

En la reforma del nomenclátor de 1845 pasó a formar parte de la calle santa Paula, pero de nuevo en 1869 se segregó de la misma.

Unos callejones, conocidos como callejuelas de la Huerta de santa Isabel, podrían haberla puesta en comunicación con la calle Enladrillada, según referencias documentales de los siglos XVI y XVII.

Debió disminuir de su tamaño original por determinadas peticiones de espacio:

·     En 1591 un beneficiado de San Marcos solicita un rincón para hacer un osario.

·     En 1602 el convento de Santa Isabel “pide un pedaco de sityo junto
al que la ciudad le dio para fabricar la iglesia". De esto se puede deducir que previamente había obtenido otra concesión de terreno.

·     En 1736, la Hermandad de los Servitas, que ya había conseguido tres varas para construir su capilla, solicita otras ocho varas por considerar que el sitio era “notablemente corto”.

En la petición de los Servitas se indica que la ampliación permitiría disminuir los muladares existentes en la plaza y efectivamente hay otras referencias sobre la acumulación de escombros en 1600, 1720, 1722, 1779.

Otro foco de inmundicias estaba en relación con la existencia de un husillo, que sólo esporádicamente se limpiaba y que provocaba inundaciones de la plaza en épocas de lluvias.

En 1874 el cabildo municipal consideraba de "urgente necesidad" la instalación de una fuente pública para el abastecimiento de sus vecinos, pero no consta que llegara a ejecutarse en la plaza sino en la calle Vergara. 

Actualmente la plaza está pavimentada con losetas de chino lavado, con una fuente central, cuatro bancos, de asiento de piedra y respaldo de hierro, y zonas ajardinadas delimitado un espacio cuadrangular centrado con la portada de la iglesia del convento, con pies de naranjos en alcorques en su entorno. 

Imagen de la plaza desde la portada de la Iglesia

Detalle de la fuente central

La Iglesia de santa Isabel es edificio más significativo de la plaza, ocupando todo su frente norte. En el lado de levante se encuentran unas viviendas tradicionales de dos plantas y ático, y en el de poniente, la Casa-Hermandad de los Servitas. Está documentada la existencia de unas carnicerías a principios del s. XVII.

En 1690 la Hermandad del Santísimo Sacramento solicitó permiso para hacer en ella una fiesta de toros, en acción de gracias por la celebración de las bodas reales de Carlos II. También se tienen noticias de “peleas de piedras” entre los chiquillos, como juego infantil a la salida del colegio, situado en Santa Paula. 

Imagen de la plaza con la portada de la Iglesia