AREA DE SANTA CRUZ
Oratorio de la Escuela de Cristo.
En el año 1798, la congregación adquirió unos solares en la calle Ximénez de Enciso y encargó al arquitecto Fernando Rosales, por entonces Maestro Mayor del Arzobispado de Sevilla, la construcción de la Capilla actual, cuyas obras se prolongaron hasta 1801, aunque se puede pensar que el oratorio ya estaría en funcionamiento en 1799, pues esta fecha consta en la inscripción de su pequeña espadaña.
La portada se abre en la fachada sureste de la plaza de la Escuela de Cristo (ver).
Se trata de una portada manierista, que consta de un alto hueco acabado en arco de medio punto que aparece enmarcado entre pilastras que soportan un sobrio entablamento. Sobre él se crea un frontón recto y roto en el centro para presentar el símbolo de la cruz, cobijado a su vez por un frontón triangular completo que corona la composición. Se complementa con dos sencillos pináculos (casi cubiertos por la vegetación) asentados sobre recrecidos de pilastra y acabados con pequeñas esferas.
Su pared
posterior forma parte de la calle Ximénez de Enciso y presenta azulejo del Cristo
de la Providencia y de la Virgen Dolorosa de la Misericordia “Mater Misericordiarum” y una entrada
para limosnas.
INTERIOR
Tras flanquear
su portada, en el Atrio, a la izquierda, se puede contemplar un pequeño retablo-vitrina
de estilo neoclásico que debió realizarse hacia los años 50 del siglo XIX y que
contiene una magnifica escena de la epifanía que se atribuye a Luisa Ignacia Roldan
(La Roldan).
La Virgen y San
José están mostrando el niño a los Magos. Melchor y Gaspar están arrodillados,
estando este último en actitud de abrir su cofre de incienso, mientras que
Baltazar está de pie y ofrece la mirra.
Para
completar la escena, Antonio Castillo Lastrucci realizó los pastores que se
colocan en el nacimiento durante la Navidad.
Este grupo debe
proceder de extinta Escuela de Cristo del Espíritu Santo que se extinguió en la
iglesia del Ex-Convento de la Paz y sus bienes pasaron a la de la Natividad.
Encima una figura de San Jerónimo Penitente, en barro cocido de 0,41 m, acompañado por el león y confortado por un ángel en la cueva.
Según tradición de la Escuela es un boceto de Ricardo Bellver y Ramón de 1899, para la fachada de la Asunción de la Catedral de Sevilla.
En el lado
derecho una puerta y sobre el dintel una pintura de las Animas Benditas del
Purgatorio.
El interior es un recinto neoclásico de planta rectangular cubierto con bóveda de medio punto en tres tramos separados por arcos fajones con lunetos, que proporcionan la iluminación.
El presbiterio se cubre por una bóveda vaída que
descansa en un sencillo entablamento dórico sobre pilastras.
En el suelo de
barro cocido hay tres estrellas de cerámica que señalan el lugar de las
postraciones del padre Obediencia en la Adoración de la Cruz.
En el muro de
la epístola, desde los
pies a la cabecera del templo, encontramos:
Le sigue una
hornacina neoclásica de 1798 y en su interior una imagen, réplica de la Virgen de los Reyes,
realizada por el escultor e imaginero Sebastián Santos Rojas para esta
institución en el año 1947.
La obra es, al igual que el original, de vestir, aunque de menor tamaño
(1´10 m frente a los 1´76 m que tiene la Imagen de la Capilla Real), pero con
una fiel interpretación de la obra original, incluyendo los matices que la
policromía de la Patrona de Sevilla presentaba en esa época, tanto en el tono
de la misma como en sus característicos “churretes” (manchas producidas por la
pérdida de la encarnadura en el rostro y las manos).
Pero, le aporta
“mejorías plásticas”, con respecto al original, así suaviza ligeramente el
rostro, sin cambiarlo en expresión (con su característica sonrisa gótica y
mirada hierática), pero introduciendo en la talla un ligero relieve en los ojos
y las facciones frente al original.
La obra fue
restaurada por David Romero Alonso del Taller Daroal, a comienzos del año 2021,
que ya en una primera inspección comprobó que la obra se encontraba, en
general, en buen estado de conservación.
Sobre ella se
encuentran dos Ángeles del XVII.
Encima de la
hornacina se sitúa un lienzo del rey Fernando III, copia de Murillo.
Una hornacina
neoclásica alberga un Lignum Crucis en sobrio relicario cruciforme de madera de
finales del siglo XVIII, donación de Don Manuel Trinidad: “Francisco Nicolás de
la Barrera, miembro destacado de la Escuela, consiguió de D. Andrés Trinidad,
presbítero, vecino de Badajoz, estando en su casa, “una pintura muy apreciable”
de la crucifixión, que no es otro que el Lucas Cranach de 1538 que hoy está en
el Museo de Bellas Artes de Sevilla, y un Lignum Crucis para la Escuela, y desde
luego usó de la franqueza, desprendiéndose de dichas dos prendas tan
estimables”.
Sobre el Lignum Crucisun un cobre alemán con el bautismo de Cristo del siglo XVII.
En el último tramo de la epístola hay una serie de cuadros no catalogados. Un lienzo de san José, anónimo del siglo XVII y un cuadro de san Homobono, patrón de los Sastres del siglo XV.
Se distribuyen a ambos un apostolado de pequeño formato, obras
anónimas del siglo XVII la mayoría.
Altar
Mayor
Se sitúa en el
centro de la cabecera del templo.
En las esquinas del muro del presbiterio se presentan dos Ángeles lampadarios de mediados del XVIII, realizados en madera policromada y estofada en oro.
Aparecen como volando, levantando la pierna izquierda con las alas desplegadas y los cabellos y ropas movidos por el viento.
Indudablemente
son del mismo taller, pero no de la misma mano puesto que las facciones del
izquierdo parecen más delicadas y armoniosas que las del derecho.
Bajo los
ángeles lampararios, se sitúan dos pequeñas imágenes de bulto redondo de San
Pedro y San Pablo.
La escultura de san Pedro está de pie, vestida con túnica marrón ceñida a la cintura, que cae sobre las piernas formando amplios vuelos hasta los pies, calzados con sandalias. Sobre su hombro izquierdo se asienta el manto ocre que se desliza sobre este mismo brazo. Por su lado derecho el manto se sitúa a la altura de la cintura. Sostiene las llaves en la mano izquierda y la cruz invertida de su martirio en la derecha. La cabeza esta inclinada hacia su izquierda, con rasgos de edad madura, barba bífida y cabello largo.
La escultura de
san Pablo sigue el mismo esquema que la anterior, observándose rasgos más
avejentados y barba más larga que cae hasta el pecho, sosteniendo con su mano
izquierda las Epístolas.
Ambas imágenes
son de pequeño formato (unos 70 cm) y por sus características podría datarse a
finales del siglo XVIII, no conociéndose hasta la fecha a su autor, pero
corresponde a la estética de Pedro Duque y Cornejo o a un seguidor tardío de
las formas del maestro sevillano.
El único altar, en la cabecera plana, cuenta con un severo retablo neoclásico de mampostería jaspeado en mármoles de colores.
Fue proyectado a finales del siglo XVIII por
el arquitecto Fernando Rosales autor del proyecto entero del oratorio, y se
ciñó a los parámetros del Neoclásico en los que primaba la austeridad, la
sencillez y la pureza de líneas, cosa que encajaba perfectamente con el
espíritu de la Escuela de Cristo, institución dedicada exclusivamente al culto
interno basado en la meditación del Evangelio.
El retablo se dispone en el centro del
presbiterio, y consta de banco y un sólo cuerpo que se articula con dos
columnas dóricas jaspeadas en tonos grisáceos, las cuales sustentan un
entablamento con triglifos dorados y metopas decoradas con a tributos de la
Pasión: la columna y los flagelos, a la izquierda, la corona de espinas y los
clavos, al centro y a la derecha, la caña con el hisopo y a lanza.
En su ático, un
óleo sobre lienzo con el misterio titular del oratorio, la “Natividad del Señor”.
Es una copia de Francisco Agustín de la “Adoración de los Pastores” de Murillo
de los Capuchinos, conservado en el Museo de Bellas Artes. Tiene un marco dorado que, en su parte central
superior, tiene una jarra de flores sobre la que cae hacia los lados una
guirnalda. A izquierda y derecha del cuadro se disponen dos ángeles
ceriferarios (adoradores,custodios) de gran tamaño, cada uno de ellos
sosteniendo un candelabro.
Lo preside una imagen del Cristo de la Providencia, obra de Juan de Astorga, policromado por Juan de Uceda, encargada en el año 1818 y entregado en el año 1820. Sustituyó al Cristo del Calvario de Francisco de Ocampo (1611), adquirido a la iglesia de san Idelfonso y que luego esta reclamó, a cambio de 4000 reales, por lo que la escuela se vio forzada a encargar el actual que costó 8400 reales.
Francisco Nicolás de la Barrera fue, en nombre
de la Escuela, el que encargó a Juan de Astorga un nuevo Cristo en la Cruz, indicándole que "salga lo más dulce y
sensible que sea dable, con la circunstancia de que el rostro goce bien desde
el pavimento".
Y efectivamente la pieza es de suma belleza y
serenidad acorde con el espíritu neoclásico. La cara no tiene aspecto dramático,
predomina el aspecto de la bondad de cristo y su amor al horror del martirio de
la Cruz, resaltando la faceta de la entrega de Jesús al género humano y su
obediencia al Padre hasta la muerte, por eso se nos muestra sin dramatismo y
siguiendo los cañones de la escuela sevillana, con solo los signos
imprescindibles de la Pasión.
Presenta solo tres cavos con los pies fijados juntos, el derecho sobre el izquierdo.
De rodillas y a los pies del Cristo de la
Providencia se encuentra la Virgen
de la Misericordia “Mater Misericordiarum”, realizada por Cristóbal Ramos y posiblemente
fue su última obra pues éste murió en 1799 y se sabe que la imagen se estrenó
en 1800.
La imagen mide 144 cm de altura, la cabeza está realizada en barro, las manos
son de pasta y las vestiduras son telas encoladas.
Se presenta con las manos juntas en actitud de
oración y a la vez de súplica y con su rostro dirigido al cielo.
Cubre su cabeza con un manto blanco y sobre él
otro manto azul con el filo estofado en oro.
El sagrario neoclásico esta rematado con
imágenes de la Fe, la Esperanza y la Caridad, realizadas en madera policromada
y estofada en oro, de autor anónimo pero atribuidas a Petroni.
La Fe, se sitúa sobre la cúpula, se presenta de pie con los ojos vendados, mostrando la cruz y el sacramento de la Eucaristía.
La Esperanza a la derecha del contemplador,
sentada sobre la esquina de un frontón muestra el ancla.
La Caridad a la izquierda, también sentada
sobre otra esquina del frontón, sosteniendo un niño pequeño con su brazo
izquierdo, mientras el derecho está en actitud de otro pequeño que, en la
actualidad está en paradero desconocido.
A los lados del retablo, en la parte superior, se encuentran dos copias de los retratos de San Isidoro y San Leandro que Murillo realizó para la Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla, de los cuales sólo están los rostros mitrados de los Santos Arzobispos de la ciudad. En la parte inferior un óleo de Jesús con la Cruz a cuestas y otro de la Oración en el Huerto, de los que no tengo información.
En el primer tramo, en primer lugar, un lienzo del Traslado de Cristo al Sepulcro, en el destaca su marco dorado y tallado. Es obra anónima del siglo XV, junto otro lienzo de san Felipe Neri, patrono de las Escuelas, obras murillescas de Juan de Dios Fernández. Otros cuadros de los no tengo información.
Seguidamente, en el segundo tramo, un
retablo hornacina de madera en su color presidido por un cuadro de san Pablo.
Aquí estaba la lanzada de Lucas Cranach el Viejo (1538), actualmente en el
Museo de Bellas Artes.
Sobre este
retablo, destaca un crucificado de pequeño tamaño, del circulo de Pedro Millán de
finales del siglo XV, que según la tradición fue el regalo de un canónigo de la
catedral de Sevilla con motivo de su ingreso en esta institución
Es una pieza de
madera de 70 x 80 cm. que muestra un crucificado anatómicamente correcto, aunque
sin mucho detalle, en el que llama la atención sus brazos extendidos en línea
recta entre sí y formando un ángulo recto con su cuerpo, así como la
inflamación del tórax.
Su rostro, inclinado a la derecha, es alargado, con pómulos marcados, nariz aguileña, boca entreabierta y barba bífida. Los mechones del pelo tiene forma espiral y terminan en el pecho y en la espalda.
La corona de espinas esta tallada sobre la cabeza y tiene forma de ramas trenzadas con
clavos de metal que simulan púas.
Cubre su desnudez con un paño de pureza que se anuda a su izquierda y se pliega a su derecha formando olas.
Los pies fijados con un solo clavo, el pie derecho sobre el izquierdo.
A los lados los
cuadros de san Andrés y san Francisco de la escuela de Pacheco del siglo XVII.
Sobre ellos dos lienzos, uno dedicado a una Dolorosa y otro a san Pedro en
lágrimas, de la misma centuria.
Finalmente, en este muro del Evangelio, a los pies del templo, se
encuentra el órgano, procedente de abadía benedictina de Santa Ana de Kergonan
(Francia), obra
del francés Arístides Cavaillé-Coll entre 1894 y 1898, reformado en 1905 por
organero francés Charles Mutin y depositado por un particular el año 2014.
A los pies de
la Iglesia se encuentra una tribuna coro con una balaustrada.
Sobre la balaustrada, una
Dolorosa de telas encoladas, atribuida a Juan Bautista Petroni, donación de
1978 para presidir la Sala de Cabildo.
Bajo ella el sitial y bufete del padre Obediencia y sobre él un retrato de san Felipe Neri, que siempre debe presidir los ejercicios.
SACRISTIA
En la sacristía
observamos una cajonera del siglo XIX y sobre ella un pequeño retablo con
Cristo en la Cruz a tribuido a Cristóbal Ramos.
Se trata de una
pequeña escultura de madera de 37 x 32 cm, que muestra el cuerpo alargado, con
un discreto paño de pureza anudado en la cadera derecha.
La cabeza del
crucificado se inclina hacia el lado derecho, con los ojos dirigidos al cielo
con expresión agonizante y la boca abierta, dejando ver la lengua y dientes. Los cabellos caen por la espalda en el lado
izquierdo y por el hombro derecho. Muestra
la gran curiosidad de que tanto los ojos como los regueros y gotas de sangre
son de cristal, lo que hace que aumente el efecto dramático de la escultura.
Los pies fijados con un solo clavo, el pie derecho sobre el izquierdo.
La cruz se clava en un monte, con un dragón
con una manzana en la boca y una calavera, simbolizando ambos elementos la
redención del hombre y la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
En los
laterales dos pinturas del Nacimiento y la Resurrección de Jesús.
En la vitrina inferior un belén de barro y telas encoladas de Cristóbal Ramos donado por el fundador de esta escuela.