Los españoles
trataban, en eta época, de asentarse en el territorio luchando contra los
indígenas. “Los indios eran exóticos. Andaban desnudos, dormían en casuchas de
madera y dormían en hamacas. Eran lampiños, de menor estatura que los
españoles, pero bien proporcionados (…) En cuanto a las mujeres, iban
descubiertas de medio cuerpo hacia arriba (…) Las vírgenes dejaban ver su
cuerpo enteramente desnudo, determina el escritor y graduado en Derecho Roberto
Barletta Villarán en su libro “Breve historia de Francisco Pizarro”.
Tras su llegada participó
como soldado en varias expediciones sabiendo de antemano que, debido a que era
un hijo bastardo y carecía de cultura, le sería muy difícil ascender.
En 1509 acompañó a Alonso de Ojeda que tenía la intención de tomar el golfo de Urabá (ubicado cerca
de Panamá). La expedición se complicó
cuando los nativos locales, asediaron el emplazamiento español, el fuerte de
San Sebastián, en el poblado de san Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía,
donde posteriormente se levantaría la ciudad de Cartagena de Indias. Como
resultado de este asedio, Ojeda fue herido en una pierna y tuvo que ser evacuado en un buque.
Alonso
de Ojeda
En su ausencia, Alonso de Ojeda dejó al mando a Pizarro, de 32 años de
edad, ascendiéndolo a capitán y nombrándolo jefe de la expedición, debido a que
era uno de sus mejores soldados y que parecía inmune a las plagas que asolaban
a su hueste.
Ojeda ordenó a Pizarro resistir en el fuerte durante 50 días, con los soldados
de los que disponía, pero que, si pasado ese período no recibía refuerzos, debía
huir junto con sus hombres en dos bergantines que dejaba a su disposición. El
español defendió el lugar durante ese tiempo, pero cuando pasaron los 50 días,
sin ayuda, los soldados
destruyeron el fortín y se amontonaron en los dos bergantines.
Posteriormente, se
unió a Vasco Núñez de Balboa en la exploración del istmo de Panamá, aventura
que coronó el descubrimiento del océano Pacífico en 1513, llamado entonces Mar
del Sur.
Vasco
Núñez de balboa. Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre tela. 94,5 x 73,3 cm. Museo Naval de Madrid.
En 1519, a las
órdenes de Pedro Arias Dávila, se unió a las fuerzas que fundaron la actual
ciudad de Panamá, de la cual fue regidor, encomendero y alcalde, lo que le
permitió enriquecerse.
Por orden de Pedro
Arias de Ávila, alias Pedrarias, gobernador de Castilla de Oro, arrestó y
decapitó a su antiguo capitán, Vasco Núñez de Balboa, en uno de los hechos más
atroces de la odisea transatlántica y un acto absolutamente infame.
En 1522, a la edad de 32 años,
decidió asociarse con Diego de Almagro y Hernando de Luque para formar
la Compañía del Levante, cuyo propósito era explorar los dominios del sur, en
beneficio propio, y conquistar “Birú” o “El Birú” (el Imperio inca del
Perú), del que tenían vagas noticias, repartiéndose las responsabilidades de la
expedición.
Pizarro la capitanearía, Almagro se encargaría de la intendencia y
Luque estaría al cargo de las finanzas y de la provisión de ayuda.
Realizaron
dos expediciones de conquista (1524-1525 y 1526-1528), pero las dos se saldaron con sendos fracasos.
Retrato de Diego de Almagro.
Domingo Mesa. 1873. Óleo sobre tela. 127 x 96 cm. Museo Histórico Nacional
Hernando de Luque
El
Juramento. Hernando de Luque junto a Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Grabado
de la edición española de William H. Prescott. 1851
En la segunda expedición, muchos decidieron que ya habían pasado suficientes calamidades como para
seguir adelante, y cuando llegaron a una isla segura, la isla de Gallo,
plantearon volver a territorio español.
Según las crónicas de la época,
solo trece hombres tomaron la decisión de seguir, mientras Almagro iba a Panamá
en busca de refuerzos.
Los
trece de la isla del Gallo. Juan Lepiani. 1902. Óleo sobre tela. 251 x 379,5
cm. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Lima
Según
Francisco de Xerez, escribano oficial de la expedición, pudieron ser 16, pues
había un mulato y posiblemente un par de esclavos africanos, pero es
posible que en la ecuación de las crónicas, no se incluyeran los no
castellanos, salvo casos muy especiales como el de Antón de Pigaffeta,
Hernando de Magallanes o los pilotos cántabros y vascos.
Los “Trece de la Fama” permanecerían otros cinco meses hasta
la llegada de los refuerzos enviados
por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz,
y tras explorar una extensa área del
oeste de América del Sur, lograron hacerse con todo tipo de riquezas entregadas
por algunos caudillos locales y volvieron a Panamá como héroes.
En 1529 Pizarro viajó a España y con
la “Capitulación de Toledo” de 1529, firmada por Isabel de
Portugal con la autoridad del rey Carlos I, se le concedieron los derechos
de dominio sobre la zona de Perú, llamado en adelante Nueva Castilla, y fue nombrado
gobernador, capitán general y adelantado de las nuevas tierras. En
adición, el documento otorgó títulos de hidalgos a los 13 de la Fama por lo
mucho que habían servido en dicho viaje.
De acuerdo con lo
estipulado en las capitulaciones, Pizarro, Almagro y Luque organizaron la
tercera expedición, que partió en 1531.
Tras un año de espera en Coaque, la
fuerza expedicionaria recibió a los hombres de Sebastián de Belalcázar y poco
después, ya en Puná, se añadió al grupo Hernando de Soto.
En
1532 Pizarro zarpó desde la ciudad de Panamá desembarcando cerca
de Tumbes, en lo que ahora es la frontera norte del Perú; entonces formaba
parte del Imperio Inca llamado Tahuantinsuyo, que se extendía desde
Colombia hasta Chile.
Pintura
que recrea la entrada de los españoles en la ciudad inca de Atahualpa
Los incas tenían una
leyenda sobre que un día el dios Viracocha regresaría desde la tierra
del sol poniente, una deidad que según ellos vestía de oro y plata, con barba
blanca y ojos verdes, y que se había ido a través del océano Pacífico para
volver en tiempos de gran necesidad.
Los nativos norteños
vieron la llegada de los españoles que tenían características semejantes a las
de Viracocha, narradas en su leyenda.
Los indios tayanes le comunicaron a Atahualpa que
los españoles eran dioses, dada su piel blanca, sus barbas, sus brillantes
armaduras y que habían venido en grandes naves desde el océano Pacífico.
Los españoles, planearon invadir a la civilización inca
aprovechando que esta se encontraba sumida en una guerra civil que enfrentaba a
dos de sus líderes (Atahualpa y Huáscar) por el poder.
El 16 de noviembre de 1532 el
conquistador español se entrevistó en la ciudad de Cajamarca con Atahualpa y,
tras exhortarle sin éxito a que abrazase el cristianismo y se sometiera a la
autoridad de Carlos V, lo capturó en un sangriento ataque por sorpresa.
Retrato
de Atahualpa. Anónimo. Siglo XIX. Museo de Arqueología, Antropología e Historia
del Perú. Lima
Pizarro
capturando a Atahualpa. John Everett Millais.1845. Óleo sobre tela
Para conseguir su liberación, Atahualpa propuso a
Pizarro llenar la habitación donde se encontraba preso, el conocido como Cuarto
del Rescate, con oro y plata y los súbditos trajeron oro
en llamas durante tres meses hacia Cajamarca de todas las partes del
reino para salvar su vida. Atahualpa ofreció a Pizarro a su hermana favorita en
matrimonio, Quisque Sisa (Inés Huaylas Yupanqui), hija del emperador
inca Huayna Cápac.
Captura de Atahualpa
en Cajamarca. Juan Lepiani. 1920-27
Francisco Pizarro, a pesar de
haber recibido el rescate más alto de la historia, lo mandó ajusticiar la noche
del 26 de julio de 1533 por los delitos de sublevación, poligamia, adoración
de falsos ídolos y por haber ordenado ejecutar a sus hermanos Huáscar y
Atoc. Atahualpa
antes de su muerte recibió el bautismo con el nombre de Francisco.
Ejecución
de Atahualpa, según grabado del siglo xix.
A continuación, se alió con la nobleza inca, lo cual
le permitió completar sin apenas resistencia la conquista de Perú, empezando
por Cuzco, la capital del Imperio y nombrar emperador a Marco Capac II,
hermano de Huáscar, tras jurar fidelidad al rey de España.
El 18 de enero
de 1533 fundó en la costa la Ciudad de los Reyes (pronto
conocida como Lima) y Trujillo, con lo que se inició la colonización
efectiva de los territorios conquistados.
Mientras tanto, su
hermano Hernando, que había partido a España para entregar el “Quinto
del Rey” a la corona, regresó portando el título de marqués para su
hermano Francisco, y el de adelantado para Almagro, al cual se le habían
concedido 200 leguas al sur del territorio atribuido a Pizarro.
Poco después, Pizarro y Almagro se enemistaron por
la posesión de Cuzco, y acabaron por enfrentarse abiertamente en la batalla de
las Salinas, en abril de 1538.
Derrotado y prisionero, Almagro fue procesado,
condenado a muerte y ejecutado por Hernando de Pizarro.
Carlos I sustituyó
a Pizarro por Cristóbal Vaca de Castro, con las intenciones reales, de que el
nuevo gobernador de Perú mediara en las luchas entre el conquistador y Almagro
el Mozo, hijo de su antiguo socio.
Sin embargo, el propósito pacificador del
rey no llegó a cumplirse, y el 26 de junio de 1541 Pizarro murió asesinado en
su palacio de Lima, ciudad que él mismo había fundado a orillas del río Rímac
seis años antes, a manos de los almagristas.
Casa de Pizarro en Trujillo
La familia Pizarro erigió en la esquina sureste de la
Plaza Mayor de Trujillo y al costado del Ayuntamiento, un palacio de estilo plateresco del
siglo xvi, mandado
construir por su hija Francisca Pizarro Yupanqui, conocido como palacio de
la Conquista.
Se trata de un palacio estructurado en cuatro plantas con el
escudo de armas de la familia Pizarro en el balcón de la esquina.
En uno de sus
lados está Francisco Pizarro y en el otro, su esposa, la princesa inca Inés
Huaylas, su hija Francisca Pizarro Yupanqui y su esposo Hernando Pizarro.
Coronan este edificio doce elegantes esculturas que representan alegorías de
los vicios y virtudes.
Son notables sus chimeneas, ventanas y artísticas rejas
de forja.
El escultor estadounidense Charles Cary
Rumsey (1879-1922) realizó una estatua ecuestre del conquistador de
la que existen tres copias ubicadas en las ciudades de Trujillo (España),
Lima (Perú) y Búfalo (Estados Unidos).