lunes, 8 de agosto de 2022

AREA REGINA-ENCARNACION-SANPEDRO

Iglesia de Santa Catalina 

Está dedicada a Santa Catalina de Alejandría, nacida hacia el año 290 en el seno de una familia noble de Alejandría. El emperador Majencio o Maximiano, acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó que todos los súbditos hicieran sacrificio a los dioses, pero Catalina en lugar de realizar un sacrificio, hizo la señal de la Cruz. El emperador ordenó que fuera torturada en una rueda guarnecida con afiladas cuchillas, pero estas se rompieron al contacto con el cuerpo de Catalina y el emperador la mandó decapitar, pero de la herida no salió sangre sino leche, y unos ángeles se llevaron su cuerpo al monte Sinaí.

En el siglo VI, el emperador Justiniano fundó, en el monte Sinaí, un monasterio denominado “Monasterio de la Transfiguración” que posteriormente fue dedicado a esta santa con el nombre de “Monasterio de Santa Catalina”. Los monjes del monasterio encontraron sus restos sobre el año 800, en una gruta de la montaña y a partir de entonces sus reliquias se custodiaron en el monasterio, que se convirtió en un centro importante de peregrinación. Sin embargo, el historiador Harold T. Davis, confirma que “la investigación asidua no ha logrado identificar a Catalina con ningún personaje histórico”, por lo que considera que Catalina fue una leyenda inspirada en la historia de la filósofa pagana Hipatía.

Su culto se difundió por los cruzados, en toda Europa, en el siglo XII, como reina virgen y mártir, incluida en el grupo de los santos auxiliadores, invocada para evitar la muerte súbita. Es la patrona de los filósofos, estudiantes, sombrereros, barberos y oficios relacionados con las ruedas. Se la representa con la palma, la espada y la rueda arpada en alusión al martirio, la corona por la realeza y el libro como símbolo de sabiduría.


Santa Catalina. FranciscoPacheco.  1605.  Óleo sobre tabla. 103,5x43,5 cm. Museo delPrado


Historia

La Iglesia de Santa Catalina se sitúa entre la calle Almirante Apodaca, Alhóndiga, Santa Catalina y Plaza Ponce de león y en 1912 fue declarada Monumento Nacional, siendo sede canónica de las Hermandades de la Exaltación, de la Virgen del Carmen y del Rosario y de santa Lucia. 



Pero, hasta las primeras décadas del siglo XX, la fachada sur (la de la torre) estuvo rellenada por construcciones adosadas, se trataba de una serie de dependencias de la parroquia y de varias viviendas, por lo que para llegar desde la plaza de La Paja (actual Ponce de León) a san Pedro, había que pasar por la actual calle Santa Catalina, y por el tramo estrecho de la calle Alhóndiga para desembocar en el cruce con la plaza de la Alhóndiga (actual Almirante Apodaca). Los planes de ensanche del siglo XX, con la apertura de la calle Almirante Apodaca y Juan de Mesa, y el derribo de estas construcciones adosadas, permitió que la iglesia pasara a tener una situación aislada e independiente.




Siempre ha sido considerado como un templo Gótico-Mudéjar del siglo XIV, pero las nuevas excavaciones arqueológicas demuestran que el actual templo no es el original de este siglo XIV, sino una reconstrucción realizada tras la destrucción provocada por el terremoto de 1356. En el edificio anterior, posiblemente mandado construir por Fernando III al tomar la ciudad, la nave central era de un tamaño semejante a las dos laterales y contaba con un mayor número de pilares. Solo se conserva la estructura muraria a los pies de la iglesia, los muros de la epístola y del Evangelio y la cabecera, así como un fragmento de un fresco en el que se representa a san Pedro, fechado en el último tercio del siglo XIII, lo que confirma la antigüedad del muro del evangelio.



Ha sido sometida a varias renovaciones arquitectónicas y reformas al largo de los años. En el siglo XVI se restaura la Capilla Funeraria, situada a la altura de la cabecera del templo, que ya existía en 1573. En el siglo XVIII se reformó la capilla mayor, la capilla del Rosario y se añadió la espectacular capilla Sacramental, dirigida en su totalidad por el arquitecto Leonardo de Figueroa.

Sobrevivió a los planes de la Revolución Gloriosa de 1868 (ver), que planteaba su derribo para crear una vía amplia de acceso al centro, y que la cerró al culto convirtiéndola en “Club Republicano” y posteriormente en almacén de madera. Se realizó una restauración en 1881, abriéndose nuevamente al culto el 3 de octubre de 1869.

Entre 1923 y 1930 se realizó una profunda restauración integral por el arquitecto regionalista Juan Talavera y Heredia (autor del Puente de san Bernardo, del Edificio de Telefónica de la plaza nueva y de la reorganización del barrio de santa Cruz). Lo más conocido y arriesgado de esta intervención fue el traslado de la portada gótica de la clausurada Iglesia de Santa Lucia (siglo XIV), para situarla a los pies del templo, dejando a la original de Santa Catalina en el interior de un pequeño nártex de acceso.   Este hecho es recordado en una placa situada junto a la portada. Esta intervención fue fundamental para permitir que el templo siguiera en pie, pues creó una especie de inmenso andamio que estabilizaba la fábrica original, y para no dejar a la Iglesia en demasiada obscuridad abrió un gran vano central. También se realizaron obra en los alrededores con la eliminación de las casas que estaban asociadas a sus paredes, permitiendo dejar al templo al descubierto.



Afortunadamente no sufrió daños durante la Guerra Civil de 1937, pero lentamente fue sufriendo un gran deterioro y tras varias décadas cerrada se realizó su solemne apertura el 25 de noviembre de 2018, siendo bendecida por el arzobispo Juan Jose Asenjo Pelegrina, una vez concluida la restauración integral del edificio dirigida por el arquitecto Francisco Jurado Jiménez

En las excavaciones realizadas, durante esta última restauración, se ha descubierto la cimentación de un coro con un órgano, que se ha documentado en torno al año 1700. Se supone que el peso de esta construcción provocaría su hundimiento y se decidiría su eliminación en algún momento de su historia, pues no hay constancia de su existencia en la restauración realizada por Juan Talavera. De la misma época del coro sería un presbiterio encontrado, anterior al actual, con una escalinata, decorada con pinturas murales en sus laterales, que conduciría al espacio más sagrado del templo.

Uno de los elementos más espectaculares de Santa Catalina es su torre-campanario, considerado por muchos historiadores como el alminar de la mezquita que se supone que estaba levantada en este lugar. En los últimos estudios arqueológicos, se constata que la torre siempre fue un campanario cristiano. Los escombros encontrados en su base indican que fue un vertedero del siglo XIV y que por tanto la torre ya existía en dicho siglo XIV.

Efectivamente, en un nivel inferior ha aparecido una mezquita, pero de pequeñas dimensiones como correspondería a un uso privado, sin necesidad de Alminar al no tener que llamar a los fieles a la oración. Esta pequeña mezquita tuvo una planta rectangular, con pilares en el centro, y el muro de la “Quibla” donde estaría el “Mihrab”. Entendemos por “Quibla” el muro y por “Mihrab” al nicho semicircular u hornacina de la pared que indica la “Alquibla”, es decir, la dirección de la Kaaba en la Meca, hacia donde debe dirigirse la oración musulmana.

Este pequeño oratorio, tras la reconquista cristiana sería reconvertido en la primitiva iglesia, por la necesidad de dotar de templos a los nuevos pobladores, pues efectivamente, cuando Fernando III entró en la ciudad transformó las antiguas mezquitas en templos católicos y dividió la ciudad en “Collaciones” o pequeños barrios entorno a una parroquia, lo que le permitía realizar una organización administrativa de la ciudad. El uso cristiano de este edificio lo demuestra la presencia de un enterramiento, que no era posible en un oratorio musulmán, pero era una costumbre que se extendió con el cristianismo.

Las exploraciones arqueológicas han encontrado un edificio previo a la mezquita que se ha identificado como un posible templo de época tardo antigua, de mediados del siglo VI.

La calle Alhóndiga formaba parte del “Cardo Maximo” de la Hispalis Imperial, y en Santa Catalina debería ubicarse una posible puerta de acceso a la ciudad romana, pero no se ha podido localizar, en las excavaciones, esa la muralla romana, y solo ha aparecido una canalización de ladrillo fechable en el siglo I (d.C.)


Este templo, desde sus inicios bajo la advocación de Santa Catalina, aparece en los primeros repartimientos de la ciudad, siendo, por tanto, una de las primeras parroquias que fundara el entonces Arzobispo don Remondo de Losada tras la conquista de la ciudad de Sevilla. 

Como hemos comentado al comienzo es la sede canónica de la Hermandad de la Virgen del Rosario de Santa Catalina fundada en 1661. 

En 1862, el Beato Marcelo Spinola (ver) fundó la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, tras una epidemia de cólera y desde 2002 está fusionada con la hermandad de María Santísima del Rosario y Santo Domingo de Guzmán, fundada en el siglo XVII. 

Es referencia en Sevilla para el culto de santa Lucía, cuya hermandad fue fundada en 1931 procedente de la desacralizada iglesia de su nombre. 

Es sede canónica de la Hermandad de la Exaltación, y se da culto al Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora de las Lágrimas. 

Es igualmente, la sede de la Hermandad Sacramental Purísima Concepción Ánimas Benditas del Purgatorio, San Sebastián, fundada a finales del siglo XVI, fusionada con la de nazarenos del Cristo de la Exaltación, Nuestra Señora de las Lágrimas y Santa Catalina de Alejandría, fundada por nobles en el siglo XVI.

Exterior

Desde el exterior puedes ver claramente las diferencias entre los muros de color ocre y los de ladrillo visto, que evidencian las distintas etapas constructivas.

A los pies de la nave principal, se encuentra la portada gótica del siglo XIV, procedente de la iglesia de santa Lucia. Esta iglesia, de Santa Lucía, fue clausurada como templo religioso en 1868, pasó por diversos usos y actualmente acoge el “Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía”. Dentro de una operación realizada por el arquitecto Juan Talavera, esta portada fue traslada a la Iglesia de santa Catalina en 1930, siendo costeado, dicho traslado, por el Vizconde de los Remedios, Rafael González Abreu.

Visión del exterior desde la calle Almirante Apodaca

Esta portada principal, está formada por un arco ojival con arquivoltas decoradas en el exterior con dientes de sierra y punta de diamante, con baquetones que sujetan la línea de imposta, que presenta imágenes faciales muy deterioradas, y sobre la que se alza tejaroz. En los laterales, cuatro esculturas en piedra muy deterioradas, bajo doseles góticos, y en el remate un bello Cristo en Majestad. Sobre ella se encuentra una ventana circular.

Portada principal con arco ojival


Arquivoltas decoradas en el exterior con dientes de sierra y punta de diamante


Baquetones con línea de imposta

Línea de imposta con imágenes faciales

Detalle de imagen facial de la imposta

Tejaroz

“Cristo en Majestad” entre dos canes del Tejaroz


Ventana circular en el vértice

Escultura superior izquierda y derecha


Escultura inferior izquierda y derecha

Esta portada da acceso a un diminuto “compas” del siglo XX, con la imagen de san Antonio, y una placa de la bendición de la Iglesia tras su restauración en 2018. En estos compas destaca la bella puerta mudéjar original del templo, de ladrillo con vanos de herradura polibulados, que hace suponer que la entrada al edificio se realizaba a través de una zona ajardinada y una verja. 

Imagen de san Antonio

Portada mudéjar original

En el lateral derecho de la portada hay tres azulejos, en relación con el nombramiento de Monumento Nacional, indicando el origen de la portada y la Virgen del Carmen.




En el lateral izquierdo, se encuentra una hornacina con una Cruz, se trata de la “Cruz de Santa Catalina”, de hierro forjado, sobre un pilón. Se ubicó originalmente en la Plaza de Santa Catalina (hoy plaza de los Terceros) y no en la antigua plaza de la Paja (hoy plaza de Ponce de León) como se creía por error de interpretación de un grabado. Esta cruz es testigo de la existencia de un cementerio adosado a la Iglesia. Sevilla, no contó con un gran cementerio fuera de la muralla hasta el siglo XIX, por ello los ricos tenían tumbas en el interior de las iglesias, pero los pobres reposaban en los cementerios parroquiales.

Cruz de Santa Catalina

A continuación, un pequeño ábside curvo de ladrillo visto,” Redondillo”, decorado con pequeños arcos polibulados, que parece ser resto de la primitiva iglesia gótico-mudéjar, aunque su situación, junto a la puerta de acceso, sigue siendo difícil de explicar. Desgraciadamente siempre hay alguna moto aparcada.



Redondillo




Capitel de la columna previa al “Redondillo”

En la pared de la plaza de los Terceros, un retablo cerámico con la imagen de santa Lucía, firmado por Antonio Kiernaman y patrocinado por la ONCE y un retablo barroco que enmarca el azulejo vidriado del Cristo de la Exaltación, obra de Cordero Oliva. El retablo de santa Lucia, representa a una mujer que con una mano sostiene una palma y una espada y con la otra un plato sobre el que se ven unos ojos. La santa, a la que en las persecuciones contra los primeros cristianos le arrancaron los ojos, es la protectora de la vista, patrona de la ONCE, cuyo emblema se ve en el lateral del retablo.



Pared de la Plaza de los Terceros

Retablo cerámico de santa Lucia


Detalle de Santa Lucia

Retablo del Cristo de Expiración


Detalle de la parte inferior del retablo

En la pared de la calle santa Catalina, un azulejo que indica “Esquina de santa Catalina” y una de las ventanas y la cúpula de la Capilla Sacramental.

En la plaza Ponce de León un “guardaesquina” de mármol (esquina con santa Catalina) un azulejo de Nuestra Señora de las Animas y una de las ventanas de la Capilla Sacramental. 

Y, en el muro izquierdo, la “Capilla Sacramental”, obra de Leonardo de Figueroa, que en su fachada presenta las dos ventanas comentadas adornadas con símbolos eucarísticos y azulejos alusivos a los símbolos del Rosario, y su cúpula y linterna barroca, y cimborrio rematado con la imagen de la Fé, obra de Pablo Guidazo en 1730. 




Cimborrio de la “Capilla Sacramental” con la Imagen de “La Fe” 

Imagen de “La Fe” 

En el lado de la epístola, una bella puerta mudéjar, a la que la reforma ha encalado excesivamente, se trata de una portada con arco de herradura, apuntado por alfiz.

Tras esta puerta lateral, en el muro derecho, se adosa a la Iglesia la Capilla de la “Exaltación” (confundida en ocasiones con un antigua Mihrab), de ladrillo con sencilla cúpula neo mudéjar. 


Puerta lateral 

Capilla de la “Expiración” 

Torre

Uno de los elementos más espectaculares de santa Catalina es su torre-campanario. Aunque determinados historiadores lo han identificado con el antiguo alminar de la mezquita, actualmente está totalmente confirmado que su construcción es de la época mudéjar. 

Se ubica en el flaco sur de la Iglesia, casi a la altura de la cabecera de la nave de la epístola. Construida con sillares en la zona inferior y con ladrillos la superior, con decoración de paños de “Sebka”. Es de planta cuadrangular y presenta dos cuerpos.

El inferior o caña, de mayor tamaño, está decorado con “ajimeces” con arcos ciegos polilobulados y “alfiz”. Bajo ellos, un gran panel con decoración de “ataurique”, y dentro de él una ventana ciega de arco polilobulado en el lado de poniente y en el flanco sur una pequeña “saetera” en el centro de un arco de herradura. 

Vista General desde la calle Almirante Apodaca

Sillares de la parte inferior y “Saetera”

“Ajimeces”

Paños de “Sebka”

El superior se corona con merlones escalonados que fueron rehechos en la restauración del siglo XIX. Bajo él se aloja el cuerpo de campanas, abierto a cada uno de los cuatro lados por un arco de herradura apuntado con su alfiz.

El interior, no lo he visitado y se describe como “de machón central, utilizándose en la cubierta del hueco bóvedas esquifadas rectangulares, ochavadas y de arista, formada por dos cañones apuntados, elementos estos que evidencian una construcción del siglo XIV. La caja de escaleras hasta una altura de tres metros es cilíndrica, haciéndose después de sección cuadrada”.

Cuerpo superior con merlones escalonados y cuerpo de campanas

Campana

Vista General desde la Plaza Ponce de León 

Cuerpo medio desde la Plaza Ponce de León 


Ventana ciega de arco polibulado


Paños de “Sebka”

Nave

Como todas las iglesias fernandinas de Sevilla, el templo es de planta rectangular con tres naves, presbiterio y coro a los pies. 

Las naves están separadas por arcos apuntados de ladrillo, sobre pilares rectangulares, siendo la nave central más alta y ancha que las laterales.

En los pilares cuelgan cuadros no identificados. 

Sus cubiertas son de madera, la central con tirantes y techo artesonado en forma de armadura de par y nudillos, y en colgadizo las laterales, ambas de estilo mudéjar. 

El presbiterio con una doble bóveda de crucería sobre el ábside semicircular, a dos niveles, con el que se remata la cabecera. 

 Visión de la nave desde sus pies

Visión de la nave desde la cabecera


A la izquierda la cubierta en “Colgadizo” de las naves laterales. A la derecha la cubierta de la nave central con tirantes y techo artesonado en forma de armadura de par y nudillos

Doble bóveda de crucería en el presbiterio 


Cuadros sobre los pilares de separación de las naves 


Retablo Mayor

El retablo mayor es barroco, del siglo XVII (1624-1629), obra de Diego López Bueno, con policromía de los hermanos Melchor y Andrés Sarabias. 

Fue reformado en la restauración que realizó el arquitecto José Tirado, maestro mayor de obras de la Catedral, que había comenzado como albañil en las obras del Hospital de los Venerables. 

Retablo Mayor

Está presidido por una imagen de Santa Catalina del siglo XVIII, dentro de un camarín realizado en la reforma de 1701, obra de Francisco Antonio Ruiz Gijón en 1710. 

Santa Catalina

Detalles de Santa Catalina

El retablo presenta diferentes escenas pictóricas de la vida y martirio de santa Catalina de los hermanos Sarabias (1624.1633). 


Escenas pictóricas superiores izquierda y derecha


Escenas pictóricas inferiores  izquierda y derecha

Se completa la iconografía del retablo con tallas de san Pedro y san Pablo en el primer cuerpo y san Juan Evangelista y san Sebastián en el segundo, y en el ático una pintura del Crucificado del siglo XVII.

Las yeserías del camarín y las piezas incorporadas al retablo y los nervios de la bóveda del presbiterio fueron doradas y estofados por José López Chico.

San Pedro y San Pablo


San Juan Evangelista y San Sebastián



Crucificado en el ático


Ángeles

En el límite del Presbiterio, una inmaculada del siglo XVII y otra imagen de san José con el niño en brazos.

Inmaculada y San José

La inmaculada formaba parte del retablo mayor antes de la reforma a que fue sometido éste en el primer cuarto del siglo pasado. Esta imagen es una obra en madera policromada fechable en el siglo XVII, y está atribuida a Alonso Cano o a su círculo, mientras que otros estudiosos la señalan como obra del autor del retablo mayor, Diego López Bueno, de entre los años 1625 y 1629. Ha sido sometida a varias restauraciones, como la efectuada por el escultor Ricardo Comas que le retalló el brazo derecho, o la más reciente con motivo de la reapertura del templo, por el equipo Sur Restauración.

La imagen, de acusada verticalidad, presenta la cabeza ligeramente inclinada hacia su derecha, con un gesto de humildad y sencillez acorde al misterio representado. Presenta sus manos unidas en actitud de oración, levemente dirigidas hacia la izquierda, contrarrestando la dirección de la cabeza, consiguiendo así un efecto que le dota de un movimiento contenido, reforzado por la pierna derecha adelantada y el pliegue del manto.

Destaca en esta imagen su esbeltez, que le confiere una gran elegancia. La Virgen, que presenta larga cabellera, viste túnica blanca y manto azul, ya que con estos colores se apareció a Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, como especifica el pintor Francisco Pacheco al dictar las directrices sobre cómo debe ser representado este misterio mariano en su obra “Tratado de la Pintura”. Tanto la túnica como el manto están adornados con flores y otros motivos vegetales, ricamente estofados en oro, haciendo referencia a la mujer vestida de sol del capítulo 12 del Apocalipsis, ya que a partir de interpretaciones como la de San Bernardo de Claraval, la mujer apocalíptica que presenta San Juan es identificada con la Virgen María. A partir de este pasaje, muestra también la media luna bajo sus pies, donde encontramos igualmente dos cabezas de ángeles, y un aro de doce estrellas que rodean su cabeza. Completa su iconografía con una hermosa peana de plata que es imagen de la fortaleza y de la firmeza de la fe de María, haciendo alusión a la Torre de David de la letanía lauretana.

Nave del Evangelio

Desde la cabecera a los pies del templo, lo primero que se contempla es la capilla Sacramental, tras pasar el presbiterio y el pulpito de fragua.

Los pies de la nave del Evangelio

El pulpito y la cancela de separación entre el presbiterio y la Capilla Sacramental


Capilla Sacramental

Fue costeada por la “Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio” que solicitó al Ayuntamiento, en 1721, la cesión de un terreno adyacente a la cabecera del templo de santa Catalina, para erigir una Capilla del Sagrario, más amplia de la que poseía en ese momento y que actualmente acoge a Nuestra Señora del Rosario. 

La capilla fue diseñada por el arquitecto Leonardo de Figueroa, auxiliado por sus hijos Matías y Ambrosio, en la fecha indicada de comienzos del siglo XVIII (1721) y su completa elaboración se extendió a 1736. También participaron el albañil Juan Serrano y los canteros Fernando Jordán y Miguel Quintana.

Fue restaurada entre los años 1995 y 1997, con la colaboración de la Fundación Argentaria y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, bajo la supervisión de Alfredo José Morales Martínez, Catedrático de Historia del Arte, y los arquitectos Ramón Romero Dorda, Carmen Ortiz González y Juan Aguilar Gutiérrez.

Como hemos comentado, en el exterior su principal elemento es la cúpula rematada por la escultura de la Fe, ejecutada por Miguel Quintana en 1724. Destacan, también, los adornos en barro cocido con aplicaciones cerámicas policromadas que recubren jambas, pilastras y ventanales, modelos por Juan Moreno y Juan Isidoro Ramos (Padre del imaginero Cristóbal Ramos)

Es de planta rectangular y se sitúa en la cabecera de la nave del Evangelio. Se comunica con la nave y con el presbiterio a través de sendas rejas de José González y Francisco Jiménez de 1746.

Reja de la Capilla Sacramental a la nave del Evangelio

Detalle del ático de la reja de la Capilla Sacramental

En el interior es un absoluto barroco por su “horror vacui” pues no queda ningún rincón sin decoración, con pinturas y yeserías de José García (1730). 

La cúpula presenta una linterna octogonal. 

Los paramentos, bóvedas e intradós de la linterna se adornan con yeserías que se alternan con aplicaciones en madera dorada, realizadas por Pablo Guisado en 1730. 

De 1733 son los cuadros ovalados con figuras de ángeles que se alojan en la bóveda del presbiterio, obras de Pedro Duque Cornejo.

Cúpula

Linterna



Figuras de ángeles de Pedro Duque Cornejo 

Se completa la capilla con elementos que incluye un programa pictórico iniciado por Pedro Tortolero y continuado por Vicente Alanís, cuando el primero murió en 1766 a consecuencia de un accidente sufrido mientras se hallaba dirigiendo el adorno del recinto de la Capilla del Sagrario, con diversas pinturas murales y en la bóveda del presbiterio.

Pinturas de la bóveda del presbiterio




Pinturas murales

En la cabecera, un retablo de Felipe Fernández del Castillo y Benito Hita del castillo de 1753. Está presidido por una talla de la Inmaculada, con ángeles atlantes, ménsulas, rocallas, volutas y todo tipo de elementos ornamentales. 

En el primer cuerpo las imágenes del dominico Santo Tomas de Aquino y de san Juan Nepomuceno. 

En el ático una talla de San Sebastián flanqueada por las hermanas Santa Justa y Rufina. 

Se completa con unos ángeles que abren un gran cortinaje.

Vista general de la Capilla sacramental desde la reja


Altar Mayor


Inmaculada


Detalle de la Inmaculada


Santo Tomas de Aquino


Santo Juan Nepomuceno


San José con el niño a los pies de la Inmaculada

Ático


Santa Justa

Santa Rufina


San Sebastián



Ángeles del ático

A los pies de la capilla dos lienzos enmarcados en molduras rococó, iniciados por Pedro Tortolero y continuados por Vicente Alanís. A la derecha “Moisés haciendo brotar el agua de la roca del Horeb” y a la izquierda “La caída del maná”.

Moisés haciendo brotar el agua de la roca del Horeb


La caída del maná

Bajos estos lienzos, se completa la decoración de la Capilla con vitrinas que contienen figuras de barro cocido que representan a Jesús con los discípulos de Emaús, la Cena Pascual, la Comida en casa de Simón y la Última Cena (al estar dentro de una vitrina presenta reflejos al realizar la fotografía).



Vitrinas

En el lado izquierdo, un retablo de Felipe Fernández del Castillo (1756) con una tabla del “Cristo del Perdón” de Pedro Campaña (1546), que muestra, sobre un fondo oscuro, a Cristo atado a la columna, después de la flagelación, con una donante y santa Mónica a su izquierda y san Pedro arrepentido a su izquierda. 

Retablo del “Cristo del Perdón”


Detalle del “Cristo del Perdón”


Detalle de Santa Mónica y San Pedro

El retablo se completa con las imágenes de san Isidoro y san Leandro y las “Ánimas benditas del Purgatorio”.

San Leandro


San Isidoro


Las Ánimas, en la base del retablo

Finalmente, a los pies de la capilla y encima de la reja que da acceso a la nave del evangelio, “La Apoteosis de la Inmaculada” de Pedro Tortolero en 1768.

Reja a la nave del Evangelio, desde el interior de la capilla


Apoteosis de la inmaculada

Retablo de la Virgen de la Salette

A continuación de la capilla sacramental, cuelga un cuadro de Jesús Nazareno del que no tengo información.

Cuadro de Jesús Nazareno

Le sigue el Retablo de la “Virgen de la Salette” de autor desconocido del siglo XVIII. Esta devoción fue introducida en Sevilla, en el siglo XIX, tras la aparición de la Virgen, un 19 de septiembre de 1846, a los niños pastores Máximo Giraut  y Melania Calvat en la montaña de la Salette  (Grenoble, Francia) comunicándole un largo mensaje para el pueblo.

Retablo de la Virgen de la Salette

Cuadro de la Virgen de la Salette

Portada interior a la Plaza de los Terceros

Presenta un atrio con una gran Cruz de madera y un fragmento de un fresco en el que se representa a san Pedro, fechado en el último tercio del siglo XIII, lo que confirma la antigüedad del muro del evangelio.

A la izquierda la visión de la puerta a la plaza de los terceros desde el interior del templo. A la derecha, la visión desde el atrio de la portada a la plaza de los Terceros del templo


A la izquierda una gran Cruz de madera. A la derecha, el fragmento de un fresco en el que se representa a san Pedro

Capilla de la Virgen del Rosario

Tras un cuadro del Bautismo de Cristo de Francisco García de la Vega de 1689, se localiza la capilla que se ocupó por la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario en 1741, cuando se separó de la Hermandad Sacramental. Antes de la construcción de la actual Capilla Sacramental, en la primera mitad del siglo XVIII, fue la Capilla del Sagrario y sobre ella existía una sala Capitular a la que se accedía por una escalerilla, que fue eliminada en la reforma de principio del siglo XX.

Bautismo de Cristo de Francisco García de la Vega de 1689

La capilla presenta un techo plano con yeserías y un zócalo de azulejo.

Techo plano con yeserías


Zócalo de azulejo

Está presidida por un retablo barroco del siglo XVII, reformado en el XVIII, presidido por la imagen titular de la Virgen del Rosario, con el niño Jesús en su brazo derecho, cuando lo habitual es en el izquierdo. La leyenda comenta que, llevándolo con el brazo derecho, se cambió milagrosamente para avisar del derrumbamiento que se produjo del techo de la iglesia. También se dice que el cambio de posición se realizó para convencer a un cura incrédulo. La imagen de la Virgen fue en principio de talla completa y fue transformada posteriormente en imagen de vestir. El Niño posee un pequeño silloncito de caoba en el que coloca durante el día del besamanos. En los laterales de la capilla las imágenes de “san Félix Cantalicio” y “San Benito”. 

Retablo de Nuestra Señora del Rosario


Detalle de la Imagen de Nuestra Señora del Rosario


San Félix Cantalicio y San Benito

En los laterales de la capilla, las imágenes de santo Domingo de Guzmán (anónimo del siglo XVIII) patrón de científicos y astrónomos y san Francisco de Paula (anónimo del siglo XVII) patrón de navegantes y pescadores. En las paredes dos cuadros y las imágenes de santo Domingo de Guzmán y san Francisco de Paula.

Santo Domingo de Guzmán


San Francisco de Paula



San Cayetano

Retablo barroco, tipo vitrina, que aloja al grupo de san Cayetano (patrón del pan y del trabajo) y la aparición milagrosa de la Virgen que le entrega el Niño Jesús. En el ático una imagen de santa Bárbara.

Es obra de Cristóbal Ramos, hacia 1774, y fue motivo de gran devoción como símbolo de la Divina Providencia.

Le sigue un cuadro de San Cristóbal, sobre una pila de agua bendita, de los que no tengo información.

A la izquierda el Retablo de la entrega del niño por parte de la Virgen san Cayetano y al la derecha el detalle del grupo escultórico del retablo

A la izquierda el detalle de la Virgen y a la derecha el de San Cayetano

Ático del retablo con Santa Barbara


A la izquierda el cuadro San Cristóbal y a la derecha la pila de agua bendita

Muro de la Epístola

Desde los pies a la cabecera del templo, a la derecha de la puerta un lienzo de “Un Crucificado” no identificado y la pila de “Agua Bendita”.

Los pies de la nave de la Epístola

La cabecera de la nave de la Epístola


Cuadro de un “Crucificado”.  Pila de Agua Bendita

Retablo de Santa Lucía

Situada a los pies de la nave, es un retablo del siglo XVII, presidido por una imagen de Francisco Ruiz de Gijón del siglo XVIII, procedente del convento de las Mínimas de la calle Sierpes, cerrado por la Junta Revolucionaria de 1868, y que sustituyó a la original procedente de santa Lucía.

Tiene su propia hermandad, que estuvo radicada anteriormente en san Julián, y celebra procesión el día de su festividad.

Se completa el retablo con pinturas del XVII dedicadas a la Virgen, su muerte y la Coronación. En el ático vemos El Calvario.

Junto al retablo se sitúan numerosos exvotos, especialmente ojos de latón que hacen alusión a sanaciones milagrosas.

A la izquierda un lienzo sin referencias.

Retablo de santa Lucía

Imagen de santa Lucía



"Coronación de la Virgen". La "Muerte de la Virgen"


Crucificado en el ático

Lienzo situado a la izquierda del retablo, antes de la puerta lateral

Capilla de la Exaltación

Pasada la puerta lateral y después de un cuadro de una Inmaculada, se encuentra la Capilla de la Exaltación, cerrada con una reja y con un cuadro desconocido sobre ella.

Capilla de la Exaltación

Cuadro encima de la cancela


Cuadro de la Inmaculada a la derecha de la capilla

Se construyó hacia 1400, adosada a la torre, siguiendo el modelo de las “qubbas” musulmanas, de la arquitectura nazarí, es un espacio cuadrado, de posición predominante, independiente del resto de la iglesia, cubierto con una bóveda esquifada de paños sobre trompas de estilo mudéjar, decorado con lacerias. En 1702, al ser cedida a la Hermandad de la Exaltación se adornó con un zócalo de azulejos fechados a mediados del siglo XVIII, de motivos de puntas de diamante. 

Bóveda

Zócalo de azulejos

La capilla es la sede histórica de la Hermandad de la Exaltación, popularmente conocida como “Los Caballos”, en alusión a su paso de misterio. Está presidida por un sencillo retablo con los titulares de la Hermandad, “el Crucificado, Cristo de la Exaltación”, obra atribuida a Pedro Roldan de 1867, flanqueado en los laterales por la “Virgen de las Lágrimas”, anónimo del siglo XVIII y “San Juan Evangelista”. Se completa el retablo con los “Ángeles Pasionistas” obra de Luisa “La Roldana”. En el muro derecho de la capilla, un lienzo de una Inmaculada.

Retablo


Cristo de la Exaltación


Virgen de las Lágrimas


San Juan Evangelista



Ángeles Pasionistas

Ángeles Pasionistas

Cuadro de Inmaculada en pared derecha de la capilla

Capilla de Santa Ana y la Virgen Niña

Es un retablo de la segunda mitad del siglo XVII, aproximadamente de 1650, cercano al estilo de Barahona, con un grupo de Santa Ana y la Virgen Niña, anónimo, de comienzos del siglo XVIII, con la santa de pie y con la Virgen en brazos, imagen poco habitual.

Retablo de Santa Ana con la imagen de Santa Ana y la Virgen Niña


Ático del retablo

Retablo de la Virgen del Carmen

Situada en la cabecera de la nave de la epístola, precedida por un cuadro de “Ecce Homo” y seguida por la “Pila Bautismal”, tiene un retablo del siglo XVIII con una talla de la “Virgen del Carmen”, imagen de candelero de José Gutiérrez Cano (1867), acompañada del Niño Jesús y san Judas Tadeo. Una placa nos indica: “Altar privilegiado de ánimas en perpetuidad según breve dado en Roma en 18 de abril de 1894 por S.S. el Papa León XIII”

Es la patrona de la feligresía de la parroquia y es la única imagen de gloria que posesiona bajo palio. Su hermandad esta fusionada a la Virgen del Rosario. 

Ecce Homo

Retablo de la Virgen del Carmen

Imagen de la Virgen del Carmen

Imagen de san Judas Tadeo

Imagen de Niño Jesús

En el ático el Arcángel san Gabriel


Pasado el retablo

Pila bautismal

Retablo de la Asunción y Coronación de la Virgen

En el muro derecho del presbiterio se abre la capilla Funeraria de la Asunción o de los “Carranza”, cerrada con una reja del siglo XVI y con acceso solo desde el presbiterio, por lo que es muy difícil hacer las fotos.

Presenta un retablo del siglo XVII con pinturas de la misma época presidida por la Asunción de la Virgen, de Diego López Bueno, flanqueada por San Pio V, San Gregorio, Santa Catalina y santa María Magdalena. 

Retablo de la Asunción y Coronación de la Virgen

Pie de la nave

Al fondo de la nave, sobre la puerta principal, se encuentran cuadros de los Ángeles y el coro y a los lados los altares-peanas del Niño Jesús y san Juanito, en el suelo zonas cubiertas acristaladas que permiten ver la Cripta descubierta en la última exploración arqueológica.

Pie del templo desde su cabecera

Coro


Área inferior del pie del templo

Ángeles

San Juanito y el Niño Jesús

Vía Crucis

Este hermoso Vía Crucis fue encargado por Aurelio Martin Bogarin, cura de santa catalina y san Román, y fueron restauradas por Agustín Martin y Antonio Gamero para la reapertura del templo.

Está constituido por cartelas de pequeño tamaño situadas en la intersección de los brazos de las catorce cruces. Estas cruces son de ébano y realizadas por el carpintero Ignacio Salas. Cada una fueron pintada por diferentes autores del siglo XX, miembros de la academia de Bellas Artes de santa Isabel de Hungría y del Ateneo. Se trata de pinturas abocetadas de gran belleza.




La primera estación (Jesús condenado a muerte) puede ser obra de Guillermo Gómez Gil, aunque su firma no ha podido ser identificada. Muestra, al fondo, la silueta de Jerusalén, en el centro la imagen de Jesús y Pilatos a la derecha lavándose las manos.  

La segunda estación (Jesús con la Cruz a cuesta) es obra de Joaquín González Sáenz y muestra a Jesús arrodillado y con los brazos elevados para abrazar la cruz.

La tercera estación (Jesús cae por primera vez) es de Gustavo Gallardo y presenta un gran dramatismo, con la cruz ocupando toda la escena. 

La cuarta estación (Jesús encuentra a su madre) es obra de Federico Godoy de 1931.

La quinta estación (Simón Cirineo ayuda a Jesús a cargar la cruz) pertenece a Félix Lacárcel Aparici y muestra a Jesús con una túnica blanca en el centro de la composición. 

La sexta estación (La Verónica enjuga el rostro de Cristo) es de Santiago Martínez y fechada en 1932.

La séptima (Jesús cae por segunda vez) podría deberse a Gustavo Bacarisas, aunque no aparece firmada, y en su composición destaca la importancia del paisaje. 

La octava (El llanto de las mujeres de Jerusalén) de 1932 es de Jose Rico Cejudo y destaca por su contraluz.

La novena (La tercera caída) es de Rafael González Sáenz y muestra a Jesús postrado en el suelo bajo la cruz. 

La décima (Jesús es despojado de sus vestiduras) fue pintada por Manuel González Santos.

La undécima (Jesús es clavado en la cruz) es atribuida a Miguel A. del Pino y las figuras aparecen muy abocetadas. 

La duodécima (Jesús muere en la cruz) está firmada por Gonzalo Bilbao.

La penúltima estación (Jesús es descendido de la cruz) es obra de Alfonso Grosso y presenta una compleja composición en un pequeño espacio.  La ultima (Jesús es colocado en el sepulcro) es de Lola Martin y llama la atención que un personaje mira al espectador, haciéndole partícipe de la escena.