RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escultores
Antonio Susillo
Antonio Susillo Fernández (Sevilla, 18 de abril de 1855, 22 de diciembre de 1896) fue uno de los escultores españoles más famosos de la segunda mitad del siglo XIX.
Desarrolló sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París y en Roma, obteniendo durante su carrera numerosos premios en exposiciones
nacionales, entre ellos, los segundos premios en 1887 y 1890, e internacionales
como las medallas de bronce y plata en las Exposiciones Universales de París de
los años 1889 y 1890, respectivamente.
Hijo de una modesta familia de
almacenistas de aceitunas aderezadas, su talento fue descubierto por el pintor José de la Vega, quien le impartió sus primeras
lecciones de dibujo. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, gracias al
mecenazgo del príncipe ruso Romualdo Gredeye y en Roma por una beca del
Ministerio de Fomento.
Gozó de una importante fama como escultor, hasta el
punto de que la reina Isabel II llegó a visitar su taller adquiriendo su relieve "Los dos
guardianes".
Trabajó el tipo
costumbrista, como se prueba en sus bajorrelieves titulado “En la Macarena o El Cuento de Ánimas”, destacando
también en el retrato, como los realizados para el General Polavieja y para el
Duque de Alba.
El Ayuntamiento de Sevilla le encargó el monumento a Luis Daoíz, actualmente situado en la Plaza de la Gavidia, así como los dedicados a Velázquez y Miguel de Mañara.
Luis Daoiz y Torres (Sevilla, 10 febrero 1767-Madrid, 2 mayo 1808), nació en una casa solariega de la plaza entonces llamada de la Gaviria, nombre que por corrupción pasó a denominarse Gavidia desde finales del siglo XVIII.
En 1852, se colocó una placa recordatoria del héroe del 2 de mayo de 1808, en la fachada de la casa número 10 de la plaza de la Gavidia, pero ya no se conservaba su casa natal.
El monumento quedó inaugurado el día 2 de mayo
de 1889, y fue el segundo de carácter público que tuvo Sevilla.
El monumento incluye dos medallones
con escenas de la gesta del 2 de mayo de 1808 protagonizadas por el heroico
artillero, y una placa con la siguiente inscripción: “Daoiz / dos de mayo /
1808 / El Ayuntamiento / al / heroico Hijo de Sevilla / 1889”.
La verja que rodea el monumento está formada
por dieciséis cañones de la época, reducidos a escala, con pares de escobillones
cruzados con coronas de laurel y sogas anudadas. En cada uno de ellos aparecen los apellidos de todas las
personas que intervinieron en la realización del monumento, así como también
está grabado el día que se inauguró y los nombres de las autoridades que
asistieron al evento.
El monumento a Velázquez fue realizado en 1888 y el autor se basó en el autorretrato que el propio Velázquez plasmó en “Las Meninas”, por ello, la escultura aparece erguida con su paleta y pincel, y con la característica indumentaria que ha llegado hasta nosotros, y su reivindicación de que los pintores no eran meros artesanos sino artistas que realizaban una difícil tarea para la que necesitaban gran formación.
La estatua se fundió en los talleres sevillanos de
Ojeda y el autor del pedestal es Juan Talavera de la Vega.
Se sitúa en
una de las plazas más emblemáticas de Sevilla, la plaza del Duque de la
Victoria, desgraciadamente ya nada queda de aquella plaza que vio el escultor, que antaño estaba rodeada de bellísimos palacios, y hoy de edificios comerciales
y el antiguo edificio del sindicato comisiones obreras que se está
transformando en un hotel.
La estatua de
Miguel de Mañara es, para muchos autores, su obra más paradigmática, se
encuentra ubicada en los jardines de la Caridad, justo enfrente del hospital
que fundara su protagonista, y representa el hecho de socorrer a uno de los que
él comentaba que eran sus señores los pobres.
Mañara es
representado como un caballero del XVII con su espada y su sombrero soportando
en peso a una persona que está socorriendo para llevarla a su hospital. Que
como reza en su dintel es “Domus pauperum scala coeli”
Es una
escultura de gran realismo y dinámica donde representa la gran obra caritativa
de Don Miguel.
Sin duda uno de
los trabajos más importantes y reconocidos de Susillo es la Galería de los doce sevillanos ilustres que realizó en 1895 por encargo
de Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, situados sobre la balaustrada de la puerta
de coches del Palacio de san Telmo, coronando la fachada de la calle Palos de la Frontera, en dirección
al Hotel Alfonso XIII.
Las
esculturas representan a doce personalidades, nueve de ellas nacidas en la
ciudad, mientras que los otros tres restantes vivieron y murieron en ella.
Estas personas fueron:
Juan
Martínez Montañez (1568-1649), escultor nacido en Alcalá la Real (Jaen)
pero que completó su educación en Sevilla, donde se estableció para el resto de
su vida, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela sevillana de
escultura.
Rodrigo
Ponce de León y Núñez (1443-1492), noble y militar nacido en Arcos de
la Frontera (Cádiz), II marqués y I duque de Cádiz, destacado por ser uno
de los principales capitanes de los Reyes Católicos en la Guerra de
Granada.
Diego
Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660), pintor barroco,
considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro
de la pintura universal.
Miguel
Mañara Vicentelo de Leca (1627-1679), filántropo y religioso de
ascendencia italiana, fundador del hospital de la Caridad.
Lope de Rueda
(1510-1565), uno de los primeros actores profesionales españoles, dramaturgo y
director de teatro, considerado el precursor del Siglo de Oro del
teatro comercial en España.
Diego
Ortiz de Zúñiga (1636-1680), historiador y genealogista, reconocido sobre
todo por su obra Annales Eclesiásticos y Seculares de la muy Noble y muy Leal
Ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucía, publicada en 1677.
Fernando
de Herrera (1534-1597), apodado “el Divino”, escritor del Siglo de Oro,
conocido especialmente por su obra poética.
Luis Daoíz (1767-1808), militar destacado, como hemos comentado, por su participación en el levantamiento del 2 de mayo de la Guerra de la Independencia española.
Benito
Arias Montano (1527-1598), humanista, hebraísta, biólogo y escritor
políglota nacido en Fregenal de la Sierra (Badajoz), que se formó en la
ciudad, a la que regresó en su retiro tras una fructífera carrera.
Bartolomé
Esteban Murillo (1617-1682), pintor barroco considerado figura central de
la escuela sevillana de pintura, con un elevado número de discípulos y
seguidores.
Fernando
Afán de Ribera y Téllez-Girón (1583-1637), noble, diplomático y hombre de
estado, también fue mecenas de las bellas artes, destacando su biblioteca en su
residencia de la Casa de Pilatos.
Bartolomé de las Casas (1484-1566), cronista, teólogo, filósofo y jurista, que ocupó la dignidad de obispo de Chiapas y fue autor de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias.
También realizó distintas esculturas de tipo religioso, como son los bajorrelieves que representan la muerte de San Juan Crisóstomo o el conocido como Al toque de maitines, realizados en barro cocido; y destacando entre todos su Cristo de la Mieles (1880), pleno de dramatismo realista, que se levanta sobre la tumba del malogrado imaginero en el Cementerio de San Fernando.
Se trata de un Crucificado, realizado hacia 1895, en bronce sobre cruz del mismo material que presenta un
tratamiento escultórico que la hace parecer madera. La leyenda cuenta
que Susillo se esmeró en su realización, ya que en el momento del encargo se
encontraba endeudado, y la obra podría suponerle una mejoría económica para retomar su carrera profesional.
El crucificado aparece
con una actitud en su rostro serena con la boca entreabierta y la mirada hacia
el Cielo. La corona de espinas, le cae sobre su cabellera ondulada, con uno de
sus mechones apoyado sobre el hombro derecho y una sencilla aureola a modo de
resplandor, que marca su carácter divino.
El cuerpo, de una
anatomía clara y marcada, aparece cubierto por un sencillo paño de pureza, que
deja al descubierto por completo la anatomía de su cadera izquierda, recurso que
los escultores utilizaban para demostrar sus conocimientos anatómicos.
Lo más destacable y
original de la imagen son sus piernas, con el pie derecho clavado en el madero
vertical de la cruz (estipe) y con el izquierdo en el subpedale de la misma,
presentando un leve cruce en las piernas marcado por los pies, los cuales
aparecen clavados cada uno por separado, recurriendo al uso de cuatro clavos.
En la cruz aparece
clavado el título escrito en las tres lenguas, latín, hebreo y griego como
cuentan las Sagradas Escrituras, utilizando el bronce como si fuera una
tablilla de madera.
La
obra se remata con un monte de rocas a modo de Gólgota, que le dotan de altura
y majestuosidad al conjunto.
Existe constancia de la realización de restauraciones, la primera, parece que tuvo lugar hacia 1946, y fue
una intervención de urgencia. Dicha intervención se documenta con una firma en
la cruz del Cristo que reza a nombre de Ávila. Al parecer dicha restauración
fue insuficiente por lo que tuvo que ser intervenido nuevamente. La segunda
restauración es realizada entre 1984 y 1985, en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla,
a cargo del equipo formado por D. Francisco Arquillo Torres, D. Joaquín
Arquillo Torres, Dña. Silvia Patricia Martínez, D. Juan Abad junto con la
colaboración de algunos estudiantes de la Facultad. Entre los meses de
noviembre de 2014 y marzo de 2015, se sometió a una restauración integral, a
cargo de un equipo dirigido por D. José León Calzado, que le ha devuelto su
estabilidad y lo ha acercado a su aspecto original, despojándolo de los
añadidos de hiedras que presentaba ocultando el Gólgota pétreo.
En determinado momento, se observó que el
Cristo lloraba miel. Se consideró un milagro, pero se comprobó que Susillo había
construido al Cristo hueco para evitar un peso excesivo, y las abejas habían instalado
su colonia en su interior y con el calor del verano la miel se derretía y salía por la boca.
Debido a este episodio, el Cristo pasó a ser conocido popularmente con el
nombre de "Cristo de las Mieles".
Antonio Susillo se
suicidó, con solo 41 años disparándose un tiro en la cabeza junto a las vías
del ferrocarril, a la altura del muelle de La Barqueta en Sevilla. Sobre su
muerte existe la leyenda que fue el resultado de una depresión que sufrió el
escultor, ocasionada por el cambio, poco ortodoxo, de la posición de los pies en el Cristo
Crucificado de las Mieles, aunque se sabe, gracias a una nota encontrada en uno
de sus bolsillos y dedicada a su viuda, que tal decisión estaba relacionada con
motivos económicos.
D. Antonio Susillo
fue enterrado el 23 de diciembre de 1896 en una sepultura de primera clase en
el número 83 de la calle Virgen María, pese a su condición de suicida.
Para poder recibir cristiana sepultura, la certificación de su defunción fue alterada, certificando una hemorragia cerebral, como causa de la muerte
Sus restos fueron trasladados el 22 de abril de 1940, a la cripta situada bajo el calvario sobre el que se yergue el Cristo de las Mieles.
Sevilla le dedica una calle en el área de la Macarena.