martes, 6 de diciembre de 2022

ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Álvaro de Bazán 

Calle Álvaro de Bazán
 

Don Álvaro de Bazán y Guzmán, I Marqués de Santa Cruz, fue uno de los mejores almirantes españoles del siglo XVI, célebre por el uso de galeones de guerra, por utilizar por primera vez infantería de marina para realizar operaciones anfibias y por no haber sido derrotado nunca.

El galeón surgió para cubrir la necesidad de la Corona de un navío que compartiera la capacidad de carga de la nao con la velocidad y maniobrabilidad de la carabela, con el objetivo de explorar y comerciar con las Indias. 

Gozaba de una gran potencia de fuego y su amplitud de embarque permitía el transporte de numerosos infantes de marina, pertenecientes a los tercios, el arma más mortífera del ejército español. 

Ya en 1567 se diferencia como término militar al galeón de las naos, llamándolo “Galeones del Rey” y desde 1607 galeón pasa a ser un término exclusivo de galeón de guerra.

Nació en Granada el 12 de diciembre de 1526, donde su padre, Álvaro de Bazán “el Viejo”, estaba destinado como Capitán General de las Galeras de España.

A lo largo de su vida fue logrando títulos de toda índole, como el de Capitán General del Mar Océano o el de miembro del Consejo del rey Felipe II y todo esto fue conseguido por una virtud innata:  El arte de la guerra   en concreto la guerra naval.

Cuando contaba menos de tres años el rey Carlos I de España le concedió el hábito de Santiago en 1529, y le nombró Alcaide del Castillo de Gibraltar en 1535, cuando tenía 8 años.

Retrato del aristócrata y marino español Álvaro de Bazán (1526–1588).

De su instrucción se ocupó Don Pedro González de Simancas, distinguido en letras, ciencias y humanidades, quien le facilitó una educación humanística escrupulosa, lo que le hizo admirar a poetas, escritores y artistas. 

Con nueve años inició su aprendizaje náutico en la cubierta de la nave capitana de su padre y a los 18 años lo acompañó en la Batalla de Muros, contra los franceses en la costa gallega.

Tras esta victoria, su padre le concedió el mando de la escuadra mientras él se dirigió a Santiago de Compostela en acción de gracias y después a Valladolid a informar de la victoria al príncipe Felipe. 

Las primeras acciones navales que mandó, por encargo de Carlos I, fueron proteger la flota de Indias de los corsarios que actuaban en el golfo de Cádiz (1544-62), socorrer a Mazalquivir y Orán del ataque de los berberiscos (1563), reconquistar y fortificar el peñón de Vélez de la Gomera (1564), y socorrer a los caballeros de la Orden de Malta frente a un ataque turco (1565). 

Así, con menos de 25 años ya se había enfrentado a corsarios franceses, ingleses, piratas berberiscos y al gran Imperio Otomano.

Con 28 años, en 1554, fue nombrado Capitán General de la Armada Española, en 1566 Capitán General de las Galeras de Nápoles y en 1569, ​ Felipe II le concedió el título de Marqués de Santa Cruz de Tudela.

Fortaleza de Vélez de la Gomera. Grabado de 1692

En el Siglo XVI el Imperio Otomano, llegó a tener un enorme poder poniendo en peligro a las potencias cristianas, por ello, el 25 de mayo de 1571​ se firmaron en   Roma las capitulaciones de la   Santa Liga que unió al Imperio Español, el Papado, la  Serenísima República de Venecia, el  Gran Ducado de Toscana, la   República de Génova y el  Ducado de Saboya, con el fin de destruir las fuerzas de los turcos, que eran declarados enemigos comunes con Túnez, Argel, y Trípoli incluidos dentro del ámbito de la acción.

Sitio de Malta. Llegada de la flota turca. Mateo Pérez de Alesio. 1565

Se nombraron tres comandantes. Por el Papado Marco Antonio Colonna, por Venecia a Sebastián Veniero y por el Imperio español a don Juan de Austria, quien ostentó el mando militar supremo de la Santa Liga. 

El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto (Lepanto era el nombre italiano de la ciudad griega de Náfpaktos, por tanto, se puede afirmar que la Batalla de Lepanto se produjo en la actual Grecia), a la que se unió Álvaro de Bazán y Guzmán con las treinta galeras de la Escuadra de Nápoles, que tuvieron un gran protagonismo en la victoria final.

La Batalla de Lepanto. Antonio de Brugada.

La Batalla de Lepanto. Juan Luna. 1887. Óleo sobre lienzo. 400 x 700 cm. Salón del Senado de Madrid


Tras la Batalla de Lepanto, Álvaro de Bazán participó en la ofensiva que Don Juan de Austria dirigió para recuperar Túnez y en 1576 fue nombrado Capitán General de las Galeras de España.

 

El rey Felipe II de España. Obra de Juan Pantoja de la Cruz.

Al morir Sebastián I de Portugal sin descendencia en 1578, heredó el trono Enrique I de Portugal, único hijo vivo de Manuel I de Portugal, pero en 1580 don Enrique falleció sin descendencia quedando vacante el trono de Portugal. 

Felipe II se consideró con derecho a reclamar el trono, por herencia de su madre Isabel de Portugal y por tanto nieto de Manuel I de Portugal. 

A este objetivo se oponían Antonio, Prior de Crato, que creía ser el heredero, y las reinas Catalina de Medicis, regente de Enrique III de Francia e Isabel I de Inglaterra. 

Por otra parte, Felipe II tenía el apoyo de la burguesía comerciante y financiera, de la nobleza portuguesa y del alto clero, pero el pueblo llano y el bajo clero tenían unos sentimientos claramente anticastellanos.

Antonio, prior de Crato

En 1581 Felipe II fue proclamado Rey de Portugal gracias a las intervenciones del Duque de Alba con sus tercios por tierra, apoyados por el Marqués de Santa Cruz con su flota y con la armada de Álvaro de Bazán, que penetró en el estuario del río Tajo neutralizando a la fuerza naval adepta al prior de Crato.

Todos los territorios portugueses acataron el nombramiento de Felipe como rey de Portugal menos la isla Terceira del archipiélago de las islas Azores. 

Esta isla tenía un gran valor estratégico pues el régimen de vientos del Atlántico obligaba a pasar por ellas a todos los buques españoles que realizaban la “Carrera de las Indias” y a los buques portugueses que regresaban de las Indias Orientales.

Desembarco de los Tercios en la isla Terceira

La batalla naval de la Isla Terceira terminó con la victoria española bajo el mando de Álvaro de Bazán y Guzmán frente a los partidarios de Don Antonio que se habían mantenido en la isla apoyados por una escuadra francesa al mando de Felipe Strozzi. 

Philippe Strozzi

Pero Álvaro de Bazán no llegó a realizar el desembarco porque carecía de medios para lanzar una ofensiva y porque un temporal dificultaba la operación. 

Finalmente, la madrugada del 26 de julio 1583 desalojaron a las tropas franco-portuguesas y los primeros en llegar a tierra fueron el alférez Francisco de la Rúa, el capitán Luis de Guevara y el soldado Rodrigo de Cervantes (hermano de Miguel de Cervantes). ​ 

En premio por aquella acción el rey le hizo Grande de España y Capitán General de la Mar Océana.

Ante la hostilidad inglesa, Felipe II decidió iniciar los preparativos para intervenir en Inglaterra y Álvaro de Bazán se entregó plenamente a formar una armada capaz de realizar la tarea que se le había encomendado, pero falleció en Lisboa el 9 de febrero de 1588, y el Duque de Medina Sidonia fue nombrado jefe de la Armada.

Alonso Pérez de Guzmán, VII duque de Medina Sidonia. Francesco Gianetti. 1612. Palacio de Medina Sidonia. Sanlúcar de Barrameda

Por ello, sobre la derrota de la Armada Invencible no se puede especular sin conocer que "el padre de la Armada" había muerto tres meses antes de la invasión a Inglaterra, y que la Armada fue puesta al mando del VII Duque de Medina Sidonia, una persona honesta que avisó varias veces a Felipe II de que él no era hombre de mar.

Derrota de la armada invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796)

Finalmente, como curiosidades añadir, en primer lugar, que entre los años 1564 y 1588 ordenó construir su Palacio en terrenos de Ciudad Real, en plena Mancha, junto al Camino Real, trayecto obligado desde la Corte hacia Andalucía, por el deseo del almirante de fijar su residencia en un punto estratégico equidistante de la corte madrileña y de las bases de sus escuadras en Cádiz, Cartagena y Lisboa.

Debido a sus largas estancias en Italia se vio influenciado por los gustos de la época, y contrató un selecto grupo de artistas italianos, según los proyectos de Giovanni Castello "El Bergamasco" junto al que trabajaron Giovanni Bautista Olamosquín, arquitecto y escultor, Maese Domingo y Maese Alberto, maestros de obra y maestro mayor.

Actualmente alberga en su interior el Archivo-Museo de la Marina Don Álvaro Bazán.

Exterior del Palacio en Viso del Marques

Patio interior del Palacio del Marqués de Santa Cruz.

Su aspecto exterior no demuestra la magnificencia y riqueza artística que guarda en su interior. 

La puerta principal está formada por un arco de medio punto y dos grandes columnas de orden dórico, con amplia base y pedestal, que sustentan el cornisamento sobre el que se halla el amplio balcón con balaustrada y con remate efímero del escudo de los Bazán.

El Palacio consta de dos plantas y la mayoría de sus salas, así como las galerías alta y baja, incluida la escalera, están pintadas al fresco.

Esta decoración mural lo convierte en el conjunto pictórico español que mejor representa la mitología clásica. 

El programa iconográfico de las pinturas se completa con frescos de carácter épico narrativo, de la historia romana, de linajes o carácter familiar, religiosas y varias vistas de ciudades.

Esculturas sepulcrales de Álvaro de Bazán y María de Figueroa

Las estatuas sepulcrales de Álvaro de Bazán y su esposa María de Figueroa, son el único ejemplo de escultura funeraria perteneciente al primer tercio del siglo XVII. 

Fueron ejecutados para el convento de la Concepción de El Viso del Marqués, ubicándose a día de hoy en el muro del Palacio más cercano a los jardines. 

Su creador fue Antonio Riera, escultor relacionado con la corte, de origen catalán. En ellas, aparecen los marqueses en actitud de orante, arrodillados en un reclinatorio, todo ello en mármol blanco que resalta sobre el gris de los nichos.

En segundo lugar, sus victorias militares lo elevaron a una categoría legendaria de la que muchos escritores se hicieron eco, entre ellos Miguel de Cervantes que luchó con él en Lepanto, Lope de Vega, que se dice también sirvió como soldado bajo sus órdenes, y Góngora que dedicaron versos y frases en su memoria.

Lope de Vega en, 1588:

El fiero turco en Lepanto,
en la Tercera el francés,
y en todo mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.

Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.

Luis de Góngora, 1588:

No en bronces, que caducan, mortal mano,
Oh católico Sol de los Bazanes
Que ya entre gloriosos capitanes
Eres deidad armada, Marte humano,
Esculpirá tus hechos, sino en vano,
Cuando descubrir quiera tus afanes
Y los bien reportados tafetanes
Del turco, del inglés, del lusitano.
El un mar de tus velas coronado,
De tus remos el otro encanecido,
Tablas serán de cosas tan extrañas.
De la inmortalidad el no cansado
Pincel las logre, y sean tus hazañas
Alma del tiempo, espada del olvido
.

Elogio de Cervantes en el Quijote

En el Capítulo XXXIX de la novela Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes le otorgó a Álvaro de Bazán y Guzmán la condición de invicto y padre de los soldados:

Tomóla la capitana de Nápoles, llamada La Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Flamenca

Antonio Ruiz Soler. Antonio "El Bailarín" 

Conocido artísticamente como Antonio el Bailarín, fue bailarín, bailaor flamenco, coreógrafo y director artístico.

El apodo de “bailarin” con el que Antonio se convirtió en una estrella, es el que le decía despectivamente su padre  (Paco Ruiz) cada vez que lo veía taconear.

A los seis años empieza su aprendizaje en la academia del maestro Realito (ver), y su madre (Lola Soler) fregaba suelos para abonar las tres pesetas semanales que le costaban las lecciones de dicha academia y Antonio bailaba por las calles con un músico callejero, Juan el Organillero.

Azulejo en calle Trajano número 51


Destaca como niño prodigio y al año siguiente le asignan de pareja a una niña que más tarde se consolidaría como su pareja de baile, bajo el nombre de Rosario (Florencia Pérez Padilla) y actúan como profesionales en fiestas y teatros y posteriormente fuera de Sevilla, por el resto de Andalucía, otras provincias y Madrid, donde les llaman “Los Chavalillos Sevillanos”.

Cuadro de baile del maestro Realito junto al pabellón de Carlos V del Alcázar donde vemos al niño Antonio Ruiz Soler

En 1929 bailó ante los reyes de España Alfonso XII y Victoria Eugenia, cuando vinieron a presidir la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

El año 1937 el empresario de variedades Marquesi contrata a la pareja para ir a América, y allí permanecerán durante doce años.

En 1949 vuelven a España y son contratados por el empresario Lasarreta para trabajar en   Madrid. A partir de aquí, la pareja triunfa en España, pero él quería montar un gran ballet y ella se oponía, por ello, en 1952 se separan, después de veintidós años, y en el otoño de 1953 Antonio en solitario presenta la primera Compañía de Ballet de Antonio.

En marzo de 1974 fue condenado a dos meses de prisión por blasfemia y escándalo público, con unos comentarios durante un rodaje. Los hechos ocurrieron el 14 de diciembre de 1972 en Arcos de la Frontera durante el rodaje de “El sombrero de tres picos” que dirigió Valerio Lazarov para TVE. Al faltar, por enfermedad, otros bailarines, Antonio explotó: “Me cago en los muertos de Cristo”. El exabrupto lo oyó un policía municipal y lo puso en conocimiento del juez, que lo acusó de blasfemia y de escándalo público, al proferir el grito en medio de la calle y ante algunos niños. A las 10.000 pesetas de sanción, el magistrado añadió dos meses de cárcel. El artista mostró arrepentimiento, se definió como creyente y aseguró que el insulto no era para el Altísimo sino para su chófer, Cristóbal, a quien afectivamente llamaba Cristo. Pero Antonio tenía antecedentes, pues en 1959 fue condenado por agredir a un empleado de la perrera de Zaragoza que le pidió los papeles de Soleá, la bóxer que él adoraba y que su asistente había perdido durante un paseo matutino. Por ello, fue imposible que no entrara en prisión.

En la cárcel, escribió “Mi diario en la cárcel”, que ilustró él mismo y en el que rindió cuentas y desveló algunos romances. 


En marzo de 1980, por su largo y brillante historial como bailarín y coreógrafo, fue nombrado director artístico del Ballet Nacional Español del Ministerio de Cultura.  Pero tres años después, Jesús Aguirre, marido de la duquesa de Alba, de quién Antonio alentaba los rumores sobre su relación sentimental, lo destituyó.

Una terrible hemiplejía le dejó en una silla de ruedas, probablemente lo más duro que le puede ocurrir a las piernas de un bailarín, aunque esté retirado. Murió en 1996 llevándose el honor de ser considerado uno de los más prolíficos, virtuosos y gloriosos bailaores que dio el país en el siglo XX. “El alma de España baila en ti”, le había dicho Arturo Toscanini. El Ballet Nacional de España, en su temporada 2016, preparó un sentido homenaje incluyendo parte de su legado, desde la ya lejana Zapateado de Sarasate y Eritaña hasta Taranto (La Taberna del Toro), Fantasía Galaica y, por supuesto, El sombrero de tres picos, una de las más ambiciosas de su legado.

Se nombra una calle en su nombre en el barrio de Santa Cruz.

 AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER 

Calle Álvaro de Bazán

Forma parte del barrio de San Juan de Acre, desde el s. XIII, y se rotularon como Compás de San Juan de Acre y posteriormente como Mozas.

En 1868 cada uno de los varios tramos que la componían recibirá nombre propio, rotulándose éste como San Juan de Acre y Bazán al año siguiente. En 1935 cambiará el rótulo por Almirante Bazán y en 1949 por el de Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz (1526-1588) que murió cuando preparaba la Armada Invencible.

Es una calle corta, estrecha y rectilínea. La conformación del primer tramo ya aparece en el plano de Olavide (1771), constituyendo una de las vías que limitaban el citado barrio. Hacia 1868, una vez demolidas las murallas, fue prolongada hasta el río, conformándose así el último tramo que es más corto y ancho y presenta una ligera pendiente descendente hacia Santa Clara.

Calle Álvaro de Bazán

En el s. XV y dada su proximidad al rio, era lugar de venta de pescado, aunque no estuviera permitida. En la Edad moderna esta calle y barrio de San Juan de Acre estuvo ocupado por artesanos de la seda, actividad que entró en crisis en el s. XVIII.

Un azulejo colocado en la casa núm. 1 recuerda que el bailarín Antonio (Antonio Ruiz Soler) pasó en ella su infancia, entre los años 1923 y 1934.

Azulejo en la casa número 1

El caserío está formado por viviendas unifamiliares de dos plantas, algunas de ellas abandonadas y otras en construcción, casas de escalera de tres plantas y bloques de pisos.

En el último tercio del s. XIX fue instalada la primera tintorería a vapor de la ciudad.

 AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER 

San Juan de Acre 

La Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, que vino en llamarse Orden de San Juan, de Acre, Rodas y Malta, conocida entre sus miembros como la Religión, fue una congregación internacional fundada a finales del siglo XI en Palestina, cuando mercaderes de Amalfi (Nápoles), que visitaban los Santos Lugares, solicitaron, al califa de Egipto, la autorización para construir una iglesia y  un monasterio donde darle   hospitalidad a los peregrinos. 

Así se constituye la abadía de Santa María de los Latinos con un hospital próximo al Santo Sepulcro. La comunidad que administraba el hospital se independizó, un tiempo después, bajo la guía de su fundador Gerardo Tum, con la advocación de San Juan Bautista, llamándose desde entonces “Hospitalarios de san Juan Bautista”.

Así, se constituye una orden religiosa regida por un Capítulo General o Conventual presidido por su Maestre, de tal modo que, de abajo a arriba, el gobierno partía de un Comendador o Bailío, como persona más cercana a los vasallos, hasta llegar a Maestre, como la más lejana, pasando por el capítulo Provincial del Prior, que era el intermedio entre el poder central y el local.

El Maestre Raimundo de Puy (1120-1158) dota a la Orden de una regla propia, confirmada por el Papa Eugenio III en 1.153, recogiendo el espíritu de “Obsequium Pauperum” (al servicio de los pobres).

La constitución del Reino de Jerusalén obligó a la Orden a participar en la defensa militar de enfermos y peregrinos y desde entonces unieron a su misión hospitalaria la militar, para defender la fe, y adoptaron la cruz blanca de ocho puntas, símbolo de las bienaventuranzas, convirtiéndose en una de las principales Ordenes Militares, de carácter internacional, que participó, a lo largo de los siglos, en la defensa de la frontera de la cristiandad con el islam.

Sus primeras intervenciones armadas se realizan en Gaza, en el sur de Palestina, durante el maestrazgo de Raimundo de Puy. En esta área recibirán su primera fortaleza de importancia, Beth-Gibelin en 1136. Entre 1142 y 1144 el Conde de Trípoli les entregaba cinco castillos, entre ellos el legendario de Crac. Por sus actuaciones en la península ibérica, especialmente en Castilla, se les donó la fortaleza de Consuegra y su alfoz (territorio o arrabal que rodea una ciudad y depende de ella económicamente).

Por su vocación marinera, Gerardo Tum organizó una vía marítima de Europa a los Santos Lugares, para que los peregrinos no tuvieran que recorrer a pie el trayecto del Imperio Bizantino. La idea era unir directamente los puertos del Mediterráneo Occidental con los del Oriental, a través de una importante flota de barcos.

La cabeza del Priorato de Occidente y la base naval más importante de la Orden, a comienzos del siglo XII en Europa, se estableció en Saint-Gilles (Provenza), uno de los principales puertos del Mediterráneo, como nudo importante en la ruta de los peregrinos hacia Compostela, Roma y Tierra Santa.

En 1291, tras la pérdida de la Tierra Santa, se refugian en Chipre con un poderoso ejército naval, hasta que en 1523 tuvieron que abandonar la isla, y se establecen en la de Rodas, como base principal, con posesiones en otras islas del Egeo, en Grecia y en Anatolia.

La actividad militar de la Orden en el Egeo, durante la Baja Edad Media, se apoyó también en un sólido sistema defensivo de sus posesiones, con modernas fortificaciones y artillería, que le permitió resistir varios asedios del imperio Otomano.
Pero, el 1 de enero de 1523, tras una heroica resistencia, el gran Maestre Villiers de L`Isle Adam terminó capitulando ante el sultán Soliman II, el Magnífico, que le permitió, tanto a los miembros de la Orden como a los habitantes de Rodas, que quisieran acompañarlos, embarcar y salir de la isla.

De nuevo, la Orden pasó a ser errante por el Mediterráneo, hasta que Carlos V, en 1530, les cedió la isla de Malta, donde se instalaron con su Gran Maestre Villiers de L`Isle Adam. La Orden en Malta desplegó una actividad similar a la que había mantenido en Rodas y, durante dos siglos, establecieron su Convento, fundaron La Valletta, construyeron y modificaron la fisonomía urbanística de la ciudad con palacios, iglesias y bastiones de defensa, hospitales con escuelas de anatomía y facultad de medicina.

Su localización estratégica en el Mediterráneo provocó que, en 1798, la isla fuera conquistada por Napoleón Bonaparte, obligando a los caballeros de la Orden a abandonarla hasta que consiguieron establecerse en Roma.

En la segunda mitad del XIX, vuelven a su actividad hospitalaria como misión principal, coincidiendo con la Primera y Segunda Guerra Mundial. 

En la actualidad es una organización religiosa formada por laicos, compuesta por 12.500 miembros y con un voluntariado de 80.000 personas. Mantiene en funcionamiento 20 hospitales, 40 clínicas, 50 dispensarios y 44 residencias de mayores. Sus lazos diplomáticos se extienden a más de cien naciones y organismos internacionales.

En la Península, la Orden se establece a principios del siglo XII, y llega a Andalucía con motivo de las campañas de conquistas de Fernando III, constituyéndose en la región lo esencial de su patrimonio, dentro del Priorato Castellano-Leones, entre los años 1.226 y 1.253.

La presencia de la Orden en Sevilla, se relaciona con la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo a fínales de 1.248, el cual, en recompensa a su participación en la campaña, cedió terrenos a las Ordenes que habían colaborado en dicha conquista. Entre estas órdenes estaban las de Santiago, Calatrava y San Juan de Jerusalén.

A esta última, se le dotó de una serie de propiedades en el interior del recinto amurallado, en el ángulo noroeste, concretamente en el barrio de la Abadía, nombre derivado, según se cree, por haber residido allí los abadíes, familia de origen árabe establecida en Sevilla desde la conquista musulmana.   

Se trataba de dos pares de casas y tres aranzadas de huerta anexas a una de ellas, propiedades que constituyeron su compás o distrito exclusivo y privilegiado con el nombre de San Juan de Acre, similar a los otorgados en este sector a otras Órdenes Militares y a las monjas del Císter. 

Se pretendía así habitar, y al mismo tiempo defender, en caso de peligro, a una hipotética, pero no descartable, vuelta de los ejércitos islámicos. 

Era una zona escasamente poblada dentro de la cerca almohade, y que en los últimos tiempos de la dominación musulmana había estado ocupada por fincas y huertas de recreo de las clases dirigentes.

El rey les otorgó a la Orden, además, el privilegio de poseer la jurisdicción exenta dentro de sus límites, por lo que, durante casi seis siglos, a los caballeros hospitalarios se les permitía imponer sus propias leyes y tributos a todos los residentes en el Priorato, respondiendo de sus actos únicamente ante la Santa Sede, sin que las autoridades civiles o eclesiásticas de la ciudad tuvieran ninguna potestad sobre ellos.

Así, el distrito sanjuanista se situaba en la parroquia de San Lorenzo, al final de la collación de San Vicente, muy cerca del convento de San Clemente y de las casas de Calatrava y Santiago. 

A dicho terreno le servía de límite el lienzo de muralla que unía las puertas de San Juan (Puerta del Ingenio) y la Barqueta (Bib Arragel), frente al Guadalquivir, más un muro y una serie de arcos, arquillos y cadenas que acotaron con más precisión su perímetro, tras edificarse su monasterio e iglesia y completarse su trazado urbano. Todo ello necesario para salvaguardar, como hemos comentado, la independencia territorial y autonomía jurisdiccional o exención de la autoridad real y episcopal en este pequeño espacio del recinto urbano, mantenida y ejercida por un prior en nombre de la Orden, como jerarquía ordinaria y exclusiva en dicho enclave tanto en lo eclesiástico como en lo civil.

El compás se conformaba por una serie de estrechas calles, a las que se entraba por un arquillo, en cuyo frente aparecía la Cruz de san Juan en un azulejo vidriado:  Estrella (Hoy Guadalquivir), Plazuela de san Juan (Mendigorria y Pizarro), Mozas (Álvaro de Bazán), Franquillos (Clavijo), Real del Arquillo (final de santa Clara), Husillo (tramo final de Lumbreras). 

Sobresalía el Convento de San Juan de Acre, en la plaza del mismo nombre y el edificio del Priorato, que hacía las veces de residencia, oficinas, juzgado y prisión.

En calle Mendigorria número 7


Una descripción del mismo ha llegado a nosotros en un documento de la primera mitad del siglo XVII, en el que se nos dice lo siguiente: "El compás de San Juan de Acre es un pequeño barrio, que se entra a él por un arquillo y se sale por otro, arrimado a la muralla y a la puerta de San Juan, donde el río arrima con Sevilla. Es tan pequeño que no tiene más espacio de doscientos pasos por lo más largo y ciento y cincuenta poco más o menos de atraviesa. Dentro de este pequeño espacio está la iglesia y delante de ella una plazuela que ocupa la quinta o sexta parte del sitio, y en lo restante de él hay cincuenta casas pequeñas...".

Plano existente en el polideportivo de Mendigorria


A lo largo de su historia, el barrio sufre una serie de trasformaciones. En los primeros siglos se construyen la Iglesia y las Casas Priorales, así como el Hospital de san Roque, donde los monjes hospitalarios desarrollan su labor humanitaria. En el siglo XVI el Hospital desaparece tras la reducción de 1.587, sobreviviendo la capilla adscrita al mismo que bajo el nombre de Ermita de la Estrella permaneció abierta al culto hasta finales del siglo XIX.

En el plano realizado con motivo de las excavaciones arqueológicas para la edificación del polideportivo de la calle Mendigorria se identifica claramente los límites del barrio y la situación de la Iglesia y casas Priorales (1), el cementerio (2), las cárceles (3), la ermita de la virgen de la Estrella (4), el hospital de san Roque (5), el Husillo Real (6) y la puerta de san Juan (antigua del Ingenio).

En el croquis propuesto por José González Carballo, basado en el plano de Olavide, según se entraba por la Puerta de San Juan (1) se accedía al compás hospitalario dejando a la derecha la plaza de Santiago de la Espada, de la Orden de Santiago (5) hoy desaparecida. El compás, tenía los siguientes límites: al sur por la calle de la Estrella (hoy Guadalquivir y Puerta de San Juan de Acre); al este por la calle Real del Arquillo (hoy final de Santa Clara), en la que había un acceso controlado, frente a los islotes de Don Fadrique y de Santa Clara (4); al norte por la calle Husillo (hoy final de Lumbreras), tras la que estaban las huertas de San Clemente; y al oeste por la propia muralla. Dentro del compás estaba la plazuela de San Juan (hoy calles Mendigorria y Pizarro), y las calles Mozas (hoy Álvaro de Bazán) y Franquillos (hoy Clavijo).


Croquis de José González Carballo

La jurisdicción de San Juan de Acre tuvo, desde principios del siglo XV, una iglesia parroquial de Santa Ana (3), y una capilla de la Virgen de la Estrella (2) antes llamada capilla de san Juan, donde hoy solo hay casas bajas.

 La época de esplendor del barrio se inicia con el asentamiento de nuevos vecinos relacionados en su mayoría con el arte de la seda, que durante los siglos XVI y XVII impulsan la actividad económica y realzan su prestigio social.

Tras el decaimiento del comercio de la seda en el siglo XVIII, se produce el declive del Priorato, que desaparecerá definitivamente en la desamortización de Mendizábal. Sus calles se integran en el conjunto de la ciudad, quedando prácticamente olvidado, aunque la Orden, que pervive hoy como Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta, tiene en funcionamiento, y prácticamente en el mismo lugar que ocupara la iglesia Prioral, un comedor social, en la calle Medigorria número 7, al que acuden diariamente cerca de 150 personas, y que responde al mismo glorioso nombre de San Juan de Acre.

Calle Mendigorria número 7

La presencia hospitalaria en Sevilla aumentará a finales del siglo XV con la fundación en la collación de San Marcos de un monasterio de monjas sanjuanistas, advocado de Santa Isabel, que vino a consolidar a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Sevilla. Esta presencia persiste actualmente en el Convento e Iglesia de santa Isabel que desde mediados del siglo XIX está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada por   Dolores Márquez Romero, con el  otro promotor de la congregación, el sacerdote   Francisco García Tejero.