RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires
San Ramón Nonato.
Según la leyenda nació en Portel
(Cataluña) el 2/2/1200, fruto de un embarazo muy esperado, pero su madre murió prematuramente antes del parto y su cuerpo fue encontrado por el vizconde de Cardona, Ramón Folch, quien
practicó una cesárea con su propia daga, lo que salvaría la vida del niño, de
ahí el apelativo de Nonato, y el conde lo acogió como ahijado.
A los 20 años ingresó en la orden de los
mercedarios, dedicada al rescate de cautivos. En 1236, en Argelia, se
quedó como rehén de piratas berberiscos, viviendo como un cautivo, mientras sus
compañeros conseguían el dinero para el rescate. Durante su cautiverio siguió
predicando el Evangelio a sus compañeros y también a sus captores, por lo que
lo martirizaron atravesando sus labios con un hierro al rojo para colocarle un
candado en la boca, a pesar de lo cual seguría predicando.
Por todo ello, es considerado como protector
particular de las mujeres embarazadas, de las comadronas y de los
recién nacidos y es invocado para facilitar los partos y para prevenir la
fiebre puerperal. A causa de su cautiverio en Argel, también era protector de
los esclavos.
Tres años después de ser liberado, fue elegido cardenal de la Iglesia por
el papa Gregorio IX en 1239, pero falleció a los
cuarenta años en Cardona antes de ser oficialmente revestido de cardenal y de
recibir el capelo. En su lecho de agonía habría recibido la comunión de manos
de Cristo o de un ángel.
San Ramón Nonato. Juan de Mesa. 1626. Busto redondo de madera de cedro tallada y policromada. 178 cm de alto. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala X.
Esta escultura del Museo de Bellas Artes corresponde a
la etapa de madurez de Juan de Mesa (ver).
Es una imagen tallada y policromada, que fue
contratada en septiembre de 1626. Un año antes de la muerte del escultor, por
Fray Juan de San Ramón, recoleto descalzo de la Merced, para su iglesia
hispalense de San José.
La figura del santo responde a todos y cada uno de los términos
especificados en el contrato: “juan
de mesa escultor otorgo que soy conbenido con el padre frai juan de san ramon
rrecoleto descalzo de la horden de nuestra señora de las mercedes redención de
cautibos probincial de la probincia de andalucia de la dicha horden rresidente
en esta ciudad de seuilla en tal manera que yo e de ser obligado y me obligo de
hazer un san rramon que tenga siete quartas y media de alto de cedro y la peana
con sus agallones y el dicho santo a de tener en la mano yzquierda un libro y
en la derecha que pueda tener un sol o una custodia y mas a de tener un candado
en la boca y un capelo de cardenal y encima del abito una como muceta de
cardenal abierta por delante un poco que descubra el abito con sus botones y
los pies descalzos con sus cendalias”.
Y efectivamente, es madera de cedro, de siete cuartas
y media de altura, con peana agallonada. El santo es representado con el hábito
de la Merced calzada, Orden a la que perteneció, muceta y capelo cardenalicio,
portando en su mano izquierda un libro y en la derecha una custodia. Y un
candado en la boca como símbolo parlante del santo.
Presenta una
gran fuerza expresiva de su recia testa, con amplia barba y abundante cerco
clerical.
Destaca la morfología de su antepie que
corresponde claramente a un tipo de pie griego, con el primer dedo más corto que
el segundo.
En
la parte derecha de la composición, se narra el episodio en que el Santo,
ayudado por otro religioso mercedario, cubre con su capelo cardenalicio a un
pobre. En la parte central se sucede la aparición de Cristo que le ofrece
una corona de espinas alusiva a los sufrimientos que había aceptado soportar. A
la izquierda se aprecia a la Virgen entregándole una corona de rosas que el
Santo rechaza.
Detalle de
la parte izquierda de la composición
Con la historia del pobre se alude al que el Santo encontró a un pobre andrajoso, con una pierna amputada, y le entregó su sombrero cardenalicio, le condujo al hospicio del convento y le dio de comer, afirmando la tradición que el mendigo no era otro sino el propio Cristo, el cual, durante la noche, se le apareció acompañado de su Madre para ofrecerle coronas de espinas y rosas aceptando tan sólo la primera.
San Ramo Nonato. Castillo, Antonio
del. 1640-1650. Óleo sobre lienzo. Museo Ibercaja Camón Aznar
La iconografía responde
perfectamente al espíritu de la Contrarreforma católica que continúan en el
Barroco, promoviendo la devoción a los santos como mediadores ante Dios para la
salvación de los fieles.
El cuadro, procedente de
un convento mercedario, y después de la iglesia parroquial de La Rambla
(Córdoba), fue pintado por Castillo en la década de 1640, antes de la canonización
del santo en 1657.
San Ramón lleva el hábito
con el escapulario de la orden de la Merced, pero con el forro o vuelta de
dicho hábito de color rojo, para indicar que fue nombrado cardenal. En la
cabeza porta la corona de espinas que recibió de Cristo, y la boca está cerrada
con un candado, que le pusieron los musulmanes durante su presidio en Argel
para silenciarle en sus predicaciones. Con la mano izquierda sostiene la palma
del martirio, con las tres coronas de castidad, elocuencia y martirio, y con la
derecha una pequeña custodia, que hace referencia a la Eucaristía que le llevó
un ángel antes de morir.
Esta iconografía corresponde al momento en que es
sellada su boca con un candado para evitar que siguiera su labor
evangelizadora.
Esta obra es la primera de la serie de
pinturas, realizadas por Pacheco y Alonso Vázquez, sobre la historia de la
orden mercedaria que decoró el Claustro Grande del convento de la Merced de
Sevilla.
En ella, se narra una escena de juventud del
santo ocurrida mientras cuidaba un rebaño de ovejas, labor que al parecer le
fue encomendada para que se olvidase de sus inclinaciones religiosas. Cuando
rezaba, la Virgen de
la Merced se le apareció en las cercanías de la ermita de san Nicolás, en tanto un
ángel le cuidaba el ganado.
Estas apariciones se repitieron en otras
ocasiones y, en la última, la Virgen de la Merced pidió a san Ramón que
ingresara en su Orden, en la que estaba llamado a ser uno de los más
importantes pilares.
Pacheco concibió la escena de forma global,
uniendo una de las visiones del santo y la representación, en la parte superior
derecha del lienzo, del momento en el que san Ramón recibe, en la ermita de san Nicolás, el hábito de
la Orden de la Merced.
En la Iglesia de san Vicente, en el
lado del Evangelio, está ocupada por la imagen de Gloria de la Virgen
de la Cabeza (ver), obra de talla completa realizada por Roque Balduque a
mediados del siglo XVI, en el ático vemos en una hornacina la
pequeña figura de San Ramón Nonato.
El Retablo Mayor de la Capilla de Montesión, en el ático del retablo, tres
imágenes de pequeño tamaño de san Antonio de Padua, Santo Domingo de Guzmán y
San Román Nonato, de origen reciente y de escaso interés.