domingo, 21 de enero de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Doctores de la Iglesia Latina

San Jerónimo.


En 1295 fue reconocido por Bonifacio VIII como Doctor de la Iglesia, y acabó siendo considerado uno de los cuatro Padres representativos de la Iglesia Latina, junto a San Gregorio MagnoSan Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona, lo que les hace ser representados juntos en muchos retablos, en las pechinas de las cúpulas, etc.

Nació en Estridón, cerca de Aquilea, en Venecia en 347 y vivió unos ochenta años pues murió en Belén el año 420. Fue bautizado a los diecinueve años de edad, en el 366.

Entre los años 375 y 378 se retiró en el desierto de Calcis, en Siria, para llevar una existencia de anacoreta. Fue allí donde escribió la Vida de San Pablo ermitaño, dada su gran capacidad literaria y lingüística pues dominaba el griego y el hebreo.

De vuelta en Roma en 382, después de residir en Antioquía, asistió al Concilio de Roma, se convirtió en el colaborador del papa Dámaso quien le nombró secretario encargado de las relaciones entre las Iglesias de Oriente y Occidente y le encargó la revisión latina de la Biblia según el original hebreo y la versión griega de los Setenta. Se llamó “Vulgata” y se convirtió en el texto oficial de la Iglesia Latina.

Después de la muerte del papa en el 384, regresó a Palestina para vivir una vida retirada de penitencia, en imitación de Cristo, estableciéndose en una cueva en Belén, donde vivió sus últimos 35 años dedicado al estudio de las Sagradas Escrituras y de apología contra las herejías, que lo erigen en un auténtico asceta, humanista cristiano y patrono de los traductores y terminó la traducción de la llamada Vulgata.

Fundó, cuatro monasterios, uno masculino y tres femeninos, más una casa para los peregrinos, espejo en el que habrían de mirarse los fundadores de la orden jerónima.

En la Leyenda Dorada los temas más populares son la “Flagelación de San Jerónimo por los ángeles”, sus “Tentaciones en el desierto” y sobre todo la “Fábula del león domesticado”:

Durante un acceso de fiebre, soñó que era conducido ante el tribunal de Cristo que le preguntó si era cristiano o ciceroniano y lo condenó a ser azotado por los ángeles.

Durante su retiro en el desierto, su piel se volvió negra como la de un africano. A pesar de sus ayunos y mortificaciones, estaba obsesionado por sueños lascivos de danzas de muchachas desnudas. Para hacer penitencia se mortificaba el pecho día y noche.

En cierta ocasión que estaba explicando la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar hacia él un león que cojeaba. Le extrajo una espina de la pata herida y lo mantuvo a su servicio encargándole que cuidara a su asno mientras éste pacía. Un grupo de caravaneros, aprovechándose de su sueño robaron el asno. Algún tiempo después el león encontró la caravana de mercaderes que volvía por el mismo camino con el asno robado, que usaban, según la costumbre, para guiar a los camellos cargados de mercancías. Con sus rugidos, el león puso a los ladrones en fuga y devolvió triunfalmente el asno al monasterio.

Por ello, puede representarse con una calavera por su ascetismo. Con libro de las Escrituras, por su trabajo de traducción, por lo que incluso se le representa con anteojos a veces. Con una piedra con la que, penitente, se golpea el pecho en el desierto. Con un agradecido y dócil león a sus pies, al que le había quitado una espina de la zarpa.

IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 Fachada de la Iglesia del Sagrado Corazón en la calle Jesús del Gran Poder

Detalle del azulejo de san Jerónimo

IGLESIA DE SAN ANDRÉS

San Jerónimo en la pared de la nave del evangelio

MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA

San Jerónimo abandonando a su familia. Juan de Espinal. Hacia 1770. Óleo sobre lienzo. 179,50 X 316 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XI. Procedente del monasterio de Buenavista.

El eje central de la composición es San Jerónimo en escorzo, junto a quien aparece su madre y la figura de una joven, ambas vestidas a la usanza del siglo XVIII, con la niña que llora desconsolada en el extremo izquierdo del lienzo. Tras ella asciende una escalera con balaustrada, en cuyo remate el pintor ha elaborado una gran rocalla escultórica.

Flagelación de san Jerónimo. Juan de Valdés Leal.1657. Óleo sobre lienzo. 223,50 x 245,50 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VIII. Procede del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista de Sevilla. (VER)

Las Tentaciones de San Jerónimo. Juan de Valdés Leal. Hacia 1657. 224 X 126 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VIII. Procede del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista. Sevilla. (VER)

San Jerónimo penitente. Pedro de Campaña. Hacia 1540. Óleo sobre tabla. 119 x 93 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala II. 

Detalle de la mano derecha con la piedra de su martirio

Detalle del libro y la calavera

Detalle de animales 

San Jerónimo penitente en el estudio. Sebastián de Llanos Valdés. Hacia 1665. Óleo sobre lienzo. 107 X 81 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VI. 

Sobre un fondo de paisaje, el santo aparece de medio cuerpo con el torso desnudo y el capelo cardenalicio sobre las ramas del fondo, apenas perceptible en la esquina superior izquierda. Una serie de atributos lo identifican como doctor de la Iglesia ya que fue el traductor de la Biblia a varios idiomas y exégeta. Los libros, las gafas, el tintero y la pluma nos revelan su actividad intelectual. El crucifijo y su rostro, nos indican la devoción de la oración y el arrepentimiento del santo. 

Detalle del crucifijo

Detalle del libro y la calavera


MUSEO DEL PRADO


Se presenta la figura de San Jerónimo arrodillado, en actitud de recogimiento, con las manos juntas mientras contempla el crucifijo que yace sobre un roquedo, en la soledad de su retiro. A su alrededor se despliega una amplia variedad de objetos que hacen alusión a diferentes facetas de su vida. Los libros, papeles y recados de escribir remiten a su gran actividad intelectual; la calavera a sus penitencias y el sombrero encarnado a su dignidad cardenalicia. 


NATIONAL GALLERY DE LONDRES


La tabla muestra al santo como un penitente en el desierto, con el cuerpo semidesnudo y la ropa desordenada, mirando al cielo al que levanta el brazo derecho, portando una piedra en la mano, con la que se supone que se ha golpeado el pecho pues de él brotan gotas de sangre.

 En el suelo, el sombrero rojo de su condición cardenalicia y libros de su actividad intelectual, como traductor de la Vulgata, traducción latina de la Biblia.

Detrás hay un árbol con un búho que simboliza el mal, los pecados de la humanidad y al fondo, en el lado izquierdo de la tabla pinta un puente con un fiel león, del que se ganó su lealtad al quitarle una espina de la pata, según la leyenda “Aurea”.