ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Dr. Francisco Palomares García.
Francisco Palomares García
nació en Requena (Valencia) en 1838.
Se formó en el Seminario
diocesano de Cuenca y fue ordenado presbítero el 24 de septiembre de 1859, ocupando
diferentes destinos en parroquias rurales de esta diócesis.
En 1860 fue nombrado
coadjutor de San Nicolás y en 1864 cura ecónomo de San Martin y rector del
Colegio de San Pablo para estudiantes pobre.
Posteriormente, por
desacuerdo con su obispo Miguel Payan y Rico, abandona Cuenca y se traslada a Madrid,
donde es empleado por los marqueses de Retortillo como capellán y preceptor de
sus hijos.
Tras la Revolución de septiembre
de 1868 acompañó a los Retortillo a Kesington (Londres) y en Inglaterra entró
en contacto con ambientes protestante que le indujeron a su conversión.
A su regreso a Madrid en 1870 se convierte a
la fe reformada, en el templo del Redentor de la Iglesia Cristiana Española
(ICE) regentada por Antonio Carrasco, periodista y colaborador de Castelar.
Carrasco lo envía a
Sevilla con el vicario anglicano L. S. Tugwel y aprovechando la ley de Libertad
Religiosa de la I Republica compran al estado el convento desamortizado de San Basilio
de la calle Relator, lugar donde nació la hermandad de la Sentencia, para habilitarlo
al culto evangélico y como escuelas para niños pobres en junio de 1871.
Entre 1875 y 1882 estudió
Medicina, se especializó en enfermedades respiratorias y fue experto en el
tratamiento de la tos-ferina, logrando una receta que la aliviaba y que en Sevilla
llamaban el “Jarabe protestante”, pero no consiguió su deseo de tener un
hospital para gente necesitada.
Palomares también fundó
un Museo de la Inquisición en el que reunió una importantísima colección de
documentos, manuscritos referentes a los autos de fe celebrados desde 1483 a 1819,
útiles, sellos, testimonios, cuadros de Inquisidores, preseas y otras
pertenencias del santo Oficio. Fue clausurado en 1936 y el material se mantuvo
durante muchos años por los herederos de Palomares, pero se desconoce si
fueron vendidos a una galería londinense o si se fueron deshaciendo de ellos después
de la Guerra Civil para no comprometer a la familia.
Otro aspecto menos
conocido de Palomares es su adscripción a la “Masonería”, como pastor de la
IERE (Iglesia Española Reformada Episcopal), en la logia Numantina nº 61, con
el nombre de Galileo, y puede que la concesión del permiso para la apertura de
San Basilio se pueda relacionar con el parentesco masónico de Cabrera y Sagasta.
Falleció en Sevilla en
1915 y está enterrado en el “Cementerio Protestante” de Sevilla, al que la
intolerancia denomina “El Corralito” y en 1933 fue acordado rotular la antigua
calle del Laurel como Doctor Palomares, pero este acuerdo fue revocado en 1936.