Rótulo de la calle dedicada a Estrellita Castro
Desde muy niña se sintió atraída por el cante popular andaluz, y
con seis años cantaba por las calles o en bodas, bautizos y fiestas de su
barrio sevillano. Por su breve estatura era conocida como “La Comino” en sus inicios
artísticos. Aprendió a bailar en la academia del maestro de baile Realito, pero
al no poder pagar las clases realizó, en compensación, las faenas de limpieza
de su casa.
La condesa de Bermejillo, que la conocía de sus andanzas
callejeras, le proporcionó una actuación en los Reales Alcázares sevillanos con
la presencia de los Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
Cuadro de baile del maestro Realito junto al pabellón de Carlos V del Alcázar
Doña Victoria Eugenia, complacida con la gracia demostrada por la
joven cantaora, tras felicitarla, le ofreció el regalo que quisiera y ante este
ofrecimiento Estrellita respondió que le hacía ilusión poseer un mantón de
Manila y una pulsera de brillantes. La condesa de Bermejillo se encargó del
mantón y con el paso de los años, se vio obligada a empeñarlo a cambio de
quinientas pesetas.
Tenía sólo doce años cuando participó en un
concurso de saetas en el Salón Imperial que estaba situado en el número 25 de la calle Sierpes, que tiempo
después se convertiría en Cine Imperial y que, allá por los 90, acogería
diversos espectáculos bajo el nombre de Teatro Imperial y posteriormente se estableció
una librería.
Entrada del Cine Imperial
Espectador de excepción aquel día fue el
torero Ignacio Sánchez Mejías, que se percató de las cualidades de la niña y
entusiasmado con ella la animó a presentarse a un concurso que le abrió las
puertas del Teatro Novedades de Madrid.
Teatro Novedades
A partir de entonces, Estrellita Castro se
convirtió tempranamente en artista profesional, burlando la reglamentación
laboral vigente. El gobernador de Sevilla, marqués del Valle de la Reina,
accedió a que la jovencita continuara sus actuaciones, conmovido por las
argumentaciones de ésta, que invocaba la pobreza de su casa, a cuyo
sostenimiento económico contribuía decisivamente.
Como profesional, debutó en el local “El Tronío” del número 35 de la calle
Sierpes de Sevilla, que cerró sus puertas en 1927, popularizando su nombre en
el mundillo de las variedades musicales.
Calle Sierpes
Con quince años hizo su
presentación en la sala barcelonesa "Edén Concert" del Paralelo, ubicado en la calle Nou de la Rambla (antiguamente calle
Conde de Asalto) núm. 12, inaugurado el mes de diciembre de 1886, que anteriormente
había sido el "Café de la Alegría" y posteriormente, en 1935, se
convirtió en el "Edén Cinema" y terminó siendo un parquing,
llamado actualmente "Parquing Edén".
Eden Concert
Su éxito en España hizo que los empresarios de
la época apostaran por ella, de modo que triunfó en las principales ciudades
europeas y en algunos países de América Latina. Su éxito como cantante le abrió
las puertas del cine, llegando a ser una de las actrices más cotizadas y
populares de la década de 1930 junto con Imperio Argentina.
Fue la auténtica creadora de lo que hoy se
conoce como canción andaluza y sus canciones alcanzaron gran popularidad en los
años 30 y 40 en un tiempo en el que brillaban las legendarias Pastora Imperio,
Amalia Molina y Dora la Cordobesita.
Estrellita Castro dotó a ese género de canción
popular andaluza de una voz muy personal, con acento sevillano y ademanes
llenos de alegría, con la personalidad de peinarse con un caracolillo sobre la
frente, signo estético que mantuvo hasta sus últimos días.
Estrellita Castro
Cantó zambras, boleros cubanos, mazurcas e
incluso tangos, género al que fue introducida por el insigne Carlos Gardel. No
obstante, destacó como intérprete de pasodoble, llegando a ser bautizada como
"la reina del pasodoble".
Su dilatada carrera artística terminó con una
ostensible carencia de facultades en sus últimos años, lo que hizo que decayese
el mito de Estrellita Castro. Pasó los últimos años de su vida junto a su
compañero sentimental, Demetrio Corbi. y cuando este murió se vió sumida en una
profunda soledad que superó con la ayuda y apoyo de sus compañeras y
amigas Marifé de Triana y Carmen
Sevilla.
Murió en Madrid el 10 de julio de 1983 y fue enterrada
en el Cementerio de la Almudena de Madrid, y por expresa voluntad con el
caracolillo (rizo de pelo) sobre la frente, que fue su signo distintivo, al
igual que la mantilla española era su prenda favorita.