miércoles, 11 de enero de 2023

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Antonio María Fabié y Escudero

Autor: Joaquín Herrera Carranza

Antes de pasar a exponer algunos aspectos de su vida y de su obra, considero conveniente presentar un avance, a modo de síntesis, del amplísimo campo que abarcó la actividad pública y la vastísima formación intelectual de este extraordinario personaje, licenciado en Farmacia, relativamente poco conocido, aunque ha pasado a la Historia como Ministro de Ultramar, en un gobierno presidido por Antonio Cánovas del Castillo, entre otros muchos y destacados cargos.

Ciertamente, Antonio María Fabié y Escudero (1832-1899), hijo del ilustre boticario Antonio María Fabié y Gálvez, es una figura relevante que desarrolló una trayectoria polifacética en su vida pública. 

A saber: jurista (Fiscal de la Deuda Pública y Presidente del Tribunal Supremo), filósofo (introductor del sistema filosófico de Hegel en España), escritor (autor de numerosos ensayos, discursos y estudios, especialmente, jurídicos, filosóficos e históricos), publicista (colaborador en diversos periódicos de la época, redactor jefe en uno de ellos), bibliófilo (vocal de la Sociedad de Bibliófilos de España), historiador (presidente de varios congresos nacionales e internacionales de americanistas), académico (de la Lengua y de la Historia), conferenciante (pronunció numerosas conferencias, ponencias y alocuciones en centros culturales, tribunas ciudadanas y círculos políticos) y político (diputado por varias circunscripciones, senador por varias circunscripciones, senador vitalicio, Vicepresidente del Congreso, Presidente de la Comisión General de Presupuestos, Director de Aduanas, Subsecretario de Hacienda, Gobernador del Banco de España, Presidente del Consejo de Instrucción Pública, Presidente del Consejo de Estado y Ministro de Ultramar en un gobierno de Cánovas del Castillo). Estudió varias carreras universitarias: Derecho, Filosofía y Letras, Ciencias Naturales y Farmacia, siendo esta última su primera licenciatura, cursada en la Universidad Central de Madrid.

La base de datos del Centro de Estudios Biográficos del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, en su edición de 2011, recoge, en el Índice alfabético de personajes, los siguientes ámbitos disciplinarios: político, abogado, periodista, ministro, diputado, consejero de estado, secretario de estado y de despacho, gobernador del Banco de España, presidente del Tribunal Supremo, presidente del Consejo de Estado, senador, senador vitalicio y fiscal.

En una ocasión, con motivo de un discurso, manifestó que se había asomado a las ventanas de todas las ciencias, sentencia que repetiría en numerosas ocasiones. 

Así, pues, su proyección pública, como hombre humanista de muy altos conocimientos, vasta cultura, gran talento y sabiduría, intelectual universitario riguroso, exquisita erudición y elocuencia probada, fue extraordinaria y polifacética. 

Prototipo de su tiempo, inmerso en plena expansión liberal, una forma de ser que inspira el romanticismo y las revoluciones científica, tecnológica e industrial, amén de una nueva forma de entender la filosofía, tras la muerte de Hegel, hecho que acaeció en 1831.

Antonio María Fabié y Escudero nació en la calle San Jacinto (Triana), número 17, de la época, Sevilla, el 15 de junio de 1832. 

Una instancia, fechada el 11 de noviembre de 1853, la encabeza afirmando: “natural de Triana, extramuros de Sevilla, provincia de Sevilla”. 

Hijo de Antonio María Fabié y Gálvez y de su segunda esposa, María Amparo Escudero. 

Una placa de cerámica trianera, que sustituye en la actualidad a la original de mármol, colocada en 1900, hace presente el lugar de nacimiento y una síntesis de su trayectoria pública. 

También, desde 1904, una calle del arrabal trianero está rotulada con su nombre.


San Jacinto 17

Placa de cerámica

Calle Fabié esquina con Pureza

Estudió en Sevilla la segunda enseñanza (colegio de San Antonio), durante los cursos académicos 1844/45/ 1845/46 y 1846/47. 

Con fecha 17 de junio de 1847 se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras para realizar el examen de grado de bachiller. 

En esa etapa juvenil el domicilio familiar se localiza en la calle de Santo Domingo (San Jacinto, en la actualidad), número 57 (sitio, asimismo, de la botica cuyo titular era su padre). Por cierto, Alberto Lista frecuentó el mencionado domicilio familiar. 

Se licenció, también en la capital hispalense, en las carreras de Filosofía y Letras y Derecho. Compartió aulas con algunos sevillanos ilustres, el Cardenal Marcelo Spínola, por ejemplo, entre otros. 

Muy pronto, hacia 1847, hizo su primer viaje a Madrid y allí, en la capital, entró en contacto con tertulias y círculos políticos y literarios, al mismo tiempo que inició los estudios de farmacia (primera licenciatura que cursó) y ciencias naturales. 

En 1857, finalizados sus estudios de Derecho, que había cursado en la capital hispalense, por decisión propia, se trasladó definitivamente a Madrid. 

Casó (31 de diciembre de 1860) con María Teresa Gutiérrez de la Rasilla con la que tuvo tres hijos.

Desde el punto de vista de su consagración a los estudios filosóficos, Fabié está considerado como un referente y uno de los principales introductores en España del corpus filosófico de Hegel (Idealismo, Filosofía de la Historia, Fenomenología del Espíritu). 

Sentía viva admiración por el filósofo nacido en Stuttgart. Su vinculación intelectual con el pensamiento del idealista alemán duró siempre, hasta tal punto que tradujo al español y publicó (1872), con un amplio estudio introductorio y notas, la Lógica de Hegel. Traducción, no del original en lengua alemana, sino de una versión al francés que realizó previamente el filósofo italiano Augusto Vera.

Un hecho curioso, el escritor Leopoldo Alas, “Clarín”, llegó a preguntarse: “Los boticarios, ¿pueden ser filósofos? Indudablemente”, fue su propia respuesta.

Como escritor, Fabié y Escudero, destacó por una vasta producción literaria, filosófica, histórica, jurídica, ensayística, periodística, biográfica, impresiones de viajes, antropología, arqueología, etc. 

El listado que se muestra a continuación recoge las obras más significativas y relevantes:

Examen del materialismo moderno (1874, 1875).

La lógica de Hegel (traducción con introducción y notas, 1872).

Vida y escritos de fray Bartolomé de las Casas (1879).

Vida y escritos de Diego López de Villalobos, médico de S.M. el emperador Carlos V (1886).

Algunos sucesos de la vida de Colón (1893).

Biografía del Exmo. Sr. D. Pedro Salaverría (1896).

Cánovas del Castillo. Su juventud. Su edad madura. Su vejez. Estudio biográfico (se publicó en 1928). En realidad, este libro lo escribió su hijo, Antonio María Fabié y Gutiérrez de la Rasilla, gracias al material documental coleccionado por su padre a lo largo de su trayectoria pública.

Biografía del Sr. D. Antonio María Fabié y Gálvez (1871).

Viaje por el Pirineo y la Turena (1887).

El Principado de Asturias (1887).

Estudio sobre la organización y costumbres del país vascongado (1897).

Estudio filológico (1885).

Historia de la legislación española de Indias (1896).

Disertaciones jurídicas sobre el desarrollo histórico del Derecho sobre las bases del código civil y la organización de los tribunales (1885).

Discurso sobre instrucción pública (1899).

Estado actual de la Ciencia y el Derecho (1879).

La instrucción pública en España (poco antes de su muerte, 1899).

Recuerdos de Sevilla (1878).

Estudio crítico sobre los bronces de Osuna (1887).

Mi gestión ministerial respecto de la isla de Cuba (poco antes de su muerte, 1899).

Como resumen: “La literatura y la historia ocuparon la mejor parte de su actividad mental”, según el filósofo, catedrático y escritor andaluz Mario Méndez Bejarano.

Durante el periodo comprendido entre 1877 y 1890 ejerció la profesión de abogado en Madrid. De todas sus competencias jurídicas la más alta la obtuvo al ser nombrado, en febrero de 1892, Presidente del Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo.

Por otra parte, Fabié participó en los trabajos de redacción del Código Civil. Con relación a ello, la Real Orden de 8 de diciembre de 1888, significando el real agrado a los miembros de la comisión general de codificación que intervinieron en la redacción del Código Civil (publicado en la Gaceta de Madrid el día 9 del mismo mes y año), entre los que figura el Excmo. Sr. D. Antonio Mará Fabié, en la sección de Senadores, Diputados y Vocales de la sección segunda y Vocales correspondientes, que concurrieron con los de la sección primera a las sesiones de octubre y noviembre de 1882.

Político sobresaliente y comprometido, muy próximo al ideario de Cánovas del Castillo y militante activo de su partido. 

Su primer nombramiento político fue como diputado a Cortes por la provincia de Alicante (1863). 

Durante el Sexenio Revolucionario mantuvo su adhesión a la dinastía borbónica y es elegido diputado alfonsista en 1872 por el distrito de Jerez de los Caballeros. 

Posteriormente, resultó reelegido en dos legislaturas por la circunscripción de Sevilla (1879 y 1881) y otras provincias (Albacete). 

Una vez instaurada la Restauración fue designado senador por las provincias de Ávila (1884), Castellón (1886) y senador vitalicio (Real decreto de 27 de febrero de 1891). 

En 1865 es nombrado Fiscal de la Deuda Pública, en 1867 Director General de Administración y Fomento del Ministerio de Ultramar, en 1870 Subsecretario de Hacienda.

Antonio María Fabié Escudero. Rafael Hidalgo de Caviedes. Colección Banco de España

Con todo, dada su relación personal y política con Cánovas del Castillo, es a partir de la Restauración Monárquica cuando brilla la carrera política y pública de Fabié. La amistad entre ambos políticos se inició ya en la etapa de estudiante universitario y fue consolidándose con el trato frecuente y la necesidad de responsabilidades compartidas o delegadas.

Cánovas y Fabié protagonizaron juntos uno de los capítulos más brillantes de la historia contemporánea de España: la redacción del Manifiesto de Sandhurst, clave de la puesta en marcha de la Restauración en la persona de Alfonso XII.

El líder de la Restauración lo nombró Ministro de Ultramar (hacia finales del XVII comenzó a designarse a las Indias, las provincias de ultramar), cargo que desempeñó durante unos dieciséis meses (5, julio, 1890 — 23, noviembre, 1891). 

Dejó escrito, poco antes de morir, el documento Mi gestión ministerial respecto de la isla de Cuba (1899).

Fundamentalmente, su vocación dirigida al conocimiento de la Historia se centró en los estudios americanistas. 

En este sentido, fue presidente de los congresos de americanistas internacionales celebrados en las ciudades de Copenhague (1886), Berlín (1888) y Turín (1889). Y en el año de hondo significado histórico -1892- fue presidente del IX Congreso Internacional de Americanistas, conmemorativo del “Cuarto Centenario del Descubrimiento de América”, que tuvo lugar, por iniciativa suya, en la ciudad de Huelva.

Ya en la recta final de su fructífera vida profesional y pública, Fabié, fue elegido académico de la Historia y de la Lengua. Presidente en Madrid de la Diputación permanente de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Condecorado con las grandes cruces de Isabel la Católica y Carlos I.

Fue elegido Académico de la Real Academia de la Historia el 13 de febrero de 874 y tomó posesión el 4 de abril de 1875, sustituyendo a Salustiano Olózaga. Para su discurso eligió un tema relacionado con la figura de Alfonso de Palencia, correspondiendo la contestación a cargo de Juan Facundo Riaño.

El día 24 de mayo de 1891, en un acto solemne de recepción pública, leyó su discurso de ingreso, como Académico de la Lengua, en la Real Academia Española, sobre La obra literaria de Tomás Rodríguez Rubí y su época, cuya candidatura contó con el apoyo del escritor Juan Valera, ocupando el sillón R. La contestación corrió a cargo del académico José Castro y Serrano, quien hizo el siguiente panegírico de su persona: “De erudición vastísima, de laboriosidad incansable, no ha producido esas obras que causan el embeleso de las gentes y difunden la gloria de su autor; pero en cambio las ha producido, y muchas, en el terreno filosófico, en el histórico y en el literario”.

En su persona, por consiguiente, concurre el caso singular del único titulado en Farmacia, simultáneamente, académico de la Lengua y de la Historia.

Y su último cargo, en cuyo ejercicio murió, fue el de Gobernador del Banco de España. Así consta en la biografía de la página filosofía.org: “Siendo Gobernador del Banco de España, visitó al ministro de Hacienda y, hallándose en la antesala, sufrió una hemorragia cerebral que le privó del conocimiento. Trasladado a su domicilio, calle de la Reina, falleció dos o tres días después. Nadie esperaba semejante fin en un hombre alto, delgado, de honestas costumbres y vida arreglada, que daba largos paseos por el Retiro, cenaba muy poco y tomaba antes de acostarse una taza de manzanilla”. Falleció el día 3 de diciembre de 1899.

No se conocen actividades profesionales de Fabié relacionadas directamente con la botica, pero sí como farmacéutico interesado por las ciencias naturales (botánica, zoología, mineralogía, biología, etc.). Perteneció a la pujante Sociedad Española de Historia Natural, fundada en 1871.

Un estudio pormenorizado y extenso sobre la vida y la obra de Antonio María Fabié y Escudero se recoge en mi Discurso de Ingreso de la Academia de Farmacia Santa María de España de la Región de Murcia: De la Ilustración a la Restauración, Antonio María Fabié y Gálvez y Antonio María Fabié y Escudero, dos egregios farmacéuticos (Cartagena, 16 de abril de 2013).

Antonio María Fabié. Ministro de Ultramar


Autor: Joaquín Herrera Carranza


 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Antonio María Fabié y Gálvez

Autor: Joaquín Herrera Carranza

Antonio María Fabié y Escudero, egregio farmacéutico nacido en Triana, dejó escrito una interesantísima biografía de su padre, Antonio Mará Fabié y Gálvez, que ha significado para este autor sacar a la luz de la Historia de la Farmacia Hispalense un presidente de nuestro colegio profesional que, hasta ahora, permanecía oculto.

Biografía del Sr. D. Antonio María Fabié y Gálvez (1871). Antonio María Fabié

Pues bien, basándome en esta documentada biografía y las investigaciones realizadas en algunos archivos, entre otros, el archivo histórico y fondo antiguo de la Universidad de Sevilla, el archivo documental de la Universidad Complutense de Madrid y el archivo de la Academia Sevillana de Buenas Letras me ha permitido acercarme a los aspectos biográficos más relevantes relacionados con la faceta farmacéutica de Antonio María Fabié y Gálvez, así como de su condición de Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla y otros destacados cargos, tales como Académico de la Academia Sevillana de Buenas Letras y Alcalde 5º Constitucional de Sevilla.

Antonio María Fabié y Gálvez nació en la ciudad de Ayamonte el 6 de junio de1797, hijo de Bartolomé Agustín Fabié, médico del mencionado municipio, y de Lorenza Gálvez y Espinosa de los Monteros, perteneciente a una ilustre familia de origen hispalense. 

Fue el mayor de tres hermanos que muy pronto quedaron huérfanos al morir el progenitor en 1804, víctima de la fiebre amarilla, una de las más lacerantes infecciones de la época.

Consecuencia del hecho luctuoso familiar, su madre tomó la decisión de retornar a Sevilla para afincarse definitivamente en ella, donde el todavía niño, Antonio María, recibió la instrucción primaria y a continuación los estudios de humanidades.

Antonio María Fabié y Gálvez

Una vez concluido el capítulo escolar de las humanidades, se sintió inclinado hacia la farmacia, iniciando el aprendizaje en la botica, y bajo la dirección, del boticario Mejía.

Y todo esto ocurría en la España sometida a la trágica invasión de los ejércitos napoleónicos, si bien, Sevilla permaneció libre de las tropas invasoras hasta 1810.

Esta circunstancia marcaría para siempre el destino y la obra de Antonio María Fabié y Gálvez. Con rapidez de reflejos se posicionó inequívocamente en el frente que luchó ferozmente contra los invasores franceses: ”Joven aún mi padre favoreció todas las empresas que en esta Ciudad se intentaron contra los franceses”, según se lee en un pasaje biográfico.

No obstante, aprovechó tan comprometida situación bélica para proseguir de alguna manera los estudios farmacéuticos, apuntándose a los diez y seis años en el ejército del Conde de Labisbal, como ayudante farmacéutico, época en la que fue sometido a la dura prueba de atender a los heridos y a los infectados de tifus y peste.

Tras la victoria de Bailén, y el posterior repliegue de los invasores, hecha la paz, Fabié, en un ambiente social más sosegado, prosiguió sus estudios de farmacia y de tal manera da cuenta su biógrafo: “En el año de mil ochocientos diez y seis, establecido ya en esta Ciudad el colegio para la enseñanza de farmacia, hizo en él y ante sus profesores los ejercicios para su reválida, con tal lucimiento, ...”.

Las graves circunstancias económicas de una familia huérfana de padre le impidieron continuar con los estudios superiores de doctorado, como era su deseo.

El joven farmacéutico se estableció en un primer momento, con botica abierta, por algo más de dos años, en la villa de Cazalla, dedicándose, además, al estudio naturalista de la flora, la fauna y la mineralogía de la comarca.

Tras esta primera experiencia profesional volvió a Sevilla, contrajo matrimonio con Josefa Sánchez y Delgado y, en el año 1820, abrió su botica definitiva en el barrio de Triana, “donde ejerció su profesión cerca de medio siglo, con el crédito científico y con el espíritu de caridad que son a todo el mundo notorios”.

No me es posible precisar con exactitud la fecha en la que Fabié y Gálvez asumió la presidencia del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. 

Su hijo y biógrafo así lo relata: “Por aquel tiempo consagró también mi padre gran parte de su actividad al lustre de su profesión, fomentando el Colegio de farmacéuticos de esta Ciudad, de que fue tantos años presidente (subrayado propio), y poniendo el mayor empeño en que el ejercicio de esta facultad no perdiera el carácter científico que es menester que tenga, (...), hombres, que consagran o deben consagrar la mayor parte de su vida a profundos y vastos estudios...” No obstante, dos apreciaciones, entiendo, deben ser comentadas:

1.- En un certificado, fechado el 31 de agosto de 1853 en Sevilla, en el encabezamiento, se lee “D. Antonio María Fabié y Gálvez Presidente del Ilustre Colegio de Farmacéuticos de esta Ciudad (subrayado propio), Inspector de Farmacia de la Aduana Nacional, Académico de número de la Academia de Buenas Letras, Vocal de la Junta Municipal de Sanidad y Subdelegado de Farmacia del primer distrito de la Capital”.

Por tanto, en 1853 es con certeza plena Presidente de nuestro Colegio de Farmacéuticos. A todos estos cargos mencionados hay que añadir el de Alcalde Constitucional 5º de Sevilla (véase más adelante).


2.- De manera indirecta, a tenor de la frase elegida por su hijo, biógrafo, “por aquel tiempo”, situándola adecuadamente en su contexto, se podría concretar la fecha de inicio de su actividad presidencial en el transcurrir de la década de los 40 y, de ahí, también, la certera apreciación “de que fue tantos años presidente”.

En cualquier caso, por la narración de los hechos se puede concluir, sin mucho riesgo de errar, que estuvo al frente de la dirección colegial de los farmacéuticos sevillanos a lo largo de un prolongado periodo de tiempo, sin que tampoco se puede afirmar la fecha concreta de su cese.

Otro testimonio de las inquietudes farmacéuticas del presidente Fabié y Gálvez lo podemos apreciar en el siguiente relato sobre sus funciones y responsabilidades, sin olvidar su condición de Presidente de la Subdelegación Principal de Farmacia de la Provincia: “Las perturbaciones, que el país había sufrido durante tantos años, habían relajado, en todas las esferas y respecto a todos los asuntos, los resortes de la autoridad, y, en materias sanitarias, reinaba la misma anarquía que en las demás cosas, con perjuicio evidente de la salud pública. Para corregir estos males trabajó mi padre con el mayor afán, evitando las infinitas intrusiones que existían en el ejercicio de la farmacia, por el abandono, y a veces por la punible connivencia, de los agentes administrativos, los cuales dejaban en manos de la ignorancia y aun de la mala fe la vida de innumerables personas”.

Mucho quebradero de cabeza sufrió por defender la correcta actuación de los profesionales sanitarios, hasta el extremo que en más de una ocasión le aconsejaron, amigos y compañeros que abandonase su querido barrio de Triana.

Antonio María Fabié desarrolló numerosas actividades profesionales y sanitarias, además de estar al frente como titular y responsable de una botica, situada en el primer tramo de la actual calle Pagés del Corro (Triana).

Seguidamente se comentan algunas de las más destacadas, especialmente en el campo de la lucha contra las terribles epidemias infecciosas de la época (tifus, fiebre amarilla, cólera morbo y peste), que azotaban a la población sevillana.

En 1821 estalló un grave episodio de contagio de peste entre la gente del barrio de Triana y para atajarlo el Ayuntamiento acordó poner al frente a su boticario, Fabié. 

Así lo narra su hijo Fabié y Escudero: “Diole el Ayuntamiento de esta Ciudad plenos poderes para todo lo que se refiere a la epidemia en el barrio de Triana, y en virtud de ellos proveyó lo necesario, aislando primero las calles de Castilla y de Barrio-Nuevo, y las que comunican entre una y otra, y haciendo lo mismo con alguna casa en que penetró el contagio. Dentro del aislamiento quedaron las personas y los medios que eran menester para el auxilio corporal y espiritual de los epidemiados, y, si algo más se necesitaba, era suministrado con las precauciones que ya la experiencia había hecho ver que eran eficaces”.

La ciudad padeció severas oleadas de epidemias coléricas que con mayor o menor virulencia afectaron a los barrios, entre ellos Triana: “La primera terrible invasión del cólera morbo asiático, en el barrio de Triana (tan castigado siempre por las epidemias, y no por sus condiciones higiénicas que son excelentes en épocas ordinarias, sino por la pobreza de la mayoría inmensa del vecindario), produjo verdadera consternación; mi padre estuvo firme en su puesto”. 

El boticario del arrabal actuó además poniendo al servicio de los parroquianos todos sus conocimientos y caudal científico: “En esa ocasión, como en todas las análogas, no satisfecho mi padre con el cumplimiento estricto de su deber, buscó con afán remedio eficaz para aquella pavorosa dolencia, y creyó encontrarla en el uso de la Aristoloquia rotunda como agente terapéutico. Sobre este punto publicó algunos escritos siendo secundado en la práctica por varios profesores,...”. También redactó algunos trabajos científicos sobre el opio.

Como inspector facultativo del distrito, nombrado por la Junta Municipal de Sanidad, desempeñó ocupaciones sumamente penosas y comprometidas de su profesión farmacéutica, pues “además del despacho de las medicinas para los enfermos del vecindario, preparó las del Hospital Provisional, establecido en el convento de S. Jacinto, y dirigió las fumigaciones, que por orden de la Junta de Sanidad se verificaban en las casas donde fallecían los epidemiados”. 

Por el relato biografiado se comprueba que también ejerció la faceta profesional de “Farmacéutico de Hospital”, como ya lo hizo con ocasión de la lucha contra el invasor francés.

Farmacéutico, muy comprometido con la salud pública, también fue nombrado por el Ayuntamiento Inspector de drogas de la Aduana del puerto de Sevilla, que en aquella época mantenía una actividad comercial de consideración, aunque en realidad dicho cometido estaba ligado al de Subdelegado Principal de Farmacia de la Provincia. 

Cargo que “habiéndolo desempeñado largos años con la severidad más estricta, evitando cuantiosos fraudes, y oponiendo una resistencia invencible a la introducción de los remedios secretos sabiamente prohibida por la legislación del Reino”. Desde la presidencia colegial desautorizó enérgicamente la aplicación de los remedios secretos.

Antonio María Fabié y Gálvez, además de boticario de “amplio espectro” profesional, como se ha presentado, fue un versado hombre de estudio y ciencia: “no se limitaba mi buen padre a los estudios propios de su facultad, sin embargo de que se consagró a ellos incesantemente toda su vida, sino que también se dedicó a otros ramos, y principalmente a las ciencias morales y políticas, conociendo profundamente los autores que de ellas trataban en aquella época”. 

Perteneció a la Academia Sevillana de Buenas Letras, siendo miembro de número. 

Como hombre de ciencia, pues, hay constancia documental, entre otras, de dos interesantísimas disertaciones científicas, pronunciadas ambas en la Academia Sevillana de Buenas Letras: Sobre el aire atmosférico (Discurso de ingreso, 28 de febrero de 1928); y Memoria sobre el influjo que exerce el fluido eléctrico sobre la economía animal (presentado el 10 de octubre de 1828).

Discurso de ingreso en la Academia Sevillana de Buenas Letras

A lo largo del trienio liberal (1820-1823), Antonio María Fabié y Gálvez, fue en varias ocasiones Alcalde 5º Constitucional de Sevilla, siendo sus actuaciones más relevantes las siguientes:

1) Fundación de asilos de mendicidad y escuelas de primera de enseñanza (San Jacinto, por ejemplo).

2) Impulsor activo de la construcción del cementerio público de la ciudad (San Fernando), trazando “sus planos con arreglo a lo que la experiencia y los adelantos científicos han enseñado en esta importante materia”.

3) Una de las actuaciones más brillantes del boticario trianero, escasamente conocida, como casi todas las suyas, fue la que tuvo como miembro de la comisión, acordada por el Ayuntamiento, para la construcción de la vía férrea Sevilla - Córdoba y su pertinaz oposición a la destrucción de las murallas de la ciudad. Las murallas fueron destruidas.

Una exposición más detallada sobre la vida y la obra de Antonio María Fabié y Gálvez, se encuentra en mi Discurso de Ingreso en la Academia de Farmacia Santa María de España de la Región de Murcia: De la Ilustración a la Restauración, Antonio María Fabié y Gálvez y Antonio María Fabié y Escudero, dos egregios farmacéuticos (Cartagena, 16 de abril de 2013).

 

 Autor: Joaquín Herrera Carranza

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

El balcón de la calle Santa Clara

España había tenido un gran imperio. 

Desde el Cordón de Frontera que iba de la Alta California y Alabama, pasando por Nuevo Méjico y Misisipí, hasta Patagonia, todo el continente era español, con los virreinatos de Nueva España, Nueva granada (hoy Colombia, Venezuela y Ecuador) Perú, Rio de la Plata, Capitanía General de Chile, con la última base española en Punta Arenas. 

Y eran españolas las islas Filipinas, Carolinas, Palaos, Marianas, Guadalcanal. Compartidas con Portugal, isla Moluscas, Macao, Costa de Malabar de la india, la Isla de Formosa, (hoy Taiwán), la costa del sur de Madagascar y la costa del sur de África, en torno al cabo de buena esperanza. 

La costa del Sahara con la plaza fuerte de Santa Cruz de Mar Pequeña. 

Norte de África con las plazas de Ceuta, Melilla, Oran, Trípoli. 

Y Nápoles y Sicilia. 

Y todo estaba conectada con Sevilla.

Mapa del Imperio español

Un niño de 13 años soñaba con ser piloto de la Carrera de Indias. Su padre era buen pintor, y el niño aprendía a dibujar, pero lo que le gustaba era dibujar barcos de vela, galeones antiguos, fragatas artilladas de sesenta cañones, que en el siglo XVII escoltaban flotas de doscientos navíos, la mayor flota del mundo, descomunal como descomunal había sido el imperio.

Ejemplo de navío de línea de primera clase. El Santísima Trinidad (140 cañones)

Ejemplo de navío de línea de tercera clase. El San Telmo (74 cañones)

Pero el muchacho había nacido en 1836.  México había conseguido independizarse de España, tras la rendición de la fortaleza de Ulúa. Perú tras la rendición del Callao, pocos años antes. Se estaban firmando acuerdos internacionales que reconocían la pérdida del Nuevo Mundo. 

El muchacho tenía la ilusión de estudiar la carrera de marino en la Escuela de San Telmo de Sevilla, pero en esa época ya no existía la Carrera de Indias pues ya no había flota, ni ruta, ni escuela.

El muchacho había nacido en Sevilla, en la calle Conde de Barajas 28, en el barrio de San Lorenzo. 

Conde de Barajas 28

En la calle Santa Clara estaba el Palacio de Santa Coloma. La condesa de santa Coloma de treinta años era extremadamente bella y salía al balcón dos veces cada día, por la mañana para cambiar de sitio una maceta para que recibiera mejor el sol, y al atardecer para regarla.  

En el borde del tejado, una hilera de nidos de golondrinas, que a esa hora del poniente revolotean sobre la calle.

Balcón principal del Palacio de Santa Coloma

El muchacho espera a que la bella condesa salga al balcón, esperando una mirada esquiva pero la condesa solo mira a sus macetas y a las golondrinas que suben a sus nidos, sin percatarse del amor sufrido por el muchacho.

Por ello, con su frustración de amor y de vocación marinera, se marchó a Madrid, a buscar fortuna en las letras, no consiguió editor para sus versos, solo en revistas pequeñas, marginales.

Murió joven y entonces se supo que era un gran poeta. Sus amigos, recogiendo donativos, pudieron costear la edición de su único libro. 

Se publicó en Madrid en 1871, y contiene unos versos de amor, dedicados a la mujer más bella, por él conocida, que se asomaba al balcón a cuidar sus macetas de flores. 

El libro se llamaba Rimas y su autor, muerto en plena juventud, se llamaba Gustavo Adolfo Bécquer.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres....
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
así... ¡no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), representa la transición del romanticismo al simbolismo en España, principalmente en la poesía, pero también en la prosa. 

La crítica actual lo considera un precursor del modernismo. 

Las rimas y las leyendas son lo más conocido de la obra de Bécquer. En sus Rimas, poemas sencillos y breves, vemos una poesía desnuda de artificios, una poesía de máxima condensación lírica. Los temas que reaparecen en su obra son tres: el amor, la soledad y el misterio, no solamente del destino humano sino de lo poesía misma.

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer. Valeriano Domínguez Bécquer. 1862. Óleo sobre lienzo. 73 x 60 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XII