viernes, 18 de noviembre de 2022

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística

Miguel del Cid 

Calle Miguel Cid esquina con Baños

Miguel Cid, fue un seglar sevillano, nacido a mediados del siglo XVI y fallecido en diciembre de 1615. 

Da su nombre a la calle Miguel del Cid (ver). 

De ascendencia humilde, casado y con cinco hijos, era sayalero (ver) de profesión.

Vivió en la collación de San Juan de la Palma, en la calle Caño Quebrado, pero en sus últimos años, ya viudo, residió en la collación del Salvador. 

Dos de sus hijas entraron de monjas en el convento de Santa María de Gracia. 

Su hijo recopiló, 32 años después de su muerte, algunas de sus rimas que fueron publicadas en 1657, en un cancionero titulado: “Justas sagradas del insigne y memorable poeta Miguel Cid”, dedicadas a la Virgen Santísima, María Nuestra Señora, concebida sin mancha de pecado original (Sevilla, 1647). ​

En este libro confiesa: “Mientras que mi padre vivió, se ocupó en alabar a Dios, a su Madre y a los Santos... Aficionábansele todos, religiosos y seglares, particularmente cuando compuso las coplas de “Todo el mundo en general en honra de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora”, tan celebradas en toda la Cristiandad que muchas veces los devotos de este Misterio lo abrazaban y aplaudían por las calles de Sevilla”.

En las primeras décadas del siglo XVII, Sevilla vivió un período de gran exaltación de la Inmaculada, que tuvo su momento culminante con la llegada, el 9 de octubre de 1617, del “Breve” dado por el papa Paulo V que prohibía las tesis sobre la concepción de la Virgen María (defendidas por los dominicos) y se aceptaba finalmente la proclamación de su Inmaculada Concepción.

En Sevilla, este éxito alcanzado en Roma, fue atribuido a las gestiones llevadas a cabo por el doctor Bernardo de Toro y el arcediano (ver), de la localidad de Carmona, Mateo Vázquez de Leca, que eran cabeza y miembro respectivamente de la Congregación de la Granada, un grupo espiritual que se fundó hacia el año 1541 por el cerrajero Gómez Camacho en Jerez y Lebrija en torno al Convento de la Inmaculada Concepción de esta última localidad.

Al éxito de los dos citados hay que añadirle el de la propia ciudad de Sevilla, que se alzó conjuntamente para pedir la proclamación, y que se puede concretar en la coplilla que todo el mundo entonaba durante meses. 

Una famosa copla compuesta por Miguel Cid, miembro también de la citada Congregación, a la que Bernardo de Toro le puso música y Mateo Vázquez de Leca pagó su impresión en una tirada de cuatro mil ejemplares:

“Todo el mundo en general
a voces Reina Escogida
diga que sois concebida
sin pecado original”

Pero, sobre la autoría de estos versos, por parte del poeta, hay discrepancias ya que, como hemos comentado, fue su hijo quien publicó la obra dispersa de Miguel Cid y en ella incluyó estas coplas sin conocer exactamente su procedencia. 

Para algunos autores y eruditos sevillanos estos versos son fruto de las “justas poéticas” (ver) que se desarrollaron en la ciudad de Sevilla a finales del siglo XVI  y principios del siglo XVII, en el desaparecido convento de San Diego, por la cual se daban unos versos de inicio y el resto de los concursantes deberían de continuarlos. 

Así, algunos se lo atribuyen a Fernando de Contreras, otros a Francisco de Santiago y otros defiende la autoría del poeta sevillano Miguel Cid.

Miguel Cid murió el 11 de diciembre de 1615, le amortajaron con el hábito de san Francisco y colocaron en sus manos las célebres coplas. “Detrás del cuerpo le acompañaron dignidades, canónigos, prebendados, beneficiados de las parroquias, religiosos de todas órdenes, jueces, caballeros y todo el resto de este numerosísimo pueblo que supo su muerte”.

Un cronista anónimo pone la pincelada mariana: “Vino el entierro a la Santa Iglesia y la Santísima Virgen como tan agradecida quiso dar muestras de su agradecimiento, y movió a todos los Maestros de las escuelas, que enviasen a los niños de ellas, que a coros fuesen delante del entierro cantando las coplas que él había compuesto”.

A Miguel Cid no solo se le ha dedicado una calle en Sevilla, su figura está representada junto al teólogo jesuita Juan de Pineda, el insigne pintor Bartolomé Esteban Murillo, y el escultor no menos insigne Juan Martínez Montañés, en una de las cuatro esculturas que rodean al  monumento de la Inmaculada Concepción, que se encuentra en la plaza del Triunfo, obra realizada por el escultor Lorenzo Coullaut Valera  e inaugurada el 8 de diciembre de 1918 .

Monumento de la Inmaculada Concepción en la Plaza del Triunfo

Escultura de Miguel del Cid

Francisco Pacheco (ver) lo pintó al pie de una Inmaculada, con las coplas en la mano. Este cuadro, fechado en 1620, está expuesto en la Sacristía de los Cálices  de la Catedral.

Cervantes lo elogió: “Este que sigue es un poeta santo, / digo, famoso: Miguel Cid se llama / que al coro de las Musas pone espanto”.


 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Calle Miguel del Cid 

Calle Miguel Cid esquina con Baños

En la Baja Edad Media se la denomina calle Nueva, y al menos desde 1587 es conocida como Cabra-Higos, quizás por la existencia en ella de una o varias higueras silvestres. 

En 1869 se rotuló calle del Cid, que en 1875 se completó con Miguel (del) Cid (ver), por el poeta religioso sevillano, cantor del misterio de la inmaculada Concepción.

La calle Miguel Cid, se ubica en el cuadrante nor-este de la vieja ciudad intramuros, y discurre en dirección sur-norte, paralela a las calles san Vicente y Teodosio. 

Enlaza la calle Cardenal Cisneros, que se encuentra en su extremo sur, con la calle Miguel de Minas, en las inmediaciones de la plaza de san Antonio de Padua, que se encuentra en su extremo norte.

Está atravesada por Baños, Pascual de Gayangos y Juan Rabadán y forma parte de una serie de calles del barrio de San Vicente trazadas a cordel en los siglos XIII-XIV.

Su recorrido es relativamente largo y con un trazado muy recto. Presenta una alineación bastante irregular en su trazado, más estrecha en sus primeros tramos, en donde han quedado inconclusos algunos proyectos de alineación y a partir de la confluencia con Pascual de Gayangos presenta un trazado marcadamente rectilíneo y con mayor anchura.

Aparece, con frecuencia, como una calle descuidada y sucia, en la que se acumulaban escombros, particularmente en el tramo comprendido entre Pascual de Gayangos y Juan Rabadán, que constituía la fachada trasera del convento de Santa María la Real (ver).

En su comienzo, en la fachada esquina con la Iglesia de San Vicente, bajo el rótulo de Miguel Cid, existe un azulejo de la Inmaculada y el estribillo de los famosos versos que este poeta compusiera en alabanza a la Inmaculada Concepción.

Esquina con la Iglesia de San Vicente

En las esquinas con Baños y Juan Rabadán presenta Guarda Ruedas, Guardacantón o Guardaesquinas, y un curioso azulejo en la pared del bar “El Pollo Lusitano”.

Esquina con Juan Rabadán


Esquina con Baños y El Pollo Lusitano

Al parecer en esta calle tuvo instalada su notaría Blas Infante durante algunos años.

Casas de la calle Miguel Cid

Se han producido sustituciones del caserío tradicional por bloques de viviendas de tres y cuatro pisos, siendo más antiguas las de cuatro plantas, por la mayor permisividad urbanística en los años sesenta y setenta; con todo, sigue siendo dominante la edificación tradicional de casa de patio sevillano de dos plantas, y en menor medida de tres, y algunas casas de escalera del primer tercio de este siglo.

Son de destacar las números 27, 78 Y 71; las dos primeras eran viviendas unifamiliares que son reutilizadas ahora como casas de vecinos, y la tercera es de tipo popular.

Miguel Cid, número 8


Miguel Cid, número 25


Miguel Cid, número 64


 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Marqués de la Mina 

La denominación de calle Marqués de la Mina (ver), hace referencia al II marqués, Jaime de Guzmán-Dávalos y Spínola, nacido en Sevilla en 1690, militar, diplomático y gobernador ilustrado español.

El marqués de la Mina (Copia). Capmany Sandiumenge, Pedro. 1880. Óleo sobre lienzo. 130 x 105 cm. Museo del Prado. No expuesto

Sus primeros hechos de armas tuvieron lugar durante la Guerra de Sucesión luchando en el bando borbónico. 

En 1709 creó, a su costa, un regimiento de dragones que sería conocido como Regimiento Pezuela y, más adelante, como Regimiento Lusitania que todavía pervive en el ejército español. 

En 1732 participó en la conquista de Orán como Mariscal de Campo.

Como diplomático fue embajador español en la corte de Luis XV de Francia y fue el encargado de las negociaciones para desposar a Luisa Isabel de Francia con el hijo de Felipe V. Por el éxito de la operación y su buena labor como diplomático, fue nombrado Caballero de la Orden del Toisón de Oro.

Como gobernador, en 1749 tomó posesión del cargo de Capitán General de Cataluña. Durante su mandato, se creó el nuevo barrio de la Barceloneta, proyectado por el ingeniero militar Juan Martin Cermeños, como una ciudad extramuros con manzanas cuadriculadas y amplias plazas y paseos, para alojar a la población que tuvo que abandonar sus viviendas, por la construcción de la Ciudadela Militar en el barrio de la Ribera.

Murió ocupando su cargo en Barcelona en 1767 y fue enterrado en la Iglesia de san Miguel del Puerto, construida en la Barceloneta durante su mandato. Su sepulcro, realizado en 1767 por el escultor Joan Enrich, fue destruido en 1936.

El marquesado de la Mina es un título nobiliario español de carácter hereditario concedido por Carlos II, el 23 de septiembre de 1681, con el vizcondado previo de Santaren, a Pedro José de Guzmán-Dávalos y Ponce de León, señor de los mayorazgos de la Mina, Santaren, Salteras y Santillán, Patrón de la Capilla Mayor de la parroquia de Omnium Sanctorum, Caballero Maestrante de Sevilla y General de Artillería. El rey Fernando VI de España le concedió a este título la Grandeza de España en 1748.

La denominación del marquesado hace referencia al molino de la Mina, situado en el centro de la población de Alcalá de Guadaíra, en la calle de Nuestra Señora del Águila, conocida popularmente como calle de la Mina. 

El molino de la Mina. Grabado romántico de la primera mitad del siglo XIX

El molino producía harina gracias a la fuerza de una conducción subterránea de agua que después de atravesar la localidad, salía a la superficie y llegaba hasta Sevilla en forma del acueducto denominado los Caños de Carmona, por entrar en la ciudad a través de la puerta de Carmona.

Las casas de los condes de Olivares emparentaron con el linaje sevillano de los Dávalos, incluyendo en su mayorazgo, además del molino de la Mina, una antigua alquería de origen islámico cerca de Dos Hermanas nombrada en el Repartimiento del Reino de Sevilla como Varga Santaren, de donde se tomó la denominación del vizcondado previo.

En el siglo XVIII, por extinción de la rama Guzmán-Dávalos, el marquesado de la Mina pasó a los duques de Alburquerque, y posteriormente a los duques de Fernán Núñez. 

El actual marqués de la Mina es Manuel Falcó y Anchorena, VI duque de Fernán Núñez.

 AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO

Calle Marqués de la Mina

Su nombre ha estado vinculado a lo largo de la historia con la vecina plaza de San Antonio de Padua.

Calle Marqués de la Mina. Al fondo la plaza de San Antonio

En el plano de 0lavide (1.771) ya aparece rotulada, en tres tramos, junto con las actuales Alcoy y Hernán Cortés, como San Antonio, por el cercano convento franciscano de San Antonio de Padua.

En el siglo XVI será conocida como de las Cruces, probablemente por unas que hubo en ella, o por estar junto a las del cementerio de San Lorenzo.

En 1868 se nominó Mina, completándose en 1875 con el título Marqués de la Mina (ver), por Jaime de Guzmán-Dávalos y Spínola, militar que había nacido en Sevilla en 1690. 

En tiempo impreciso parece ser que se llamó Moral, aunque no se ha podido documentar.

Corta y muy estrecha en su comienzo, confluye por la izquierda Miguel Cid. 

Presenta fachadas rectilíneas, con la excepción de la casa 1, esquina a Teodosio, como consecuencia de un proyecto de alineación aprobado en 1887.

Casas de la calle Márquez de la Mina

El caserío presenta todavía algunas viviendas unifamiliares de dos plantas, aunque la mayoría está formada por bloques de cuatro plantas. 

En el último tercio del XIX se celebraba el 13 de junio, en la inmediata plaza de San Antonio, la velada dedicada a este santo, alcanzando algunas instalaciones a esta calle.

Calle Marqués de la Mina, número 4

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Doña Teresa Enríquez

Aunque no existe documento que lo acredite, esta noble castellana, que da nombre a la plaza Doña Teresa Enríquez (ver), nació en 1450 en Valladolid. 

Hija del Almirante de Castilla y Señor de Medina de Rio Seco, Alonso II Enríquez (descendiente directo del Rey Alfonso XI y hermano de Juana, Reina de Aragón) y de María Alvarado y Villagrán, por lo que era prima hermana de Fernando el Católico, tía de san Francisco de Borja y de san Juan de Ribera.

Un retrato de Teresa Enríquez

Su madre murió al poco de nacer y fue criada por su abuela paterna, Teresa de Quiñones, en el monasterio franciscano de Valdespozo, en Medina de Rio Seco (Valladolid).

Junto con su esposo, Gutiérrez de Cárdenas, señor de Maqueda y Torrijos y Comendador de León, erigieron, en la catedral de Toledo, la capilla de la Virgen de la Antigua, en cuyo retablo están las imágenes del matrimonio y de sus hijos. 

Una vez viuda, se establece en Torrijos y se dedica por completo al culto del Santísimo Sacramento, fundando la Hermandad del Santísimo Sacramento, la Colegiata y el Convento de la Concepción de Torrijos, así como en otras poblaciones de España, junto a una capilla en san Lorenzo y Dámaso de Roma.

Consiguió que el Papa Julio II, en 1508, le concediera una bula “Pastoris Aeternis”, que le otorgaba poderes para fundar Cofradías Sacramentales bajo su patrocinio, y el propio Papa le puso el apodo de “La loca del Sacramento” por fomentar dicho culto. 

En 1511, llegó a Sevilla, acompañando al rey Fernando el Católico, y fundó las Hermandades Sacramentales más antigua de la ciudad, como la Sacramental san Salvador, san Lorenzo, del Sagrario, de san Vicente, san Gil Abad, Magdalena, Santiago el Mayor o san Isidro.

Falleció el 4 de marzo de 1529, siendo enterrada junto a su marido en el convento franciscano, ya desaparecido, y posteriormente trasladado a la Colegiata.

Su cuerpo incorrupto reposa en el Convento de Religiosas de la Concepción Franciscana de Torrijos que fue demolido pero reconstruido posteriormente de nueva planta, y actualmente tiene abierto un proceso de beatificación. 

Cuerpo incorrupto de Teresa Enríquez en el convento de la Concepción de Torrijos

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta de las Cruces

Cruz de San Vicente (Plaza Doña Teresa Enríquez)

En 1581, una gripe procedente de Asia, azotó Sevilla y se extendió por toda España y Europa.

El virus mataría a unas 12.000 personas en Sevilla, un tercio de la población. Ese gran número de víctimas hizo que fueran necesarias la creación de fosas comunes donde poder enterrarlas. Una de ellas estaba junto a la iglesia de san Vicente, en la actual plaza de doña Teresa Enríquez (ver).

En ella se levantó una cruz de mármol en 1582. En 1839 fue retirada y colocada dentro de la Iglesia.

La Cruz en el interior de la Iglesia de San Vicente

En 1854 se continuaban haciendo enterramientos, con las lógicas protestas de los vecinos por el hedor y el trabajo de los sepultureros.  En 1982 se colocó, en la plaza, una réplica. 

La cruz es de estilo renacentista y consta de una columna de fuste estriado con capitel compuesto, sobre el cual se encuentra el remate de la Cruz con un relieve de Cristo por delante (cara este) y otro de la Virgen por detrás (cara oeste). En latín se advertía que hay que huir de los demonios y seguir solo a Dios. 

Cruz en la Plaza de Doña Teresa Enríquez

Visión de la Cruz desde atrás o cara oeste y desde delante o cara este



Detalle del capitel de la columna


Detalle del crucificado de la Cruz en la cara Este


Detalle de la Virgen en la cara Oeste de la Cruz 


En las cuatro caras del basamento existen unas inscripciones, en latín, y los monogramas de Cristo (IHS) y de la Virgen María (MA-MATER)

En la parte superior: “SOLI DEO-HONOR. GLORIA”. Tomado de la primera carta de san pablo a Timoteo.

“Regi autem saeculorum, incorruptibili, invisibili, soli Deo honor et gloria in saecula saeculorum. Amem”: “Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amen.

En el medallón frontal: ”1582. ECCE CRVCEM DOMINI QVI PASSVS EST PRO NOVIS FVGITE PARTES ADVERSAE”. Es una combinación de la “Bendición de san Antonio”: ECCE CRUCEM DOMINI, FUGITE PARTES ADVERSAE” (Huid enemigos de la salvación), insertado en medio la expresión “QUI PASSUS EST PRO NOVIS” (Que sufriste por nosotros) tomado de una antífona u oración del canto de las estaciones del Via Crucis llamada “Adoramus te Christe”.

Cara frontal del basamento (Este)


Cara Sur del basamento 


En el medallón trasero; “QVOSQVES QVI TRANSITIS PER VIAM ATENDITE ET VIDETE SI EST DOLOR SICVT DOLOR MEVS”. Es un fragmento del responsorio “O vos omnes” cantado como parte de la liturgia católica de la Semana Santa, adaptado de la Vulgata y extraído del Libro de las Lamentaciones”: “O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte. Si est dolor similis sicut dolor meus”, (Oh todos vosotros que paseáis por la calle, atended y mirad si hay dolor como el mío).

Cara trasera del basamento (Oeste)


Cara Norte del basamento