jueves, 22 de septiembre de 2022

 AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN

IGLESIA DE SANTA MARINA

La calle san Luis, antigua calle Real, en referencia al acceso de las comitivas reales desde la puerta de la Macarena, y antiguo trazado del “Cardo Romano”, que atravesaba la ciudad de norte a sur, acoge en su tramo central una de las más antiguas iglesias gótico-mudéjares de Sevilla, de las llamadas iglesias Fernandinas, al ser construidas tras la conquista de Sevilla por Fernando III en 1248, según consta en el “Libro de Repartimiento” de Sevilla.

Algunos eruditos le otorgan su origen en una mezquita, pero otros estudiosos consideran que se trata de una construcción de nueva planta, pues la edificación es plenamente cristiana. Algunos autores identifican su iconografía en una de las miniaturas de las “Cantigas de Santa María”.

Algunos autores consideran que, en el reinado de Alfonso X, entre 1252 y 1284, se construyó la torre y la fachada principal y se le puso el título de Iglesia de santa Marina de Orense, quizás debido a los gallegos que llegaron con la reconquista, y que en 1258 el quinto hijo de Fernando III, a la sazón arzobispo de Sevilla entre 1249 y 1258, mandó construir la capilla de la Piedad.

Otras fuentes, aseguran que la construcción primitiva de dos de sus capillas laterales puede datarse en la segunda mitad del siglo XIII, alrededor de 1265, por los azulejos encontrados en el subsuelo de ambas que se corresponden con estas fechas.

Así, los historiadores de arte señalan que hay partes del templo que pueden ser de finales del siglo XIII (Gómez Ramos y otros) o del principio o mediados del siglo XIV (Hernández Díaz y otros), como el cuerpo principal, el ábside, la torre y la Capilla Sacramental.

No obstante, las primeras noticias fiables de este templo (Ortíz de Zúñiga) son de 1356, pues en dicho año, siendo Rey de Castilla Pedro I, el gran terremoto, que afectó a numerosas edificaciones de la ciudad, obligó a la restauración o más bien reedificación del templo, por intersección del arzobispo Don Nuño.

Además del terremoto de 1356, esta iglesia ha sufrido gravemente los avatares de la historia en forma de varios incendios, y a pesar de ello conserva su estructura original de arquitectura medieval.

Así, en el siglo XVII, presentaba peligro de derrumbe y se realizó su restauración en 1676 por el maestro mayor del arzobispado, Francisco Moreno, incluyendo la cúpula de la capilla de la Piedad.

En el siglo XVIII, sufre un nuevo incendio fortuito que arrasó la techumbre lo que obligó a su sustitución. En este siglo se rehabilitan varias capillas, que albergarían unas cuatro hermandades, La Sacramental y de Ánimas, la Mortaja, la Divina Pastora y Nuestra Señora del Destierro.

En 1755, el terremoto de Lisboa, como en otros muchos edificios de la ciudad, provocó desperfectos que obligaron a realizar diferentes reparaciones.

En 1864 se produjo un incendio que destruyó el techo del templo, que obligó a cerrarlo durante cinco años e incluso a hacer el planteamiento de su derribo. En esta ocasión perdió su condición de sede parroquial, que compartió unos años con san Marcos y también desde principios del siglo XX con san Julián.

En 1868, durante la Gloriosa, la Junta Revolucionaria lo puso en la lista de templos que iban a ser derribados, aunque finalmente y afortunadamente, dicho derribo no llegó a realizarse.

Fue restaurado en 1869, tras un nuevo incendio que destruyó sus cubiertas y durante ese periodo pasó a ser un templo de la Parroquia de san Marcos.

En 1885, José Gestoso llevó a cabo una nueva restauración y en la capilla de la Piedad se descubrieron los antiguos azulejos de la capilla, del siglo XIII, que se conservan en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, en el Instituto Valenciano de Don Juan de Madrid y en el Museo de la Sociedad Hispánica de América de Nueva York.

En 1931, fue declarado Monumento Nacional, inscrito como Bien de Interés Cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, pero ello no impidió que al igual que otros templos de la ciudad, fuera incendiado el 18 de julio de 1936, perdiéndose los retablos, las cubiertas de las naves y la tribuna, y se pudieron salvar las imágenes titulares de la hermandad de la Mortaja y la histórica talla de la Divina Pastora.

Nave del Evangelio, Nave Central y Nave de la Epístola tras el incendio de 1936

En 1942, el arquitecto Félix Hernández comenzó una restauración que quedó paralizada inicialmente y se reinició en 1964 por el arquitecto Rafael Manzano, descubriéndose los azulejos del siglo XIII que adornan el altar de la capilla del Sagrario.

En 1981, sufre un nuevo incendio que volvió a afectar a las cubiertas del templo, obligando a una nueva restauración entre 1985 y 1997.

El 15 de octubre de 1981, la iglesia es cedida de forma exclusiva, como sede canóniga, a la Hermandad de la Resurrección y cuando es bendecida en 1987, el arzobispo de Sevilla fray Carlos Amigo Vallejo, añade a la histórica advocación de santa Marina la de san Juan Bautista de la Salle, titular de la Hermandad, pasando a denominarse desde entonces “Iglesia de Santa Marina y san Juan Bautista de la Salle”.

Esta  Hermandad de la Resurrección fue fundada en 1969, como Hermandad de Gloria en el Colegio de la Purísima, de la Congregación de San Juan Bautista de la Salle, situado en la calle San Luis. Procesiona con la imagen de Jesús Resucitado desde 1973 y con la Virgen de la Aurora desde 1922. En 1981 el arzobispo le añadió el carácter de Hermandad de Penitencia y Sacramental.

Entre 1989 y 1991 los arquitectos Carmen Navarro Ordoñez, Francisco Soro Cañas, José María Cabeza y Alfonso Sedeño Masoz realizaron una nueva restauración, lo que permitió el traslado definitivo de la hermandad de la Resurrección.

En la madrugada del 5 de enero de 2014 sufrió un intento de incendio, que daño el exterior de una hoja de la puerta principal y provocó daños en las imágenes y el altar debido al humo.

Actualmente, los hermanos de la Resurrección están intentando recuperar documentos gráficos de cómo era el templo antes de los incendios. Las hermandades que residían antes de dichos incendios tampoco han conseguido muchas referencias porque existen fotos de los pasos con algunos detalles de los retablos, pero no suficientes para establecer cómo eran dichos retablos.

Entre el siglo XVI y XX tuvo su sede en esta iglesia la Hermandad de la Sagrada Mortaja. Una leyenda dice que ha comienzo del siglo XVI se encontró una imagen de la Virgen con el Niño en la torre de la Iglesia de Santa Marina, a la que se le dio la advocación de Virgen de la Piedad y entorno a ella se creó la hermandad de la Piedad, que en 1676 adquirió una capilla en la Iglesia, pero tras el incendio de 1936 se trasladó a la iglesia del antiguo convento de Santa María de la Paz.

En 1703, el fray Isidoro de Sevilla, que se encontraba en el convento capuchino de las Santas Justa y Rufina, tuvo la idea de presentar a la Virgen vestida de pastora y fundó la Hermandad de la Divina Pastora de las Almas en la iglesia de San Gil, que se trasladó a una capilla lateral de Santa Marina, cedida en uso por los Marqueses de la Motilla, en 1705,  donde permaneció hasta el incendio de 1936, conociendo luego diversas sedes hasta que en 1992 le fue cedida la capilla del antiguo Hospital de San Bernardo u Hospital de los Viejos, en la calle Amparo.

Santa Marina de Orense, en el antiguo Martirologio Romano, dice que era una mártir de Orense y su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda. 

Nació en Balcagia, la actual Bayona de Pontevedra por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia, por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal, decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreto las ahogara en el rio Miñor. 

Pero Sila, siendo cristiana no responde a dicha orden y a cambio deja a las niñas en casa de familias amigas, igualmente cristianas, y fueron bautizadas por el Obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.

Pero, con el paso del tiempo, tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, y este al saber que eran sus hijas les ofrece que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir con las prerrogativas propias de su nacimiento. Ante su negativa, son encarceladas, pero logran huir y se dispersan y acabarían siendo mártires cristianas. 

Santa Marina de Orense. Francisco de Zurbarán. 1640-1650. Óleo sobre lienzo. 111x88 cm. Museo Carmen Thyssen. Málaga

Santa Marina de Antioquia, más conocida como Santa Margarita, se trata de una doncella cristiana galaico-romana que, en época de persecución, no quiso renunciar a su fe ni someterse a los deseos lascivos del gobernador romano Olibrio, que se enamoró de ella tras verla con su rebaño de ovejas, y al ser despreciado mandó encerrarla. 

A la espera del martirio, pidió a Dios que se le apareciera el demonio que la atormentaba y este se presentó ante ella en forma de dragón, que la devoró, pero ella salió sin daños de su vientre esgrimiendo la cruz. 

Después de vencer diversos y crueles tormentos, murió decapitada y es invocada como Abogada de las Parturientas y tiene su representación en la portada principal de la iglesia.

Santa Margarita. Taller de Tiziano, Vecellio di Gregorio. 1574. Óleo sobre lienzo. 116x91 cm. Museo del Prado. No expuesto

Otra de las leyendas, es la “Leyenda Dorada” del fraile dominico Fray Jacobo de la Vorágine, en ella, Santa Marina sería la hija de un viudo que ingresa en un monasterio sin querer desprenderse de su hija, a la que disfraza de niño. 

Años más tarde Marina profesa bajo el nombre del Hermano Marín y es acusada de violación (que evidentemente no pudo cometer). 

Para no dejar a su padre en evidencia acepta ser expulsada del convento y cuidar de su supuesto hijo a la puerta de la Iglesia. 

Posteriormente, la comunidad decidió readmitirla en el convento, encargándose de los trabajos más humildes del cenobio, y su realidad femenina fue descubierta tras su muerte, comprobándose la falsedad de la acusación de paternidad, por lo que se la honra por su virtud, humildad, fidelidad y valor. 

The repainted pictur of Saint Marina in the Church of Our Lafy od Diman, Lebanon. Photo by Mari. Lebano 1999 (Tomada de G. Hourani)

La misma aventura se atribuye a Santa Eugenia, Santa Eufrósica y Santa Pelagia, pues el tema de la Virgen Monje es lo que se denomina la “Monaco Partenia”.

El culto a Santa Marina está aprobado en Grecia, donde reemplaza a Artemisa, diosa de la castidad, y entre los maronitas y los armenios que lo llevaron a Venecia.

Iconografía maronita de santa Marina del líbano y los monjes

La otra advocación de la Iglesia es la de San Juan Bautista de la Salle, que nació en Reims el 30 de abril de 1651. 

Durante sus años jóvenes cultivó sus capacidades adquiriendo una cultura profunda con estudios de teología en la Sorbona. 

Al comprobar la situación de precariedad de los niños de su ciudad, se dedica a ellos creando escuelas adaptadas a sus necesidades para sacarlos de su situación de exclusión, fundando el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que se convertiría en modelo de pedagogía por su ambiente de estudio. 

Muere el 7 de abril de 1719 y es proclamado Santo por el Papa León XIII el 24 de mayo de 1900 y Pio XII el 15 de mayo lo proclama “Celeste patrono e intercesor ante Dios de todos los maestros”.

San Juan Bautista de la Salle. Cesare Mariani. 1883. Sala Sobieski. Museos Vaticanos

Finalmente, comentar que Santa Marina históricamente ha sido un templo con muchos contrastes, pue se trataba de un barrio de muchas huertas y personas muy humildes, frente a familias muy importantes que financiaron varias capillas y enterramientos, como el del humanista Pedro Mexía, que aún se conserva, así como  otros caballeros que participaron en la reconquista, como Torres y Martínez y estuvo, durante muchos años, bajo el patronato de la familia Ribera, llegando a estar enterrado Ruy López de Ribera hasta que su hijo Per Afán traslado sus restos a la Cartuja de Santa María de las Cuevas, donde permanece actualmente. 

EDIFICIO

A pesar de sus múltiples actuaciones, en este templo se pueden contemplar los rasgos principales de su construcción original, siendo el prototipo del estilo “Gótico-Mudéjar” del primitivo templo parroquial sevillano.

Este estilo se caracteriza por representar una simbiosis del gótico que llega con la conquista cristiana y el arte hispano-musulmán con el que se construyeron los edificios de la ciudad durante los siglos de dominación árabe, de tal modo que se siguen utilizando técnicas, materiales y determinados rasgos estilísticos del arte andalusí, porque los cristianos se aprovechan de los conocimientos y de la mano de obra musulmana o de origen musulmán que había quedado en el reino de Sevilla tras su conquista, los “mudéjares”.

Todo el conjunto esta realizado en ladrillo visto, a excepción de las zonas nobles (portada y presbiterio), con un edificio principal, orientado de este a oeste y diversos espacios adosados, con la torre en el ángulo noroeste. 

Vista general de la Iglesia

EXTERIOR

Al exterior, la Iglesia presenta tres puertas, la principal se sitúa a los pies de la nave, en la calle san Luis, en el centro del muro oeste y las otras en los muros laterales, del Evangelio y de la Epístola.

La PORTADA PRINCIPAL está construida en una piedra como la que existe en las canteras de el Puerto de Santa María. 

Es una obra del mismo taller que realizó las portadas de las iglesias de santa Lucia y san Julián. 

Esta portada resalta del muro, con perfil abocinado, en un arco ojival, con ocho arquivoltas, estando decoradas las dos últimas o externas con dientes de sierra en zig-zag y puntas de diamante respectivamente, que descasan sobre baquetones con capiteles decorados con cabezas humanos, cabezas de león y formas vegetales. 

Portada principal. Detalle del arco ojival

Detalle de los baquetones a cada lado de la puerta

Detalle de los capiteles sobre los baquetones 

Detalle de cabeza humana y de león en los capiteles sobre los baquetones 

A cada lado de los capiteles de los baquetones se continua con un friso. 

El friso derecho, al sur, presenta una decoración vegetal, una hoja de higuera, una hoja de trébol, santa Margarita saliendo indemne del cuerpo del dragón con una cruz en la mano, otra hoja de trébol y decoración vegetal. 

Friso derecho con detalle de santa Margarita saliendo del dragón 

El friso izquierdo, al norte, representa un capullo de loto, una red de tres rombos con hojas de tres lóbulos y crucetas en los triángulos resultantes, dos figuras humanas y tres cuadrúpedos, tres hojas de higuera y dos viñetas que representan el encuentro de Olibrio con santa Margarita cuando guardaba el rebaño. 

Friso izquierdo con detalle de santa Margarita con el rebaño 

La portada esta coronada por un alero superior o cornisa con catorce canecillos en forma de cabeza de león, entre las que se intercalan arquillos ojivales túmidos ciegos, de clara influencia islámica, como mezcla entre las formas decorativas del gótico y la ornamentación musulmana. Tienen gran significado las cabezas de león que vigila las puertas del templo, aunque parezca dormido.

Cornisa superior con canecillos de cabezas de león 

En esta fachada principal, también se conservan tres rosetones de piedra, el central con tracería moderna de alabastro, siendo original la tracería pétrea de los dos rosetones laterales.

Rosetón central y uno de los laterales 

En la fachada principal, entorno a la portada existen cinco figuras bastantes deterioradas.

En la parte superior, en la cúspide, sobre la clave del arco, se encuentra una escultura del Padre Eterno, como juez que imparte justicia. 

Se presenta sentado, con los codos apoyados en las rodillas y ofreciendo las manos. El mostrar las rodillas es la señal directa para el iniciando, indicando que tiene acceso a alguno de los conocimientos que integran el proceso iniciático, ya que los iniciados deben tener las rodillas libres para seguir avanzando sin ataduras.

Arco ojival, cornisa superior y las cinco figuras de la fachada

Padre eterno sobre la clave del arco 

En los laterales, cuatro esculturas, sobre ménsulas y bajo doseletes de piedra.

En el lado izquierdo Santa Marina del Líbano y Santa Catalina, en el lado derecho Santa Margarita y Santa Marina, que estarían representando las “Quattuor Virgines Capitales”, o vírgenes mártires de la iglesia primitiva. 

Lateral Izquierdo.                                                  Lateral derecho

Santa Marina del Líbano, con un león a sus pies y un niño sobre la rodilla derecha. Puede confundir con la figura clásica de la Virgen y el Niño Jesús, pero el niño se sienta sobre la rodilla derecha y no en la izquierda como se acostumbra a representar al Niño Jesús con María. Hace referencia a la historia de santa Marina que toma el niño de la mujer falsamente violada por el monje Martín, como si fuera suyo y lo cuida y alimenta.  

Santa Catalina identificada por la rueda de su martirio, simbolizando la castidad.

Santa Marina del Líbano.                                          Santa Catalina

Santa Margarita, está apoyada en una ménsula con una flor de Lis, decoración que refuerza el mensaje simbólico de la castidad y la pureza.  Está coronada haciendo referencia al relato de la princesa salvada por el caballero del estómago de la bestia. También la vemos representada por una dama con cabello largo, que sujeta un libro con la mano izquierda y un dragón atado a sus pies con una cadena que parte de su mano derecha. El libro simboliza la sabiduría y el dragón el mal. Para vencer al mal es necesario conocer el contenido del libro. Es importante conocer que, en el siglo XIII, muy pocas mujeres tenían la posibilidad de adquirir conocimientos, por lo que podría interpretarse en sus orígenes de una manera herética.

De nuevo Santa Marina, se asienta en una ménsula con dos prótomos de león, coronada como todas las figuras anteriores, tiene su mano derecha posada en su pecho y con la mano izquierda sostiene un libro de grandes proporciones, simbolizando la importancia de la sabiduría para alcanzar un grado superior en el tránsito del iniciado.

Santa Margarita.                                              Santa Marina

Coronando la facha principal existe una cruz de forja.

Cruz de forja coronando la portada principal 

En el lateral derecho de la fachada principal se puede apreciar los restos de una antigua fuente.

Restos de la fuente y “guarda carro” 

Las PORTADAS LATERALES, en el centro de los muros norte (Evangelio) y sur (Epístola), son similares a la principal, abocinadas, pero con menor entidad pues se realizan en ladrillo, son más sencillas en su diseño con solo tres arcos apuntados u ojivales con tres columnas a cada lado.

Por la calle Padre Majón se accede a la portada del Evangelio que presenta una decoración limitada a un arco de puntas de diamante y labor de tracería calada de lazo. 

Por delante, un pequeño patio cerrado con una antigua reja de hierro fundido, denominado “El patio de los amigos del arte”, que debió ser añadido en una época posterior a su primitiva construcción, pero conservando el mismo estilo de la iglesia en materiales y diseño. 

En su interior presenta una gran Cruz de forja, posiblemente de un primitivo cementerio y una escalera que lleva a la bóveda de la capilla Bautismal. 

Su nombre es una muestra de agradecimiento a esta Asociación, formada por el grupo de jóvenes que ayudó a la rehabilitación de la Iglesia. 

Sobre la portada, un rosetón de piedra con tracería pétrea.

Comienzo de la calle Padre Majón 


Reja de acceso al patio anterior a la portada norte 


Arco ojival de la portada norte.                                              Rosetón sobre la portada norte


Patio Amigos del Arte y  Escalera de acceso a la bóveda de la Capilla Bautismal

Cruz de Forja  

Por la calle santa Marina, se puede llegar a la trasera del templo en una pequeña plaza, una vez superado el volumen exterior de la capilla de la Piedad, antigua de la Mortaja y actual de la Virgen de la Aurora. Se accede al exterior del presbiterio en forma de Ábside exterior ochavado, precedido de dos tramos rectangulares, con contrafuertes y tres ventanas ojivales germinadas y una cornisa con decoración de modillones de rollo. 

Calle Santa Marina  y Portada Sur  

Exterior de la Capilla de la Aurora  y Cúpula y linterna de la Capilla de la Aurora  


Exterior del presbiterio en forma de ábside ochavado

TORRE

La torre se construyó, junto con la facha principal en el reinado de Alfonso X, entre 1252 y 1284 y se sitúa adosada al templo, a los pies de la nave del Evangelio. 

Se perfila como una torre mudéjar de planta cuadrada y construida con ladrillos, con dos cuerpos, más campanario con tres campanas y terraza. 

Presenta característicos arcos polilobulados sobre los huecos y arquillos ciegos poli lobulados, con alfices que lo enmarcan y doble encinado superior, propios de la decoración almohade, y un remate de almenas escalonadas realizado tras la restauración llevada a cabo por José Gestoso en 1885.

Fachada anterior de la torre y Fachada norte de la torre

Arcos polilobulados con alfiz

No fue construida sobre un alminar previo sino directamente como torre cristiana por los descendientes o aprendices de aquellos maestros alarifes que construyeron en su época las mezquitas andalusíes. 

Aunque apenas se percibe desde la calle, por falta de perspectiva, coronando la torre hay una cruz de hierro desde 1840, la famosa “Cruz Verde” así denominada porque era totalmente verde y se situaba en el cruce de caminos de la calle que lleva su nombre con Palacios Malaver, marcando el límite entre las parroquias de Ómnium Sanctorum y San Juan de la Palma. 

Fue testigo de las revueltas de la calle Feria de los años en 1521 (“Pendón Verde”) y 1625 por la falta de alimentos de esos momentos históricos.

Cruz Verde y almenas escalonadas.                                    Cuerpo de campanas

Según la leyenda o tradición antigua, a comienzos del siglo XVI, un sujeto que era perseguido por la autoridad judicial se escondió en la iglesia de santa Marina, concretamente en la base de la torre. 

En un hueco encontró un grupo escultórico de una imagen de la Virgen con el hijo muerto en sus brazos, el delincuente le pidió que lo librase de la justicia y consiguiendo su propósito, se le dio la advocación de la “Virgen de la Piedad”.

Con el paso de los años, en torno a esta imagen se creó una Hermandad de Penitencia, la de la Mortaja. 

A comienzos del siglo XVI, se elaboraron los primeros estatutos, que serían posteriormente aprobados por la autoridad eclesiástica en 1592. El grupo escultórico salió en el cortejo procesional hasta 1670, año en el que el taller de Pedro Roldan talló el misterio actual. 

En 1676 adquirió una capilla en la Iglesia y la antigua imagen de la Virgen fue colocada en la sacristía, con el compromiso de la hermandad de no sacarla, pero ante los constantes actos sacrílegos durante la II República y tras el incendio de 1936, la Hermandad se trasladó a la iglesia del antiguo convento de Santa María de la Paz, en la calle Bustos Tavera, donde existe un azulejo que recuerda esta leyenda.

Azulejo en el compás del convento de la Paz

INTERIOR

En su interior destaca su amplitud y verticalidad junto a su aspecto sencillo, austero, desnudo y diáfano con decoración limitada, que hace resaltar la limpieza de su estructura y las características arquitectónicas originales, a pesar de los avatares históricos del templo.

Es de planta rectangular y se divide en tres naves separadas por dos filas de ocho pilares cruciformes que sostienen arcos apuntados u ojivales de ladrillo, conformando cinco tramos. La nave central es la más amplia tanto en altura como en anchura y termina en un ábside poligonal, con tres ventanales que dan luz al presbiterio.

Vista de las tres naves del templo desde los pies con el ábside al fondo de la nave central

Las cubiertas del templo presentan tres partes diferenciadas. La nave central se cubre con alfarge de madera de par y nudillo, del siglo XX, reproduciendo las formas del artesonado mudéjar, las naves laterales con cubiertas de colgadizo.

Cubierta de nave central.                                                 Cubierta de nave de la epístola

En la cabecera, al final de la nave central, sobresale el profundo ábside poligonal, realizado con piedra, que alberga el presbiterio y que respeta más las formas del arte gótico aportado por Castilla.  

Al ser alzado en piedra, necesita ocho contrafuertes en el exterior para poder soportar el peso. 

Se divide en tres tramos y se encuentra cubierto por una bóveda ojival de nervaduras, que apoya sobre delgadas columnas adosadas, entre las que se encuentran vanos, también apuntados y germinados, que iluminan el espacio y acentúan la sensación de ligereza y esbeltez propias del gótico. 

Cubierta con bóveda ojival de nervaduras del ábside poligonal

Detalle de las columnas del arco toral que da acceso al presbiterio

A lo largo del siglo XIV se fueron añadiendo espacios a las naves, se trata de capillas funerarias, donde fueron enterrados gente de la nobleza o personajes adinerados. 

Algunas de estas personas eran conversos, de aquí que estas capillas fueran construidas a modo de “qubbas” almohades. Las “qubbas” eran espacios de planta cuadrada cubiertos por cúpulas, generalmente semiesféricas o de media naranja sobre trompas, para albergar enterramientos. 

Tras la conquista castellana, los cristianos adoptaron este modelo, construyendo   sus capillas funerarias con esta tipología, dándose la paradoja de que el arte de los vencidos se imponía al de los vencedores, en el arte “mudéjar”.

En la nave central se conserva la lápida sepulcral de Don Pedro de Mexia, que fue cronista de Carlos V y cuyo texto fue redactado por el gran erudito Benito Arias Montano.

En una de las bóvedas del templo también está enterrado el gran escultor barroco Felipe de Rivas.

Lápidas en la nave central

PRESBITERIO. CAPILLA MAYOR

Se comunica con la nave central a través de un potente arco toral apuntado u ojival que se apoya sobre dos grandes columnas.

Presenta una planta poligonal con su eje en pequeña desviación hacia el sur respecto al eje de la nave central.

Se cubre con bóveda de nervadura o crucería pétrea sexpartita de tres tramos con nervio espinazo central de tipo burgalés y se ilumina por tres vanos ojivales germinados.

Se abren cuatro puertas, que dan acceso a la Capilla Sacramental, la escalera de la bóveda, la antigua vivienda del párroco y la sacristía.

Bóveda de nervadura o crucería pétrea sexpartita.       Tres vanos ojivales germinados.

Está presidido por la imagen del Señor Resucitado, talla de Francisco Buiza de 1973, sobre altar, con una peana de cinco niveles, diseñado por Ricardo Llamas León y tallado por Antonio Urbano Albalá. 

Altar con imagen del Resucitado.                                                 Imagen del Resucitado

La imagen representa el momento en que Jesús resucita y abandona el sepulcro, teniendo a un ángel como testigo, con la simbólica elevación desde el sepulcro. 

El autor que se inspira en Murillo, Mesa, Montañez y Giscardi, consigue dotar a la talla, suspendida treinta centímetros sobre su peana, de gran vigor, con un impresionante efecto de movimiento ascendente e ingravidez, y una intensa expresión de vida y poder, en aptitud de elevarse a los Cielos. 

Detalles de la imagen del Resucitado

Como hemos comentado, la Hermandad de la Resurrección fue creada en 1969 por antiguos alumnos del Colegio de la Purísima, de la Congregación de san Juan Bautista de la Salle.

NAVE DE LA EPISTOLA

Desde los pies a la cabecera del templo, el muro de la Epístola presenta primero una serie de arcos, como arcosolios y el interior de la portada correspondiente. 

Nave de la epístola

Seguidamente, la capilla de Nuestra Señora de la Aurora, antigua de la Piedad, que fue la sede de la Hermandad de la Sagrada Mortaja desde finales del siglo XVI hasta 1936. 

Es cuadrada, se cubre con bóveda semiesférica, sobre un doble sistema de trompas, decorada con fragmentos de azulejos y un friso de lacería mudéjar de ladrillo y yesería con mocárabes, atauriques y caligrafía musulmana, de estilo almohade y de inspiración nazarí, la linterna se añadió a finales del siglo XVII, por lo que se perdió su polígono central estrellado. 

Capilla de la Aurora

Cúpula de la Capilla de la Aurora.              Detalle de las trompas y el friso de lacería

Parece que fue edificada entre 1249 y 1258, por orden del entonces arzobispo de Sevilla, hijo de Fernando III, siguiendo el modelo de “qubba” islámica como capilla funeraria, aunque él no fue enterrado en ella sino Juan Martínez y su esposa, armador de la Flota Real, Caballero Veinticuatro de Sevilla, que sufragó su construcción entre 1411 y 1415, según los Anales de Diego Ortíz de Zúñiga.  

En su mayor parte responde a la reconstrucción de finales del siglo XIX, realizada a partir de los restos originales encontrados. También quedan restos de un zócalo de azulejería con las armas del infante don Felipe. 

Alberga la imagen de la Virgen de la Aurora, realizada por Antonio Joaquín Dubé en 1978, en madera de cedro con candelero de pino y la del Santo Ángel Anunciador, realizado por Francisco Buiza Fernández en 1975.

Nuestra Señora de la Aurora, representa a María que espera, tras el dolor por la muerte de su hijo, el cumplimiento de la Promesa de Resurrección, destacando su expresión concentrada y meditativa y su dulce belleza. 

Virgen de la Aurora

El Ángel Anunciador complementa la imagen del Resucitado del mismo autor, Francisco Buiza Fernández. 

La imagen es de estilo neobarroco y ejecución idéntica a la del Resucitado, presenta una escasa indumentaria con telas entonadas a base de tintes marfileños, áureos verdes y rosas, que juegan con las alas enhiestas y abiertas.

Ángel Anunciador

Seguidamente, un cuadro de la “Virgen del Valle”, de Isla Margarita de Venezuela y unos pequeños arcos incrustados. Este lienzo fue encargado por el Hermano de la Salle Nectario María al pintor Juan Antonio Rodríguez Hernández en 1958. Durante años estuvo colgado en su despacho del colegio La Salle-La Purísima y posteriormente lo donó a la Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección en la persona de su Hermano Mayor, don José Luis Núñez González

El pintor utilizó un fotograbado en blanco y negro de la Virgen, en su advocación de Inmaculada, en el cielo venezolano sobre las islas Margarita y Cuba que conforman el estado de Nueva Esparta.  

Se presenta con las manos orantes, de las que pende un rosario, con corona de oro y piedras preciosas de reina, revestida con manto azul y túnica blanca con bordados que simbolizan distintos atributos marianos como la estrella, la torre, el arca y el vaso contenidos en la letanía lauretana. 

Rodean la imagen dos grupos de siete ángeles en distinta actitud y relacionados de distinta forma.

La cornucopia dorada y estofada que enmarca el lienzo, formado por rocalla en tono caoba, frutos y flores, muy del gusto del arte hispano-americano del siglo XVIII, es de autor desconocido y restaurado por Francisco Buiza.  

Cuadro de la Virgen del Valle

A la derecha, en la cabecera de la nave de la Epístola, se encuentra la imagen de san Juan Bautista de la Salle, realizada por Miguel Ángel Pérez Fernández y Ricardo Llamas de León en 2008. 

Se representa con una edad mediana, con su hábito, con su mano izquierda realiza el gesto de señalar la estrella del “Signum Fidei”, emblema del Instituto de La Salle. 

Delante aparece un niño con un libro abierto, simbolizando a la juventud necesitada de enseñanza y de la metodología apostólica de su misión, que no es otra que la enseñanza.

A los pies de la imagen se expone una reliquia del santo, en un relicario labrado en plata de ley de los orfebres hermanos Delgado (2008) autores también del limbo, inspirado en el escudo del Instituto de las Escuelas Cristianas. 

San Juan Bautista de la Salle

NAVE DEL EVANGELIO

Desde la cabecera a los pies del templo.

Justo a la izquierda del presbiterio, la figura de Santa Marina tallada por Miguel Ángel Pérez Fernández y con la policromía de Ricardo Llamas León en 2007, sustituye a la que se perdió en el incendio de 1936 de Adolfo López. 

De talla completa y estilo plenamente barroco, la talla nos muestra una santa Marina muy joven que sostiene sus atributos iconográficos, la palma del martirio y la cruz con la que vence al dragón y pisa con fuerza el cuerpo de la Bestia. Destaca por el cuidado trabajo de los ropajes, tanto en su movido diseño y ejecución como en su rica policromía.

Santa Marina

El dragón a los pies de Santa Marina

En la cabecera de la nave del Evangelio, se localiza la Capilla Sacramental, que linda lateralmente con el presbiterio y se proyecta al exterior en la fachada lateral de la iglesia. Consta de un recinto principal de planta cuadrada, completado con un presbiterio rectangular. Se cubre con bóveda gallonada, sobre semibóvedas de arista que hacen la función de trompas, pechinas de bovedilla, y dos de sus arcos se apoyan en cuatro columnas de acarreo con capiteles tardoromanos y dos fustes de piedra caliza y dos de granito. Un corredor de planta rectangular cubierto con bóveda de espejo, de tradición almohade, la conecta con la Capilla Mayor. Su diseño y espacio se inspira en la “qubba” islámica, de naturaleza funeraria. 

Capilla Sacramental

Bóveda gallonada.                                Detalle de los arcos, las pechinas y las columnas

Detalle de los capiteles de las columnas

En 1964, en una restauración realizada por el arquitecto Rafael Manzano, se descubrió una tumba con azulejos del siglo XIII y el escudo heráldico (un lobo sobre fondo blanco y ocho estrellas de oro), tasada sobre 1350, del caballero Pedro Ruiz de Hinestrosa, vecino del barrio y se supone que sería primitivamente la capilla funeraria familiar, posteriormente pertenecería a Ruy Martínez de la Cámara (1611) y fue la capilla de san Hipólito (1700 a 1767), y de la Divina Pastora de 1767 a 1936.

Aloja una lauda sepulcral del siglo XII, cubierta con los azulejos cristianos, del siglo XIII, más antiguos de la ciudad, sobre ella se sitúa sagrario neobarroco tallado por los hermanos Caballero en 1999 y dorado por Emilio López Olmedo en 2003.

Lauda sepulcral del siglo XII y azulejos cristianos del siglo XIII.  Sagrario

A la izquierda de la entrada de la capilla observamos una cruz de madera.

Cruz de madera en un arcosolio

Seguidamente, junto a la entrada de su antigua capilla, hay un lienzo que representa a María Santísima en su advocación de la Divina Pastora. Se trata de una donación realizada a la Hermandad en torno a 1990, en muy mal estado, por lo que hubo que proceder a su restauración. Es de autor y fecha de ejecución desconocidos, sobre 1800.

La iconografía de este lienzo, se aparta ligeramente de la que Fray Isidoro dictó al pintor Alonso Miguel de Tovar, pues aparece la Señora sedente y con las vestiduras de pastora, pero con el cayado en la mano izquierda y rodeada solo de tres ovejas, aunque mantiene el gesto de acariciar el cordero que se acerca a su regazo. 

Divina Pastora

La siguiente capilla de la nave del Evangelio, es en la actualidad la capilla de María Santísima del Amor, pero en 1431 fue la capilla de Gonzalo de Quadros, en 1501 la Capilla de Nuestra señora de los Ángeles, en 1603 la Capilla del nacimiento o de los Quadros, en 1700 la Capilla de los Cárdenas y desde 1702 a 1936 la Capilla de la Hermandad de la Divina Pastora, por cesión del Conde de la Motilla. 

Se cubre con bóveda de media naranja de seis paños sobre trompas, presenta restos muy deteriorados de pinturas dieciochescas en su casquete.

Entrada a la Capilla de María Santísima del Amor. Bóveda de media naranja


En ella se encuentra la Virgen del Amor, imagen de candelero para vestir, de estilo neoclásico más que barroco, tallada en madera por el escultor sevillano Jesús Santos Calero en 1699, con expresión doliente pero sosegada y resignada. 


María Santísima del Amor


En el lateral de la capilla se ubica una imagen de San Juan Evangelista, de Antonio Dubé de Luque de 2004, que fue donado a la hermandad por Agustín Rico Delgado, siendo Hermano Mayor.  Es una imagen de vestir, de tamaño natural, con la iconografía de San Juan en la calle de la Amargura, indicando a la Virgen María, con la mano izquierda, el camino de Jesús hacia el Calvario. 

Presenta un rostro de suave modelado, con ceño fruncido y expresión de contenido dramatismo. Con barba completa pero corta y abundante y expresiva cabellera, viste túnica verde y manto rojo, de acuerdo con la tradición iconográfica.

San Juan Evangelista

Al fondo de la nave, se sitúa la Capilla Bautismal. Es de planta cuadrada, sin espacio presbiteral, de bóveda gallonada, fue completamente rehecha a comienzos del siglo XX. En ella se ubica la antigua pila bautismal, de mármol blanco y la imagen moderna de Jesús Cautivo, realizada en 1998 por Antonio Joaquín Dubé de Luque.

Pila Bautismal

Entrada a la capilla Bautismal. Bóveda gallonada de la  capilla Bautismal


La imagen se bendijo bajo la advocación de “Cristo Rey, Señor del Perdón” para una desaparecida agrupación de fieles y tras diversos avatares, el imaginero lo donó a la Hermandad bajo la advocación de “Padre Jesús Cautivo”. 

Es una imagen de vestir, que porta túnica lisa de terciopelo morado, realizado por hermanas costureras, y un cordón de oro que prende el cuello y las manos.  

Representa a Jesucristo tras su prendimiento en el Huerto de los Olivos y camino de su juicio, con expresión de docilidad, entrega y serenidad, con el entrecejo y la frente fruncidos, la boca entreabierta y señales de hematohidrosis, transmitiendo dramatismo y sentimientos de compasión. 

De gran perfección la talla de las manos y los pies desnudos. 

Frontal de la capilla Bautismal

Jesús Cautivo

Detalle de los pies de Jesús Cautivo

A los pies de la nave se encuentra la puerta de entrada a la Torre-Campanario-Azotea, desde la que se puede contemplar las bóvedas y espadañas de las Iglesias de San Luis, san Marcos y el Convento de Santa Isabel.

Puerta de entrada a la Torre-Campanario-Azotea

VIA CRUCIS

Está compuesto de quince piezas de cerámica, donadas por hermanos. 

Cada escena está pintada a mano representando las estaciones del vía crucis creado por Juan Pablo II para el ejercicio del Coliseo del año 1991, más una decimoquinta estación, la de la Resurrección de Jesús. 

Se inscriben en un marco en forma de arco ojival, de color añil y se representan las estaciones sobre un austero paisaje o arquitectura.