ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Hernando Colón.
Nació en Córdoba el 15 de agosto de 1488, como hijo natural de Cristóbal
Colon con su amante Beatriz Enríquez de Arana. Su madre, de posición humilde,
era hija de Pedro de Torquemada y Ana de Arana, unos pequeños agricultores de
las cercanías de Córdoba.
Fue legitimado jurídicamente por su padre mediante la ley 5ª del título
XV de la IV Partida de Alfonso X, donde se expresa que un hijo nacido fuera de
matrimonio sería reconocido como legítimo si el padre lo ofrecía al servicio de
la Corte Real o al Consejo de la Ciudad.
En 1494, tras la segunda marcha de su padre a las Indias, ingresó en la
Corte, que estaba en Valladolid, junto con su hermanastro Diego, para servir como
paje del príncipe Juan. Al morir el príncipe en 1497, fue nombrado paje de la
reina en Alcalá de Henares.
En la corte Hernando recibió una buena educación y una influencia
humanística por parte de Pedro Mártir de Anglería, gran devoto del saber y de
los libros. Además, los príncipes y los pajes compartían un “ayo” que
completaba su educación, que en este caso fue Jerónimo de Agüero.
Pedro Mártir de Anglería (Ver créditos)
En 1502, cuando tenía catorce años, viajó a las Indias con su padre y su
tío Bartolomé, en la cuarta expedición, el llamado Alto Viaje, en busca de un
Estrecho que facilitase el camino hacia la Especiería, y padeció los avatares
del viaje.
En 1509 viajó por segunda vez a las Indias con motivo de la toma de
posesión de su hermanastro Diego como gobernador de la Española. Volvió en 1510
al mando de la nave que transportaba al gobernador Nicolás de Ovando.
En 1512, se trasladó a Italia como embajador diplomático del rey Fernando
ante la Santa Sede y para gestionar el desarrollo de los pleitos de su hermano.
Durante esta estancia en Roma se dedicó al estudio de los autores clásicos y a
la recopilación de libros.
Como finalización de los sucesivos pleitos, junto a su hermano, que
planteó contra la Corona, en demanda del reconocimiento de los derechos,
títulos y honres de su padre, en 1520 firmaron una capitulación por la que
Hernando renunciaba a la herencia, pero beneficiándose de las encomiendas de
indios (ver) en los distintos departamentos de la isla Española, que les
proporcionaría importantes ingresos.
Entre 1509 y 1539 desarrolló una gran actividad. Recorrió gran parte de
Europa buscando obras impresas y manuscritos con la intención de desarrollar
una gran biblioteca universal para el trabajo de estudiosos e investigadores.
Desarrolló un catálogo conocido como el “Libro de los Epítomes” que se encontró
en Copenhague en 2019, pues los libros los compraba, los leía, los catalogabas,
los resumía y anotaba donde los compró o quien se lo regaló.
Libro
de los Epítomes (ver créditos)
Su influencia se dejó notar en el “Memorial por el Almirante” o en el
“Tratado sobre la forma de descubrir y poblar en la parte de las Indias”.
Realizó un “Proyecto de Hernando Colón en nombre y representación del
Almirante, su hermano, para dar la vuelta al mundo”, fechado en Sevilla, el 19
de julio de 1511.
En 1517 inició, con financiación real, la elaboración de un estudio sobre
la geografía de la Península Ibérica, “Descripción y Cosmografía de España” y
“Vocabulario topográfico”, que fue suspendido en 1523, por lo que ambas obras
quedaron inéditas y manuscritas en su biblioteca.
En 1524, por su prestigio como cosmógrafo, fue comisionado por Carlos V
para formar parte de la Junta Badajoz- Elvas, integrada por expertos
castellanos y portugueses (tres astrónomos, tres marinos y tres letrados de
cada reino) para el establecimiento del meridiano, acordado en el tratado de Tordesillas
de 1494, como línea divisoria del ámbito de expansión que correspondía a cada
una de las potencias y adjudicar el dominio sobre las islas Molucas.
Entre 1536 y 1539, existiendo un ambiente desfavorable respecto a la
actividad de su padre, decidió escribir la “Historia del Almirante”, para
exaltar la persona y los hechos realizados por su padre, el “varón digno de
eterna memoria”. La obra se publicó en Venecia, en versión italiana, el 25 de
abril de 1571 y la primera edición española esperó a 1749.
Historia
del Almirante (Ver créditos)
En Sevilla empezó a vivir desde 1510 pero en distintas residencias de
cuatro collaciones distintas. Tras
fracasar en la intención de comprar al conde Orgaz una casa con su caballeriza
en la collación de san Nicolás, vivió en la calle de las Armas (actual Alfonso
XII) en la collación de san Miguel y decidió construir una casa nueva.
Solicitó al concejo de la ciudad un mular a extramuros, situado en el
arrabal de los Humeros (ver), junto a la Puerta de Goles, con las huertas que
permanecían a la iglesia durante más de dos siglos y medio. El concejo le
concedió el permiso, que fue ratificado por Carlos I en 1526.
En
febrero compró la huerta a la iglesia de San Miguel, a cambio
de una casa en San Blas (en la collación de Omnium Sanctorum), y obtenía
el muladar por parte del Consejo, con la condición de construir allí una casa.
El paisaje era genial, de un lado el rio con la
Cartuja de las Cuevas y de otro y casi a espaldas de la hacienda, la Puerta de
Goles. Estas ventajas, se acrecentaban por la transformación del muladar
en otero, conforme fue ganando altura, sirviendo de defensa a las crecidas del río, que solían anegar la zona, y al mismo
tiempo, permitía que Don Hernando, desde sus ventanas “podía deleitarse con el idílico paisaje
ribereño, pero también ver la llegada de los galeones por el rio y el oro de
sus rentas americanas”.
Estas ventajas contrastaban con la astrosa pinta del paraje, un
estercolero de consistencia blanda y perfil irregular, cuya nivelación fue
costosa y larga, como él mismo relata en su testamento.
Para edificar
su Casa-Palacio siguió los modelos renacentistas italianos, contratando a los
mejores escultores genoveses de la época para construir un bello y monumental
edificio de dos plantas, con columnas, portada en arco triunfal y mármoles de
Carrara. Las obras de construcción comenzaron hacia mayo de 1526 y seguían en
1529.
De diversos textos se deduce una especialización funcional de la casa en
sus dos pisos: El inferior dedicado a los servicios y el superior como pieza
noble, disposición decididamente italianizante y desusada en la Sevilla de
aquella época. La casa debió ser un bloque compacto sin patio central.
Anexo al
edificio levantó huertos y jardines, en los que cultivó más de 5.000 árboles y
plantas exóticas, en su mayoría traídas del Nuevo Mundo, entre ellos el zapote
u ombú, consiguiendo con tantas especies botánicas, convertir lo que era un
basurero en un hermoso vergel.
La huerta estaba dividida en dos partes, sin duda delimitadas por la
misma linde que tres siglos atrás, separó los lotes de D. Zulema y Alfonso
García (ver).
La huerta alta debió ser la más cercana a la casa y al antiguo muladar y
se denominó como alta porque los residuos de la explanación del estercolero se
vertieron sobre ella y le dieron más altura. La huerta baja conservó, en
cambio, la cota de la ribera. En la huerta alta en 1526 había una noria que don
Hernando se propuso mejorar y luego se construyeron dos norias más.
La biblioteca
ocupaba la mayor parte de la casa y se convirtió en lugar de estudios y
actividades científicas, instalándose en ella una Academia de Matemáticas,
asignatura básica para la Navegación. Hay constancia de que en 1528 Don Alonso
de Chaves daba clases de navegación.
Esta
biblioteca llegó a tener 15.381 libros encuadernados en 12.119 volúmenes. Desgraciadamente
tan solo ha llegado nosotros una reducida pero importante parte, entre ellos
1.250 incunables y 636 manuscritos, que se conserva en la Biblioteca Colombina
de la Catedral de Sevilla.
Su objetivo
era la recopilación de todo el material científico posible para facilitar su
acceso a los investigadores y estudiosos, inaugurando el concepto moderno de
bibliografía.
Todos sus
libros llevaban una nota a modo de exlibris: “Don Fernando Colón, hijo de Don
Cristóbal Colón, primer Almirante que descubrió la India, dejó este libro para
uso e provecho de todo su prójimo, rogad a Dios por él”.
Murió en Sevilla el 12 de julio de 1539, posiblemente de una enfermedad
que padecía desde hacía un año. Está enterrado en el trascoro de la Catedral de
Sevilla, donde hay una losa con sus cuatro libros y la insignia de sus armas,
que son un castillo y un león, y una leyenda que dice: “A Castilla y a León
Mundo Nuevo dio Colón”.
A la muerte de Don Hernando casa y huerta fueron heredados por su sobrino
Don Luis en un lote que comprendía la biblioteca.
Don Luis era hijo de su hermano Diego Colón, Almirante de Indias, y la
herencia tenía como condición que mantuviese la casa y la biblioteca e
invirtiese en esta última 100.000 maravedíes anuales. En el caso de que no se
cumpliese con esta condición, su legado pasaría a la Catedral de Sevilla y a su
cabildo catedralicio. En el caso de que la catedral tampoco aceptase la
condición, se transferiría todo al Convento dominico de san Pablo el Real. Si
fallaban estas instituciones, sería entregado en depósito al monasterio cartujo
de las Cuevas.
La herencia fue administrada, por la madre y tutora de don Luis, Dña.
María de Toledo, que, en contra de los deseos de D. Hernando, cedió la
biblioteca al Monasterio de San Pablo en 1544, posiblemente influenciada por su
hermano, el fraile dominico Antonio de Toledo.
El Cabildo catedralicio, beneficiario en el testamento, en caso de renuncia
de D. Luis, comenzó un largo litigio que finalizó en 1552, cuando los libros y
papeles colombinos pasaron a formar parte del Archivo de la Catedral.
Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla
La casa y huerta fueron
embargadas y vendidas en pública subasta, para hacer frente a una deuda que el
finado había contraído con el banquero Pedro Juan Leadro, siendo
adquiridas por Antonio
Farfán de los Godos y Pedro Juan Leadro en 1549.
Posteriormente, pasó a
manos exclusivas de Antonio Farfán de los Godos (yerno y socio de Leadro), con
la oposición de Don Luis que pleiteó, durante años, con el nuevo propietario.
En 1563 terminó el
litigio, renunciando Don Luis a los derechos que pudieran pertenecerle, a
cambio de una compensación económica de 600 ducados, finalizando con ello la
vinculación de los Colon con el lugar. Finalmente, Don Luis murió en Orán
condenado al exilio por bígamo.
Mientras tanto, la casa
de Colon desapareció, por los estragos del tiempo, pues es difícil de explicar que una casa con muros de más de un metro de espesor y cimientos que
superaban los dos metros de profundidad fuese destruida casi en su totalidad.
Pero, los datos recabados por los arqueólogos, apuntan
a un corrimiento de tierras, ya que sólo un desmoronamiento masivo de las
basuras poco compactadas del muladar, puede hacer desaparecer, hasta los
cimientos, una edificación de esta envergadura.
Como hemos comentado, la casa estaba situada en la
cima del estercolero, los inestables cimientos y las inundaciones del cercano
río, sobre todo la desastrosa riada de 1603, que derribó el muro de contención
que rodeaba la casa, pudieron provocar un corrimiento de tierras causante de su
hundimiento y desaparición.
La riada que asoló la ciudad en 1649 provocó el estancamiento de las aguas propiciando el contagio de la Peste. En parte de la huerta baja de Colon se establecieron fosas de enterramiento donde fueron enterrados unos 2.600 cadáveres de apestados.