La calle central, está más adelantada que las laterales y está
presidida por un camarín en el que se veneró hasta el cierre de la parroquia en
1.994, la imagen de María Santísima de los Dolores, pues la de Nuestro Padre
Jesús de la Penas no cabía en el mismo.
Encima, a considerable altura, pues el
segundo cuerpo de la calle es superior al de las laterales, se enmarca un
lienzo pictórico representando a Cristo Crucificado.
Lienzo
pictórico de Cristo Crucificado
Remata el cuerpo, encima
de la cornisa, el anagrama de María y dos grandes jarras de flores sobre
molduras que arrancan del segundo cuerpo.
Anagrama
de María
En el lateral derecho del retablo hay un cuadro de filiación desconocida.
Cuadro en lateral derecho del retablo
En los laterales destacan las imágenes de los ángeles lampararios.
Ángel lamparario
Tras la restauración de 2.001, se ha cerrado el camarín y se ha
situado delante del retablo, en un pedestal de mármol, la imagen de Nuestro
Padre Jesús de las Penas, pasando la Virgen de los Dolores al muro de la
Epístola de la capilla, y frente a Ella se coloca la nueva talla de san Juan
Evangelista, en similar disposición, ambos enmarcados por unos arcos dorados y
forrados de terciopelo granate. Son difíciles de fotografiar dada su situación
lateral y la disposición de la verja.
La imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas (ver) está
tallada en madera policromada. Se trata de una obra anónima, del círculo de
Pedro Roldán (hacia 1.700). Se concibió para ocupar una hornacina en el
claustro principal de lo que fue convento carmelita Casa Grande del Carmen, de
la calle Baños, lo que explica su marcada composición lateral.
La mano izquierda soporta el madero de la Cruz y la derecha, en la roca, se encuentra apoyada en el suelo.
Imagen de
Nuestro Padre Jesús de las Penas
Originalmente era una talla completa que fue adoptada para ser
vestida con telas naturales, al ser readaptada como imagen titular de la
hermandad penitencial. Para ello, en el siglo XVIII fue mutilada para poderla
vestir, haciendo desaparecer los pliegues tallados del cuello, tórax y mangas
de la vestidura y seccionándole el brazo derecho.
Detalle de
la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas
Representa la caída de Cristo en tierra y según los estudiosos se
trataría de la Primera Caída, ya que su rostro, aunque doliente, aún expresa la
fortaleza para continuar el Calvario. El rostro con barba bífida y corona de espinas, tallada en el mismo bloque.
Detalle del rostro de la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas
Solamente se le ve el pie derecho, ya que el otro cae en el interior de la túnica.
Detalle del pie de la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas
La imagen de la María Santísima de los Dolores (ver), de finales del siglo XVIII, que se suele
atribuir al escultor académico de origen valenciano Blas Molder.
Se
trata una imagen de candelero, para vestir, tallada únicamente de rostro y
manos. Fue concebida ateniéndose al ideal de belleza femenina del momento.
Tiene el rostro frontal y ligeramente inclinado a la derecha. Tiene ojo y lagrimas de cristal y dientes de marfil y la boca ligeramente abierta.
Imagen de
la María Santísima de los Dolores
Imagen de la María Santísima de los Dolores
La efigie de san Juan Evangelista, situada frente a la
Virgen en la capilla y a la derecha del Señor, es obra reciente de José Antonio
Navarro Arteaga, realizada en 1.992.
Imagen de san Juan Evangelista
Imagen de san Juan Evangelista
Detalle de san Juan Evangelista
La
hermandad penitencial, conocida como las Penas de San Vicente fue fundada en
1875 para dar culto a la imagen del Señor que provenía de San Vicente. Se
revitalizó en 1923, incorporándose al lunes Santo.
Ha logrado atesorar un
importante patrimonio artístico, como la cruz de carey y plata del Señor
procedente de Écija, el suntuoso paso de palio de la virgen de los Dolores o
composiciones musicales como Jesús de las Penas o Tus Dolores son mis penas.
Sólo hay tres cruces de
carey en la semana santa sevillana: la del silencio, la de la O y la de las Penas
de San Vicente.
La de san Vicente se
diferencia de las demás porque se desconoce cómo se hizo. En esta Cruz los
apliques de plata no están superpuestos sobre el carey, sino imbuidos,
encastrados en él con una técnica empleada que a día de hoy se desconoce y que
resulta magistral, casi mágica.
La cruz fue creada para
la hermandad de Jesús Nazareno de Écija, encargada por su hermano mayor Manuel
de Villavicencio Castrillo. Se encomienda en 1734 a Juan Francisco de Pareja,
maestro ebanista de Andújar, al que se le paga una suma exorbitante por su
labor y que se traslada a vivir a Écija a cumplir su contrato. Un poco más de
230 años después, en 1967, la hermandad astigitana les vende la cruz a las
penas de san Vicente, con lo que enriquece y embellece nuestra propia Semana
Santa con una obra de arte sin igual, única.
A la izquierda de la portada de la capilla de la Hermandad de las Penas, sobre el muro, un relieve que representa "La
Adoración de la Serpiente de bronce en el desierto", de Andrés de Ocampo (1603-1605) escena relatada
en el Libro de Números 21.4-9.
Adoración de la serpiente de bronce
en el desierto
Dos pinturas no filiadas, una encima y otra al lado de la reja de la capilla de la Hermandad de las Penas.
Retablo Mayor
Es
obra de Cristóbal de Guadix (1.690-1.706), contando con banco, un gran cuerpo
central dividido en tres calles separadas por dos grandes columnas salomónicas
y ático.
En la época de Semana Santa se coloca la imagen de la Virgen.
Retablo Mayor antes y en Semana Santa
En la calle central se sitúa, como es costumbre, el
Sagrario, sobre el que se dispone la escultura de san Vicente (ver), obra del taller
de Roldán, en el interior de un templete y, sobre éste, otro más pequeño, con
una Inmaculada, de finales del XVII.
Escultura de san Vicente
Escultura de la Inmaculada
En las calles laterales se disponen relieves con escenas de la vida
del titular de la parroquia: La
Muerte de san Vicente en la cama y El Martirio en la parrilla en el lado de la Epístola
y El martirio en la cruz de san
Andrés y San Vicente
ante Daciano en el del Evangelio.
La Muerte de san
Vicente en la cama y El
Martirio en la parrilla
El martirio en la
cruz de san Andrés y San Vicente ante
Daciano
Rematan ambas calles esculturas de san Isidoro y san Leandro.
San Isidoro y san Leandro
En el ático se sitúa un Calvario formado por un crucificado del siglo XVI (ver) del estilo de obra de Roque Balduque, flanqueado por tallas de san
Juan y La Virgen del taller de Roldan del 1704. En los laterales aparecen
esculturas y bustos de Santos y Santas de Joaquín
y José Cano (1753).
Calvario en el ático
Detalle del Cristo del Calvario
Destaca
en los muros laterales del presbiterio la presencia de la sillería del coro.
Inicialmente, el coro estaba colocado en el penúltimo tramo,
dejando tras de sí un espacio de comunicación entre las dos naves laterales. Esta
disposición se respetó hasta 1.566, en que se realiza una tribuna colocada
sobre la puerta principal, quedando así totalmente despejada la nave central.
En el año 1.650 ya hay constancia escrita de que existen en el coro escaños de
madera con respaldos y cajones bajo el asiento para guardar los libros de
canto.
Los progresivos deterioros con el paso de los años obligan a la
parroquia a encargar una nueva sillería en 1.736 a Luis de Vilches,
maestro de obras de arquitectura y de talla. Para el adorno de la sillería fue
elegido Marcelino Roldán Serrallonga, que debía tallar 24 medallones de ciprés
en altorrelieve, cada uno de ellos representando a un santo, y tres escenas de
la vida de san Vicente. Pero el nuevo coro cambió de lugar, ya que la antigua
tribuna donde se encontraba fue utilizada para colocar el órgano encargado al
Maestro organero Manuel de Puertas y Villegas, quizás fuera al emplazamiento
primitivo, penúltimo tramo de la nave central, ya que en las obras de
1.884-1.855 se cegó la portada principal.
Finalmente, en marzo de 2.001, la sillería fue desmantelada y se trasladó
a ambos lados del presbiterio. Con los respaldos superiores de las rinconeras
se realizó un ambón y las piezas decorativas fueron reutilizadas en la nueva
mesa del altar.
Sillería en el lado del Evangelio del Presbiterio
Sillería en el lado de la Epístola del Presbiterio
Detalle de la sillería
En las paredes del presbiterio, por encima de la sillería una serie de cuadros.
Pared del Evangelio del Presbiterio
Pared de la Epístola del Presbiterio
Pinturas
a ambos lados del presbiterio
Altar del presbiterio
A los pies del arco toral se sitúan dos ángeles lampadarios,
realizados en 1.747 también por Marcelino Roldán Serrallonga.
Ángel
Lamparario
En el lado del Evangelio, el púlpito, de madera tallada sobre
peana de mármol rojo, con relieves de los cuatro Evangelistas en frontal y
laterales, sobre cada uno de los cuales se observa el cuervo, símbolo de san
Vicente.
Púlpito, de madera tallada y detalle
de la cara anterior del púlpito
Detalle de los laterales del Púlpito
Detalle
del cuervo
Nave del Evangelio (izquierda)
Pasando a la cabecera de la nave del Evangelio, la talla de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia (ver), espléndido Nazareno tallado por Felipe de
Ribas en 1.641, año en que le fue encargada por una hermandad formada por
sacerdotes. Sin embargo, la epidemia de peste de 1.649 acabó con la mayoría de
los cofrades, por lo que fue donada a la Hermandad de las Ánimas Benditas, y de
ésta, a la Hermandad Sacramental. En toda su historia tan solo ha recibido una
restauración, llevada a cabo por Luis Ortega Bru en 1.977. En ocasiones puede
estar en este altar la Virgen del Rosario.
Retablo con la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia
Detalle
del rostro
Detalle
de los pies
Encima de este altar están colocadas cuatro pinturas, que formaban
parte del antiguo retablo mayor. Fueron encargadas a Juan de Uceda, que entre
1.629 y 1.631 realizó dos de ellas: El martirio de san Vicente en el
potro y La historia de la cama de rosas. Falleció el
pintor y fue su colega, Francisco Varela, quien ejecutó en 1.636 las otras
dos: El Martirio de san Vicente en la parrilla y San
Vicente con el obispo Valerio ante el emperador Decio. Muy difícil de fotografiar
por estar en alto y con muy poca luz.
En el muro del Evangelio se abre la puerta de la sacristía y
encima una obra pictórica de Salomé con la cabeza del Bautista.
Puerta
de la sacristía y cuadro de Salomé con la cabeza del Bautista
Encima un cuadro no identificado
Seguidamente otro cuadro de san José con el niño.
Un arco ojival con verja de forja cierra la capilla de la
Hermandad de las Siete Palabras. Es una capilla de planta cuadrada,
cubierta por una bóveda octagonal sobre trompas.
Al fondo de la capilla,
enmarcado por un alto arco de medio punto con fondo de terciopelo rojo podemos
admirar el Santísimo Cristo de las Siete Palabras, en los laterales la talla de
la María
Santísima de los Remedios y San Juan Evangelista
ambas del siglo XIX.
Capilla de la Hermandad de las Siete Palabras
El Cristo de las Siete Palabras (ver) es obra atribuida
tradicionalmente tanto al círculo de Pedro Roldán como al de Jerónimo
Hernández, aunque en la actualidad parece que hay consenso al conceder su
autoría a Felipe Martínez (1.681-1.682). La imagen procede de la extinguida
iglesia del convento de san Francisco de Paula y le fue cedida en depósito
en 1.881 a la hermandad de las Siete Palabras, que la convierte en su
imagen titular.
La imagen procede de la extinguida iglesia del convento de san
Francisco de Paula y le fue cedida en depósito en 1.881 a la
hermandad de las Siete Palabras, que la convierte en su imagen titular.
Felipe Martínez es un escultor prácticamente desconocido en una
época en que la escultura barroca estaba dominada por Luisa Roldán, La
Roldana y Francisco Antonio Ruiz Gijón. Sin embargo, debió frecuentar
los ambientes artísticos del siglo XVII, pues era hijo del también escultor
Alonso Martínez, ahijado del flamenco José de Arce y yerno del pintor Juan
Valdés Leal, con cuya hija Luisa, pintora y grabadora como su padre y su
hermano, se casó. Aparte de este Crucificado, solo se conocen de Martínez dos
obras más: una Inmaculada en la iglesia de san Juan del Puerto y la talla de la
Virgen de la Europa en la iglesia de san Martín.
Cristo de las Siete Palabras
Detalle del rostro
Detalle de los pies
Nuestra Señora de los Remedios (ver), situada en el lateral del
Crucificado, tiene la curiosidad de ser la única Dolorosa antigua que tiene sus
ojos de cristal de color azulado. Dirige su mirada hacia arriba, componiendo la
clásica escena del Calvario. Su autor es Manuel Gutiérrez Reyes-Cano en 1.865.
Nuestra Señora de los Remedios
San Juan Evangelista es obra de José Sánchez (1.859). En el paso de misterio estas
figuras son acompañadas por las Tres Marías, realizadas también por Gutiérrez
Reyes-Cano en la misma época que la Virgen.
San Juan Evangelista
En esta capilla podemos encontrar la imagen moderna del Sagrado
Corazón, titular de la hermandad, aunque esta composición
puede variar dependiendo de las diferentes épocas del año.
Imagen
del Sagrado
Corazón
En el muro lateral hay una tabla renacentista de la Virgen de los Remedios de gloria, obra de Villegas
Marmolejo siglo XVI, a su alrededor otras las tablas menores de diferentes
Santos, como San Roque San Nicolás, San Sebastián, San Jerónimo etc.
pertenecientes a un antiguo retablo.
Lateral derecho de la capilla. Virgen de los Remedios
La actual hermandad de los sietes palabras es el resultado de la
fusión de varias en 1798, los Remedios, la cabeza, San Juan y los Clavos y las
Siete Palabras. La Hermandad fue impulsada en el siglo XIX por el historiador
Bermejo, trasladándose en 1868 de su capilla en el convento del Carmen a la
parroquia de San Vicente. Originalmente procesionaba solo con el paso del
Calvario, al que Farfán dedicó en los años 20 la popular marcha Pasan los
Campanilleros. En la actualidad procesiona con tres pasos en la tarde del
miércoles Santo.
Un cuadro encima de la puerta y otro en el lateral.
Cuadro encima de la puerta de la capilla de la Hermandad de las Siete Palabras. Cuadro a la salida de la capilla
Seguidamente, la puerta del Evangelio, que da a la plaza de Doña Teresa
Enríquez. En el pequeño pasillo, en la pared izquierda, embutida entre azulejos, una hornacina
cubierta mediante vidrio, contiene el busto de un Ecce Homo del
siglo XVII. Procede del colegio de san Buenaventura, en el que recibía la
advocación de Señor de la Humildad y Paciencia, siendo donado a la Hermandad
Sacramental en 1.810. Dado los reflejos del vidrio es difícil realizar una
fotografía nítida.
En la pared derecha un lauda sepulcral.
Pasillo interior de la puerta a la plaza de Doña Teresa Enríquez
Lauda Sepulcral
Sobre un confesionario, una pintura de Nuestra Señora de los
Remedios.
Nuestra Señora María de los Remedios
La Capilla Sacramental, de traza rectangular y buen
tamaño, parece haber sido formada por la unión de dos antiguas capillas, como
atestigua el arco toral que separa las dos bóvedas, una de pañuelo y otra de
media naranja, que la cubren, adornadas con vistosas pinturas. Fue construida
en la segunda mitad del XVIII por Pedro de Silva.
Bóveda de
Pañuelo
Bóveda
de media naranja
Pared lateral derecha de la capilla
Pared de la capilla
El muro frontal está ocupado por un
magnífico retablo barroco ensamblado por José Varela en 1.781. Consta de banco,
un cuerpo dividido en tres calles y ático, adornado todo ello con numerosos
detalles vegetales y abundante rocalla.
Entrada a la
capilla y Retablo
Presidiendo el retablo, se da cultos a
la Virgen del Rosario (ver), de
Cristóbal Ramos, siglo XVIII, titular de la Hermandad Sacramental, y situada encima del Sagrario.
Sagrario
debajo de la virgen del Rosario
Virgen del Rosario
En las calles laterales se alojan seis
figuras de santos: san Benito, san Bernardo, san Francisco de Paula, san
Rafael, san Roque y san Antonio.
San Benito y San Bernardo
San
Francisco de Paula y San Rafael
San Roque y San Antonio
El ático luce un medallón en relieve
policromado que nos muestra la escena de La Sagrada Cena. Corona el
retablo una imagen del Padre Eterno en actitud de bendecir.
La Sagrada Cena en un medallón del ático y El Padre Eterno coronando el ático
En los lados de la capilla podemos
observar, uno en cada muro, dos pequeños retablos, elaborados igualmente por
José Varela.
El de la izquierda (lado del
Evangelio) está ocupada por la imagen de Gloria de la Virgen de la
Cabeza (ver), obra de talla completa realizada por Roque Balduque a mediados
del siglo XVI, en el ático vemos en una hornacina la pequeña figura de San
Ramón Nonato.
Retablo de Gloria de la Virgen de la Cabeza
La Virgen de la Cabeza de Gloria
San
Ramón Nonato
El retablo del lado de la Epístola nos
muestra el grupo escultórico de la Virgen de la Cabeza Dolorosa (ver) de autor anónimo y datado en el siglo XVIII. En el ático, Santa Catalina de
Alejandría.
Retablo y Virgen
de la Cabeza Dolorosa
Santa
Catalina de Alejandría
De gran interés son las tablas que
representan a san Benito, san Sebastián y San Roque. Están pintadas en su parte
posterior en grisalla, con la escena de la anunciación compartimentada en dos
planos. Es un tríptico de gran calidad realizado en 1530 por Jan Van Hemessen
en Amberes y fue un encargo de la familia Alfaro, alguno de cuyos miembros aparecen
representado en las tablas.
Tan solo nos queda admirar las
pinturas situadas sobre la puerta de ingreso a la capilla, que representan
una Alegoría Eucarística surgida de los pinceles de
Herrera, el Viejo en 1.625 y los ángeles
lampadarios situados en los cuatro pilares de la bóveda central.
Ángel
lamparario y Pila
de agua bendita
Finalmente, en la zona más antigua del
templo, en los pies del Evangelio, diáfana, sin tabiques ni rejas, encontramos
la cruz de mármol original que señalaba la situación del cementerio de la
parroquia, en la actual plaza de Doña Teresa Enríquez, donde se alza
actualmente una réplica (ver). Es de estilo renacentista, fechada en 1.582, compuesta
por una columna abalaustrada apoyada sobre un basamento y coronada por una cruz
que nos muestra a Cristo por delante y la Virgen María en la parte trasera.
Grupo
del pie del Evangelio y detalle
de la Cruz
También de mármol y estilo
renacentista es la Pila Bautismal, situada junto a la cruz. El pie es también
abalaustrado, en tanto que la doble taza presenta talla de venera en la parte
inferior.
Pila Bautismal
En el muro se puede observar un cuadro
de la Inmaculada atribuida a Juan
Castillo, aunque actualmente se considera de Murillo.
Se cuenta que, en la sacristía de la
iglesia, colgado bien alto y oscurecido por los barnices, había un óleo
deformado de una Inmaculada que llegó a la parroquia en 1840 nadie sabe de
dónde. Tras su restauración, en septiembre de 2019, la pintura se colgó a los
pies del templo, sobre la pila bautismal, y su “belleza” llamó la atención de Ignacio Cano, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, quien, tras un estudio de varios meses,
afirmó que se trata de la primera Inmaculada que pintó Bartolomé Esteban Murillo entre 1640 y 1645. Hasta ahora la más temprana era "La Colosal",
el enorme lienzo de 436 X 297 centímetros que está en el Bellas Artes de
Sevilla y que el artista realizó sobre 1650 bajo el influjo de José de Ribera.
El resultado del análisis, que Cano realizó junto a Antonio Romero,
investigador y también especialista en pintura barroca andaluza, se ha
publicado en la revista Ars Magazine.
Pero,
con esta conclusión no está de acuerdo Enrique Valdivieso,
autor de Murillo. Catálogo razonado de pinturas (2011), la
obra más exhaustiva sobre el pintor sevillano que actualizó el trabajo de Diego
Angulo publicado 30 años antes. “A mí no me parece que esta Inmaculada sea de
Murillo. Carece de las características que debería presentar una obra juvenil
de Murillo. En sus primeras pinturas siempre aparece el espíritu creativo de su
maestro, Juan del Castillo, más sencillo y de más ingenuidad expresiva. No
advierto en este lienzo la ineludible influencia de su maestro”.
Inmaculada
Al fondo una imagen de la Trinidad y al
lado de la puerta, imagen de Santa Bárbara de autor anónimo siglo XVII.
Imagen
de la Trinidad
Santa Bárbara
Finalmente, existe en la Sacristía una pequeña y preciosa capilla llamada del Tránsito de San Isidoro.
Capilla del Transito de San Isidoro
Bóveda
En la iglesia se han bautizados numerosos personajes ilustres de
la ciudad, como el Almirante Antonio de Ulloa, el Duque de Montemaro el pintor neoclásico
Antonio Maria De Esquivel.
Los muros de la iglesia acogieron la
primera boda del escultor Juan Martínez Montañez, siendo también el escenario
donde se veló y recibió la bendición nupcial Luisa Roldan, la célebre escultora
del siglo XVII también conocida como la Roldana.
Vía Crucis
I y II
III y IV
V y VI
VII y VIII
IX y X
XI y XII
XIII y XIV