RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
San Nicolás de Bari.
San Nicolás
de Bari. Anónimo. Hacia 1700. Óleo sobre lienzo. Museo Pozo Santo
Realmente, se sabe muy poco sobre la vida histórica de
San Nicolás, pues vivió durante una época turbulenta de la historia romana.
Nació
Patara, en la región de Licia (actualmente en Turquía), un puerto en el mar
mediterráneo, en Asia Menor en el imperio romano, en el siglo III después de
Cristo, en el seno de una familia cristiana acaudalada.
Según algunos relatos, sus padres se llamaban Epifanio
y Johanna pero, según otros, se llamaban Teófanes y Nonna
En algunos relatos, el tío de
Nicolás era el obispo de la ciudad de Mira, también en la región de Licia y
reconociendo la vocación de su sobrino, lo ordenó sacerdote.
Después de la
muerte de sus padres Nicolás heredó una gran fortuna que repartió entre los
necesitados, según la hagiografía escrita por San Metodio, arzobispo de
Constantinopla, se fue a vivir en un monasterio y después de un tiempo decidió visitar
Tierra Santa.
Al regresar a Myra, el obispo que había sucedido al tío
de Nicolás, había muerto recientemente y varios
sacerdotes y obispos se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro
obispo. Al no ponerse de acuerdo se decidió que fuera el próximo sacerdote que
entrase en el templo y casualmente fue Nicolás que entró a rezar.
Durante
su época como obispo, y en su afán por erradicar los cultos paganos, ordenó
demoler el templo de Artemisa en Mira; el templo más grande y famoso de
Licia, así como otros varios edificios paganos.
Bajo el reinado del emperador Diocleciano (284-305) fue
encarcelado y torturado y posteriormente
liberado bajo las órdenes del emperador Constantino el Grande (306-337).
Se
cree que participó en el Concilio de Nicea y que, en una sesión de dicho Concilio, golpeó a Arrio,
quien se negaba a admitir el dogma de la divinidad de Cristo. La escena de Nicolás abofeteando a Arrio se celebra en los iconos
ortodoxos orientales.
Murió el 6 de diciembre del año 345 en Myra, pero sus
restos descansan en la ciudad portuaria italiana de Bari donde fueron
trasladados durante la invasión musulmana.
Tanto los cristianos ortodoxos orientales como los
turcos han considerado durante mucho tiempo que el traslado de las reliquias de
Myra fue un robo flagrante pero los habitantes de Bari han sostenido en cambio
que se trataba de una misión de rescate para salvar los huesos de los invasores
turcos.
Por ello, en Oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la
ciudad donde estuvo de obispo, pero en Occidente se le llama Nicolás de Bari.
Se dice que, las reliquias de San Nicolás exudaban cada
año un líquido acuoso claro que olía a agua de rosas, llamado maná,
o mirra, que los fieles creían que poseía poderes milagrosos.
Tras su muerte se convirtió en el
primer santo no mártir en gozar de una especial devoción en Oriente y
Occidente. Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él, desfigurando, a
veces, su eminente carácter práctico y sencillo.
Una de las historias más
antiguas sobre San Nicolás, se atestigua
por primera vez en la “Vida de
San Nicolás” de Miguel el Archimandrita y tiene que ver con un hombre devoto
que una vez había sido rico, pero que había perdido todo su dinero, por lo que no tenía capacidad para proporcionar la dote a sus tres hijas en
edad de casarse. Para salvarlas de un destino de prostitución, Nicolás una
noche, provisto de dinero envuelto en un paño, lo lanzó a través de la ventana
de la casa del vecino y gracias a esa donación, el vecino consiguió casar a la
primogénita. Nicolás repitió su gesto generoso otras dos veces, pero la tercera
noche, el padre de las jóvenes salió a tiempo de reconocer al misterioso
benefactor, que sin embargo imploró, no se dijera nada a nadie.
Así, Nicolás de Bari se
convirtió en la base de la figura de Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás,
personaje legendario que según la cultura occidental trae
regalos a los niños por Navidad (la noche del 24 al 25 de diciembre).
Otro
milagro conocido es el de haber resucitado por su intercesión a tres niños que
habían caído de un árbol y muerto al instante. También se le atribuye el
milagro de los tres niños sacrificados para dar de comer a los clientes de un
hostelero, siendo devueltos a la vida por intercesión del santo. Motivo por el
cual se le representa con tres niños a su lado, en una cubeta.
Otra historia cuenta sobre tres
jóvenes estudiantes de teología en viaje hacia Atenas. El patrón de la posada
donde se habían detenido por la noche, los asaltó y los mató, escondiendo sus
cuerpos en una barrica. El obispo Nicolás, también en camino hacia Atenas, se
detuvo en la misma posada y tuvo en sueños la visión del delito cometido por el
posadero. Recogido en oración, San Nicolás obtuvo el milagro del regreso a la
vida de los tres muchachos y de la conversión del posadero malvado.
En otra
historia, se cuenta que Nicolás visitó Tierra Santa. El barco en el que viajaba
estuvo a punto de ser destruido por una tormenta, pero él reprendió a las olas,
haciendo que la tormenta amainara. También se dice que, en otra ocasión,
hallándose un grupo de marineros en medio de una tempestad y habiendo
invocado la protección de San Nicolás, vieron aparecer la figura del santo
sobre el barco y al momento la tempestad se calmó. Así, Nicolás pasó a ser
venerado como patrón de marineros y viajeros.
Uno de
los primeros relatos atestiguados sobre San Nicolás refiere que salvó a tres
hombres inocentes de la ejecución. Según Miguel el Archimandrita, tres hombres
inocentes fueron condenados a muerte por el gobernador Eustaquio. Cuando
estaban a punto de ser ejecutados, apareció Nicolás, empujó al suelo la espada
del verdugo, los liberó de sus cadenas y reprendió airadamente a un miembro del
jurado que había aceptado un soborno.
Otro de los milagros cuenta cómo
salvó la vida de tres generales condenados a muerte injustamente. Según Miguel el Archimandrita el cónsul Ablabius aceptó un
soborno para condenar a muerte a tres famosos generales, a pesar de su
inocencia. San Nicolás se apareció a Constantino y Ablabio en sueños,
informando a Constantino de la verdad y asustando a Ablabio para que liberara a
los generales.
Uno de los
milagros más recientes, se sitúa durante la Segunda Guerra Mundial. Durante un
bombardeo de la ciudad de Bari una madre se separó de su hijo pequeño en medio
de la confusión. Horas después el niño apareció sano y salvo en la puerta de la
casa. El niño contó cómo un hombre que describió como San Nicolás lo ayudó, lo
protegió y lo llevó de regreso a su casa.
Otro episodio semejante refiere
la milagrosa liberación de Basilio, un muchacho raptado por los piratas y
vendido como copero a un emir. La leyenda cuenta que reapareció misteriosamente
en casa de sus padres, y todavía tenía entre las manos la copa de oro del
soberano extranjero. Esto contribuiría a difundir su imagen de patrono de niños
y jóvenes.
Museo del Prado
Museo de Bellas Artes
San Nicolás de Bari. Ferrari, Gregorio.
1720. Óleo sobre lienzo. 200,22 x 100,51 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Sala XI. Procedente
de la Iglesia de la Orden de Clérigos Regulares Menores, del Convento del
Espíritu Santo, tras la Desamortización, en 1840.
Iglesia del Hospital del Pozo Santo (ver)
Cuadro de san Nicolás de Bari