RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
Santa Marta.
Marta de Betania es una figura bíblica mencionada en el Evangelio de Lucas (Lc.
10:38-42) y en el Juan (Jn 11: 1-40, 12: 1-8)
Según el Evangelio de Juan, eran tres hermanos, Marta,
María y Lázaro, que vivían en la aldea de Betania, cerca de Jerusalén.
La relación entre Jesús y la familia era tan íntima que
San Juan nos dice que " Jesús amaba
a Marta, a su hermana María de Betania y a Lázaro de Betania" (11: 5).
En el Evangelio de Lucas, sin embargo, parece indicar
que hubieran vivido, por un tiempo por lo menos, en Galilea, pero sin mencionar
el nombre de la aldea, que tal vez pudo haber sido Magdala, lo que avalaría la
identificación hecha posteriormente entre María de Betania y María Magdalena.
El Evangelio la nombra siempre primero que María, y por
eso se cree que era la hermana mayor, por lo menos era la que llevaba el
principal peso de administración y de gobierno.
En
el evangelio de Juan aparece como
verdadera discípula cuando afirma que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Jn 11:27).
Marta, en el evangelio de Juan,
aparecen en relación con la estancia de Jesus en su casa y con la resurrección
de la muerte de su hermano Lázaro.
En cierta
ocasión, llegando Jesús a Betania volviendo de sus tareas evangélicas, Marta le
salió al camino y le suplicó que se dignase a admitir el hospedaje en su casa.
Marta aparece nuevamente en
Juan 12: 1–8, sirviendo en una comida celebrada en honor de Jesús en la
que su hermano Lázaro también es un invitado: "Le hicieron una cena allí,
y Marta sirvió". Los relatos en los evangelios de Mateos y Marcos parecen
aclarar que se lleva a cabo en la casa de un tal Simón el Leproso. En esta
comida la hermana de Marta, María de Betania, según Juan unge a Jesús con
perfume caro.
Respecto
a la resurrección de lázaro, San Juan nos narra en el capítulo 11 de su
evangelio que cierto día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales
muy graves de que se iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le
enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está
enfermo”.
Pero Jesús (que estaba al otro
lado del Jordán) no se puso en marcha y Marta le envía un nuevo mensajero.
Jesús les dice a sus apóstoles: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino
que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado
por ella”.
A los cuatro días de la muerte de Lázaro, Jesús dispuso
dirigirse hacia Betania, y cuando Marta supo que Jesús
venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no
habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo
concederá”.
Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”. Marta
respondió: "Sé que resucitará en
la resurrección en el último día". Jesús añadió: “Yo soy la
resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá
¿Crees esto?”. Marta respondió: “Sí Señor; yo creo que Tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Y fue al sepulcro, que era una cueva con una piedra en
la entrada, y Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Le responde Marta: “Señor ya
huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús “¿No te he
dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo
en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las
vendas de sus manos. Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y
María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él”.
Esta representación de las hermanas concuerda con la
que se encuentra en Lucas 10: 38–42.
En la tradición de la Iglesia ortodoxa, aunque no estén expresamente mencionadas como tales en los Evangelios, Marta y María se encontraban entre las “Mujeres Mirófaras” (portadoras de mirra).
Estas fieles seguidoras de Jesús estaban en el Gólgota durante la Crucifixión de Jesús y pasado el día de reposo, el primer día de la semana, muy de mañana llegaron a su tumba con mirra (aceite aromático de alto precio), de acuerdo con la tradición judía, para ungir el cuerpo de su Señor.
Las Mirófaras se convirtieron en los
primeros testigos de la Resurrección de Jesús, al encontrar la tumba vacía y enterarse de la
gozosa noticia por un ángel.
Tras la muerte de Jesús sus discípulos se dispersaron,
Marta junto a sus hermanos y un grupo de fieles, se embarcaron rumbo a lo
desconocido y arribaron a las costas de Marsella en Francia, donde
desembarcaron. Luego se trasladaron a Aix, antigua capital de la Provenza a 30
Km de Marsella, y predicaron a los pobladores de la región.
Cuenta la tradición hagiográfica (textos dedicados a
la vida delos santos), que Marta liberó a la población local de una fiera que
habitaba en un bosque, situado entre Arlés y Avignon, al rociarlo con agua
bendita y mostrarle una cruz. Posteriormente lo amarró por el cuello con el
cordón de su túnica, la sacó a un claro, y allí los hombres de la comarca le
dieron muerte. Desde entonces, el lugar comenzó a llamarse Tarascón que era el
nombre del Dragón.
Marta decidió dedicarse al ayuno y la oración en aquel
bosque y se le unieron varias mujeres, por lo que edificó entonces un templo
dedicado a la Virgen María y un convento anexo en el que todas ellas
organizaron su vida en comunidad a base de penitencia y oración.
Unos días
antes de su muerte, les dijo a los asistentes que partiría muy pronto y les
pidió que mantuvieran encendidas las lámparas que ardían en la habitación hasta
el momento final. Hacia la media noche, anterior al día de su muerte, se desató
un vendaval que apagó todas las lámparas. Entonces vio a su hermana María que
ya había muerto, quien con una antorcha encendida volvía a iluminar la
habitación. Y a continuación apareció Cristo que le dijo: “Ven querida
hospedera, ven conmigo. En adelante estarás ya siempre a mi lado. Tú me diste
alojamiento en tu casa, yo te daré alojamiento en el cielo. Y por el amor que
te tengo atenderé a cuantos recurran a mí pidiendo algo en tu nombre”.
En estos
lugares, en los siglos XII-XII se construyó la iglesia de Santa Marta y el
santuario, cuya cripta alberga la tumba de Santa Marta, fue elevada al título
de colegiata en 1482.
En el
sepulcro de Santa Marta comenzaron a obrarse milagros constantes. Se cuenta que
Clodoveo, rey de los francos, convertido al cristianismo, enfermó gravemente de
los riñones y padeció fuertes dolores. Acudió en peregrinación a visitar la
tumba de la santa y cuando llegó a ella quedó milagrosamente sanado, por lo que
hizo importantes donaciones a la iglesia dedicada a la santa.
La Iglesia latina celebra su fiesta el 29 de julio y es la patrona de cocineras, sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas
de huéspedes, lavanderas, de las hermanas de la caridad, del hogar. Todas son
asociadas con su papel en las historias de la Biblia, donde se la muestra como
una mujer servicial.
Iglesia de san Andrés (ver)
La
talla de Santa Marta, titular de la Hermandad de santa Marta (ver), es un trabajo de
Sebastián Santos Rojas, de 1950.