viernes, 28 de marzo de 2025

 UTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Pintores

Pedro Campaña.

Autorretrato. Campaña. Pedro. Hacia 1550. Óleo sobre tabla de madera de roble. 27 x 20 cm. Museo del Prado. Sala 052c (ver crédito CC BY 3-0)

Nacido en 1503 en la ciudad de Bruselas, en un entorno familiar de pintores, tapiceros y hombres de letras.

Tras una etapa de creación artística en Italia pasará a Sevilla, donde se encuentra establecido desde 1537.

Se casó con Beatriz de Seguera, y se granjeó la amistad de los duques de Alcalá y de Medina Sidonia

Su labor artística en la ciudad se prolonga hasta 1563, momento en que regresa a su patria para morir en torno a 1580.

Francisco Pacheco escribió una reseña biográfica sobre él en su libro de retratos. No llegó a conocerle personalmente, y le dibujó teniendo como referencia su autorretrato. En lo que respecta a la reseña, se basó en los testimonios de quienes se habían relacionado con él en Sevilla. El manuscrito de esta obra se encuentra en la Fundación Lázaro Galdiano.

Pedro de Campaña por Francisco Pacheco. Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones. Madrid. Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano.(ver crédito BB CY 3.0)

Su obra más significativa dentro de su producción sevillana es el descendimiento de la cruz realizado para la iglesia de Santa Cruz de Sevilla. Ésta fue encargada por Fernando de Jaén para su capilla en la citada iglesia. Dos años antes había realizado otra con el mismo tema para el jurado Luis Fernández, obra que se encuentra actualmente en el Museo de Montpellier.

En 1547 le fue encargado otro Descendimiento para la capilla de Fernando de Jaén de la iglesia de Santa Cruz. Esta obra se encuentra en la sacristía mayor de la catedral de Sevilla. 

Descendimiento. Campaña, Pedro. 1547. Óleo sobre lienzo. 320 x 191 cm. Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla. (ver Crédito CC BY 3.0)


Otra obra de gran interés se halla en la Catedral sevillana, el Retablo de la Purificación de la Virgen. Éste, contratado en 1555 para la Capilla del mariscal don Diego Caballero, presenta como tema central la Purificación de la Virgen, y los santos Ildefonso, Francisco, Santiago y Domingo en las calles laterales, acompañada con retratos de los patronos en el banco del Retablo.

La Purificación de la Virgen María. Campaña, Pedro. Hacia 1555. Óleo sobre tabla. Retablo de la capilla del Mariscal de la catedral de Sevilla (ver crédito CC BY 3.0).


Asimismo, es obra de Campaña la tabla de San Antonio y San Pablo que se halla en la Iglesia de San Isidoro en Sevilla.

Otras obras del artista son las pinturas del retablo mayor de Santa Ana de Triana, donde se narra la vida de la santa, junto a San Joaquín y la Virgen. Se comenzó la construcción en 1542. En 1557 se encargó su pintura y dorado a Pedro de Campaña, Antón Pérez, Andrés Ramírez, Andrés Morín, Antón Sánchez de Guadalupe, Pedro Ximénez y Luis Hernández. En 1564 consta que la obra no estaba terminada y que los artistas, con excepción de un artista que había muerto y de Pedro, que ya había regresado a Bruselas, se comprometían a finalizarla el año siguiente.

También se consideran de este artista San Jerónimo penitente, conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San Jerónimo penitente. Hacia 1540. Campaña, Pedro. Óleo sobre tabla. 119 x 93 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala II. Adquisición de la Junta de Andalucía. 

Detalle

Detalle
Detalle
Detalle

Cristo del Perdón o Cristo atado a la columna con San Pedro orando y dos donantes en la Capilla Sacramental de la Iglesia de Santa Catalina. ​

Retablo del Cristo del Perdón

Detalle 


En el Museo del Prado un par de cuadros del autor gracias a la donación de Placido Arango, la pequeña tabla del Descendimiento y Cristo camino del Calvario y una Crucifixión. 

Cristo camino del Calvario. Campaña, Pedro. Hacia 1547. Óleo sobre tabla de madera de roble. Museo del Prado. Sala 052C (ver Crédito CC BY 3.0)

Crucifixión. Campaña. Pedro. Hacia 1550. Óleo sobre tabla de madera de Roble. 32 x 22,8 cm. Museo del Prado. Sala 052C (ver crédito CC BY 3.0)


Se conserva igualmente su autorretrato, de hacia 1550, incorporado al Museo del Prado en 2019, adquirido en una subasta de Barcelona con fondos de legado Carmen Sánchez.

Autorretrato. Campaña, Pedro. Hacia 1550. Óleo sobre tabla de madera de roble. 27 x 20 cm. Museo del Prado. Sala 052c (ver crédito CC BY 3-0)


A los pies de la nave del Evangelio Iglesia de san Pedro se sitúa el Retablo de Santa María de la Paz. Está compuesto por tablas con pinturas de Pedro Campaña del siglo XVI, hacia 1540, que fue feligrés de esta parroquia durante su estancia en Sevilla, y le fue encargada por Pedro de Santiago Ferriol.

Retablo de Santa María de la Paz

ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Retablo Cerámico de Jesús entregando las llaves a San Pedro.

En la fachada de la iglesia de san Pedro que da a la calle Doña María Coronel destaca el retablo cerámico de Jesús entregando las llaves a san Pedro, con la leyenda:

TU-ES-Petrus. Et super hanc petram aedifivabo ecclesiam meam et portae inferí non prevalebunt adversus eam et tibi dabo claves regni coelorum. 

"Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos."

Retablo cerámico

Detalle del azulejo

 RUTAS POR SEVILLA: Apóstoles

San Pedro.

San Pedro, representado en un icono encáustico del siglo VI, ubicado en el Monasterio de santa Catalina de Monte Sinaí (ver crédito BB CY 3.0)

Casi todas las tradiciones e informaciones sobre San Pedro son a partir del llamamiento de Jesús, pues se tiene muy poca información anterior y la reconstrucción de su vida se basa en lo que afirman los autores de los libros del Nuevo Testamento, más algunos textos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último, obispo de Roma a finales del siglo I, y que quizás conoció en persona a Pedro.

Era hijo de un tal Jonás y hermano de Andrés, quien también fue apóstol. El Evangelio de Juan afirma que nació en Betsaida (Jn 1:44). En Betsaida nace también Felipe otro de los doce Apóstoles.

Sobre la existencia de Betsaida, en el yacimiento arqueológico de El-Araj, en la costa norte del mar de Galilea o más bien del lago de Benesarey o Genesaret, un grupo de arqueólogos del Kinnerer College de Israel y del Nyack College de Nueva York, dirigido por los profesores Mordechai Aviam y Steve Notley, encontraron, en la en la sacristía de la basílica bizantina conocida como “Iglesia de los Apóstoles”, un mosaico con una inscripción en el interior de un medallón enmarcado por dos líneas de teselas negras, de más de mil quinientos años de antigüedad.

Ruinas de Betsaida (ver crédito CC BY 3.0)

Los helenistas Leah Di Segni, de la Universidad Hebrea, y Jacob Ashkenazi, del Kinnerest College descifraron la inscripción en griego que se refiere a Pedro como “Jefe y comandante de los Apóstoles Celestiales”, y además averiguaron que el mosaico es una donación de “Constantino, el siervo de Cristo”. 

Se considera que este mosaico es la “Conexión arqueológica más definitiva con Pedro, de tal modo que la conocida como Iglesia de los Apóstoles ha sido antes la casa de Pedro, y la Basílica sería una conmemoración a su hogar y El-Araj es en realidad Betsaida, “La última ciudad perdida de los Evangelios”, donde nace el primer papa de la iglesia.

La ubicación y las características del lugar se corresponden con la detallada descripción de Betsaida legada por el historiador judeo-cristiano Flavio Josefo en sus escritos del siglo I y a ello alude Benedicto XVI en 2006.

Flabio Josefo explica que Herodes Filipo, hijo de Herodes el Grande, tetrarca que gobierna la región, transforma, en el año 30 d.C, esta aldea de pescadores en una ciudad romana con el nombre de Julia, en memoria de Livia Drusilla Claudia, llamada Julia Augusta, hija del primer emperador Augusto, esposa de Octavio Augusto y madre de Tiberio, Emperador de Roma durante la vida de Jesús.

En Betsaida, Pedro y Andrés son pescadores y dirigen junto con la familia del Zebedeo, padre de los también discípulos Santiago y Juan, una pequeña empresa pesquera en el lago de Genesaret  (Lc 5:10), por lo que debió de gozar de cierto bienestar económico.

Jesús le cambió el nombre por Pedro (o Cefas, piedra en Arameo): “Tu eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro” (Jn 1: 42).

Simón estaba casado y se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa. 

Su suegra fue curada por Jesús tras varios días en cama a causa de fiebre alta, de acuerdo con el diagnóstico del médico Lucas en su evangelio. Mateo también refiere este episodio “Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de este postrada en cama con fiebre. Le tomó la mano y la fiebre la dejó, y ella, levantándose, se puso a servirle" (Mt 8: 14-15).

Según Clemente de Alejandría tenía hijos y en concreto el texto apócrifo "Hechos de Pedro" menciona que había tenido una hija y San Jerónimo le atribuye varios hijos.  Pero, poco se menciona a la esposa de Pedro, quizás sea la “hermana” a la que alude San Pablo en su primera epístola a los Corintios y que acompañó a Pedro en su misión apostólica (1 Cor 9,5), y según Clemente de Alejandría habría sufrido también el martirio.

Pedro es uno de los cuatro primeros discípulos de Jesús, junto a su hermano Andrés, y Santiago y Juan hijos del Zebedeo (Lc 5: 1-11). Poco después Jesús llama también a Mateo (o Leví como le denomina Lucas en su evangelio) porque según la costumbre rabínica, el jefe espiritual de una comunidad judía tiene justo cinco discípulos. Pero Jesús no es un rabino normal, sino que ha venido para reunir a Israel, en palabras de Benedicto XVI, por lo que el simbolismo de los doce.

San Pedro. El Greco. 1608. Óleo sobre lienzo. 207 x 105 cm. Monasterio del Escorial (ver crédito CC BY 3.0)

Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de manera diferente a como lo hace Juan.

Según Juan (Jn 1: 40-42), Andrés, seguidor de Juan el Bautista, fue el primer seguidor de Jesús y al encontrar a su hermano Simón le dijo: "Hemos encontrado al Mesías". Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Cefas, que quiere decir Pedro".

Según Mateo (Mt 4: 18-20), caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: “Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres”. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.

La segunda y definitiva llamada de Jesús a Pedro se produce en el Jordán. Pide permiso a Pedro para subir a su barca y le ruega que se aleje un poco de la orilla, de esta manera, al decir de Benedicto XVI, “la barca de Pedro se convierten la catedra de Jesús”. 

Cuando Jesús terminó de hablar a la multitud le dijo a Pedro:” Boga mar a dentro y echad vuestras redes para la pesca”. Pedro le contesta:” Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada, pero porque tú lo dices echaré las redes”. “Capturaron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se rompían, e hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarle. Vinieron y llenaron las dos barcas, tanto que se hundían” (Lc 5: 6-7).

Según dos pasajes del Nuevo Testamento fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado. El episodio en que San Pedro afirmó la divinidad de Jesús ocurrió en Cesarea de Filipos, al nordeste del lago Tiberíades, donde Jesús les preguntaba: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?”. Pedro le contestó: "Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mat. 16: 16). Jesús le respondió: "Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos. Y todo lo que atares sobre la tierra será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos" (Mat. 16: 17-19).

Entrega de las llaves a san Pedro. Perugino, Pietro. 1480. Fresco. 335 x 550 cm. Capilla Sixtina (ver crédito CC BY 3.0)

San Pedro carecía de estudios, pero pronto se distinguió entre los discípulos por su fuerte personalidad y su cercanía al maestro, erigiéndose frecuentemente en portavoz del grupo.

Aun teniendo un fuerte carácter y mostrándose decidido e impetuoso en muchas ocasiones e incluso violento, como cuando emplea la espada en el huerto de los Olivos para seccionarle la oreja a Malcon, criado del príncipe de los sacerdotes, intentando que no prendan a Jesús.

La oración en el huerto. Juanes, de Juan. Segunda mitad del siglo XVI- Primer tercio del siglo XVII. Óleo sobre tabla. 110 x 98 cm. Museo del Prado. Deposito en otra institución

Pero Pedro también es un hombre humilde que llora amargamente tras oír cantar al gallo por tercera vez y reparar en lo que Jesús le había predicho horas antes: “En verdad, en verdad te digo que no cantara el gallo antes que tres veces me niegues” (Jn 13:38).

Las lágrimas de san Pedro. El Greco. 1587. Óleo sobre lienzo. 96,5 x 79 cm. Museo Soumaya (ver crédito CC BY 3.0)

Los evangelios sinópticos   lo presentan como uno de los discípulos íntimos, que estuvo presente en todos los momentos claves de la trama evangélica, siendo testigo de la transfiguración de Jesús, ​ de la resurrección de la hija de Jairo, ​ y de la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní. 

Y es el apóstol más conocido y más citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los "Hechos de los Apóstoles"   en particular. 

También es citado por Pablo de Tarso en sus "Epístolas Paulinas", incluyendo la "Epístola a los Gálatas" donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén. ​

Siempre figura en primer lugar en los cuatro evangelios:

“Los nombres de los doce apóstoles son estos: “El primero Simón, llamado Pedro” (Mt 10:2). Incluso en muchos pasajes evangélicos se le nombra solo a él, designando al resto en su conjunto: “Como todos negaban, dijo Pedro y los que le acompañaban.” (Lc 8:45)

Se le nombra también como primero del grupo en la resurrección de la hija de Jairo (uno de los jefes de la sinagoga), en la transfiguración en el monte Tabor o durante la agonía en el huerto de Getsemaní. Fue el primero en lavarle los pies en el Cenáculo.

Su importancia se manifiesta igualmente en el hecho de que es quien ordena la elección del nuevo apóstol Matías en sustitución de Judas el traidor, y es el que pronuncia el primer sermón apostólico el día de Pentecostés.

Tras la Resurrección, Jesús se apareció en primer término a Simón Pedro y posteriormente se aparecería a Pedro y al resto de los apóstoles.

Es el primer apóstol que supuestamente obra un milagro público: “Había un hombre tullido desde el seno de su madre, se consigna en los hechos, que traían y ponían cada día a la puerta del templo para pedir limosna a los que entraban. Pedro le dijo no tengo oro ni plata. Lo que tengo esto te doy, en nombre de Jesucristo Nazareno, anda, y de un brinco se puso en pie y comenzó a andar y entró con ellos en el templo” (Hch 3: 1-10).

San Pedro curando a los enfermos con su sombra. Mosaccio.1425-1428. Fresco. 230 × 162 cm. Santa María del Carmine, Florencia (ver).

Tras la muerte de Jesús (hacia el año 30 d. C.), San Pedro se convirtió en el líder indiscutido de la comunidad de los primeros creyentes cristianos de Palestina. Su predicación, estuvo por lo general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los “gentiles” (personas no judías).

Precisamente, tuvo una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén (50-51 d. C.), en el cual apoyó la línea de San Pablo de abrir el cristianismo a los gentiles, frente a quienes lo seguían ligando a la tradición judía (Hch 15: 1-11).

Y en este sentido, bautizó al primer cristiano no judío, pues cuando estaba en Jope (Jaffa), el apóstol se quedó en la casa de Simón el curtidor y estando orando tuvo la visión de una sábana llena de animales que bajaba del cielo (Hch 9:43-10:23), luego recibió un mensaje del espíritu, y como hemos comentado, bautizó al primer cristiano no judío, de nombre Cornelio, y a su familia (Hch 11:4-18).

Hacia el año 44 fue encarcelado por orden del rey Herodes Agripa I, pero fue liberado por un ángel y abandonó Jerusalén (Hechos 12: 1-18), dedicándose a propagar la nueva religión por Siria, Asia Menor y Grecia.

La liberación de san Pedro. Sanzio, Rafael. 1514. Pintura al fresco. X 660 cm. Museos Vaticanos (ver crédito CC BY 3.0)

Según la epístola a los Gálatas, Pedro se trasladó a Antioquía, y Eusebio de Cesarea considera que fundó la iglesia de Antioquía, sin embargo, esta afirmación no se encuentra en ningún libro del Nuevo Testamento.

Los últimos años de la vida de San Pedro están envueltos en la leyenda, pues sólo pueden reconstruirse a partir de relatos muy posteriores.

San Jerónimo considera que Pedro, después de haber sido obispo de la iglesia de Antioquía, dejó como sucesor a Evodio de Antioquía, y avanzó a Roma en el segundo año de Claudio, para derrocar a Simón el Mago, y sostuvo la silla sacerdotal allí durante veinticinco años hasta el final, es decir, el decimocuarto año de Nerón, ejercido un largo apostolado justificativo de la futura sede del Papado, de tal modo que la Iglesia romana considera a San Pedro como el primero de sus papas, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las Llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 16, 18-19).

Es importante la referencia a Simón el Mago en los "Hechos de los Apóstoles" (Hecho 8: 14-25). En él se relata que Simón, un mago de Samaria, convertido al cristianismo por el evangelista Felipe, les ofreció dinero a Pedro y a Juan cambio del poder de transmitir el Espíritu Santo, proposición que ambos apóstoles rechazaron escandalizados. (De esta propuesta de Simón Mago deriva la palabra “Simonía”, que designa el pecado consistente en pagar por obtener prebendas o beneficios eclesiásticos).

En el texto apócrifo de los "Hechos de Pedro" se narra la leyenda de que cuando Simón el Mago exhibía sus poderes mágicos en Roma, volando ante el emperador romano Nerón, Pedro y Pablo rogaron a Dios que detuviese el vuelo, y Simón cayó a tierra, donde fue apedreado.

Cirilo de Jerusalén (346 d. C.) relata otra versión de este incidente en su “Historia de los maniqueos”, según la cual, Simón el Mago viajaba por el aire en un carro tirado por demonios, cuando Pedro y Pablo oraron, y sus oraciones lograron que cayera al suelo, ya cadáver. 

Caída de Simón el Mago. Conca, Sebastiano. Principio del siglo XVIII. Agua roja. Albayalde. Sanguina sobre papel verdoso. 238 x 141 cm. Museo del Prado. No expuesto (ver Crédito CC BY 3.0)

Durante el reinado del emperador Nerón, se desató un incendio generalizado en Roma, del que culpó a los cristianos, y Pedro fue detenido, martirizado y crucificado.

La tradición más antigua y aceptada señala el 29 de junio como el día de su muerte, del año 67 o 64. San Agustín, como otros padres de la Iglesia, cree que Pedro y Pablo mueren el mismo día 29 pero de años distintos.

El texto apócrifo “Hechos de Pedro”, escrito también en el siglo II, relata que Pedro murió crucificado cabeza abajo, porque él había pedido que él pudiera sufrir de esta manera, por considerarse indigno de morir como su maestro con la cabeza en alto: "Les suplico a los verdugos, crucifíquenme así, con la cabeza hacia abajo y no de otra manera".

La famosa frase en latín "¿Quo Vadis?" que significa "¿A dónde vas?" viene del mismo texto, y dice así:” Mientras salía de la Ciudad, vio al señor entrar en Roma. Y cuando Pedro lo vio, dijo: Señor ¿A dónde vas Señor? (Quo Vadis, según la traducción en latín). Y el Señor le dijo; Voy a Roma para ser crucificado. Y Pedro le dijo: Señor ¿vas a ser crucificado otra vez? Él le dijo: Sí Pedro, voy a ser crucificado de nuevo. Y se volvió en sí mismo, y habiendo contemplado al Señor ascender al cielo, regresó a Roma, regocijándose y glorificando a al Señor”.

Domine, quo Vadis?. Carracci, Annibale. 1600. Óleo sobre madera. 77,4 x 56,3 cm. National Gallery de Londres (ver Crédito BB CY 3.0)

Este tipo de muerte es referida por Pedro de Alejandría que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, Lactancio en su obra “Sobre la muerte de los perseguidores” (318 d.C.), el obispo Eusebio de Cesarea, Clemente de Roma (supuesto tercer papa que afirma conocerle en persona) y san Jerónimo en su obra “Varones ilustres” (De viris illustribus).

La crucifixión de san Pedro. Giordano, Luca. Hacia 1660. Óleo sobre lienzo. 196 x 258 cm. Galerías de la Academia de Venecia (ver crédito CC BY 3.0)

La crucifixión de San Pedro.  Caravaggio. 1600. Óleo sobre lienzo. 230 x 175 cm. Basílica de santa María del Populo. Roma (ver)

La crucifixión tuvo lugar en el Circo de la Colina Vaticana. A principios del siglo IV, el emperador Constantino I ordenó la construcción de una gran basílica sobre la tumba de San Pedro. Esta iglesia, conocida como San Pedro el Viejo, fue un importante centro cristiano. Con el tiempo, la estructura se deterioró y el Papa Julio II promovió la edificación de un nuevo templo en el mismo sitio. Así surgió la actual Basílica de San Pedro, una de las iglesias más emblemáticas del mundo.

En 1939, el papa Pío XII impulsó excavaciones en los subterráneos del Vaticano, específicamente bajo el Altar de la Confesión, a unos siete metros de profundidad. La tradición indicaba que ese era el lugar de la sepultura original de San Pedro, por lo que la investigación tenía como objetivo confirmar su autenticidad, especialmente en un contexto en el que se cuestionaba si su tumba realmente se encontraba en el Vaticano.

Las excavaciones, dirigidas por monseñor Ludovico Kaas, se extendieron hasta 1949. Durante los trabajos, se halló una necrópolis que se orientaba de oeste a este, paralela al Circo de Nerón. Esta necrópolis estaba cubierta de tierra, probablemente porque sirvió como base para la primera basílica. Su deterioro pudo deberse tanto a la construcción de la iglesia en tiempos de Constantino como a la edificación del Baldaquino de San Pedro, la obra barroca de Bernini.

En una pared lateral, conocida como el Muro G, se hallaron inscripciones anteriores a la época de Constantino, reflejo de la veneración de los primeros cristianos.

Debajo de esta pared se descubrió una tumba a ras del suelo, cubierta con tejas. Aunque estaba vacía, a su alrededor se agrupaban numerosas sepulturas humildes. Muchas de ellas se superponían o incluso cortaban otras más antiguas, pero ninguna llegaba a tocar la tumba central.

La arqueóloga Margherita Guarducci, especialista en epigrafía griega y paleocristiana, estudió las inscripciones grabadas con punzón en las paredes del mausoleo. Entre ellas, interpretó mensajes como “Pedro está aquí” y “Pedro, intercede por los cristianos sepultados junto a tu cuerpo”. También identificó una letra “P” acompañada de varias líneas horizontales, un símbolo asociado a las llaves del Reino de los Cielos.

En 1950, se descubrió un conjunto de huesos bajo el altar de la Basílica de San Pedro, que algunos consideraban pertenecientes al apóstol.

El antropólogo Venerando Correnti los analizó y determinó que entre ellos había restos humanos y los de un ratón, el cual probablemente quedó atrapado tiempo después del entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes características:

Pertenecían a un solo individuo, un hombre de complexión robusta que murió a edad avanzada y vivió en el siglo I.

Estaban teñidos de rojo debido a que habían sido envueltos en un tejido de púrpura y oro, del cual aún quedaban hilos adheridos a algunos huesos.

Esta envoltura sugiere que se trataba de una persona altamente venerada, cuyos restos fueron trasladados desde una tumba de tierra a un nicho para protegerlos de la humedad. Dicho nicho se ha mantenido intacto desde la época de Constantino.

A partir de estos hallazgos, la arqueóloga Margherita Guarducci formuló una teoría: cuando Constantino ordenó la construcción de la basílica, los huesos fueron desenterrados, envueltos en un manto de púrpura y oro, y depositados en el nicho. Sin embargo, durante las excavaciones, los obreros emplearon un martinete para derribar muros, lo que provocó un derrumbe sobre los restos. La mezcla de escombros y huesos hizo que parecieran desechos. Monseñor Ludovico Kaas, entonces jefe de la Fábrica de San Pedro, recogió todos los restos humanos encontrados, los cuales permanecieron almacenados durante diez años sin conocerse su procedencia.

En 1968, el papa Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había suficiente certeza para considerar que se habían hallado los restos del apóstol Pedro. 

Al analizar el tema, Edgar R. Smothers señaló: “Una reserva prudente impediría emitir un juicio categórico sobre su autenticidad. Sin embargo, existe una seria probabilidad de que estos sean los huesos de san Pedro”.

La figura de Pedro ha sido representada por innumerables artistas, inspirados en pasajes del Nuevo Testamento y en textos apócrifos. Entre los episodios más retratados se encuentran su llamado al seguimiento de Jesús de Nazaret, la entrega de las llaves del Reino, el lavatorio de los pies en la Última Cena, sus negaciones durante la pasión de Cristo, así como sus predicaciones y milagros tras Pentecostés, y su martirio en Roma.

San Pedro suele ser representado iconográficamente como un anciano que sostiene las llaves del Reino de los Cielos. Entre sus atributos también figuran una barca, en referencia a su oficio de pescador, un libro y un gallo, símbolo de sus negaciones. En algunas representaciones, se le viste con insignias de Obispo o Papa, aunque estas tradiciones se establecieron mucho tiempo después. Las escenas de su martirio suelen mostrarlo crucificado cabeza abajo. 

Museo del Prado


San Pedro. González de la Vega, Diego. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo. 125 x 105 cm. Museo del Prado. No expuesto (ver crédito CC BY 3.0)


San Pedro. Reni, Guido. 1633-1634. Óleo sobre raso. 76 x 61 cm. Museo del Prado. Sala 006. (ver Crédito CC BY 3.0)








Lágrimas de San Pedro. ¿Domenichino? Hacia 1640. Óleo sobre lámina de cobre. 28 x 21 cm. Museo del Prado. No expuesto (ver créditos CC BY 3.0)




Exposición Focus

San Pedro en lágrimas. Murillo, Bartolomé Esteban. 1650-1655. Óleo sobre lienzo. 148 x 104 cm. Exposición Focus (ver)


Iglesia de San Pedro

Sobre el arco central de la portada, en el segundo cuerpo, se abre una hornacina en la que se halla una estatua en piedra de San Pedro realizada en el año 1624 por Martín Cardino. 

Detalle de San Pedro en la hornacina

En la fachada que da a la calle Doña María Coronel destaca el retablo cerámico de Jesús entregando las llaves a san Pedro.

Retablo cerámico con la Leyenda: TU-ES-Petrus. Et super hanc petram aedifivabo ecclesiam meam et portae inferí non prevalebunt adversus eam et tibi dabo claves regni coelorum ("Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos.")

En la nave de la epístola, la Capilla de San Pedro ad Vincula, presidida por un retablo de Juan de Astorga (ver) con un lienzo de la Liberación de San Pedro de Juan de Roelas (ver)

Pintura de la Liberación de san Pedro

En la Capilla del Sagrario, en la cabecera de la nave de la epístola. Se exponen diferentes cuadros en las paredes laterales, y entre ellos uno dedicado a la Negación de san Pedro.

Negación de San Pedro

En los muros laterales del Presbiterio cuelgan lienzos que nos muestran un apostolado, fechado en la primera mitad del siglo XVII o comienzos del XVII, que podrían ser copias de José Ribera, y cuatro obispos santos.  

San Pedro

El primer cuerpo del Retablo Mayor lo preside la imagen de San Pedro Papa en cátedra, obra de Andrés de Ocampo (ver), siglo XVI, y policromada por Juan de Sauceda. Se representa vestido de pontifical, tocado de tiara, sentado sobre un trono, presentando un libro que abre con su mano izquierda y apoya sobre la pierna del mismo lado, mientras que, con la otra mano, ambas enguantadas, parece impartir la bendición. A su izquierda han incorporado una cruz patriarcal de plata, con decoración vegetal y fechada en 1726.

Se piensa que perteneció́ a la Hermandad de San Pedro ad Vincula, quien la trasladó al altar mayor en el siglo XVII cuando adquirió́ el lienzo que hoy ocupa su capilla, o que formaba parte del antiguo retablo.

 

San Pedro

A ambos lados de la imagen hay dos grandes cuadros en relieve que representan la liberación de San Pedro a la derecha y la Investidura de Pedro como Príncipe de la Iglesia, con la entrega de las llaves del Cielo, a la izquierda.

Liberación de san Pedro

Investidura de Pedro como príncipe de la Iglesia

En el segundo cuerpo, a los lados de la Virgen, los lienzos en relieve de la caída de Simón el Mago a la derecha, y en la contraria el tema de ¿Quo vadis, Domine?.

¿Quo vadis, Domine? 

Caída de Simón el Mago

En el tercer cuerpo, a los lados el Crucificado, otros dos relieves que representan a san Pedro caminando sobre las aguas (Última aparición de Cristo a sus discípulos) y la visión de san Pedro en la ciudad de Gafa o Joppe.

Pedro caminando sobre las aguas

Visión de san Pedro en la ciudad de Gafa

En los pies de la iglesia destaca la vidriera central.

Vidriera central con San Pedro

Iglesia de San Andrés

En el muro de la Epístola destacamos, la pila de agua bendita, y los cuadros de san Pedro, san Juan Bautista y la Aparición de la Virgen a San Agustín, copias de Murillo.

San Pedro

Iglesia de san Juan de la Palma.

En el muro de la Epístola, tras pasar la puerta de entrada que da a la plaza de san Juan de la Palma, se encuentra un anónimo del siglo XVII de “San Pedro Penitente”.

San Pedro Penitente

Iglesia de san Lorenzo.

En el primer cuerpo del Retablo Mayor, en el centro, el sagrario con las imágenes de san Pedro, San Pablo y las dos tablas de Aarón y Melquisedec y la Inmaculada Concepción. De Diego López Bueno y Francisco Pacheco en 1616.

Retablo Mayor

Detalle del primer cuerpo

San Pedro

Iglesia de Santa Catalina

El retablo mayor es barroco, del siglo XVII (1624-1629), obra de Diego López Bueno, con policromía de los hermanos Melchor y Andrés Sarabias. 

Está presidido por una imagen de Santa Catalina del siglo XVIII, dentro de un camarín realizado en la reforma de 1701, obra de Francisco Antonio Ruiz Gijón en 1710. 

Se completa la iconografía del retablo con tallas de san Pedro y san Pablo en el primer cuerpo y san Juan Evangelista y san Sebastián en el segundo, y en el ático una pintura del Crucificado del siglo XVII.

Retablo Mayor

Detalle de San Pedro

Capilla del Dulce Nombre

En la pared de la nave de la epístola destaca un óleo sobre lienzo de San Pedro de José Marcelo Contreras Muñoz de 1865.

San Pedro