sábado, 11 de enero de 2025

 AREA DE REGINA-ENCARNACIÓN-SAN PEDRO

Calle Almirante Apodaca.

De la confluencia de Doña María Coronel, plaza de San Pedro, y plaza del Cristo de Burgos a la de Alhóndiga y Juan de Mesa.

Calle Almirante Apodaca

Durante el siglo XVII y parte del XVIII, sin tener designación propia, se alude a ella como “La calle que va de Alhóndiga a san Pedro·” (Diccionario Histórico de las calles de Sevilla). Aunque hay autores que refieren que recibió el nombre de “Santa Ana” desde finales del siglo XVI y que se conoció también como “Sobrino” y como “Juzgado”.

González de León afirma que también fue conocida como “Pergaminería”, por la existencia de un establecimiento del gremio de pergamineros.

En el plano de Olavides (1771) recibe el nombre de “San Pedro” el tramo comprendido desde la Iglesia de San Pedro a la confluencia con san Felipe, y plaza de la Alhóndiga al ensanche que presenta en su tramo final.

En 1868, ambos tramos se unifican bajo la denominación de “Agricultura” y en 1875 recibe el nombre actual en honor de Juan Ruiz de Apodaca (ver) que vivió en esta calle a su vuelta de Méjico.

Desde finales del siglo XV y sobre todo desde 1876 ha sido objeto de diversas operaciones urbanísticas para darle mayor amplitud e integrarla en el eje de penetración este-oeste en el casco histórico, pues estaba cerrada al fondo por un lienzo de casas pertenecientes a la calle Alhóndiga.

Tranvía circulando por la calle Almirante Apodaca en 1956

Esquina de Almirante Apodaca con Plaza Cristo de Burgos, con una furgoneta Citroën 2CV. Semáforo donde está detenido un taxi Seat-1500, ante la “Farmacia san Pedro”. En la acera del frente el “Bar Gran Almirante”

Destaca la pervivencia en el número 7 de la antigua “Posada del Lucero” de la que salía diariamente, a finales del siglo XIX, un coche para Alcalá del Rio. Se trata de un edificio, catalogado como Monumento Histórico-Artístico, de dos plantas organizadas en torno a dos patios, con galerías en dos de sus frentes, con arcos sobre columna corintias. Actualmente es un Hotel.



Detalle del patio


Detalle del patio

Detalle del patio

Detalle del segundo patio

Detalle del segundo patio





El edificio más importante era “La Alhóndiga del Pan” sobre cuyo solar se construyó el Palacio de Justicia y actualmente es el Archivo y Hemeroteca Municipal y Archivo Provincial.

Esta Alhóndiga tenía, en esta calle, su entrada principal desde principios del siglo XVI y en sus pórticos se situaban los panaderos.

Se instaló, en la plaza, en 1696, una fuente publica de agua para las bestias de carga, con la siguiente lápida del siglo XVIII:

“Reynando el Catolico Rey Don Felipe V Nuestro Señor i siendo asistente Maestre de campo general en esta ciudad. Lorenzo Fernández de Villavisencio Caballero del Orden de Calatrava Marqués de Vallehermoso del Consejo de su Magestad en el de Hacienda Mayordomo de la Rina N.S. Sevilla atendiendo al beneficio común mando traer agua dentro y fuera de esta Alhondiga siendo Llavero Maior en ella Diputado de su obra D. Juan Ortíz de Zuñiga Caballero del Orden de Santiago i Veinte y Cuatro de esta Ciudad”. 

Se hace continuas referencias al estacionamiento de estas bestias de carga en la plazuela con las consiguientes molestias que ocasionaba a los transeúntes y dueños de comercios.

Sobre el solar de esta antigua Alhóndiga, entre 1895 y 1908 se construye un edificio de nueva planta, según proyecto de José Sáenz y Jose Gallegos, en estilo neoclásico, para albergar los Juzgados de Sevilla.

Durante la década de 1970, los Juzgados se trasladaron al actual Palacio de Justicia del Prado de San Sebastián y el edificio pasó a formar parte Del Patrimonio Municipal, permaneciendo cerrado y en estado de abandono hasta 1983, cuando se inician los trabajos de rehabilitación.

Las obras fueron realizadas por los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz, por un convenio entre el Ayuntamiento de Sevilla y el ministerio de Cultura, por Orden del Ministerio de Cultura, de 2 de julio de 1987 (BOE 20 de julio de 1987) para “Archivo Histórico Provincial de Sevilla y Archivo General de Andalucía”, una de sus partes y otra para “Archivo Municipal y Hemeroteca Municipal” y fueron inauguradas en 1991.

“Archivo Histórico Provincial de Sevilla y Archivo General de Andalucía”, y “Archivo Municipal y Hemeroteca Municipal”

“Archivo Histórico Provincial de Sevilla y Archivo General de Andalucía”, y “Archivo Municipal y Hemeroteca Municipal”

Pórtico del Archivo Histórico Provincial de Sevilla 

Detalle del Torreón-Campanario
 
Detalle del reloj

Detalle de la Placa metálica 

Detalle del patio

Detalle de la escalera

Detalle de la escalera

El Archivo Municipal de Sevilla conserva la documentación de las instituciones municipales de Sevilla (Cabildos y Ayuntamientos) desde mediados del siglo XIII, fecha de incorporación de la ciudad a la Corona de Castilla, hasta la actualidad.

Sus fondos también proceden del antiguo Reino de Sevilla que englobaba parte de las actuales provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz y Badajoz.

Además, El Archivo conserva otras colecciones entre las que destaca el archivo nobiliario de la familia Ortiz de Zuñiga o las colecciones de sellos, monedas y medallas, documentación gráfica y audiovisual.

La Hemeroteca Municipal de Sevilla fue inaugurada el 4 de agosto de 1934 en el Salón Carlos V del Alcázar, en 1944 se trasladó al Pabellón Mudéjar de la Plaza de América y en 1987 se llevó a este edificio de los antiguos juzgados, donde se conserva unos 30.000 volúmenes desde la Gazeta Nueva, editada en Sevilla en 1661 hasta la prensa actual.

En el numero 15 hay un azulejo que recuerda el Viernes Santo de la Semana santa de 1952, cuando el capataz del paso de la Virgen de las Angustias de la Hermandad de los Gitanos, gritó “al cielo con ella”, frase que se ha hecho muy popular en la Semana Santa y que Burgos nos la refiere en uno de sus recuadros:

“El Balilla, aquel costalero histórico, me lo contó cuando estaba como todos los días vendiendo lotería en el patio de operaciones del Banco Bilbao de la Plaza Nueva. Viernes Santo por la mañana. El palio de los Gitanos, como el tranvía de Nervión, el 25, va por Almirante Apodaca. Lo manda el capataz Salvador Dorado, el Gordo Penitente, el cargador del muelle, miliciano de Triana y oficial del Ejército Popular que evitó que los rojos quemaran al Cachorro en el 36, por lo que terminada la guerra no lo fusilaron los nacionales. Está el palio parado en los Juzgados. “Venga ya esa levantá” dice el fiscal. Y el Gordo, tras mirar a los cables del tranvía, para animar a su gente, antes del golpe de martillo grita:  ¡¡A los cables con Ella ¡¡. Al Balilla que va de patero y es el poeta de guardia que Sevilla siempre reserva para estos casos, los cables del tranvía le parecen demasiado prosaicos para la Virgen de las Angustias. Y, voz de alpargata y sudor tras el faldón, corrige al Penitente: ¡¡ No, a los cables, no¡¡

¡¡ Al cielo con ella ¡¡.

Numero 15

Detalle del azulejo

En este sentido, en esta calle podemos contemplar fotos antiguas de nuestra Semana Santa.

El misterio del Sagrado Decreto, de la Hermandad de la Trinidad desembocando en la Calle Almirante Apodaca, después de pasar por la Plaza de la Paja y la estrechez de Alhóndiga. 

Calle Almirante Apodaca con los raíles del tranvía entre adoquines. Paso Misterio de Santa Catalina. Nazarenos con elegantes túnicas de alpaca morada. Hombres con sombrero de ala ancha. Multitud de personas al ser un barrio con muchas casas de vecinos.


En esta calle vivieron, además del ya mencionado Ruiz de Apodaca, el académico Francisco de Hoyos, de 1825 a 1835 y el literato Alberto Lista (ver), de 1844 a 1846.

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Oratorio de san Felipe Neri.

El oratorio fue fundado en 1698 por los sacerdotes Navascués Pérez y Félix de Rivera y Arroyal, procedentes de Granada, por la intervención del El arzobispo Jaime de Palafox y Cardona (ver).

El oratorio se situó en unas casas donadas por Josefa Antonia de Alverro en la calle Costales, actual San Felipe (ver). Posteriormente, Palafox compró otra casa continua para ampliar el oratorio. ​

Oratorio de san Felipe Neri. Plano de Sevilla del Asistente Pablo de Olavide de 1771. (CC BY 3.0)

La casa y la capilla fueron bautizadas como de María Santísima de los Dolores y en 1699 el oratorio fue confirmado mediante una bula de Inocencio XII. ​

Posteriormente, Juan Rodríguez de los Ríos, secretario del rey y administrador de la renta de la sal, se vino vivir a Sevilla, se hizo afecto al oratorio, costeó la construcción de una capilla mayor, entre 1709 y 1711, y tras su defunción​ dejó parte de su herencia a esta congregación, con lo que ampliaron las instalaciones con unas casas en la calle Sardinas (actual calle Gerona), a la que se trasladaron trece sacerdotes de la misma.

El jesuita Teodomiro Ignacio Díaz la Vega ingresó en la congregación del oratorio en 1757 y contribuyó a la realización de una casa de ejercicios espirituales junto al oratorio, que se construyó entre 1781 y 1783, pasando a ser la Real Casa de Ejercicios desde 1791 bajo el patronato de Carlos IV. Era habitual que realizasen ejercicios espirituales en esta casa quienes se preparaban para el sacerdocio, como fue el caso de José María Blanco White​

En 1810, con la invasión francesa, la congregación fue suprimida y sus bienes fueron confiscados. Para evitar que el edificio fuera reutilizado con fines no religiosos, el arzobispo interino Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos consiguió que las autoridades francesas permitieran que el edificio fuera destinado a sede del seminario diocesano.

Con la expulsión de los franceses de la ciudad en 1812 regresó la congregación, pero el oratorio fue desamortizado en 1835 y pasó a ser usado como Casa de Corrigendos (prisión especial para clérigos).

En 1854 la Junta Popular Revolucionaria suprimió de nuevo el oratorio y utilizó el recinto como cuartel de la milicia urbana.

El oratorio fue suprimido de forma definitiva en la Revolución La Gloriosa de 1868 (ver) y el  edificio fue derruido posteriormente.

Derribo del Oratorio de san Felipe Neri. (CC BY 3.0)

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Calle san Felipe.

De Doña María Coronel a Almirante Apodaca. Por la izquierda desemboca en ella Feijoo.

Calle san Felipe esquina Almirante Apodada

Calle san Felipe esquina Doña María Coronel

Se designa indistintamente en algunos documentos como San Felipe y San Felipe Neri.

A fines del s. XVI se conocía con el nombre de Doctor Cuevas, por haber vivido en ella el médico Martín López de la Cueva, padre del poeta y dramaturgo sevillano Juan de la Cueva.

Más tarde se rotuló con el de Costales, según puede verse todavía en un azulejo del nomenclátor dieciochesco de Olavide que figura adosado a la casa núm. 2. 


Azulejo de Olavides

Este nombre se debe, al parecer, a la existencia de una casa en la que se guardaban y alquilaban los costales para el transporte de granos de la vecina Alhóndiga. 

En 1845 recibió el de San Felipe, porque a ella daba la espalda del convento de San Felipe Neri, demolido a raíz de la Revolución de 1868 (ver) y cuya entrada principal radicaba en la actual Doña María Coronel.

Calle san Felipe

Detalle de Cruz

Según Santiago Montato, tanto San Felipe como Feijoo recibían en el Siglo de Oro, conjuntamente, la denominación popular de callejones de San Felipe, por su proximidad al convento.

Es bastante corta, con varios recodos y salientes. Es estrecha, aunque se ensancha en su final formando una especie de plazuela ya mencionada en documentos antiguos.  

En esa parte final hay también, en la acera de los pares, una barreduela sin nombre que se ajusta a la numeración de San Felipe. 

Dominan las casas de dos y tres plantas, algunas de cierta antigüedad y valor, especialmente los números 3 y 7, la primera del s. XVIII.

San Felipe 3

San Felipe 3

San Felipe 7

San Felipe 7

En San Felipe existió hasta 1861 una Casa de Arrepentidas, con estos curiosos requisitos para su ingreso: “Tener resolución de apartarse de la mala vida, gozar de una completa salud y edad de 12 a 26 años” (Gómez Zarzuela, Guía de Sevilla, 1865).

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores  

Benito Jerónimo Feijoo".

Retrato de Benito Jerónimo Feijoo a los 57 años. Grabado de Juan Bernabé Palomino. Biblioteca Nacional de España. (CC BY 3.0)

Nació en una familia perteneciente a un antiguo linaje de hidalgos, en el pazo de Casdemiro, parroquia de Santa María de Melias, en la ribera del río Miño.

Sus padres fueron Antonio Feijoo Montenegro y Sanjurjo y María de Puga Sandoval Novoa y Feijoo, eran personas interesadas por las letras y poseedoras de una gran biblioteca.

Estudió primeras letras en Allariz y luego realizó sus estudios regulares en el Real Colegio de San Esteban de Rivas de Sil, en el municipio de Nogueira de Ramuín, situado a pocos kilómetros de su aldea natal.

No se sabe nada de su educación posterior hasta 1690, fecha en la que tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Julián de Samos, y renunció al mayorazgo, pues el convertirse el monje benedictino le supuso el voto de pobreza.

Tras su ingreso en la Orden Benedictina, se consagró al estudio, llegando a ser nombrado "maestro general" en su orden y continuó su formación en otros centros monásticos, como el colegio de San Salvador de Lérez, el de San Vicente (Salamanca), y el de San Pedro de Eslonza (León).

Fue licenciado y doctor en Teología por la Universidad de Oviedo y ganó por oposición la catedra de Teología de santo Tomas de Oviedo en 1710, ciudad en la que residió a partir de esa fecha.

Por motivos de salud se retiró de la vida pública en 1739 y desde entonces se dedicó a su tarea de escritor hasta la fecha de su muerte, en su colegio de san Vicente de Oviedo, el 27 de septiembre de 1764, y está enterrado en la iglesia de Santa María de la Corte de Oviedo.

Se convirtió en el primer divulgador de las Luces en el ámbito de la lengua castellana y en uno de los españoles más cultos de su tiempo, a pesar de vivir en el ambiente recogido del claustro conventual.

Sus obras principales, el “Teatro crítico universal” y las “Cartas eruditas y curiosas”, formadas por ciento sesenta y cuatro escritos reunidos en cinco volúmenes, fueron probablemente las obras más impresas y leídas en la España del siglo XVIII.

La Real Sociedad Económica de Sevilla   lo incluyó entre sus socios numerarios. Fernando VI le dio el título de consejero real. Carlos III le regaló un ejemplar de “Las antigüedades de Herculano”.

En 1869 se rotuló con su nombre una calle del barrio de Santa Catalina (ver).

Calle Feijoo

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Calle Feijoo.

Desde san Felipe a Gerona.

Calle Feijoo desde San Felipe

Calle Feijoo desde Gerona

Durante el s. XVIII y toda la primera mitad del XIX era conocida con el nombre de "Huebos". 

Azulejo del antiguo rotulo

En 1869 se sustituyó por el de Vallín, en homenaje a un liberal asesinado antes de la batalla de Alcolea.

Al final de ese mismo año se rotuló finalmente con el actual, en memoria de Fray Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro (ver), fraile benedictino e importante escritor, autor del Teatro critico universal y de las “Charlas eruditas y curiosas”.

En un nomenclátor de 1937 figura como Fray Benito Feijóo.

Es bastante corta, muy estrecha en su comienzo y algo más ancha en su parte central, con dos recodos, uno hacia su mitad y otro al final de la calle. 

Dominan las casas de reciente construcción, en su mayoría de tres plantas, aunque se intercalan algunas más antiguas.

En una de éstas nació en 1554 el padre Fernando de la Mata, importante predicador, cuya biografía incluye el pintor Francisco Pacheco en su “Libro de verdaderos retratos”.

Y en el interior de uno de sus edificios modernos, número 7, se ha conservado parte del claustro (desgraciadamente no he podido acceder al interior de la vivienda) del antiguo convento de San Felipe Neri, que en el pasado configuró el trazado de la calle. 

Casa Feijoo 7

Casa Feijoo 7