martes, 11 de febrero de 2025

 RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Nuestra Señora de Consolación.

Como tantas otras devociones, la de Nuestra Señora de la Consolación hunde sus raíces también en la leyenda.

El carácter consolador de María se manifestó hacia santa Mónica, madre de san Agustín, que encontraba el consuelo en sus continuas oraciones para que Agustín (ver) volviese al seno de la Iglesia. 

A esta preocupación se sumó la muerte de su esposo Patricio y meditó en la desolación de María después de la muerte de su hijo Jesús.

En esta situación, María se aparece a Mónica vestida de negro y ceñida con una correa del mismo color, diciéndole: “Mónica, hija mía, éste es el traje que vestí cuando estaba con los hombres después de la muerte de mi hijo. El mismo vestido llevaras tú en señal de tu devoción hacía mí”.

Así, el nombre de Consuelo o Consolación hace pensar en cercanía con el afligido, fortaleza para compartir el dolor ajeno, compañía para ahuyentar la tristeza de la soledad. María, elevada al cielo, “brilla ante el pueblo peregrino de Dios como signo de segura esperanza y consolación”

En el siglo XV ya se instituyen distintas Cofradías de la Correa en Bolonia. Cuando Don Pedro de Aragón le pidió a Clemente X que le concediese algunas indulgencias, el Papa le respondió: Tomad la correa de San Agustín y en ella las tenéis todas”.

Rápidamente el uso de la correa se extendió entre los seglares que estaban en contacto con las casas e iglesias agustinas. 

En 1575 el papa Gregorio XIII crea en Bolonia la Archicofradía de Nuestra Señora de la Consolación, también llamada “de san Agustín y santa Mónica”.

La iniciativa para laicos más antigua es la Archicofradía de la Correa, que agrupaba a los llamados "corrigiatos" o cinturados y merecen especial relieve la actuación de estos cofrades en territorios de misión donde fueron inestimables colaboradores como intérpretes, catequistas, guías y protectores de los misioneros, a los que también acompañaban en el martirio. En octubre de 1630, el agustino recoleto beato Francisco de Jesús calculaba en unos 300 el número de cofrades japoneses martirizados.

Como comentamos, esta advocación tiene sus raíces en la idea de la Virgen María como madre amorosa que ofrece consuelo a los afligidos. Su culto se popularizó en varias ciudades de España, como Utrera (Sevilla), donde es la patrona, y también en América Latina.

Iglesia de Nuestra Señora de Consolación o de los Terceros (ver)

Algunas fuentes documentales hacen referencia a frailes Terceros Franciscanos que se habían establecido, en una ermita ubicada a la orilla del río Guadalquivir. 

El Arzobispo Gonzalo de Mena le ofreció la permuta de sus terrenos por otros situados en San Juan de Aznalfarache, para poder erigir una Cartuja en aquella apacible ribera. 

Así, un 16 de enero de 1.400, nació la que pronto sería Cartuja de Santa María de las Cuevas.

Posteriormente, la Orden Franciscana Tercera vuelve a Sevilla y fundan su convento en 1602 en la capilla de San Cosme y San Damián, situada en la calle Cabezas (actual calle Sol), en la collación de Santa Catalina, y en la añeja casa de los marqueses de Villafranca del Pítamo y Carrión de los Céspedes. ​

En el sitio llamado de la Morañina, por haber sido propiedad de la familia de los Duques de Medina Sidonia, los frailes Terceros fundaron un gran cenobio bajo el título de San Juan de la Morañina, siendo venerada en aquella ermita una antigua imagen de la Virgen de Consolación, con una gran devoción en la comarca, la cual los frailes hicieron suya, convirtiéndose el convento en lugar de peregrinación.

En 1602, cuando los religiosos de San Juan de Moraniña se trasladaron al convento de los Terceros se llevaron a Sevilla su imagen de Nuestra Señora de la Consolación, lo que generó un pleito vecinal por la devoción que se le profesaba, que se solucionó con la entrega de otra Virgen a la ermita local, con la advocación de Nuestra Señora del Socorro.​

Dado que, en relación con esta virgen, como hemos comentado, se celebraba una popular romería, es por lo que algunos historiadores consideran que fue la primitiva Virgen del Rocío.

Se encuentra Nuestra Señora de Consolación en un camarín, de estilo rococó en el portentoso retablo de Francisco Dionisio de Rivas, uno de los más bellos de la Sevilla del siglo XVII.

Retablo Mayor 

Camarín con la Virgen de Consolación 

Se trata de una imagen anónima del siglo XIV, también llamada Nuestra Señora de Morañina, la Chiquitita”, que con su brazo izquierdo porta al niño y en su mano derecha presenta uno de sus atributos, que es un barquito de vela y unas llaves, junto con un cetro. 

Este barco lo llevan otras imágenes de la misma advocación, como la Patrona de Utrera o la dolorosa titular de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sed.

Las cabezas de la Virgen y el Niño son de argamasa y madera y están fechadas en el siglo XIV. Las manos son de madera del siglo XVIII y el cuerpo fue realizado, también en madera, en 1988 por el escultor Manuel Hernández León. Mide 86 cm y actualmente lleva en su mano, como hemos comentado, un galeón del XVIII, aunque hay testimonios de otras épocas en las que sostenía solo un cetro.

En principio era una imagen de talla completa que con el paso del tiempo sufrió alteraciones y mutilaciones, sobre todo  para poderla vestir.

Virgen de Consolación "La Chiquitita"
Detalle de la Virgen de Consolación

El barquito se debe a una donación de 1579 del capitán Rodrigo de Salinas a la Patrona de Utrera, obra posiblemente del taller de Juan de Arfe, en agradecimiento a la Virgen de Consolación por su protección en los confines del mundo. 

La joya reproduce un buque armado de la época, y es una singular pieza de orfebrería manierista: “una nao de oro labrada sobre cristal y embutida de ámbar con sus tres mástiles y gavias y su popa e proa y su quilla de oro”.  

En un primer momento el barquito colgaría de la cintura de la Virgen. En el siglo XVII se realizan diversas modificaciones para que la pieza ocupe la mano de la imagen. 

Barquito de la Virgen de Consolación. (CC BY 3.0)


Naveta. Juan Fernández Gómez, según diseño de Francisco Maireles Vela. 1960. Plata cincelada y repujada. Hermandad de la Sagrada Mortaja


Portada de la Iglesia de Nuestra Señora de Consolación o de los Terceros

En una hornacina se sitúa una imagen en terracota de la Virgen de Nuestra Señora de Consolación, titular del templo, con zócalo en el cual está grabado en latín: "Consolatrix Aflictorum”, sobre la que vuela la paloma del Espíritu Santo.

Hornacina con la Virgen de Nuestra Señora de Consolación
Detalle de la Virgen de Nuestra Señora de Consolación

 RUTAS POR SEVILLA: Ángeles y Arcángeles.

San Rafael.

San Rafael Arcángel es uno de los tres arcángeles reconocidos por la Iglesia Católica, junto con San Miguel y San Gabriel.

Su nombre en hebreo significa "Dios sana" o "Medicina de Dios", lo que refleja su papel como sanador tanto físico como espiritual, con una historia rica en milagros.  

La historia está narrada en el Libro de Tobías y se desarrolla en la época de las revueltas de los Macabeos (Libro de Tobías 5,4).

Tobit, el padre del joven Tobías, es un hombre generoso que, en el periodo de la deportación asiria comparte sus bienes con los más pobres.

Pero, por los avatares de la vida llega a perder todos sus bienes y también la vista.

En este punto de su vida, pide a su hijo que vaya a una localidad lejana para recuperar una gran cantidad de dinero, que había entregado a un amigo.

Para tal viaje, busca como guía a un viandante llamado Azarías, hijo del gran Ananías, experto en aquellas zonas, pues se trata de un duro viaje no exento de grandes peligros para los viajeros.

Durante una pausa en el río Tigris, un gran pez ataca al joven, que primero se asusta y luego, animado por el viandante, que es el Arcángel Rafael de incógnito, captura el pez, y, siguiendo las indicaciones del viandante, le saca el corazón, el hígado y la hiel.

Llegando casi a la meta, el Arcángel aconseja a Tobías quedarse en casa de la familia de algunos parientes, donde conoce a su prima Sara.

La joven se había casado ya siete veces, y sus esposos habían sido asesinados la noche de la boda, por el demonio Asmodeo, que estaba enamorado y celoso de la joven.

Sara, que había desistido en tomar nuevo marido, acepta finalmente casarse con Tobías y, Asmodeo es derrotado por el corazón y el hígado del pez, que el viandante le aconseja poner en el brasero de los perfumes, provocando la huida del demonio.

Cuando Tobías regresa a su casa consigue la curación de la ceguera de su padre al ungir sus ojos con la hiel del pez.

Cuando Tobías quiso recompensar a su compañero Azarías, este le reveló su identidad. Explica que había sido enviado por Dios, atraído por las oraciones y por la caridad de cada uno, para curarlos y guiarlos: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”.

Por todo ello, San Rafael se asocia como patrón de los viajeros, los ciegos, las reuniones felices, los enfermeros, los físicos, los trabajadores sanitarios, los casamenteros, los matrimonios cristianos y los estudios católicos.

El 8 de julio de 1497, cuando Vasco de Gama se embarcó en su cuarto viaje hacia la India, el estandarte fue denominado, con insistencia del rey portugués, el “San Rafael”. Cuando la flotilla atracó en el cabo de Buena Esperanza el 22 de octubre, los marineros desembarcaron y erigieron una columna en honor del arcángel.

En el cristianismo, Rafael está generalmente asociado al ángel del Evangelio de Juan, quien mueve y mantiene las aguas con poderes sanadoras de la piscina de Behhesda.

En relación a Córdoba, San Rafael es considerado como su ángel custodio por su protección durante una epidemia de peste, de tal modo que después de varias apariciones al padre Roelas, en la madrugada del 7 de mayo de 1578, le dijo al sacerdote: “Yo te juro, por Jesucristo Crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”. Al poco tiempo dejaron de morir personas en Córdoba a causa de la epidemia.

Otro milagro atribuido al arcángel es su intervención en el hallazgo de las reliquias de los Santos Mártires cordobeses cuya urna se conserva en la Basílica Menor de San Pedro de la capital. En unas obras de restauración en noviembre de 1575 se descubren las reliquias de un grupo numeroso de mártires de las persecuciones romanas y mozárabes, agrupadas en una "fosa común". Según el testimonio del padre Roelas, el mismo arcángel San Rafael autentificó esas reliquias afirmando el origen martirial de los restos encontrados. Posteriormente el Concilio Provincial de Toledo del 22 de enero de 1583 declaró auténticos esos mismos restos.

Por todo ello, San Rafael es representado con distintos atributos: Un bastón o cayado de viajero, en referencia a su papel de guía en el viaje de Tobías. Un pez, símbolo de la curación que realizó con Tobit. Una calabaza o frasco de medicina, representando su papel de sanador. Alas y vestiduras angelicales, como signo de su origen celestial.

Y es considerado el patrón de: Los enfermos y hospitales, de los médicos, enfermeros y farmacéuticos, de los viajeros y peregrinos, y de los matrimonios y parejas.

Arcángel San Rafael. Iglesia de los Terceros, Atribuido a Fernando de Medinilla. 1727

Detalle del Arcángel san Rafael

Detalle del Arcángel san Rafael

Arcángel San Rafael. Julio Romero de Torres. 1925. Óleo sobre lienzo. 130 x 178 cm. Museo Julio Romero de Torres. Córdoba. (CC BY 3.0)

San Rafael. Anónimo seguidor de Zurbarán. Hacia 1600.Óleo sobre lienzo. Museo del Hospital del Pozo Santo. Sevilla

El Arcángel San Rafael. Juan de Valdés Leal. Hacia 1654-1656. Óleo sobre lienzo. 189 x 124 cm. Palacio de los Marqueses de Viana. Córdoba. (CC BY 3.0)

Paisaje con el Arcángel San Rafael y Tobías. Anónimo. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo. 58,5 x 115 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. (CC BY 3.0)

Detalle

El Arcángel San Rafael y Tobías. Lorena, Claudio de. 1639-1640. Óleo sobre lienzo. 211 x 145 cm. Museo del Prado. Sala 002. (CC BY 3.0)

Detalle

Capilla de la Orden Tercera. En la cabecera del muro de la Epístola encontramos un lienzo que nos muestra “La curación del paralitico en la piscina probática”, atribuida a Peter van Lint del siglo XVII. Es posible que este cuadro sirviera de inspiración para Murillo para realizar su pintura del mismo tema para el Hospital de la Caridad.

“La curación del paralitico en la piscina probática”, Copia de Murillo. Iglesia de san Jorge. Hospital de la Caridad