viernes, 17 de enero de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Poetas  

Juan Ramón Jiménez.

Al pasear por la calle Gerona surgen el dato de que en una de sus casas vivió el Premio Novel Juan Ramón Jiménez.

Rotulo de la calle Gerona

Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre de 1881 en la casa número 2 de la calle de la Ribera de la localidad onubense de Moguer.

Era hijo de Víctor Jiménez (natural de Nestares, La Rioja), y Purificación Mantecón López-Parejo. Su padre era viudo y tenía una hija llamada Ignacia de su primer matrimonio con Emilia Velarde.

Era una familia acomodada dedicada al negocio agrícola, especialmente al cultivo de la uva y a la exportación de vino.

En 1887 sus padres se trasladaron a una antigua Casa de la calle Nueva y cursó primaria y elemental en el colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José.

En 1891 aprobó con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto la Rábida de Huelva.

En 1896 Se trasladó a Sevilla para ser pintor, creyendo que esa era su vocación. Sus recuerdos reviven líricamente aquellos ambientes: “Yo (dirá en Viajes y sueños) pintando, escribiendo y diciendo a mi familia que estudiaba en la Universidad”.  Y en otro escrito: “Cuando yo estaba en Sevilla, en el limbo de los pintores, calle de Gerona" (ver).

La pintura era por aquellos años su ilusión más fuerte: “Vividura y moridura con buena cara se apuran”, decir, de muchacho, en Sevilla, a un zapatero del portal de mi estudio, cuando yo estaba allí pintando en la calle Gerona, paralela a la de Dueñas, en donde seguramente vi a Antonio Machado, nueve años mayor que yo, cuando yo no sabía quién era".

No se sabe con exactitud en qué casa se alojó, ni siquiera si está todavía en Pie. Pero su fisonomía y su carácter no debían andar muy lejos de una descripción que el moguereño le hizo a Pedro Salinas en una carta de 1923. Salinas, como es sabido, hubo de instalarse por entonces en Sevilla, como catedrático de literatura de la Universidad. Y Juan Ramón le transmite un bello apunte impresionista de las viejas casas de huéspedes de esta ciudad: “Sé que está usted en una fonda, apartado de su mujer y su niña, y que esto, que no es mucho para muchos, para usted es tanto!. Va usted a sentir, sin duda, como yo siete años, ese frio hueco del patio de mármol sonoro de agua, taconeo, voces y nostálgico sol reflejado, sin calefacción posible ni imposible, de las casas de Sevilla en otoño, cada vez que vuelva usted a su cuarto de hombre bueno solo”.

Durante su estancia en la capital hispalense, Juan Ramón empezó a frecuentar el Ateneo de la ciudad, un lugar donde los escritores Francisco Rodríguez Marín y Luis Montoto, entre otros, celebraban sus famosas tertulias. Escribió sus primeros trabajos en prosa y verso y empezó a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.

Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque la abandonó en 1899.

En 1899 fue internado en el colegio jesuita San Luis Gonzaga en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María. En ese lugar, el carácter melancólico e introvertido del joven se acentuó aún más a causa de la soledad y debido a la férrea disciplina de que hacía gala el centro. En aquella etapa, entre sus compañeros de clase se encontraban los futuros dramaturgos Fernando Villalón y Pedro Muñoz Seca.

En 1900, y sin terminar la carrera de Derecho, Juan Ramón marchó a Madrid y publicó sus dos primeros libros de textos, Ninfeas y Almas de violeta.

El 3 de julio de 1900, su padre murió de manera repentina a causa de una embolia cerebral, y su familia perdió todo su patrimonio, embargado al fallar el Tribunal Supremo a favor del Banco de Bilbao. Esta situación sumió al poeta en un profundo estado de melancolía y depresión y en 1901 fue ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, posteriormente regresó a Madrid al Sanatorio del Rosario, donde permaneció varias semanas al cuidado del doctor Luis Simarro.


Desde este Sanatorio del Rosario, organizó reuniones que con el tiempo se convirtieron en tertulias a las que asistieron Machado, Valle-Inclán y Benavente, entre otros, y fue uno de los fundadores de la revista literaria Helios.

Su primer amor fue la idealizada Blanca Hernández Pinzón, la “novia blanca” de sus versos, pero pronto se relacionaría con más mujeres y los 104 poemas de sus Libros de amor (1911-1912) consignan aventuras con mujeres solteras, casadas, con una norteamericana madre de una hija, con la esposa del psiquiatra que atendió su depresión tras la muerte de su padre y hasta monjas, como proclama su editor Jose Antonio Expósito en 2007. 

En 1903, en Madrid, conoció a una elegante y culta norteamericana, Luisa Grimm (1878-1960), casada con el rico español Antonio Muriedas Manrique de Lara, quien tenía intereses económicos en México. Juan Ramón Jiménez se enamoró de ella, incluso le insinuó la posibilidad del matrimonio, que la estadounidense rechazó, y mantuvo una copiosa correspondencia con ella entre 1907 y 1915, y colaboró en la traducción del “Himno a la belleza intelectual” de Shelley publicado en 1915.

Retrato de Juan Ramón Jiménez pintado por Joaquín Sorolla en el año 1903.(CC BY 3.0)


En 1905 regresó a su pueblo natal a causa de los problemas económicos por los que atravesaba su familia, y residió en la casa de la calle Aceña. Este periodo coincide con la etapa de mayor producción literaria.

En 1913 conoció a Zenobia Camprubí Aymar con la que se casó en Nueva York el 2 de marzo de 1916.

Realizó una gran actividad intelectual de la que destacamos “Diario de un poeta recién casado” o la traducción de 22 obras del poeta indio Rabindranath Tagore

En 1918 encabezó movimientos de renovación poética, por lo que logró una gran influencia en la generación del 27.

Juan Ramón Jiménez. Retrato del poeta realizado por Juan de Echevarría en 1918. Foto: PD (CC BY 3.0)

En 1930 le fue presentada en un concierto la escultora y escritora Margarita Gil Roësset, amiga de su esposa, que se enamoró del poeta. Tras dos años de rechazos y de intentos desesperados por conseguir su amor, en 1932tras esculpir un busto de su amiga Zenobia, Margarita se quitó la vida sabedora de que su amor por el poeta era imposible. Impactado por este acontecimiento, Juan Ramón le dedicó una biografía en su obra “Españoles de tres mundos”.

Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Juan Ramón Jiménez se posicionó abiertamente en el bando republicano y con la ayuda de Manuel Azaña, el poeta y su esposa marcharon a Estados Unidos, instalándose en Washington, donde ejercería como agregado cultural.

En 1938 tuvo lugar un acontecimiento que marcaría profundamente al poeta y lo hundiría anímicamente. Su sobrino, miembro de Falange, Juan Ramón Jiménez Bayo, pereció en el frente de Teruel.

En palabras de Zenobia: "El dolor dejó a Juan Ramón absolutamente estéril por casi año y medio". De su sobrino escribió el poeta en su autobiografía Vida: "Yo sé bien que él tenía, con las ideas que él creía mejores, un ideal limpio, sin más sangre en él que la suya. Y esta sangre generosa lo dejó sin ella exangüe en el sitio de su ideal. Y se sumió en la tierra a mejorarla. Si su muerte, y las otras como la suya, no nos mejoran, ¿de qué sustancia miserable somos?".

Entre 1939 y 1942 se establecieron en Miami, Florida, donde compuso los “Romances de Coral Gables”. En 1940 fue hospitalizado unos meses en el Hospital Universitario de Miami por depresión, de la cual salió con los proyectos de dos ambiciosos poemas, “Espacio y Tiempo”, pero solo llegó a concluir el primero, culmen de la lírica española del siglo XX.

En 1942 se trasladaron a Washington y entre 1944 y 1946 Zenobia y Juan Ramón fueron contratados para dar clases como profesores en la Universidad de Maryland.

En 1946 el poeta permaneció hospitalizado otros ocho meses a causa de un nuevo episodio depresivo.

En 1950 se instalaron en Puerto Rico para dar clases en el Recinto de Río Piedras, sede de la Universidad de Puerto Rico.

En 1956 la Academia Sueca le otorgó el Premio Novel de Literatura, pero tres días después, murió su esposa como consecuencia del cáncer que padecía.

Él jamás se recuperará de esta pérdida y permaneció en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras, aceptó el premio en su nombre.

El poeta tuvo que ser recluido en un sanatorio mental en la población puertorriqueña de Hato de Tejas, y tras sufrir una caída que le produjo una fractura de cadera, su familia intentó que regresase a España, cosa a la que este se negó rotundamente.

Finalmente, el poeta contrajo una bronconeumonía que lo obligó a ingresar en la Clínica Mimiya de Santurce, en Puerto Rico, la misma en la que había fallecido su amada Zenobia. El poeta no respondió al tratamiento y murió el 29 de mayo de 1958.

Sus restos mortales (y los de Zenobia) fueron trasladados a España, y reposan en el cementerio de su Moguer natal, donde recibieron sepultura el 6 de junio de 1958.

Aunque por edad pertenece a la generación del 14, mantuvo estrecha relación con las generaciones anteriores (modernismo, que influyó su primera etapa) y posteriores (generación del 27), a la que apoyó al menos en sus primeros trabajos y de la que fue uno de los principales modelos.

“Platero y yo”, fechada por su autor en 1914, se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos conducen desde la presentación de este borriquete.