RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Poetas
Juan Ramón Jiménez.
Al pasear por
la calle Gerona surgen el dato
de que en una de sus casas vivió el Premio Novel Juan Ramón Jiménez.
Rotulo
de la calle Gerona
Juan Ramón Jiménez nació el 23 de
diciembre de 1881 en la casa número 2 de la calle de la Ribera de la
localidad onubense de Moguer.
Era hijo de Víctor Jiménez (natural de
Nestares, La Rioja), y Purificación Mantecón López-Parejo. Su padre era viudo y
tenía una hija llamada Ignacia de su primer matrimonio con Emilia Velarde.
Era una familia acomodada dedicada
al negocio agrícola, especialmente al cultivo de la
uva y a la exportación de vino.
En 1887 sus padres se trasladaron a
una antigua Casa de la calle Nueva y cursó primaria y elemental en el
colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José.
En 1891 aprobó con calificaciones de
sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto la Rábida de
Huelva.
En 1896 Se trasladó a Sevilla para ser
pintor, creyendo que esa era su vocación. Sus recuerdos
reviven líricamente aquellos ambientes: “Yo (dirá en Viajes y sueños) pintando, escribiendo y diciendo a mi
familia que estudiaba en la Universidad”. Y en otro escrito:
“Cuando yo estaba en Sevilla, en el
limbo de los pintores, calle de Gerona" (ver).
La pintura era por
aquellos años su ilusión más fuerte: “Vividura
y moridura con buena cara se apuran”, oí
decir, de muchacho, en Sevilla, a un zapatero
del portal de mi
estudio, cuando yo estaba allí pintando
en la calle Gerona,
paralela a la de Dueñas, en donde seguramente vi a Antonio Machado, nueve años mayor que yo, cuando yo no sabía quién era".
No se sabe
con exactitud en qué casa se alojó, ni
siquiera si está todavía en Pie. Pero su
fisonomía y su carácter no debían andar muy lejos de una descripción que el moguereño le hizo a Pedro Salinas en una carta de 1923. Salinas, como es sabido, hubo de instalarse por entonces en
Sevilla, como catedrático de literatura de la Universidad. Y Juan Ramón le transmite un bello
apunte impresionista de las viejas casas de
huéspedes de esta ciudad: “Sé que está usted en una fonda, apartado de su mujer y su
niña, y que esto, que no es mucho para muchos,
para usted es tanto!. Va usted a sentir, sin duda, como yo siete años, ese frio hueco del patio de mármol sonoro de agua,
taconeo, voces y nostálgico sol reflejado, sin
calefacción posible ni imposible, de las casas de
Sevilla en otoño, cada vez que vuelva usted a su cuarto de hombre bueno solo”.
Durante su estancia en la capital
hispalense, Juan Ramón empezó a frecuentar el Ateneo de la ciudad, un lugar
donde los escritores Francisco Rodríguez Marín y Luis Montoto, entre otros,
celebraban sus famosas tertulias. Escribió sus primeros trabajos en prosa y
verso y empezó a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.
Comenzó la carrera de Derecho impuesta
por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque la abandonó en 1899.
En 1899 fue internado en el colegio jesuita San Luis Gonzaga en la localidad
gaditana de El Puerto de Santa María. En ese lugar, el carácter melancólico e
introvertido del joven se acentuó aún más a causa de la soledad y debido a la
férrea disciplina de que hacía gala el centro. En aquella etapa, entre sus
compañeros de clase se encontraban los futuros dramaturgos Fernando Villalón y
Pedro Muñoz Seca.
En
1900, y sin terminar la carrera de Derecho, Juan Ramón marchó a Madrid y publicó sus
dos primeros libros de textos, Ninfeas y Almas de violeta.
El 3 de julio de 1900, su padre murió de manera repentina
a causa de una embolia cerebral, y su familia perdió todo su patrimonio, embargado al fallar
el Tribunal Supremo a favor del Banco de Bilbao. Esta situación sumió al poeta en un profundo estado de melancolía y
depresión y en
1901 fue ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, posteriormente
regresó a Madrid al Sanatorio del Rosario, donde permaneció varias semanas al
cuidado del doctor Luis Simarro.
Desde este
Sanatorio del Rosario, organizó reuniones que con el tiempo se convirtieron en
tertulias a las
que asistieron Machado, Valle-Inclán y Benavente, entre otros, y fue uno de los
fundadores de la revista literaria Helios.
Su primer amor fue la idealizada Blanca Hernández
Pinzón, la “novia blanca” de sus versos, pero pronto se relacionaría con más
mujeres y los 104 poemas de sus Libros
de amor (1911-1912) consignan aventuras con mujeres solteras,
casadas, con una norteamericana madre de una hija, con la esposa del psiquiatra
que atendió su depresión tras la muerte de su padre y hasta monjas, como
proclama su editor Jose Antonio Expósito en 2007.
En 1903, en Madrid, conoció a una elegante y culta
norteamericana, Luisa Grimm (1878-1960), casada con el rico español
Antonio Muriedas Manrique de Lara, quien tenía intereses económicos en México.
Juan Ramón Jiménez se enamoró de ella, incluso le insinuó la posibilidad del
matrimonio, que la estadounidense rechazó, y mantuvo una copiosa correspondencia
con ella entre 1907 y 1915, y colaboró en la traducción del “Himno a la belleza intelectual” de
Shelley publicado en 1915.
Retrato de Juan Ramón Jiménez pintado por Joaquín Sorolla
en el año 1903.(CC BY 3.0)
En 1905 regresó a su pueblo natal a causa de los problemas
económicos por los que atravesaba su familia, y residió en la casa de la calle
Aceña. Este periodo coincide con la etapa de mayor producción literaria.
En 1913 conoció a Zenobia Camprubí Aymar con
la que se casó en Nueva York el 2 de marzo de 1916.
Realizó una
gran actividad intelectual de la que destacamos “Diario de un poeta recién casado”
o la traducción de 22 obras del poeta indio Rabindranath Tagore
En 1918 encabezó movimientos de
renovación poética, por lo que logró una gran influencia en la generación
del 27.
Juan Ramón Jiménez. Retrato del poeta realizado por Juan
de Echevarría en 1918.
En 1930 le fue presentada en un
concierto la escultora y escritora Margarita Gil Roësset, amiga de su esposa, que se enamoró del poeta. Tras dos años de rechazos y de intentos
desesperados por conseguir su amor, en 1932tras esculpir un busto de su amiga
Zenobia, Margarita se quitó la vida
sabedora de que su amor por el poeta era imposible. Impactado por este
acontecimiento, Juan Ramón le dedicó una biografía en su obra “Españoles de tres mundos”.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Juan
Ramón Jiménez se posicionó abiertamente en el bando republicano y con la ayuda
de Manuel Azaña, el poeta y su esposa marcharon a Estados Unidos, instalándose
en Washington, donde ejercería como agregado cultural.
En 1938 tuvo lugar un acontecimiento que marcaría
profundamente al poeta y lo hundiría anímicamente. Su sobrino, miembro de
Falange, Juan Ramón Jiménez Bayo, pereció en el frente de Teruel.
En
palabras de Zenobia: "El dolor dejó a Juan Ramón absolutamente
estéril por casi año y medio". De su sobrino escribió el poeta en su
autobiografía Vida: "Yo sé bien que él tenía, con las ideas que él
creía mejores, un ideal limpio, sin más sangre en él que la suya. Y esta sangre
generosa lo dejó sin ella exangüe en el sitio de su ideal. Y se sumió en la
tierra a mejorarla. Si su muerte, y las otras como la suya, no nos mejoran, ¿de
qué sustancia miserable somos?".
Entre 1939 y 1942 se establecieron en Miami, Florida,
donde compuso los “Romances de
Coral Gables”. En 1940 fue hospitalizado unos meses en el Hospital
Universitario de Miami por depresión, de la cual salió con los proyectos de dos
ambiciosos poemas, “Espacio y Tiempo”, pero solo llegó a concluir
el primero, culmen de la lírica española del siglo XX.
En 1942 se trasladaron a Washington y entre 1944
y 1946 Zenobia y Juan Ramón fueron contratados para dar clases como profesores
en la Universidad de Maryland.
En 1946 el poeta permaneció hospitalizado otros ocho
meses a causa de un nuevo episodio depresivo.
En 1950 se instalaron en Puerto
Rico para dar clases en el Recinto de Río Piedras, sede de la Universidad de
Puerto Rico.
En 1956 la Academia Sueca le otorgó el Premio
Novel de Literatura, pero tres días después, murió su esposa como consecuencia
del cáncer que padecía.
Él jamás se recuperará de esta
pérdida y permaneció en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del
Recinto de Río Piedras, aceptó el premio en su nombre.
El poeta tuvo que ser recluido
en un sanatorio mental en la población puertorriqueña de Hato de Tejas, y tras sufrir una caída que le produjo
una fractura de cadera, su familia intentó que regresase a España, cosa a la
que este se negó rotundamente.
Finalmente, el poeta contrajo una bronconeumonía que lo
obligó a ingresar en la Clínica Mimiya de Santurce, en Puerto Rico, la misma en
la que había fallecido su amada Zenobia. El poeta no respondió al tratamiento y murió el 29 de
mayo de 1958.
Sus
restos mortales (y los de Zenobia) fueron trasladados a España, y reposan en el
cementerio de su Moguer natal, donde recibieron sepultura el 6 de junio de
1958.
Aunque por edad pertenece a la generación del 14,
mantuvo estrecha relación con las generaciones anteriores (modernismo, que
influyó su primera etapa) y posteriores (generación del 27), a la que apoyó al
menos en sus primeros trabajos y de la que fue uno de los principales modelos.
“Platero y yo”, fechada por su autor en 1914, se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos conducen desde la presentación de este borriquete.