AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
Puerta de Córdoba.
La Puerta de Córdoba está situada también al norte de
la ciudad, entre la Puerta de la Macarena y la desaparecida Puerta del Sol,
frente al Convento de los Capuchinos en la Ronda del mismo nombre. Es una de
las tres puertas que se salvaron de los derribos del siglo XIX, y aunque no existen referencias de la época
árabe, parece que su nombre se debe al camino que llevaba a Córdoba, o porque
en sus cercanías se establecieron unos cordobeses tras la reconquista.
Es una torre-puerta almenada en recodo, como
otras puertas almorávides, y la única que se conserva en su estilo y situación
acodada original, aunque despojada de su barbacana por las intervenciones
llevadas a cabo por Hernán Ruiz II en el siglo XVI, como en otras puertas.
Puerta de Córdoba
Detalle exterior de una de las puertas
Por su actividad era considerada
de las menores y posiblemente por este motivo, y por su dependencia de la
Hermandad de san Hermenegildo es la única que no se reformó a partir del siglo
XVI.
La torre tiene dos puertas y un
patio abierto con pequeñas estancias alrededor con altares de artesonado
mudéjar, y una escalera que da acceso al piso superior donde se ubica la celda
y el altar de veneración al Santo.
Patio interior de la Puerta-Torre
Estancias
La Hermandad, fundada en el siglo XIII tras la reconquista, ya disponía de la llave de la torre otorgada por el asistente y respondía de su cuidado desde el siglo XVI para dar culto al Santo. Inicialmente era una pequeña capilla cuya entrada era la propia torre, y posteriormente fue ampliada con la Iglesia (ver) adosada a la torre tras la cesión de los terrenos en 1603.
San Hermenegildo (564-585) (ver), gobernador de la provincia Bética, era hijo del
rey visigodo Leovigildo y hermano mayor de Recaredo, y según la leyenda fue
encarcelado por su padre y martirizado en esta Torre tras su rebelión y
conversión al catolicismo en el siglo VI.
Este martirio y muerte de la
leyenda nunca pudo ocurrir en este lugar, al menos en la torre, porque la
puerta pertenece a la extensión almorávide de la muralla del siglo XII y no
existía en tiempo de los visigodos, pero los castellanos siempre la creyeron
romana y la devoción por San Hermenegildo determinaría el resto.
Y gracias a esta antigua leyenda, por la que se cedieron y se inscribieron en el registro los terrenos, se salvó la Torre de Córdoba y su tramo de murallas del proyecto de derribo durante la Revolución de 1868.