martes, 21 de enero de 2025

 AREA DE REGINA-ENCARNACION-SAN PEDRO

Mercado de la Encarnación.

En 1810 se produjo la invasión de Sevilla por parte de los franceses, el Mariscal Soult se instaló en el Palacio Arzobispal y el 28 de abril se publicó en la “Gazeta de Sevilla” el decreto, firmado por José Bonaparte en el Alcázar, en cuyo primer artículo, literalmente, se podía leer: " Se formará una plaza pública en el terreno que ocupa la manzana comprendida entre las plazas de Regina y la Encarnación".

El mismo decreto ordena que las monjas fuesen trasladadas a otro convento. El visitador propuso que las monjas fuesen trasladadas al Convento de Nuestra Señora de la Paz, también de agustinas, pero las monjas no querían ser fusionadas con otro convento, así que el 10 de junio se trasladaron al Convento de los Terceros, que había sido exclaustrado.

Así pues, se derribó el convento de la Encamación y el resto de la manzana, que se había segregado en diversas casas y palacios, fue demolida, pues el mariscal Soult tenía idea hacer de Sevilla una gran capital de España, y en el solar del convento de la Encarnación, ubicaría la plaza mayor que la ciudad, pero la escasez de fondos y el cariz contrario a los intereses napoleónicos que había tomado la Guerra de la Independencia motivaron que solo se hiciera la demolición de esta manzana, y que la creación de la plaza nunca llegó a materializarse.

De esta forma, cuando los franceses abandonan la ciudad, la plaza era un inmenso montón de escombros.  

En la segunda década del siglo XIX con un solar vacío de cerca de 25.000 m sin ningún tipo de uso, el Ayuntamiento decidió ubicar en él un mercado de abastos que paliara las necesidades de la ciudad, pues en ese momento Sevilla no contaba con un punto fijo de ventas, sino que el comercio se esparcía por las distintas calles y plazas, tal y como se hacía desde el medievo.

Efectivamente, por sus calles y plazuelas se vendían todo tipo de productos y alimentos; desde el pescado en la Plaza de la Pescadería, las legumbres en la calle Herbolarios, las carnicerías y verdulerías en la Plaza de la Alfalfa, las frutas y frutos secos en la del Salvador, o la venta de la caza menor en la calle Luchana.

Además, la mayor parte de las veces esta venta era ambulante, sin unas mínimas condiciones higiénicas que suponían graves problemas para la salud de los ciudadanos.

A ello hay que añadir las dificultades del Ayuntamiento para cobrar tributos y tener controlados a los vendedores por no estar ubicados en un sitio concreto.

Por todo ello se hacía absolutamente imprescindible crear un mercado de abastos en la ciudad.

Tras muchos proyectos y sesiones del Cabildo, por fin "el martes primero de agosto de 1820 empezó a establecerse el Mercado Principal de Abastos en la nueva plaza de la Encamación" según cuenta don Joaquín Guichot (ver).

Este primer mercado estaba realizado en madera de pino según un proyecto presentado por Cayetano Vélez en 1814.

De igual material eran los cajones de los puestos, lo que originó distintas quejas, entre ellas la siguiente, presentada en el mismo año de 1820: “ la salud pública es la suprema ley de todas la sociedades; aquella está amenazada en el mero hecho de trasladar las carnes y los pescados al sitio de la Encarnación, porque los caxones de madera acordados no es defensa suficiente de la calor que gravita sobre aquel lugar y más en materia tan dispuesta a la putrefacción al periodo de mui pocas horas. Este mal ba a acarrear sobre los vecinos de esta ciudad que vallan a proveerse al mercado público e insensiblemente puede acarrear una fermentación contagiosa que quiera ataxarse cuando sea tarde ... " (Sec. 9, t. 27, núm. 4).

Este primer mercado fue demolido en 1831 y sustituido por otro de ladrillo, obra de los arquitectos Melchor Cano y Salustiano Ardanaz.

Este Nuevo Mercado, por una serie de problemas y complicaciones, no se pudo dar por finalizado hasta 1837, y hasta 1842 no se terminó la zona de "dirección" (el Juzgado del Mercado).

Vista cenital del Mercado de la Encarnación (1967). Fototeca Municipal de Sevilla

Se trataba de un inmenso edificio rectangular, con 430 placeros, que abarcaba la plaza en su totalidad, desde la calle Dados (Puente y Pellón) hasta el Convento de Regina.

Su interior  estaba organizado en tres amplias calles, con galerías cubiertas, a ambos lados de las cuales se situaban los puestos ordenados según los artículos de venta: pan , frutas y hortalizas, carne fresca y chacina, pescado.

Mercado de la Encarnación. Estado de los puestos (1971). Fototeca Municipal de Sevilla

Interior del Mercado de la Encarnación (1978). Fototeca de la Universidad de Sevilla

Mercado de la Encarnación. Finales de los 20 o principio de los 30

En su centro, donde se ubicaban los puestos de venta más efímera se situaba una fuente mármol (la que está en la actualidad en la Plaza) rodeada de cuatro árboles.

Fuente Central que se encontraba en el centro del Mercado de la Encarnación realizada por el arquitecto Melchor Cano en 1832. 

Se accedía por ocho puertas, tres en cada lado largo (que coincidía con las antiguas calles del Correo y del Aire), y una puerta en cada lado menor, esto es, a la calle Dados (actual Puente y Pellón) y a Regina. 

Fachada norte junto a la embocadura de la calle Regina. Fototeca Municipal de Sevilla. Fondo Serrano

Este gran mercado condicionó el ambiente de su entorno, con la presencia de los vendedores ambulantes, los hortelanos que acudían cada madrugada a instalar sus productos para la venta, las cigarreras. Se multiplicaban las denuncias por engaño en calidad, y sobre todo en el peso, e incluso se acostumbraba a matar los cerdos en mitad de la calle. Y no eran infrecuentes peleas, motines de los vendedor y enfrentamientos con los mismos carabineros. Asimismo, hasta prácticamente la década de 1970 se registraban estampas de prostitución callejera en la esquina de Puente y Pellón y Compañía.

Con la percepción de las ventajas de concentrar los puntos de venta en un único espacio, se crearon nuevos mercados a lo largo de la ciudad, como el de Entradores, o el del Postigo del Aceite o el de la calle Feria.

En 1948, se derribó la mitad sur del Mercado para facilitar la comunicación entre Laraña e Imagen y la posterior ampliación de esta. Una operación urbanística destinada a conectar la Puerta Osario con la Campana y que determinó que la nueva calle partía en dos el espacio que antes ocupaba en su totalidad el mercado, quedando este a un lado y al otro la nueva Plaza de la Encarnación, y de los 10.000 metros cuadrados que ocupó originalmente, su espacio se redujo a los 7.000 aproximadamente. 

Derribo de las casas de la antigua calle Imagen para su ensanche.

En 1973, debido a problemas estructurales de los puestos de verduras y pescado del Mercado, la riada del Tamarguillo y la aparición de los primeros supermercados, el Mercado fue demolido totalmente.  Y en el ángulo noreste de la plaza se dispusieron unas instalaciones, para los puestos que quedaban, por un plazo máximo de 3 años, que fueron finalmente 37 años. 

Demolición del mercado de la Encarnación (1973)


Demolición del Mercado De Abastos en 1973, Fototeca Municipal de Sevilla. Fondo Serrano

El primer uso que tuvo el espacio fue el de un aparcamiento en superficie. El proyecto derivó posteriormente en la construcción de un nuevo estacionamiento, esta vez subterráneo, sobre el que se ubicaría el nuevo mercado. La falta de recursos fue dilatando la actuación sobre el mismo.

Vista del aparcamiento de la plaza de la Encarnación (años 1980)

Durante la década de los 90, se llevaron a cabo varias etapas de excavación arqueológica, y fueron identificados diferentes etapas históricas escondidas bajo la Plaza de la Encarnación, que dieron lugar a la musealización de los restos, comprendidos entre el siglo I y el VI d.C.

En 2004, el Ayuntamiento de Sevilla convocó un concurso internacional de ideas para la reurbanización de la plaza de la Encarnación, donde los restos arqueológicos quedaran integrados.

Esta etapa daría lugar al proyecto popularmente conocido de “las Setas”, del arquitecto alemán Jürgen Mayer con su Metropol Parasol, con un moderno mercado de abastos, que abarca 4.500 metros cuadrados de superficie y alrededor de 70 puestos de venta.

Detalle del Metropol Parasol

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritor y Cronista  

Joaquín Guichot y Parody.

Rotulo de su calle


Nacido el 30 de septiembre de 1820 en Madrid, en la calle del Prado. ​

Era hijo de un francés y una malagueña conocidos por sus ideas liberales.

Su familia hubo de huir de Madrid con la entrada de las tropas de la santa Alianza cuando Joaquín era aún un niño.

El exilio le llevaría por Sevilla, Gibraltar y Burdeos y no regresaría hasta la edad de quince años.

En 1846 se instala en Sevilla y, excelente dibujante, comienza a realizar estudios sobre paisajes y monumentos como el castillo de Alcalá o el tajo de Ronda, mientras trabaja como periodista para El Porvenir, el  Diario de Sevilla  y otros periódicos en las que escribe principalmente sobre política y por la causa liberal.

Joaquín Guichot y Parody. (CC BY 3.0)

A partir de 1850 llegó a dirigir El Artista y a fundar El Teatro.

En 1869 aparece su primer tomo de Historia General de Andalucía y poco después su Historia de la Ciudad de Sevilla, considerada como su obra más importante y que le valdría su nombramiento como cronista de la ciudad por el Ayuntamiento de Sevilla el 4 de julio de 1874 y cronista de la provincia por la Diputación también en ese mismo año.

Compuso asimismo varios tratados de dibujo y algunas novelas y piezas dramáticas y tradujo del francés de una serie de autores acordes con sus ideas.  

A partir de 1879 ocupa plaza en la Academia de Buenas Letras de Sevilla.  

Falleció en Sevilla el día 6 de marzo de 1906.