AREA DE REGINA-ENCARNACION-SAN PEDRO
Mercado de la Encarnación.
En 1810 se produjo la invasión de Sevilla por parte de los franceses, el
Mariscal Soult se instaló en el Palacio Arzobispal y el 28
de abril se publicó en la “Gazeta de Sevilla” el decreto, firmado por José
Bonaparte en el Alcázar, en cuyo primer artículo, literalmente, se podía leer: " Se formará una
plaza pública en el terreno que ocupa la manzana comprendida entre las plazas
de Regina y la Encarnación".
El mismo
decreto ordena que las monjas fuesen trasladadas a otro convento. El visitador
propuso que las monjas fuesen trasladadas al Convento de Nuestra Señora de la
Paz, también de agustinas, pero las monjas no querían ser fusionadas con otro
convento, así que el 10 de junio se trasladaron al Convento de los Terceros,
que había sido exclaustrado.
Así pues, se derribó el convento de la Encamación y el resto de la
manzana, que se había segregado en diversas casas y palacios, fue demolida,
pues el mariscal Soult tenía idea
hacer de Sevilla una gran capital de España, y en el solar del convento de la
Encarnación, ubicaría la plaza mayor que la ciudad, pero la escasez de fondos y el cariz contrario a los intereses
napoleónicos que había tomado la Guerra de la Independencia motivaron que solo
se hiciera la demolición de esta manzana, y que la creación de la plaza nunca
llegó a materializarse.
De esta forma, cuando los franceses
abandonan la ciudad, la plaza era un inmenso montón de escombros.
En la segunda década del siglo XIX con
un solar vacío de cerca de 25.000 m sin ningún tipo de uso, el Ayuntamiento
decidió ubicar en él un mercado de abastos que paliara las necesidades de la
ciudad, pues en ese momento Sevilla no contaba con un punto fijo de ventas,
sino que el comercio se esparcía por las distintas calles y plazas, tal y como
se hacía desde el medievo.
Efectivamente, por sus calles y
plazuelas se vendían todo tipo de productos y alimentos; desde el pescado en la
Plaza de la Pescadería, las legumbres en la calle Herbolarios, las carnicerías
y verdulerías en la Plaza de la Alfalfa, las frutas y frutos secos en la del Salvador, o
la venta de la caza menor en la calle Luchana.
Además, la mayor parte de las veces
esta venta era ambulante, sin unas mínimas condiciones higiénicas que suponían
graves problemas para la salud de los ciudadanos.
A ello hay que añadir las dificultades
del Ayuntamiento para cobrar tributos y tener controlados a los vendedores por
no estar ubicados en un sitio concreto.
Por todo ello se hacía absolutamente
imprescindible crear un mercado de abastos en la ciudad.
Tras muchos proyectos y sesiones del
Cabildo, por fin "el martes
primero de agosto de 1820 empezó a establecerse el Mercado Principal de Abastos
en la nueva plaza de la Encamación" según cuenta don Joaquín
Guichot (ver).
Este primer mercado estaba realizado
en madera de pino según un proyecto presentado por Cayetano Vélez en 1814.
De igual material eran los cajones de los puestos, lo que
originó distintas quejas, entre ellas la siguiente, presentada en el mismo año
de 1820: “ la salud pública es la suprema ley de todas la sociedades; aquella está
amenazada en el mero hecho de trasladar las carnes y los pescados al sitio de
la Encarnación, porque los caxones de madera acordados no es defensa suficiente
de la calor que gravita sobre aquel lugar y más en materia tan dispuesta a la putrefacción
al periodo de mui pocas horas. Este mal ba a acarrear sobre los vecinos de esta
ciudad que vallan a proveerse al mercado público e insensiblemente puede
acarrear una fermentación contagiosa que quiera ataxarse cuando sea tarde ...
" (Sec. 9, t. 27, núm. 4).
Este primer mercado fue demolido en
1831 y sustituido por otro de ladrillo, obra de los
arquitectos Melchor Cano y Salustiano Ardanaz.
Este Nuevo Mercado, por una serie de
problemas y complicaciones, no se pudo dar por finalizado hasta 1837, y hasta
1842 no se terminó la zona de "dirección" (el Juzgado del Mercado).
Vista
cenital del Mercado de la Encarnación (1967). Fototeca Municipal de Sevilla
Se trataba de un inmenso edificio
rectangular, con 430 placeros, que abarcaba la plaza en su totalidad, desde la
calle Dados (Puente y Pellón) hasta el Convento de Regina.
Su interior estaba organizado
en tres amplias calles, con galerías cubiertas, a ambos lados de las cuales se
situaban los puestos ordenados según los artículos de venta: pan , frutas y
hortalizas, carne fresca y chacina, pescado.
Mercado de la Encarnación. Estado de los puestos (1971).
Fototeca Municipal de Sevilla
Interior del Mercado de la Encarnación (1978). Fototeca
de la Universidad de Sevilla
Mercado de la Encarnación. Finales de los 20 o principio de
los 30
En su centro, donde se ubicaban los
puestos de venta más efímera se situaba una fuente mármol (la que está en la
actualidad en la Plaza) rodeada de cuatro árboles.
Fuente Central que se encontraba en el centro del Mercado de
la Encarnación realizada por el arquitecto Melchor Cano en 1832.
Se accedía por ocho puertas, tres en
cada lado largo (que coincidía con las antiguas calles del Correo y del Aire),
y una puerta en cada lado menor, esto es, a la calle Dados (actual Puente y
Pellón) y a Regina.
Fachada norte junto a la embocadura de la calle Regina. Fototeca
Municipal de Sevilla. Fondo Serrano
Este gran mercado condicionó el ambiente de su entorno,
con la presencia de los vendedores ambulantes, los hortelanos que acudían cada
madrugada a instalar sus productos para la venta, las cigarreras. Se
multiplicaban las denuncias por engaño en calidad, y sobre todo en el peso, e
incluso se acostumbraba a matar los cerdos en mitad de la calle. Y no eran
infrecuentes peleas, motines de los vendedor y enfrentamientos con los mismos
carabineros. Asimismo, hasta prácticamente la década de 1970 se registraban
estampas de prostitución callejera en la esquina de Puente y Pellón y Compañía.
Con la percepción de las ventajas de
concentrar los puntos de venta en un único espacio, se crearon nuevos mercados
a lo largo de la ciudad, como el de Entradores, o el del Postigo del Aceite o
el de la calle Feria.
En 1948, se derribó la mitad sur del
Mercado para facilitar la comunicación entre Laraña e Imagen y la posterior
ampliación de esta. Una operación urbanística destinada a conectar la Puerta
Osario con la Campana y que determinó que la nueva calle partía en dos el
espacio que antes ocupaba en su totalidad el mercado, quedando este a un lado y
al otro la nueva Plaza de la Encarnación, y de los 10.000 metros cuadrados que
ocupó originalmente, su espacio se redujo a los 7.000 aproximadamente.
Derribo de las casas de la antigua calle Imagen para su
ensanche.
En 1973, debido a problemas
estructurales de los puestos de verduras y pescado del Mercado, la riada del
Tamarguillo y la aparición de los primeros supermercados, el Mercado fue
demolido totalmente. Y en el ángulo
noreste de la plaza se dispusieron unas instalaciones, para los puestos que quedaban, por un plazo máximo de 3 años, que fueron finalmente 37 años.
Demolición
del Mercado De Abastos en 1973, Fototeca Municipal de Sevilla. Fondo Serrano
El primer uso que tuvo el
espacio fue el de un aparcamiento en superficie. El proyecto derivó
posteriormente en la construcción de un nuevo estacionamiento, esta vez
subterráneo, sobre el que se ubicaría el nuevo mercado. La falta de recursos
fue dilatando la actuación sobre el mismo.
Vista
del aparcamiento de la plaza de la Encarnación (años 1980)
Durante la década de los 90, se
llevaron a cabo varias etapas de excavación arqueológica, y fueron identificados
diferentes etapas históricas escondidas bajo la Plaza de la Encarnación, que
dieron lugar a la musealización de los restos, comprendidos entre el siglo
I y el VI d.C.
En 2004, el Ayuntamiento de
Sevilla convocó un concurso internacional de ideas para la reurbanización de la
plaza de la Encarnación, donde los restos arqueológicos quedaran integrados.
Esta etapa daría lugar al proyecto popularmente
conocido de “las Setas”, del arquitecto alemán Jürgen Mayer con
su Metropol Parasol, con un moderno mercado de abastos, que
abarca 4.500 metros cuadrados de superficie y alrededor de 70 puestos de venta.