ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Padre Manjón.
Calle Padre Manjón (ver)
Andrés Manjón y
Manjón nació el 30 de noviembre de 1846 en Sargentes de Lora, en Burgos, en el
seno de una familia de modestos campesinos castellanos.
Comenzó sus
estudios primarios en la escuela aldea de Sargentes, de precarias condiciones,
por lo que sus padres, Lino y Sebastiana, y su tío Domingo, sacerdote de una pequeña
aldea, consideraron que el niño tenía capacidad para seguir estudiando y lo
enviaron a Porliente (Cantabria) donde funcionaba una pequeña academia
preparatoria para la carrera sacerdotal
Estos conocimientos básicos le
permitieron ingresar en el Seminario Conciliar de san Jerónimo de Burgos,
regido por jesuitas, en 1861, donde también estudió filosofía y teología,
obteniendo el título de bachiller en 1868.
Andrés Manjón
Durante la Revolución Gloriosa de 1868
(ver), que destronó a Isabel II, se cerró este Seminario de Burgos
y Andrés se trasladó Valladolid donde se licenció en Derecho Civil y Canónico
en 1872.
En 1873-4,
obtuvo el Grado de Doctor en Derecho Civil y Canónico en la Facultad de Derecho
de Madrid. Durante esta época residió en el Colegio de san Isidoro, donde tuvo
algunos desencuentros con Eugenio Montero Ríos, presidente de la Real Academia
de Jurisprudencia y Legislación, por su diferente postura respecto al
matrimonio civil, que le condicionaría su posterior carrera académica.
En 1875, fue
contratado como inspector y profesor de Historia y Geografía en el colegio de
San Isidro de Madrid, desarrollando una actividad temporal en la enseñanza
secundaria, pues con su doctorado, ocupó la catedra de Derecho Romano de la
Universidad de Salamanca y posteriormente fue nombrado profesor interino de la
catedra de Historia de la Iglesia, Concilios y Colecciones Canónicas en la
Universidad de Valladolid.
En 1878, obtuvo
el número uno en la oposición a la catedra de Disciplina Eclesiástica de la Universidad
de Salamanca, pero fue vetado por Eugenio Montero Ríos que la adjudicó al
segundo opositor.
En 1879, a
pesar de la oposición de Montero Ríos, y quizás por la intervención directa del
ministro de Fomento, el conde Toreno, obtuvo la catedra de Derecho Canónico de la
Universidad de Santiago de Compostela.
En 1880,
solicitó y consiguió el traslado a la catedra vacante de Derecho Canónico en la
Universidad de Granada, y se convirtió en un miembro emblemático del sector
católico-conservador del claustro de esta Universidad.
En 1886,
continuó sus estudios en el Seminario del Cabildo de la Abadía del Sacro Monte y
se ordenó sacerdote el 16 de junio de 1886. Consiguiendo primero, por
oposición, una canonjía en dicha Abadía y posteriormente el cargo de profesor de
Derecho Canónico de dicho Seminario donde se había fundado una facultad de
Derecho Canónico.
En 1916, tras cumplir
los setenta años, solicitó y obtuvo autorización para retornar a su catedra de la
que se jubiló dos años más tarde.
Debido a su carácter
humilde y sencillo, rechazó durante su vida numerosos cargos y honores, como el
de caballero de la Orden de Carlos III, Abreviador de la Nunciatura, Auditor de
la Rota, Rector de la Universidad de Granada o Abad del monasterio del Sacramonte.
El padre Manjón con su burra “Golondrina”
Pero, en
reconocimiento a sus aportaciones y méritos, en abril de 1902 el ministro
Romanones le nombró consejero correspondiente de Instrucción Pública; dos meses
después se le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII, cuyas insignias las costeó
personalmente Su Majestad Alfonso XIII; en 1908 fue elegido académico
correspondiente de la Real Academia Española y en 1914 ocupó el cargo de vocal
del Patronato del Museo Provincial de Bellas Artes de Granada.
Falleció en la ciudad de
Granada el 10 de julio de 1923, a la edad de 76 años, en su celda austera de la
Abadía del Sacromonte. Fue enterrado en una sencilla cripta en la capilla de la
Casa Madre del Ave-María. En su lápida están escritas las letras “A. M.” que
rubrican su vida humilde y sencilla. La Archidiócesis de Granada tiene abierta
una causa de beatificación. El municipio de Granada, a propuesta de su alcalde,
se aprobó la erección de una estatua.
Pero su obra
maestra de Andrés Manjón fue la fundación de las “Escuelas del Ave-María “que
se inician de una manera curiosa.
A finales de 1888, observó en una cueva como una semianalfabeta “maestra de migas” enseñaba el catecismo
a un grupito de párvulos, gitanos analfabetos, mediante la actitud de recitar o canturrear el Ave María. Esto le llevó a iniciar su obra pedagógica
con aquellos niños, iniciando su actividad con aquella maestra espontanea.
A partir de
aquí, funda “Las Escuelas de Ave-María” a las que dedicó todo sus esfuerzos y
recursos económicos, creando centros docentes destinados a estudiantes
marginados, preferentemente pobres y gitanos, teniendo como meta “enseñar a
quien no pudiera pagarlo”.
El sacerdote Andrés Manjón y Manjón con niños pobres,
para ellos creó las Escuelas Ave María
Tras el
éxito de su experiencia del Sacromonte, progresivamente fue tejiendo una red
escolar por España y América que vertebró un poderoso movimiento de educación
católica popular, consiguiendo abrir, a lo largo de su vida, unas 400 escuelas
por todo el mundo, con la ayuda de donativos y limosnas de numerosos
benefactores.
Sus
procedimientos educativos, basados en la actividad de los alumnos y en las
prácticas escolares al aire libre, fueron pioneros en España y coincidieron con
la avanzada metodología de la Escuela Nueva.
Consideraba
que el alumno es "un ser activo con destino propio que nadie más que él
tiene que cumplir, y con facultades propias que ningún otro puede permutar: al
educador toca tomarle tal cual es, para perfeccionarle y ayudarle; pero de modo
alguno puede reemplazarle y ocupar su puesto".
Siempre luchó
contra “Las escuelas laicas” y su obra constituyó un severo alegato contra
aquellos centros, considerados, sin ningún tipo de matices diferenciales,
anticristianos, antihumanos y ateos.
En este sentido, fundó, además, el Seminario de
Maestros para formar a los futuros responsables de las escuelas del Ave María,
pues consideraba que: "no hay escuela sin maestro", y creía que el
maestro podía ser formador o deformador de caracteres.