RUTAS POR SEVILLA: Doctores de la Iglesia Latina
San Ambrosio.
Mosaico que
representa a san Ambrosio en la capilla homónima de Milán (ver) (crédito CC BY
3.0)
San
Ambrosio es reconocido como uno de los Padres y Doctores de la Iglesia
Católica, junto con San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magno. Juntos,
representan la llamada "edad de oro" de la patrística.
Su
nombre original era Aurelio Ambrosio y nació alrededor del año 340 en una
familia cristiana romana. Creció en la región de la Galia Bélgica, cuya capital
era Augusta Treverorum.
Existen
diferentes teorías sobre la identidad de su padre. Algunos historiadores lo
identifican como Aurelio Ambrosio, quien ocupó el cargo de prefecto pretoriano
de Galia. Sin embargo, otros estudiosos sugieren que pudo haber sido un
funcionario llamado Uranio.
Su
madre, descrita como una mujer cristiana devota, pertenecía a la influyente
familia romana de los Aurelii Symmachi, lo que hace probable que Ambrosio
estuviera emparentado con el orador Quinto Aurelio Símaco.
Ambrosio
era el menor de tres hermanos. Su hermana Marcelina dedicó su vida al servicio
religioso como virgen consagrada, mientras que su hermano Sátiro, quien también
es venerado como santo, colaboró con su madre en la administración del hogar.
De acuerdo con el
relato de Paulino de Milán, quien escribió la biografía de San Ambrosio, se
cuenta un episodio asombroso ocurrido en su infancia. Siendo aún un bebé, un
enjambre de abejas entró en la habitación donde dormía y comenzó a revolotear
cerca de su cuna. Sin que ninguna lo lastimara, algunas incluso se posaron
sobre su rostro y dejaron una gota de miel. Su padre interpretó este hecho como
un presagio de la elocuencia que caracterizaría a su hijo en el futuro. Debido
a este relato, las abejas y las colmenas se han convertido en símbolos
asociados al santo.
Tras
la muerte de su padre en las Galias, San Ambrosio regresó a Roma junto con su
madre y hermanos. En la capital del Imperio, recibió una educación sólida en
literatura, derecho y retórica.
Durante
su estancia en Roma, el prefecto pretoriano Sexto Claudio Petronio Probo lo
tomó como consejero y, más tarde, lo designó gobernador de las provincias de
Liguria y Emilia. Su sede de gobierno se estableció en Milán, una de las
principales capitales del Imperio romano de Occidente. En el año 370, con
aproximadamente treinta años de edad, Ambrosio asumió este cargo en representación
del emperador Valentiniano I.
Se
dice que, al despedirlo rumbo a su nuevo cargo, Probo le dirigió unas palabras
proféticas: “Ve, hijo mío, y compórtate no como juez, sino como obispo”.
Al
llegar a Milán, Ambrosio se encontró con una ciudad dividida por fuertes
disputas, no solo entre paganos y cristianos, sino también dentro del
cristianismo, entre arrianos y católicos. Ante este panorama, desempeñó su
labor con imparcialidad, administrando justicia sin hacer distinciones por la
posición social o las características de las personas.
En
el año 374, tras la muerte de Auxencio, obispo de Milán y líder de los
arrianos, se desató una intensa disputa sobre la elección de su sucesor. Tanto
católicos como arrianos se congregaron en la Basílica de Milán con el propósito
de debatir y designar al nuevo arzobispo.
Como
gobernador de la provincia, Ambrosio intervino en un intento de apaciguar los
ánimos y evitar conflictos. Sin embargo, antes de que pudiera comenzar a
hablar, se escuchó la voz de un niño exclamando: "¡Obispo Ambrosio!".
Muchos interpretaron este suceso como una señal divina, la voluntad de Dios
expresada a través del infante. Sorprendentemente, el acontecimiento logró
unificar a ambas facciones, que aceptaron a Ambrosio como arzobispo de Milán.
Sin
embargo, Ambrosio no estaba bautizado, no tenía formación teológica y no
deseaba asumir el cargo. Para evitarlo, recurrió a diversas estrategias que
demostraran su falta de idoneidad. Incluso intentó huir y se refugió en casa de
un colega.
No
obstante, al recibir una carta del emperador Graciano, en la que destacaba la
importancia de que Roma eligiera personas verdaderamente dignas para ocupar
cargos eclesiásticos, su anfitrión decidió entregarlo.
En
el transcurso de una semana, Ambrosio recibió el bautismo, fue ordenado y,
finalmente, el 7 de diciembre del año 374, fue consagrado como obispo de Milán.
Ambrosio
adoptó de inmediato un estilo de vida austero, distribuyendo su riqueza entre
los más necesitados y donando sus propiedades, con la única excepción de una
provisión destinada a su hermana Marcelina, quien se había consagrado como
monja. Se dedicó por completo a su misión pastoral y a la defensa de la Iglesia
frente a paganos y herejes.
Por
su parte, su hermano Sátiro renunció a una prefectura y se trasladó a Milán
para encargarse de la administración de los asuntos familiares.
En
el año 386, el emperador Valentiniano III emitió un decreto que ordenaba la
entrega de algunas basílicas católicas a los herejes. San Ambrosio, respaldado
por el pueblo, se opuso con determinación, lo que llevó a la ocupación de los
templos en disputa.
San
Ambrosio de Milán tuvo un papel fundamental en las relaciones entre la Iglesia
y el poder imperial, interactuando con varios emperadores, desde Valentiniano I
hasta Teodosio I el Grande (ver). Durante este período, se fueron
estableciendo los principios que definirían la relación entre la autoridad
eclesiástica y el Estado.
Según
la tradición, Ambrosio excomulgó al emperador Teodosio I en el año 390, tras la
masacre de siete mil personas en Tesalónica, un hecho ocurrido en represalia
por el asesinato del gobernador romano a manos de alborotadores. Se dice que,
mientras celebraba misa en su iglesia, Ambrosio impidió la entrada del
emperador y le exigió arrepentimiento antes de poder volver a comulgar. Como
resultado, Teodosio pasó meses sin poder acceder al templo hasta que,
finalmente, fue absuelto tras cumplir una penitencia pública.
Este
episodio simboliza la afirmación de la superioridad moral de la Iglesia sobre
el poder civil en cuestiones éticas y religiosas. También pone de manifiesto
una de las tensiones recurrentes en la historia del cristianismo: la disputa
entre la autoridad eclesiástica y la autoridad política.
San
Ambrosio fue el primer líder cristiano en lograr que la Iglesia fuera
reconocida como una institución con autoridad por encima del Estado en asuntos
espirituales. A lo largo de su vida, enfrentó a los paganos en diversas
confrontaciones, logrando su exclusión definitiva de la vida política romana.
Ambrosio
falleció el 4 de abril del año 397 y fue sucedido como obispo de Milán por
Simpliciano. Sus restos se conservan en la Basílica de San Ambrosio en Milán,
junto a los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio, cuyos restos él mismo
había descubierto.
Sepulcro de san Ambrosio en la
basílica que lleva su nombre en Milán (ver) (crédito CC BY 3.0)
Museo
de Bellas Artes
San Ambrosio. Zurbarán, Francisco de. 1626. Óleo sobre
lienzo. 207 x 101,5 cm. Museo de Bellas Artes. Sala X. Procede del Real Colegio
de san Pablo.
Museo del Prado
Iglesia de san Pedro
En los
pilares de la nave central cuelgan pinturas de los Doctores de la Iglesia.
San Ambrosio