sábado, 8 de junio de 2024

AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN

Cementerio Municipal de San Fernando.

Los primeros cementerios provisionales que hubo en Sevilla fueron el del Prado de San Sebastián, el Cementerio de los Pobres, el Cementerio de los Canónigos o Eclesiástico y finalmente el Cementerio de San José, en Triana.

Muy pronto, el Cementerio del Prado de San Sebastián quedó en desuso por su ubicación y ello hizo que en el año 1831 el Ayuntamiento de Sevilla determinara construir un cementerio nuevo de urbanización más moderna, como respuesta a las necesidades de concentrar los enterramientos en un solo lugar y no sólo en las iglesias y cementerios provisionales, ya copados en el siglo XVIII a causa del crecimiento demográfico y las periódicas epidemias que azotaban a la población.

En 1849 las autoridades de Sevilla eligieron para dicho fin una de las huertas que lindaban con San Lázaro, llamada de “Lérida” o de “Leira”, situada en el camino de Brenes, al noreste de la ciudad, desde el antiguo “Camino de Cantillana” hasta el “Camino viejo de Córdoba”, lugar que hasta entonces había sido destinado a enterramientos provisionales en épocas de epidemias en la ciudad.

En 1851, el arquitecto titular del Ayuntamiento, D. Balbino Marrón y Ranero, presenta el proyecto, aprobado por la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, para la edificación de la nueva necrópolis, que presentaba todas las novedades que hasta el momento se conocían en materia de Cementerios.

El Cementerio fue construido a lo largo del año 1852 y abrió sus puertas oficialmente al primer entierro el día 1 de enero de 1853. 

Sin embargo, se pueden encontrar lápidas que datan incluso de principios del siglo XIX, debido a que muchos cadáveres fueron trasladados desde otros cementerios, para que los restos estuvieran sepultados junto a familiares que empezaron a ocupar las nuevas instalaciones.

Durante los primeros años del Cementerio, se crea el “Cementerio de Disidentes de la religión católica”, sobre sendos proyectos de D. Juan Talavera de la Vega de 1874 y D. Francisco Aurelio Álvarez Millán de 1876.

En 1920, se produce una ampliación del cementerio mediante proyecto de D. Antonio Arévalo, ya que el proyecto de D. Balbino Marrón se vio superado dado el crecimiento de la ciudad y la población.

Durante la Guerra Civil. entre 1936 y 1939, debido a la presencia de las tropas marroquíes aliadas y los problemas que sus sepelios podían ocasionar, se procedió a la construcción de un pequeño “Cementerio Musulmán”, adosado a la tapia trasera del cementerio católico.

Posteriormente, se realiza un proyecto de ampliación aprovechando unos terrenos linderos con la parte posterior que se correspondían con una finca perteneciente a la empresa CAMPSA, y que años más tarde acabaría por integrarse y convertirse en la primera gran ampliación, ya que posteriormente se llevaría a cabo otra ampliación en el siglo XXI en los terrenos linderos con el “Cementerio Disidente”.

Se realiza la correcta demarcación de las calles, en la que se articula la avenida principal denominada Calle Fe, que mediante la Rotonda del Cristo de las Mieles se prolonga hasta la Calle Esperanza que alcanzará la Rotonda de la Caridad y que vertebrará el resto del callejero de la necrópolis.

La Portada Principal, fue diseñada por D. Manuel Galiano en 1866, pero no llegó a realizarse, siendo definitiva la de los arquitectos D. Francisco Aurelio Álvarez Millán y D. José Sáez entre 1866 a 1888.

Se trata de una sencilla puerta adintelada con sendos pilares cuadrangulares con pilastras adosadas, todo realizado en ladrillo visto. Sobre los pilares unos escudos coronados en cuyo interior aparece el emblema de la ciudad de Sevilla NO&DO. Presenta una verja en hierro dulce o forjado. Destaca el remate decorativo del dintel realizado en forja, con motivos vegetales y roleos que se entrelazan, todo ello culminado con una fina cruz latina. 

Portada principal

En los accesos a cada estancia aparecen como remates decorativos unas simbólicas ánforas veladas cuyo significado representa la finitud del cuerpo convertido en polvo y cenizas, y el lienzo o paño que la cubre simboliza el último testimonio que deja el alma al abandonar toda materialidad.

Dentro de los panteones hemos de mencionar los Antonio el Bailarín, Antonio Machín, Ejercito del Aire, Joselito el Gallo, Juanita Reina, Paquirri, Antonio Susillo o Cristo de las Mieles.

Panteón de Antonio el Bailarín (ver)

Panteón del Ejercito del Aire

Panteón destinado a cobijar los restos de militares y altos mandos del Ejército del Aire, ocupa un lugar privilegiado a la entrada del Cementerio, presenta una planta rectangular con una trampilla de acceso a la cripta y tras la cual se levanta una pequeña edificación destinada a enterramientos en pared, que presenta un revestimiento de granito, y que se distribuyen en cinco calles siendo el total de nichos un número de 20. Este pequeño edificio se remata con un frontón triangular partido para reservar este espacio al escudo de la Aviación Militar. Por encima, y sobre un denso trono de nubes, aparece la representación de la Virgen con el niño en sus brazos, en la que hemos querido ver la representación de la Virgen de Loreto por ser patrona y protectora del Ejercito del Aire. Tras ella una gran cruz latina remata el conjunto.

Detalle del Panteón del Ejercito del Aire


Detalle de la Virgen de Loreto con el Niño


Panteón de Joselito el Gallo (ver)

Panteón de Juanita Reina (ver)


Cristo de las Mieles. Panteón de Antonio Susillo (ver)


La Capilla fue realizada por el arquitecto D. Francisco Aurelio Álvarez Millán, en el último tercio del siglo XIX.

Es un edificio independiente realizado en ladrillo visto, con cubierta al exterior a dos aguas.

Internamente muestra una única nave, que en los muros laterales presenta ventanas y óculos con vidrieras para la iluminación, cegando las ventanas centrales para realizar unas hornacinas que cobijan a la izquierda la imagen de San Fernando y a la derecha a San Pedro.

El Altar Mayor, presenta un sencillo retablo de un solo cuerpo, realizado en yesería, en cuya hornacina central se venera a la Virgen del Carmen, como protectora de las ánimas.

A los pies de la capilla y situado sobre la puerta de acceso, un crucificado que podríamos datar en el medievo, y del que desconocemos el lugar de procedencia.