viernes, 17 de mayo de 2024

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Cristóbal Suarez Ribera.

Cristóbal Suárez de Ribera (1550-1618) fue un ilustre presbítero y patrono artístico que profesó durante toda su vida una gran devoción a san Hermenegildo. Fue promotor de la fundación de una hermandad dedicada a este santo, que en un principio estuvo ubicada en la iglesia de san Julián.

Gracias a su intercesión se construye una capilla de nueva planta dedicada al Santo, junto a la Puerta de Córdoba, en el lugar donde estuvo apresado san Hermenegildo. 

La nueva iglesia, de una sola nave estaba presidida por la imagen del santo realizada, atribuida a Martínez Montañés. 

 

Retrato de Don Cristóbal Suarez de Ribera. Velázquez, Diego. 1620. Óleo sobre lienzo. 207 x 148 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala IV

Esta obra corresponde a la etapa juvenil sevillana del pintor cuando se encontraba en el taller de su maestro y suegro Francisco Pacheco. El retrato data de 1620, y el retratado había fallecido dos años antes, a los sesenta y ocho años de edad. Se trata, pues de una efigie póstuma, probablemente basada en alguna imagen realizada en vida, lo que explica dos de las características del cuadro: por una parte la escasa vivacidad de los rasgos del modelo, tanto más acusada cuanto que por esas fechas Velázquez estaba dando muestras de su maestría retratística. Por otra, la edad que aparenta, bastante inferior a la que tenía en el momento de su muerte.

Este cuadro fue realizado para colocarse sobre el sepulcro de Suárez de Ribera que, como patrono y fundador de la iglesia iba situado junto al presbiterio. El modelo aparece arrodillado en actitud orante, viste ropas clericales, mira al espectador y señala con la mano derecha hacia el altar, donde se encontraba la escultura del santo titular, invitando con el gesto de su mano y su mirada a que el espectador dirija su atención al santo.

Sobre él aparece el emblema de la hermandad: una corona real entre la que se ve la palma del martirio, el hacha que lo decapitó y una cruz con una corona de rosas. En la derecha del cuadro, uno de los más tempranos paisajes de uno de los pintores que renovó ese género en la pintura de su tiempo. Un esquemático paisaje de cedros y cipreses tal vez como alusión a la idea de la muerte y la resurrección.

 RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Hermenegildo.

Los visigodos eran una rama de los pueblos godos, que a su vez pertenecían a los pueblos germánicos orientales, que invadieron el oeste de Europa tras la caída del Imperio Romano.

A la Península Ibérica llegaron en el año 409, encontraron poca resistencia de la población nativa hispanorromana, y situaron en Toledo su primera Capital. Gobernaron hasta la invasión musulmana en 711. En este periodo reinaron 35 reyes, y, la mayoría de ellos murieron de forma violenta, sin llegar a completar su reinado. 

En el año 567 fallece el rey Atanagildo y le sucede en primer lugar Liuva, que muy pronto asocia al trono a su hermano Leovigildo (568-586) que gracias a sus reformas y reorganización territorial es considerado como el rey visigodo más importante y uno de los reyes más relevantes de la historia de España.

Retrato de Atanagildo, rey visigodo con el n° 16 en el orden cronológico del libro digitalizado por Google desde la librería de la Universidad de Oxford (CC BY 3.0).

Liuva I. Gispert Pérez, Antonio. 1855. Óleo sobre lienzo. 224 x 140 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución. (CC BY 3.0)

Flavio Leovigildo. Rey de Hispania. Retrato imaginario del Rey Leovigildo. Juan de Barroeta y Anguisolea. 1854-1855. Óleo sobre lienzo. 224 x 140 cm. Museo del Prado. No expuesto

Leovigildo se encontró con una Hispania debilitada, aprisionada en el mediodía por la presencia bizantina, al norte por la Francia merovingia, al noroeste por el reino suevo, convertido al catolicismo, y al sur con la resistencia de las ciudades de la Bética. Su afán restaurador le llevó a concebir una Hispania única bajo un mismo credo religioso, el arrianismo, que profesaba el pueblo godo desde que se convirtió al cristianismo en el siglo IV bajo esta modalidad herética, mientras que la mayoritaria población nativa hispanorromana era cristiana.

El arrianismo es una doctrina cristiana del siglo III, atribuida al presbítero alejandrino Arrio (ca. 256-336) que rechaza el dogma de la Trinidad y que fue popular en algunas zonas de Europa durante el primer milenio después de Cristo. Sostiene que Jesucristo es el Hijo de Dios, procedente del Padre, pero no eterno, sino engendrado por el Padre antes que Dios creara el tiempo. De esta manera, Jesús no sería coeterno con Dios Padre. 

Grabado de Arrio 

Leovigildo estaba casado con la católica Teodosia, hermana de San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, y con la que tuvo dos hijos, a los que llamaron Hermenegildo y Recaredo.

Al morir Teodosia, Leovigildo volvió a contraer matrimonio, quizás por razones de estado, con Gosvinda (Godvinta o Godsuita o Godswintha), viuda de Atanagildo, que era una fanática arriana.

Su gran anticatolicismo estaba en relación con la muerte de su hija Gelesuinta, hija de su primer matrimonio, asesinada por orden de su esposo el rey católico franco Luilperico de Rouen.

El año 579 se celebró la boda entre Hermenegildo y la princesa franca Ingunda, de religión católica, hija de Sigeberto I, rey de Austrasia, y de Brunegilda, hija de Atanagildo y Gogswintha.

Por tanto, la joven princesa Ingunda, casada con Hermenegildo, era nieta de Gogswintha, la viuda de Atanagildo y esposa de Leovigildo.

Para evitar enfrentamientos religiosos entre Ingunda y Gogswintha, Leovigildo envió en 579 a Hermenegildo lejos de Toledo, como gobernador de la Bética, la región de la Península más penetrada por el catolicismo.

La llegada de Hermenegildo a Sevilla coincide con el pontificado de san Leandro, primogénito de los cuatro santos hermanos que, oriundos de Cartagena, pasaron al territorio visigótico.  Las prédicas del arzobispo y los consejos de su esposa provocaron que Hermenegildo abjurara del arrianismo y se convirtiera al catolicismo, bautizándose con el nombre de Juan, con lo que se alzó contra su padre, apoyado por la Bética y Mérida, y se autoproclamó rey.  

Bautismo de san Hermenegildo por San Leandro. López Portaña, Vicente. Hacia 1816. Aguada parda, Albayalde, Clarión, Lápiz negro, Sanguina sobre papel verjurado. 445 x 392 mm. Museo del Prado. No expuesto.


Leovigildo armó un ejército poderoso y sometió a la ciudad de Sevilla aun prolongado asedio, que incluyó la desviación del curso del Guadalquivir en la zona norte, para impedir el auxilio de las tropas bizantinas, con lo que impidió que el rio siguiese fluyendo dentro de la ciudad amurallada, lo que provocó la desecación del antiguo cauce, creándose siglos después lo que hoy conocemos como Alameda de Hércules (ver).

Hermenegildo huyó de Sevilla en dirección al castillo de Osset (San Juan de Aznalfarache) donde finalmente fue derrotado, apresado y trasladado a Sevilla. En esta ciudad fue confinado en la Torre de la Puerta de Córdoba, donde se ubica actualmente la Iglesia que lleva su nombre (ver), pero aquí no sería torturado ni muerto, sino que, ante el temor de un levantamiento popular, fue trasladado a Tarragona donde, por orden de su padre Leovigildo, fue decapitado por su carcelero, el conde Sisberto, el 13 de abril de 585, al negarse a recibir la comunión por parte de un obispo arriano.

Sin embargo, esta historia tiene un componente de leyenda, ya que en la fecha de la muerte de San Hermenegildo (585), ni la ciudad se extendía hasta esa zona, ni estaban construidas las murallas, pues la Puerta de Córdoba es de época almohade.

Según la leyenda, su cuerpo fue trasladado de Tarragona a Sevilla y durante el recorrido se produjeron hechos milagrosos que justifican la construcción de ermitas o capillas, como por ejemplo en la localidad granadina de Alquife donde se conserva la ermita.

Su esposa Ingun­da y su hijo Atanagildo fueron enviados a Constantinopla, pero ella murió durante la travesía en un puerto de África, y el niño pequeño, huérfano de padre y madre, se pierde en la corte imperial bizantina, y aunque fue reclamado por su abuela materna, la madre de Ingunda, no se tiene conocimiento de su devolución.

Leovigildo falleció en el 586 y le sucedió Recaredo, el hermano menor de Hermenegildo, que en el año 589 convocó el III Concilio de Toledo en el que abjuró del arrianismo convirtiéndose al cristianismo niceno, unificando la religión de visigodos e hispanorromanos, extremo este que deseó su padre, pero bajo el arrianismo. Esta fecha marca la asociación de España y el catolicismo hasta nuestros días.

Recaredo I. Puebla y Tolín, Teófilo. 1857. Óleo sobre lienzo. 225 x 140 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución (CC BY 3-0)

El 14 de abril de 1585, mil años después de su muerte, fue canonizado Hermenegildo por el papa Sixto V, a petición del rey Felipe II.

Con motivo de las segundas Cortes de Monzón (1585), el rey Felipe tiene información de que la cabeza de Hermenegildo se hallaba en el cercano monasterio sanjuanista de Sigena (recogieron los hechos Antonio de Quintanadueñas y el abad Sánchez Gordillo), por lo que escribió a las monjas demandando su entrega, que le hicieron efectiva el 21 de diciembre de 1585. La reliquia fue depositada en El Escorial, en el altar de san Jerónimo, el 13 de abril de 1586, día en que Sixto V había fijado su festividad.

En 1814, tras la Guerra dela Independencia, Fernando VII crea La Real y Militar Orden de San Hermenegildo, distinción militar y una orden de caballería española cuya  finalidad era  recompensar y distinguir a los oficiales generales, oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra, de la Armada, del Ejército del Aire, de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de la Guardia Civil, por su constancia e intachable conducta en el servicio, a tenor de lo que establecen las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas. La orden consta de 4 categorías, Cruz, encomienda, encomienda con placa y gran cruz, siendo sus colores el blanco y el morado.

Iconográficamente, se representa con Cruz, palma de martirio, grilletes y hacha.

Iglesia de san Hermenegildo (ver)

El Retablo Mayor está presidido por la escultura del santo Titular en madera policromada, con la palma y los grilletes, elementos de su martirio y prisión, en la mano izquierda, el Crucifijo en la mano derecha, y un hacha clavada en la cabeza recordando cómo fue ejecutado, atribuida al escultor Martínez Montañés en la primera mitad del siglo XVI.

Fue encargada para figura en la hornacina central del altar mayor sustituyendo a la antigua talla de San Hermenegildo sedente que posee la hermandad, tallada alrededor de 1580 y atribuida a Juan Bautista Vázquez el Viejo.

La imagen ha sido restaurada en 2023, en el taller de Carlos Peñuela, con un 80% de financiación por parte de la Junta de Andalucía.   

Altar Mayor

San Hermenegildo

Detalle de san Hermenegildo

Iglesia de san Clemente (ver)

El retablo mayor, levantado por los hermanos Felipe y Gaspar de Ribas, entre los años 1639 y 1647, puede considerarse como una de las mejores creaciones barrocas sevillanas. En la parte alta está la Inmaculada con San Fernando y San Hermenegildo.

Altar Mayor


San Hermenegildo

Detalle de San Hermenegildo

Catedral de Sevilla. 

Puerta del Nacimiento. Catedral de Sevilla. Jamba derecha: San Mateos, San Marcos y san Hermenegildo. (CC BY 3.0)


Museo de Bellas Artes de Sevilla. 

Triunfo de san Hermenegildo. Alonso Vázquez y Juan de Uceda. Hacia 1603-1604. Óleo sobre lienzo. 492 x 340 cm. Procede del Hospital de san Hermenegildo o del Cardenal Cervantes de Sevilla. Depósito de la Exma. Diputación Provincial de Sevilla. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V. 


La composición de la obra obedece a un esquema de dos grandes registros, uno terrenal y otro celestial.

Existe una diferencia entra las formas y los colores de los dos registros que obedece a que la autoría de la obra es compartida entre Alonso Vázquez, que realizó la parte inferior y Juan de Uceda que se habría ocupado de la superior. 

Zona inferior

Detalle de san Hermenegildo

En la zona inferior, en el centro, aparece arrodillado san Hermenegildo con un sitial delante, con el hachazo del que murió en la cabeza y rodeado en su tránsito hacia la gloria por un grupo de ángeles que pueden relacionarse con la Constancia y la Fe que arman al santo con la espada, la rodela y el yelmo. 

A la izquierda se sitúan san Leandro y san Isidoro, quienes consuelan a Ingunda, mujer de san Hermenegildo. 

Detalle del ángulo inferior izquierdo

A la derecha, arrodillado en actitud de oración, se encuentra el cardenal Cervantes, fundador del hospital para el que fue pintada la obra, acompañado de otro personaje, que podría ser uno de los mecenas de esta obra junto con el obispo. Éste podría interpretarse como Juan Fernández, capellán de santa Lucía, que donó todas sus propiedades para que formaran parte del patrimonio del hospital o bien puede tratarse del doctor don Diego de Rivera, que según Francisco J. Cornejo era el benefactor que reunía los méritos suficientes como para ser inmortalizado junto al cardenal Cervantes en este gran cuadro.

Detalle del ángulo inferior derecho

En el centro de la parte superior figura la Virgen, vestida de rojo y azul, rodeada de ángeles músicos, que tienden hacia san Hermenegildo la corona de gloria propia de los santos. 

Zona superior

Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Apoteosis de san Hermenegildo. Francisco Herrera el Viejo. Hacia 1620-1624. Óleo sobre lienzo. 523 x 326 cm. Procede de la desamortización de la Iglesia del Colegio de san Hermenegildo. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V

Se divide la composición en dos planos.

En la parte superior, en el centro, aparece san Hermenegildo vestido de guerrero, como legionario romano, y con una capa roja que se ondula a su espalda. Esgrime un pequeño crucifijo, como única arma, alrededor del cual se puede leer el lema “ERIT” (“SERÁ”) en alusión a la conversón de los godos al catolicismo

El santo se sitúa de frente y se apoya sobre su pierna izquierda, posando el pie derecho sobre una nube. Está rodeado de un coro celestial compuesto por dos ángeles mancebos que portan los instrumentos del martirio (el hacha y la cadena), y numerosos querubines y angelotes que lo festejan y coronan con rosas. 

Se Presenta como un soldado de Cristo, como un “Miles Christi”, simbolizando el triunfo de la Iglesia Católica sobre la Arriana, aquí personalizada en la figura de su padre, Leovigildo, pero también el triunfo de la Contrarreforma sobre la Reforma protestante. 

Detalle de san Hermenegildo

Detalle de los ángeles  con los instrumentos del martirio

En el plano inferior terrenal se representa a san Isidoro y san Leandro.

San Leandro, en el lado izquierdo, con su brazo levantado muestra al mártir a un niño que identificamos con el rey Recaredo, el futuro rey que proclamaría el catolicismo en España, que de rodillas alza su mirada hacia éste. 

Detalle de san Leandro con el rey Recaredo

San Isidoro, en el ángulo inferior derecho, mira absorto al santo y retiene con un leve ademan a Leovigildo, que muestra en su rostro las huellas de su derrota, pues que se representa caído y encogido, aferrándose a l centro, en una postura impropia de su jerarquía, acto que representa el triunfo de la Iglesia sobre la herejía, simbolizada por el rey arriano.

 

Detalle de san Isidro con el rey Leovigildo


Museo del Prado.  

El triunfo de San Hermenegildo. Herrera el Mozo, Francisco de. 1654. Óleo sobre lienzo. 326 x 228 cm. Museo del Prado. Sala 018A (CC BY 3.0)

Este lienzo procede de la iglesia del desaparecido convento de San Hermenegildo de los carmelitas descalzos de Madrid, actual iglesia de San José, donde ocupaba el espacio principal del retablo mayor, cuyas trazas se debieron probablemente a Pedro de la Torre. Formaba parte de un conjunto de catorce pinturas que sufragó el patrono de la capilla mayor, Juan Chumacero de Sotomayor y Carrillo, y que Herrera el Mozo ejecutaría entre el 17 de julio y el 8 de octubre de 1654, como documentó María Luisa Caturla. 

El asunto representando en el lienzo principal, san Hermenegildo en gloria tras haber muerto en prisión por defender la fe cristiana ante su padre, el arriano Leovigildo, tiene una gran relevancia en el encargo, ya que el santo está directamente relacionado con la genealogía de la Monarquía hispánica y, especialmente con la casa de Austria, que lo asociaba con el origen de su blasón católico y con la defensa de la Eucaristía. 

Herrera consagró aquí la iconografía del santo en versión triunfal, escenificando su apoteosis mediante una violenta torsión del cuerpo del santo. 

Detalle de san Hermenegildo

Está representado el padre del santo, ataviado con armadura, y el obispo arriano que ofreció a Hermenegildo el cáliz que sostiene en su mano izquierda, del que el santo rehusó beber porque ya se había convertido al cristianismo, hecho que le condujo al martirio. 

 

Detalle de Leovigildo y el obispo arriano

Para los ángeles volanderos, Herrera se inspiró en estampas de Agostino Carracci sobre composiciones del Veronés de 1582, como la de los Desposorios místicos de Santa Catalina y, sobre todo para los ángeles músicos, la del Martirio de santa Justina de Padua; o de Orazio Samacchini, como la de la Presentación de Cristo en el Templo, de hacia 1579-82. 

Detalle de los ángeles

El Mozo estudió atentamente estos grabados -como se observa en la forma de hacer volar a sus ángeles y en la anatomía, muy musculosa, de alguno de ellos-, al igual que otros artistas madrileños del momento. Igualmente, los rasgos fisionómicos del ángel que está tocando el laúd a la izquierda del santo -perfil ovoide, cejas alargadas unidas a la nariz, boca pequeña y barbilla puntiaguda- responden enteramente a los de algunos de los ángeles y figuras femeninas del Veronés.

Museo lázaro Galdiano.  

San Hermenegildo en la prisión. Goya. Hacia 1800. Óleo sobre lienzo. 32 x 22 cm. Museo Lázaro Galdiano. Madrid