RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Arquitectos
Vermondo Resta.
Nacido alrededor de 1555 en Milán, en la región de
Lombardía, fue hijo de Alejandro Resta e Isabel Milach. En 1585 se trasladó a
Sevilla junto al cardenal Rodrigo de Castro, donde desarrolló una destacada
trayectoria profesional.
Su talento le permitió ganarse un gran reconocimiento
en la ciudad, estableciendo vínculos con la élite artística de la época.
Colaboró con arquitectos como Juan de Oviedo y de la Bandera, Diego López Bueno
y Miguel de Zumárraga, además de trabajar con escultores como Andrés de Ocampo
y pintores como Francisco Pacheco. También desempeñó un papel clave en la
supervisión de proyectos diseñados por otros arquitectos, como Alonso de
Vandelvira.
Su influencia en la arquitectura sevillana de finales
del siglo XVI y principios del XVII fue fundamental. Se le atribuye la
introducción de elementos italianizantes y un enfoque innovador, en el que
incorporó nuevos conceptos espaciales y decorativos, transformando así el
panorama arquitectónico de la ciudad.
En 1588 fue designado maestro mayor de fábricas del
Arzobispado, cargo que desempeñó hasta 1606. Durante este período, se encargó
del diseño y construcción de iglesias y conventos, además de elaborar proyectos
para retablos, monumentos conmemorativos y otras obras arquitectónicas.
En 1604 asumió el puesto de maestro mayor de los
Reales Alcázares, donde dejó una huella significativa a través de una intensa
labor arquitectónica y urbanística.
Su vida personal estuvo marcada por diversos episodios
difíciles. Tuvo un hijo fuera del matrimonio, Agustín, quien falleció a una
edad temprana. Posteriormente, contrajo matrimonio con Ana de Ojeda, quien
murió en 1606 durante el parto de su primer hijo, Alejandro Resta.
En 1609 tuvo una hija, Josefina, fruto de otra
relación. A ella le dejó una parte de su herencia y nombró como albacea a su
cuidadora, Tomasina de Molina. Su único hijo legítimo, Alejandro, recibió la
herencia correspondiente, y los encargados de administrar su testamento fueron
Fernando de Céspedes y Velasco, teniente alcaide del Alcázar, y Juan de Asiaín
Ugalde, tesorero del mismo recinto.
Falleció en 1625 con escasos recursos y una herencia
modesta.
Las
primeras obras de las que se tiene constancia, aunque lamentablemente no se
conservan, fueron los hospitales sevillanos del Espíritu Santo y del Amor de
Dios. Entre 1587 y 1588, elaboró los diseños para ambas edificaciones, que
finalizaron en 1602. Estos proyectos fueron encargados directamente por el
cardenal Rodrigo de Castro, quien ejerció como arzobispo de Sevilla entre 1582
y 1600.
Entre 1599 y 1600, colaboró con Andrés de Ocampo (ver) en la realización del retablo
mayor de la Iglesia de Santiago en Sevilla. Posteriormente, en 1602, trabajó
junto a Diego López Bueno en el retablo de la capilla colateral izquierda del
mismo templo.
Ese mismo año, revisó los diseños de Alonso de
Vandelvira (ver) para el convento de Santa Isabel (ver) en Sevilla y elaboró los planos para el monumento de
la Iglesia de Santa Ana, cuya ejecución estuvo a cargo de Juan de Oviedo (ver), Alonso Rubio y Vicente
Fernández.
En 1603 diseñó la planta y algunas dependencias del
convento de San José en Sevilla. Además, estableció los planos y condiciones
para la construcción de la iglesia, los coros, locutorios y salas del convento
de San José (Las Teresas) (ver).
Su contribución al Alcázar de Sevilla fue
especialmente relevante, destacando la construcción del Apeadero, donde
introdujo el uso de columnas pareadas, un recurso arquitectónico que influyó
profundamente en la arquitectura sevillana del siglo XVII. La portada de este
espacio refleja su dominio del lenguaje manierista y su habilidad compositiva.
La ejecución de la obra estuvo a cargo del albañil Pedro Martín, el carpintero
Alonso Durán y el cantero Diego de Carballo.
Dentro del mismo recinto, también trabajó en la
ornamentación de las fuentes y grutas del jardín de las Damas. Su proyecto más
ambicioso en este ámbito fue la Galería
del Grutesco, diseñada sobre una antigua muralla en la que incorporó
grutas decoradas con figuras mitológicas. La traza de la galería fue delineada
el 2 de marzo, y el primer tramo, correspondiente al estanque de Mercurio, se
concluyó en diciembre de 1612. Las obras continuaron entre 1613 y 1621, con la
ornamentación prolongándose hasta 1624. La construcción estuvo a cargo de Juan
de Mendoza.
Otras de sus intervenciones en el Alcázar incluyen:
El diseño de un pequeño arco junto al patio de la
Montería.
La supervisión de obras en la Casa de Contratación.
La construcción de una nueva cárcel para la Casa de Contratación.
La traza de la portada del Alcázar en el patio de
Banderas, ejecutada por el cantero Diego de Carballo.
La escalera que conecta el estanque de Mercurio con el
jardín de la Danza.
Reparaciones en el Palacio de Pedro I.
Más allá del Alcázar, en 1606 realizó los diseños para
el retablo del altar mayor de la Iglesia de San Martín. En 1614 participó en la
reconstrucción del teatro Coliseo,
ubicado en el antiguo corral de los Alcaides (actual calle Alcázares), junto
con Miguel de Zumárraga y Juan de Oviedo.
En 1616 supervisó la consolidación de estructuras en
el Corral de Segovia (antiguo de
las Herrerías) y en el edificio situado en la actual calle Santander 15, hoy
conocido como Apartamentos Torre de la Plata.
Finalmente, en 1625 estableció la traza y las condiciones contractuales para la construcción del corral de la Montería, cuya dirección continuó Miguel de Zumárraga tras su fallecimiento.